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Hace casi cuatro años, Paloma Roldán Ruiz heredó la ONG «Ciudad Saludable», la organización de su madre Albina Ruiz, reconocida activista y ambientalista. En esta entrevista con La Antígona, nos comenta cómo se trabaja el reciclaje en el contexto de la pandemia por el COVID-19 y el protagonismo que tienen las mujeres recicladoras en el país. Muchas de ellas son cabeza de familia o madres solteras que no han tenido la oportunidad de ir a la escuela, pero que han encontrado una oportunidad y un grupo de apoyo para convertirse en promotoras ambientalistas.
Ciudad Saludable comienza con tu madre, ¿cómo surgió la idea y cómo tuvo su inicio la ONG?
Se fundó hace casi 18 años. Mi mamá nació en la selva, en Urubamba, San Martín, y le pareció algo chocante cuando tuvo que venir a Lima para estudiar en la universidad y no solamente se encontró con una zona pobre, sino también donde no recogían los residuos. Decidió hacer la medición de tiempo del proceso de los camiones de la basura y así es como ella llega al tema. Después de eso trabaja en el Estado como Gerente de Limpieza Pública en la Municipalidad de San Martín de Porres y finalmente surge la oportunidad: Fundación Ashoka le da una beca para crear Ciudad Saludable. Esta fundación ayuda a emprendedores en todo el mundo para realizar sus sueños, personas que tienen capacidad de generar impacto. Más adelante llega al puesto de viceministra de gestión ambiental del MINAM, y después en Produce, donde trabaja actualmente. Pero este es su legado.
¿Cómo asumiste la dirección de la organización?
Yo fui la primera voluntaria de Ciudad Saludable. Durante los primeros 6 años de la organización fui voluntaria. Cada vez fui metiéndome más y pasando por distintos puestos. Asumí la dirección ejecutiva hace tres años y medio.
¿Tu también te formaste en ingeniería ambiental?
No, yo estudié pedagogía y mi segunda formación es como terapeuta de artes expresivas. De hecho estoy cursando mi tercera formación como artista visual.
Como educadora, ¿qué rol tiene la juventud en este proyecto? ¿Cómo se busca su participación en la conservación del medio ambiente?
No se trata de pensar que los más jóvenes son el futuro, sino que son el presente. Buscamos llegar a ellos en los espacios públicos desde el juego, desde el arte. En las escuelas es un juego pero que también está ligado con la currícula formal para que los alumnos desarrollen valores como la empatía, la solidaridad con el resto de la gente. Sobre todo entender que tener una escuela limpia, tener un barrio limpio es tu derecho, es parte de lo que necesitas, y que si no está limpio es una forma de violencia también contra uno. Muchas veces se escucha, de generaciones mayores sobre todo, que a los más jóvenes no les interesa o no están comprometidos. No es cierto. Lo que pasa es que no les estamos dando oportunidades que sean lo suficientemente atractivas. El año pasado tuvimos casi 400 voluntarios, todos jóvenes.
¿Qué efectos crees que puede traer la pandemia del COVID-19 para el medio ambiente, específicamente en el Perú?
Lo primero es que, obviamente, la cantidad de residuos peligrosos ha aumentado. Por las mascarillas, los guantes, y demás. Es complejo porque no necesariamente tenemos en todo el país la infraestructura para ver que vayan a un centro sanitario. Tenemos varios botaderos en el país, de hecho yo ahora estoy en Huanchaco a 20 minutos del más grande del Perú, donde he estado trabajando desde que empezó el estado de emergencia. Y ese material sigue llegando, sin saber si está contaminado o no. Ciudad Saludable ha puesto estaciones de reciclaje que van al espacio público y están en coordinación con la municipalidad, porque nos parece importante que se entienda que el dueño del tema es el municipio.
El tema de las mascarillas y los guantes, ¿Cómo recomiendas tratarlo? ¿Se deberían utilizar mascarillas reutilizables de tela?
Definitivamente usar mascarillas reutilizables es la mejor opción, sobre todo para los ciudadanos y ciudadanas en general. Creo que tenemos que pensar en eso y no ir de ninguna manera hacia esas cosas que son de descarte. Y por otro lado, estos equipos de protección que ahora debemos usar nos tiene que llevar a hacer un nexo con reflexionar sobre los productos que estamos consumiendo en general. O sea, sobre el porcentaje de reciclabilidad que tienen los empaques y embalajes de los productos que estamos comprando. Yo entiendo que no para todo el mundo es lo mismo, porque todavía hay productos que son más costosos. Sin embargo, los que tengamos la posibilidad de elegir tenemos que hacerlo a conciencia para justamente buscar que el mercado se transforme hasta que realmente haya una oferta que sea mucho más asequible y atractiva para todos.
