Por Karina Rodriguez

La palabra Amigurumis, es un acrónimo japonés que está compuesto por ami, que significa tejido y nuigurumi, muñeco de peluche. Según la tradición nipona, los Amigurumis no son cualquier peluche convencional, ya que se encargan de alimentar el espíritu de niño que cada uno lleva en su interior. También brindan protección y consuelo. En el mundo, es una técnica conocida desde hace siglos; mientras que en el Perú, ha servido como símbolo de empoderamiento y superación. 

Rosa Maguiña nació en el distrito de Huallanca, en el departamento de Ancash. Hace 30 años emigró junto a su familia a la ciudad de Trujillo, en la región La Libertad. Es la última de seis hermanos y a lo largo de su vida ha tenido que trabajar en mercados y fábricas para salir adelante. En esa lucha tuvo que ir desprendiéndose poco a poco de su sueño de ser contadora. 

“Yo terminé la secundaria completa, pero cuando me preparaba para la universidad, cuatro meses después, mi papá falleció y con mi mamá quedé a cargo de mis hermanos pequeños ya que ella debía salir a trabajar. La mayoría logró terminar su secundaria y luego tomaron diferentes rumbos”, contó. 

Muñecos pikachu confeccionados por la artesana Rosa Maguiña. Foto: Rosa Maguiña / Archivo.

En el año 2020 enfrentó una batalla interna para no dañar su salud mental. “En la pandemia me deprimí, mi mamá cayó mal y yo solo me la pasaba durmiendo. No podía salir de casa para no contagiarla. Entonces, mi hermano, como es chatarrero, me trajo una computadora, me enseñó a usarla y poco a poco conocí esta técnica”, relató. Ahora, tiene dos trabajos: vigila un terreno y ofrece sus manualidades en algunas ferias de la ciudad con el respectivo permiso municipal. Claro, todo esto sumado a la responsabilidad de cuidar a su madre de 87 años. 

Emérita Morales tras culminar su jornada laboral en el centro histórico de Trujillo. Foto: La Antígona / Karina Rodríguez.

Una historia similar es la de Emérita Morales, quien dentro de poco alcanzará los 60 años. Actualmente, es madre soltera y lleva más de 20 años vendiendo en las calles del Centro Histórico de Trujillo. Mediante redes sociales, confiesa que cuando era niña no sentía afinidad por tejer. Años más tarde, luego de tener a sus dos hijos logró adquirir esta nueva habilidad que le ha dado gratos momentos. 

“Con este arte me siento feliz, gracias a Dios he podido conocer personas de otros sitios. Uno se emociona, a veces no puedo viajar, pero mis tejidos si pueden viajar lejos. Cuando puedo sacar un nuevo animalito me siento mucho más tranquila”, relató con gran entusiasmo. Confiesa que vender en la vía pública no ha sido nada fácil, porque constantemente ha sido retirada por serenos de la zona. 

Sin embargo, los obstáculos nunca han sido más fuertes que sus ganas de progresar. Hace poco, viajó a Lima en busca de hilo de oveja para sus próximas creaciones, que van desde desde curiosos animales, hasta recordadas figuras de televisión como Timoteo. Ahora, se encuentra realizando algunas gestiones con la comuna edil de la ciudad para que pueda participar en eventuales ferias, de la mano con las creaciones que le brindaron soporte económico para educar a sus hijos. 

A través de estas historias, se puede evidenciar que las metas que no llegaron a concretarse en el camino fueron modificadas o cambiadas en su totalidad con el transcurrir de los años por múltiples motivos. El arte de tejer a mano no solo ha sido un soporte económico, sino también emocional para quienes han enfrentado complejos episodios a lo largo de su crecimiento como mujeres, madres y emprendedoras. 

Verónica Rodríguez mostrando parte de su mercadería hecha con la técnica Anagurumi, en las calles de Trujillo. Foto: La Antígona / Karina Rodríguez.

Verónica Rodríguez, guarda una historia similar a las anteriores. Ella es natural del distrito de Chimbote, región Ancash pero a los 15 años decidió viajar a Trujillo por un mejor futuro. Es consciente de que la vida es muy dura cuando hay pocas posibilidades económicas, razón por la que decidió no ser madre. «Para qué tengo más familia, si lo que me alcanza es para mí», dice mientras se dispone a guardar sus últimas creaciones para volver a casa. 

Actualmente, lleva 4 años creando y vendiendo estos muñecos de lana, pero no siempre fue así. La ilusión de estudiar una carrera universitaria la acompañó un tiempo, pero el ritmo de vida al que debía ajustarse la llevó por otro camino. «Quería estudiar Ingeniería Química. Postulé un año, dos; pero, como no entré, mejor me fui al Mercado Mayorista a trabajar. Vendí botitas, medias, y así comenzó todo. El ingreso era diario y en el caso de la universidad, era un gasto para ingresar”, confesó. 

Con la ayuda del internet, poco a poco ha ido sumergiéndose en el mundo del amigurumis, arte que se basa en la creación de muñecos hechos de lana; de igual forma, teje ropa para muñecas “Barbie”. Muchas de sus clientas prefieren adquirir las pequeñas prendas porque son más resistentes que las convencionales. Por las tardes, con más paciencia se dedica a tejer nuevos productos. La ilusión de ver concretada una ‘obra’ le brinda paz y tranquilidad. 

En Perú, el ministro de Trabajo y Promoción del Empleo, Daniel Maurate, indicó que en el año 2023, la tasa de empleo informal fue superior entre las mujeres (78.6%). Respecto al grupo por edades, los más afectados por la informalidad laboral fueron los jóvenes (80.7%), personas adultas mayores (83%) y el grupo más perjudicado fue el de las personas con discapacidad (87.4%). 

