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Foto: Ayelen Mayte

Llega un 8M “más”. Sin embargo, no todos son iguales. La situación social, económica y política de nuestro país y Latinoamérica cambia. Hace sólo horas, mexicanas al grito de guerra hicieron justicia poética contra un gobierno que les daba la espalda en forma de muro. En Perú, aún seguimos buscando justicia. No sólo por las que viven en Lima, sino por todas y, sobre todo, por aquellas que fueron vulneradas en regiones durante esta pandemia, a las que los medios de comunicación convencionales no suelen dar voz. 

Desde La Antígona hacemos un llamado, un rugido al periodismo y un mea culpa. El llamado va para nuestras instituciones gubernamentales, donde se agradece el reconocimiento brindado para las mujeres a través de la historia.

Sin embargo, el Bicentenario no podría ser llamado así sin nuestra participación, sin lo importante que es valorar la presencia de nuestras heroínas a través de la historia, sin olvidar lo importante que están siendo las mujeres que pertenecen a los comités barriales anti COVID-19, las miembras de las ollas comunes, las mujeres que tienen que salir a trabajar informalmente para poder comer en el día, en medio de un virus que no distingue condición socioeconómica ni religiones, para aquellas que son cabezas de familias numerosas, que se enfrentan a concesiones mineras o que se encuentran en la selva y la sierra defendiendo la naturaleza ante la minería, tráfico de drogas o tala ilegal.

A las mujeres transgénero, cuyos derechos se han visto vulnerados aún más en esta situación de emergencia, para que la cultura y respeto hacia las mujeres afrolatinas, indígenas y venezolanas no se vea mellado, para aquellas que ahora se encuentran luchando en los tribunales…a todas. Gracias por resistir. Que esta mención no sea para romantizar su sacrificio, sino para iniciar un llamado urgente a la acción de las autoridades y que sean capaces de comprender nuestras diferentes luchas. 

Esta acción se une con el rugido hacia el periodismo: somos mediadoras, no el centro de la noticia o conversación. No utilicemos el feminismo para ‘llevar agua a nuestro molino’ y ser populares. Somos comunicadoras, no creadoras de escándalos. No utilicemos nuestras aptitudes para generar clickbaits ni informar con morbo. Somos capaces y reconocemos la capacidad de las colegas. No utilicemos el periodismo para quedar bien con gente feminista que sabemos que son influyentes, borrando el trabajo de colegas. Somos transmisoras de mensajes y podemos cuestionar el error de otras mujeres. No utilicemos el feminismo que pregonamos como el único modo de ser feministas ni imponerlo sobre las demás. Somos sociables. No nos cerremos en nuestro círculo de conocidos ni tampoco les cerremos las puertas a los nuevos colegas.

Sepamos reaccionar ante estos espacios. Que la hipocresía, el ego colosal ni el egoísmo nos gane, porque terminariamos siendo un hombre blanco, heterosexual y cisgénero, aspecto que en la lucha se quiere derrocar de los puestos de poder.

Asimismo, identifiquemos y apoyemos a las colegas que se encuentran afrontando situaciones complicadas desde la sala de redacción. Actualmente, las amenazas de un político hacia dos colegas lo evidencian. Detengámonos un momento para crear una caja de resonancia y que estas amenazas no sólo cesen para Graciela y Lucía, sino que permitan cuestionar los procedimientos de los medios ante situaciones que nos ponen en riesgo. No nos olvidemos tampoco de nuestras colegas transgénero, que pasan por el rechazo al buscar trabajo. Con ello, impiden la representación de toda una comunidad. Si a ellas las callan, tendrán el empoderamiento de seguir haciéndolo. No lo permitamos. 

Aquí radica nuestro mea culpa. Como La Antígona, somos conscientes de que el tiempo resulta apremiante si sacamos adelante un medio digital cuando el horario de periodistas nos consume. Lamentablemente, no podemos estar presentes siempre. No obstante, entendemos y abogamos por aquello que nos parece justo, ponemos sobre la mesa situaciones que como mujeres nos afectan y no nos callamos si algo nos parece injusto dentro de la sociedad y de nuestro ambiente de trabajo. Prometemos sí, seguir brindándoles periodismo de calidad a su servicio, de continuar fortaleciéndonos profesionalmente y de brindar las mismas oportunidades a todos y todas que deseen colaborar con nosotras. 

Que este 8M podamos reflexionar sobre lo bueno y lo malo de ser mujer, pero, sobre todo, de lo que podemos cambiar partiendo, inclusive, desde nuestros mismos hogares.

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