¿Cómo se debería trabajar el reciclaje en cada hogar durante la pandemia?
Durante la pandemia lo que hicimos fue tratar de sacar varias guías, dos son para público no especializado, el público en general. Una es sobre cómo hacer tu compost en casa, para lo cual hicimos también unas capacitaciones. Y otra es cómo manejar tus residuos durante la emergencia sanitaria, cómo dejar la mascarilla al servicio de limpieza, los tips paso a paso para manejarlo de la mejor manera.
¿Cómo cambió el trabajo que hacen desde Ciudad Saludable con el aislamiento social y la pandemia?
Cuando comenzó el estado de emergencia, lo primero que hicimos fue empezar a construir una lista, como un padrón nacional, de recicladores y recicladoras y se lo mandé a la entonces ministra del Ambiente, Fabiola Muñoz, pidiendo que por favor fuesen incluidos en los bonos del Estado. Lamentablemente eso no sucedió. A partir de eso decidimos crear una campaña que se llama Hazlo Por Ellos, la cual tuvo dos fases. La primera de apoyo con bono de alimentos para familias recicladoras y una segunda fase en la que ya estamos hace mes y medio, el proceso de reactivación. Hemos llegado a 14 regiones del país, ya hemos pasado las 2.200 familias beneficiadas. A partir de la campaña no solo vamos a conseguir fondos para las canastas sino para conseguir los EPPs como mascarillas, guantes y uniformes completos. Ya hemos llegado este mes a más de 600 recicladores y recicladoras de Lima y Callao. También vamos a llegar a Arequipa, Ica, Iquitos y tenemos otras regiones en mente.
¿Cómo es la presencia femenina en los grupos de recicladores?
Lo que es importante entender es que en general el rostro del reciclaje en el Perú es femenino. El perfil, sobre todo en varias de las regiones, si tomamos de ejemplo a Arequipa, los liderazgos son más femeninos. Estamos hablando en general de mujeres que son cabeza de familia, muchas de ellas madres solteras, que no han tenido la oportunidad necesariamente de terminar la escuela. Por eso es muy importante para nosotros el trabajo con mujeres específicamente. Si hay algo que es clarísimo y que lo vemos en todos los casos es que las mujeres recicladoras que llegan a formalizarse dejan a las parejas que no funcionaban, que eran abusivas, y es porque sienten que tienen un grupo de mujeres que las van a apoyar.
Buscamos también plantear nuevas narrativas para ayudar a hacer evidente las cosas que sí han logrado como mujeres recicladoras. Es muy fácil poner el foco en lo que no hay porque es lo que la sociedad les repite: no has terminado la escuela, eres recicladora, no eres ingeniera. Intentamos más bien darle la vuelta y poner el foco sobre lo que sí han logrado: porque ellas son especialistas en la reciclabilidad de empaques y embalajes post consumo. Son realmente promotoras ambientales comunitarias, pero no se les da este título y, sin embargo, es lo que hacen en el día a día. Igualmente con los hombres.
¿Cuáles son los principales retos que enfrenta la ciudad de Lima y otras al interior del país para convertirse en sostenible?
Según los análisis que hemos hecho desde Ciudad Sostenible definitivamente tenemos un tema de infraestructura. No tenemos una que pueda asegurar que los residuos que no son reciclables u orgánicos sean bien dispuestos. Tenemos también un tema en los modelos de programas de reciclaje municipales, que tienen que ir más allá. Se tiene que analizar bien qué sucede con la alta rotación de personal municipal y el tema de presupuesto. Por otro lado también la cultura ambiental va más allá de la información. Ese es otro reto que tenemos: el de habitar la calle de otra manera. Creo que post aislamiento social los espacios públicos van a ser mucho más importantes y tenemos una oportunidad de poner la banderita verde y de plantear nuevas formas de relacionarnos en este espacio que sean mucho más amigables con el ambiente en general. Lo que necesitamos que se entienda es que no se trata de acciones heroicas: son pequeñas acciones que en el tiempo se sumen a la de mi vecino, mi comadre, mi pareja, mi familia, y que entonces se haga una cadena que realmente permita que las políticas públicas aterricen y se vean en nuestro desayuno, almuerzo y cena. Esa es la única forma de hacerlo sostenible.
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