Estas cifras nos llevan a reflexionar sobre las dificultades que tienen que enfrentar los grupos considerados como vulnerables, cuyos integrantes deben buscar otras opciones para subsistir de distintas partes del país. Según un estudio de Changing The World Of Work For Good, publicado el 12 de mayo del 2023, en la sociedad, las mujeres tienen más dificultades en alcanzar sus metas porque siguen siendo estereotipadas en el papel de ‘cuidadora de niños y ancianos’. 

En gran porcentaje tienen doble carga en el hogar, además de sus otras responsabilidades. Sin mencionar que, en el centro de trabajo 3 de cada 5 mujeres han sufrido acoso de tipo sexual o abuso verbal. Situación que nos lleva a cuestionar el problema desde la raíz, es decir desde los hogares, para ello conversamos con la psicóloga, Flor de María Sánchez, quien puso énfasis en el tipo de crianza que suele darse en la mayoría de ellos.

 “La mujer suele ser vista como alguien inferior frente a los derechos que puedan tener los varones en nuestros hogares. A veces desde las mismas madres sucede. Les dicen a sus hijos que como son hombres no pueden ayudar en las tareas de la casa, y con respecto a las niñas, tienen que atender al papá. También cuando el varón que llegó pasada la hora acordada y no pasa nada, al contrario de la niña que no tiene que salir”, menciona. Este tipo de situaciones ocasiona que la carga familiar recaiga mucho más en las hijas. 

Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, en nuestro país la artesanía tiene gran prestigio internacional. Es muy bien valorada por su calidad y estilo. En el año 2022, generó exportaciones por US$ 46 millones (valor FOB) y S/ 98 millones en ventas en el mercado nacional. Asimismo, según el reporte del Mincetur más reciente del año 2024, se ha logrado identificar al menos a 62 583 personas dedicadas al rubro artesanal. 

El programa “Ruraq Maki, hecho a mano” impulsado por el Ministerio de Cultura, también apoya a los artesanos y artistas que atraviesan medianos y grandes obstáculos con sus creaciones. Su principal objetivo es promover y salvaguardar el arte y la artesanía de las principales tradiciones del país. Fue creado en el año 2007, y desde entonces ha servido para proteger y promover la artesanía peruana. Sin embargo, la brecha de desigualdades laborales, todavía es ardua. 

El abogado Darwin Davila y gerente de Administración Tributaria y Rentas de la Municipalidad Distrital de Parcoy, provincia de Pataz, región La Libertad se manifestó sobre esta situación: “En la sierra persiste mucho el machismo. Una mujer no puede ostentar un cargo alto porque no tiene respeto. Cuando habla pierde credibilidad. La población prefiere que un hombre sea quien informe sobre la realidad. Todavía existe el estereotipo de que una mujer no puede encajar en un puesto de dirección, no puede escalar laboralmente”. 

Asimismo, reconoció que los escasos niveles económicos también influyen en que ellas tengan más dificultades en prepararse mejor académicamente y por ende obtener un buen trabajo. Muy aparte de ello, la calidad en educación no siempre es la mejor. A pesar de invertir en una buena academia para ingresar a la universidad, no siempre es suficiente porque no han tenido una buena secundaria o no disponen de todos los elementos que las lleven a tener el rendimiento adecuado. 

Otro factor que puede ser considerado en un punto quiebre en las empresas, sobre todo para las mujeres puede ser la edad. El letrado considera que en el sector privado se valora más al trabajador de acuerdo a su edad, es decir a mayor edad, significa mejor productividad, más responsabilidad y mejores resultados. “No existe una ley que determine la edad. La empresa será quien determine la edad idónea de la persona que aceptará en su trabajo. Según la ley 728, que regula el sector privado, es hasta los 70 años, no sin antes una previa comunicación con el trabajador”, puntualizó.

En cierta parte coincide con la versión de la psicóloga anteriormente mencionada. Sin embargo, siente que la edad en el caso de las mujeres es visto cómo algo perjudicial a diferencia de los hombres. “Siempre van a encontrar mayores oportunidades los varones que las mujeres. Conforme pasan los años es igual. Si ven a un hombre mayor, dicen que es un hombre con mucha experiencia; pero, en la mujer, si se ve que está en búsqueda de trabajo, ya está mayor, ya esta vieja no trabajará igual”, lamentó. 

Según la Encuesta sobre Representaciones de Trabajo de Cuidado de Perú realizada en el año 2023, por el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Oxfam y el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán revelan que el 83% de personas encuestadas confirmó que a lo largo de su vida ha visto a las mujeres dedicarse mucho más a las actividades de cuidado. Pero en una menor medida, apenas el 15% indica que tanto mujeres como hombres se han dedicado a ambas actividades. 

“Desde que somos niñas se nos atribuyen responsabilidades de cuidado que se incrementan en la medida que crecemos. Estas mismas responsabilidades no se generan en los hombres, por lo que la gran mayoría no se involucra en estas labores en la misma medida que las mujeres y tal es esa naturalización que el Estado no ha generado políticas públicas específicas para garantizar el derecho al cuidado”, detalló Liz Meléndez, directora de Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán para el portar de Oxfam. 

En esta situación, es importante resaltar que el Estado debe reconocer el derecho al cuidado y asegurar su provisión mediante una mayor cobertura de servicios como salud y educación. Además del fortalecimiento del marco institucional para garantizar servicios de calidad que sean accesibles para todos y por ende brindan más oportunidades de desarrollo de forma igualitaria.