Por Isabella Castro

Protección, lealtad o romanticismo. Los síntomas de las relaciones tóxicas se camuflan en sentimientos que esclavizan a sus protagonistas. Cuatro personas compartieron con La Antígona sus experiencias sobre cómo cayeron y se libraron de una relación tóxica y peigrosa.

Amor: “Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno”.

La definición que Oxford Languages da al amor es tan pura que resulta difícil encontrarla en las relaciones románticas que se ven día a día. El cine y la televisión tratan de retratarlas, aunque no siempre con éxito. Y es que el mundo real es un tanto diferente. No todas las parejas buscan el bienestar mutuo, no todas darían la vida por el otro y no todas ponen de su parte para seguir adelante y esquivar los obstáculos que la vida pone en nuestros caminos. 

El 14 de febrero está lleno de rosas rojas y globos en forma de corazón. Los restaurantes se llenan y los sombreros de mariachi aparecen en las calles. Si bien la mayoría creería que el amor se manifiesta en aquellas parejas que caminan de la mano, nunca se sabe lo que hay detrás. Como un recordatorio de que no todo es lo que parece y de que la violencia puede ser silenciosa. Todo esto se plasma a continuación con cuatro testimonios de aquellos que alguna vez fueron parte de una relación tóxica.

Esclava del celular

15 años tenía Ignacia cuando inició una relación con un hombre de 30. La edad no parecía un impedimento, pero pasados dos meses, la dinámica de poder se fue acentuando. La actitud controladora de su pareja se volvió su característica principal y la manipulación no se quedó atrás.

Cada día, el celular de Ignacia era revisado con la excusa de evitar infidelidades y las salidas con amigos se volvieron una misión imposible. Con 15 años, no podía hacer nada más que estar al pendiente de su celular para contestar los mensajes de texto de su expareja. A pesar de lo mal que estaban, las cosas empeoraron, al punto en que Ignacia fue tachada como la culpable de todos los problemas en la relación. Pasados casi dos años, por fin logró dar fin a esta relación y siguió adelante. Con el tiempo, se dio cuenta de que las actitudes de su expareja eran sumamente dañinas. 

El psicólogo y sexólogo César Galicia indica que si alguno de los integrantes de la relación se encuentra en una etapa temprana de vida, la edad sí toma un rol determinante, ya que la experiencia de ambas partes es distinta. Además, declara que es importante utilizar la posición de poder para cuidar de la otra persona y volver la dinámica más justa. Sin embargo, el sexólogo hace hincapié en que estas relaciones solo pueden ser aceptadas cuando las partes son mayores de edad.

“¿Puedes vestirte normal?”

Con 15 años, Ana Karina empezó a salir con un chico dos años mayor que ella. La relación se tornó un ambiente tóxico después de algunas semanas, ya que las críticas empezaron a lloverle encima. “Cámbiate de ropa, te ves graciosa”, “No te pongas aquello, no te queda bien” y “¿Puedes vestirte normal, por favor?” fueron algunas de las cosas que le dijo.

De acuerdo con la psicoterapeuta Isabel del Toro, la víctima no se suele dar cuenta de lo que está perdiendo al aceptar un rol sumiso, pues empieza a dudar mucho de sí misma. Asimismo, afirma que la mayoría de hombres que controlan la forma de vestir de su pareja acaban dejándola por alguien que retrate como eran antes.

“Si no lo haces, no me amas”

Por su parte, actitudes igual de controladoras se manifestaron en la relación de Valeria y su novia. La frase “Si no lo haces, no me amas” era dicha casi a diario, cada vez que elle era obligade a realizar actividades que no deseaba. A pesar de haber sucedido casi cuatro años atrás, Valeria aún recuerda que, en una ocasión, su expareja le agarró fuertemente el brazo con la intención de que no se moviera.

“Hace unos meses, recordé el incidente y me puse a llorar, no me podía mover. Me hice bolita y no me podía mover. Fue horrible, me asusté. Pensé que me iba a morir, nunca me había pasado algo así”. Al tratarse de una agresión por parte de una pareja, alguien a quien se le tiene mucha confianza y estima, la angustia producto de la agresión es mucho mayor, afirman las psicólogas Laura González y Vega Marcos.

Adicionalmente, mencionan que algunas de las consecuencias son los recuerdos constantes del evento, miedo y la dificultad de controlar el llanto.

Reglas y prohibiciones

En el caso de César, él relata que tanto él como su exnovia eran sumamente celosos. “Debido a nuestra inmadurez, en vez de resolverlo hablando como personas normales, nos prohibimos abrazar o besar en la mejilla a otros”, señala. “Nos poníamos un límite de mensajes en WhatsApp con ciertas personas. Por ejemplo, yo solo podía enviarle máximo siete mensajes a una de mis amigas”. Sin embargo, a pesar de que el objetivo de estas limitaciones era evitar discusiones, las peleas seguían presentes, pues se producían cada que uno de ellos rompía alguna regla.

La psicóloga Aina VB comenta que los celos son un mecanismo de defensa frente a inseguridades y destaca que la correcta comunicación con la pareja es una manera de evitarlos. De la misma manera, cuestionar las propias actitudes, incrementar el autoestima y conocer a la persona de la que se tienen celos son otras medidas que se pueden tomar para mantener una relación sana.

Conocer experiencias de este tipo nos ayudan a evitarlas y prevenir que otros no pasen por el mismo sufrimiento. Si bien a primera vista puede parecer que es amor, no siempre es así y hay que saber reconocerlo. Como dice el antiguo refrán: “Más vale solo que mal acompañado”.