Por Alessandra Vera
Veinte años después de su nacimiento, la banda peruana Cuchillazo -conformada por Nicolás Duarte (guitarra y voz), Capi Baigorria (batería, coros y voz) y Rafael Otero (bajo y voz)- anunció su separación en febrero de 2021. El grupo logró formar parte de la banda sonora de la serie peruana “Misterio”, tocar en festivales locales como el Lima Vive Rock de 2013, y tocar fuera del país en el reconocido festival Cosquín Rock de Argentina en 2017. Aún cuando la banda se despide, su comunidad de seguidores -la Comuna Bestial– no desaparecerá en un futuro cercano porque, como narran Paola Bazalar y Tephany C., la comuna va mucho más allá de los conciertos que tal vez ya no llegarán.
Las administradoras “bestiales”
Si eres un oyente de Cuchillazo, entonces puedes decir que eres una de las “bestias” (la canción “La Bestia” salió en 2006). Paola llegó a ocupar un puesto clave entre las “bestias” alrededor de 2013. Un reencuentro con un amigo que no veía desde el colegio terminó con una invitación para participar en la Comunidad Bestial. Este amigo resultó ser el administrador de la comuna en aquel entonces, y Paola lo fue apoyando con las redes sociales hasta que él se retiró unos años después. Alguien debía tomar las riendas de la administración, y Paola decidió hacerlo, pero enfocándose en la parte digital para aprovechar sus conocimientos de publicista. Necesitaba alguien que la acompañara, y así llegó Tephany para ayudar fuera de la virtualidad.
La comuna atravesó una crisis mientras el cambio de administración se concretaba. Las personas se iban dispersando, y nadie tomaba la iniciativa de organizar las actividades. Pero la comuna es mucho más que solo un grupo de personas con algo en común: es una familia. Y eso fue suficiente para que Tephany recuperara la banderola de tela que lleva el nombre de la banda y empezara con sus funciones de co-administradora. Aunque hoy esta banderola descansa en el cuarto de Tephany debido a la pandemia, la comuna sigue en pie y con la esperanza de que Cuchillazo vuelva.
Mujeres rockeras, familia rockera
Aunque hoy en día su rol dentro de la comuna es más digital, Paola guarda recuerdos diversos que han ido resurgiendo con la nostalgia que la pandemia ha desatado. Cuando tenía unos 20 o 21 años, recuerda haber entrado al pogo aún cuando tenía miedo de acabar en el piso. Otras mujeres en los conciertos también se animaban a entrar una vez que la veían. En otro momento también recuerda haber estado detrás de una cámara en los conciertos de Cuchillazo, para ayudar con un registro audiovisual que hoy es importantísimo ante la extinción de la banda. No era fácil grabar cuando los equipos pueden terminar golpeados o robados fácilmente en medio de la locura en vivo, pero eso no impidió que Paola se divirtiera. Incluso aunque la mayor parte de la escena local de rock esté conformada por hombres.
Seguramente la presencia de Tephany en los pogos también alentó a otras mujeres a poguear. Su paso por la comuna empezó sin querer, luego de que la relación que tenía con ex se terminara. Sin acompañante para los conciertos de Cuchillazo, y con ganas de hacer nuevas amistades, Tephany se animó a ser parte de la Comuna Bestial. Grande fue su sorpresa cuando la comuna le demostró que la gente del rock no es mala onda ni ruda, como creía. Basta con escuchar algunas de las anécdotas de la comuna para saber que debajo de los rugidos del amplificador y la ropa oscura hay un vínculo humano envidiable.
Es necesario mencionar, por ejemplo, la Chocolatada Bestial. Un evento que ya existía antes de la llegada de Tephany, pero que terminó transformándose en algo mucho más significativo gracias a ella. Lo que comenzó como una visita al centro de Lima para repartir vasos de chocolate evolucionó al año siguiente. Gracias a una amiga suya, Tephany logró contactar al alcalde de Ventanilla para conseguir un local amplio para el evento. Poco después, la señora encargada del vaso de leche de la zona coordinó con ella para calcular cuántos niños asistirían. Asimismo consiguió un show para entretenerlos ese día. Aunque los niños fueron los protagonistas de esta actividad, las “bestias” que participaron en el evento se fueron a casa con grandes sonrisas. Cargando banderolas de la banda y vistiendo polos de Cuchillazo, por supuesto, pero escondiendo un corazón tibio debajo de la tela que no suele verse a simple vista.
Familia y música: En las buenas y en las malas
La comuna es una familia que se extendió gracias a la música de Cuchillazo. Sin embargo, prevalece en el tiempo gracias a las ganas de compartir que tienen sus integrantes más activos. Es este sentido de unidad y amistad que hace poco probable que la comuna se extinga. Aún cuando la separación de la banda tuvo un impacto emocional en unas almas que esperaban el regreso de los conciertos con ansias.
Con o sin coronavirus, la importancia de la música en la vida de las personas es innegable. Para personas como Paola escucharla incluso ha sido “terapia”. Aún si no vuelven a aparecer sobre un escenario, Cuchillazo seguirá existiendo a través de sus canciones. A través, sobre todo, de la amistad que surgió dentro de la Comuna Bestial.
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