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Según cifras del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) el 34% del total de profesionales dedicados a la ciencia, tecnología e innovación en el Perú son mujeres. Alejandra Ruiz de León es una de las pocas profesionales en el Perú especializadas en comunicación científica, una rama bien consolidada a nivel mundial pero poco conocida en nuestro país. Luego de obtener su primer grado en bioquímica de la Universidad de Navarra, siguió un máster en comunicación científica, médica y ambiental y otro en Historia de la Ciencia. Actualmente cursa un doctorado en el mismo campo en el Georgia Institute of Technology. En esta entrevista con La Antígona, nos comenta de qué se trata esta profesión, la importancia de las redes sociales para la divulgación y cómo ha tratado temas relacionados a la pandemia en los últimos meses.
¿Cómo describirías lo que es la comunicación científica?
A veces hay confusión entre los términos que usamos: comunicación científica, popularización, divulgación, etc. Yo uso el término de comunicación científica como un paraguas para todo lo demás, que abarca diferentes métodos o estrategias de poner en contacto a la ciencia con la sociedad. Pero no desde un punto en el que la ciencia le comunica a la sociedad, sino desde un punto de democratizar la ciencia. Es decir, hacer que la ciencia llegue al resto de personas, pero también para que las personas puedan participar de ella. Realmente creo que la comunicación científica más que comunicar o divulgar, lo que busca es abrir camino para democratizar la ciencia. Lo que quieres es que la ciencia también se beneficie de la sociedad, y viceversa. La ciencia es un campo muy limitado. Durante muchos años estaba limitado solo a los hombres, o solo a las personas que tienen dinero, o que pueden dedicar siete, diez años de su vida en formarse como científico. La ciencia como procedimiento tiene muchas barreras. Se necesita abrirlas para poder representar a toda la sociedad y entender los diferentes puntos de vista.
¿Cómo llegaste a este ámbito? Es decir, ¿cómo llegaste a combinar tu educación científica con un propósito comunicacional?
Cuando estábamos en el colegio, a muchos, nos decían que debíamos escoger: ciencias o letras. Yo no me convencía por ninguna, y al final me decidí por bioquímica porque me pareció una carrera interesante.
Tenía igual de horas de laboratorio que clase, porque había mucho entrenamiento en lo que era técnicas de investigación. Por más que me encantaba, no me veía cinco años de mi vida en un laboratorio, pero sí relacionada con la ciencia. Y fue ahí que empecé a buscar otras opciones. Descubrí que la divulgación era una carrera y que había másteres y doctorados. Realmente, la divulgación ha existido hace mucho tiempo pero casi siempre se ha visto como una simple acción de escribir algo en los tiempos libres. Y es una profesión que está dentro de la academia. Inmediatamente después de acabar la carrera hice un máster para dirigirme a eso concretamente.
¿Qué rol juegan las redes sociales en la actualidad para la comunicación científica y el conocimiento del público en general en estos temas?
Realmente ha habido un gran salto. Yo antes de crear la página y la empresa de Mitocondria, porque es una empresa con la que hacemos más cosas, he estado seis años trabajando en el rubro. El Instagram ha sido mucho después, fue un poco por esa idea de traer todo lo que hacía fuera de redes a la vida online.
¿Cuál ha sido tu experiencia durante la pandemia como comunicadora científica desde Mitocondria CC?
Creo que ha sido un buen canal porque ha permitido una respuesta muy rápida. A diferencia de otros proyectos que solía hacer, en los que se necesitaba un año de diseño, buscar fondos y tener a todos los profesionales listos, las redes sociales te brindan una conexión día a día. Realmente puedes conectarte, hablar de un tema y responder a la gente de una manera más automática. Si bien los otros proyectos que hacía también apoyaban la democratización de la ciencia, los resultados eran muy a largo plazo. En cambio en redes puedes tener un resultado rápido. El coronavirus se ha dado tan rápido que creo que la mayoría de nosotros necesitaba respuestas inmediatas. En ese sentido las redes sociales ayudan mucho porque puedes responder dudas y evitar que esas dudas se esparzan. Eso ahora me parece algo fundamental: que no se comparta información falsa y que la gente no esté ansiosa con las noticias que ve.
¿Qué tipo de dudas respecto a la pandemia son las que surgen más? ¿Qué tipo de interacción tienes en Instagram?
Yo lo que trato de hacer con mi página es brindar herramientas que a la gente le pueda servir para cualquier circunstancia de sus vidas. Si bien a veces es necesario detenerse a desmentir una noticia en concreto, es mejor tener las herramientas y un pensamiento crítico. Por ejemplo, en el tema de las vacunas. Si bien explico algunos puntos sobre cada vacuna en especial, me gusta centrarme más en cómo se producen, pues es algo que nos va a acompañar todas nuestras vidas. Trato de brindar conocimiento o conceptos que se puedan aplicar a varias situaciones. Mi idea es que la gente lo entienda una vez y le sirva para toda su vida. Tiene que haber un balance entre apagar incendios y sembrar.
¿Cómo ha sido tu experiencia siendo mujer en el mundo de las ciencias?
Primero en la carrera que yo hice -bioquímica- realmente la mayoría éramos mujeres entonces no noté mucho ese choque que puede haber en otras carreras. Cuando salí al mundo laboral todas mis jefas han sido mujeres, todas líderes en sus campos, que han abierto puertas, entonces no he sentido esa pegada de un jefe directo que me diga «no». Siempre he tenido el apoyo de mis jefas, aunque sí he encontrado puertas cerradas. Hay científicos que no ven a la divulgación como algo importante sino como un hobby. Incluso colegas míos ven el Instagram como algo poco profesional. Mi objetivo es que la ciencia esté al alcance de todos y todos estamos en Instagram, entonces la ciencia tiene que estar en esas redes y no solo en congresos en los que solo están tres personas y se escuchan entre ellos.
¿Cómo ves la educación científica en el Perú y la situación de la divulgación científica?
La ciencia en el Perú tiene el último lugar de la fila y no está nada considerada. Esto se traduce en los presupuestos del gobierno, de las empresas en innovación, y hasta en nuestro sistema universitario. Sabemos que la reforma universitaria es incluso cuestionada por muchos y lamentablemente no parece que la ciencia esté bien considerada en el Perú. En la ciencia, la comunicación tiene la última palabra. Lo vemos en cómo se diseñan los planes de gobierno, el plan de popularización nacional. También lo vemos cuando los científicos y científicas de las universidades reciben dinero del gobierno cuyos resultados, a veces, no son comunicados.
Si vamos a hablar de divulgación científica en el Perú, el primer paso tendría que ser que todo aquel que reciba dinero por convocatoria pública del Concytec, de Innóvate Perú o de cualquier ministerio, tenga la obligación de comunicarlo al público. Esos proyectos de investigación están financiados con el dinero de todos y todos tenemos que saber los resultados de esas investigaciones. Para mí la divulgación no está nada consolidada en el Perú. Somos menos de 15 profesionales dedicados a la comunicación de la ciencia, y de esos 15, somos realmente muy pocos los que nos dedicamos a esto completamente o que lo hemos estudiado.
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