Tres años comprometidas con el periodismo con perspectiva de género

Tres años comprometidas con el periodismo con perspectiva de género

LA ANTÍGONA

¡CELEBREMOS JUNTXS NUESTROS TRES AÑOS! Esta fecha llegó para recordar que seguimos en pie de lucha, seguimos resistiendo y con más fuerza.

Es imposible no escribir sobre lo mucho que significa cumplir tres años haciendo periodismo con perspectiva de género. Esta fecha representa una oportunidad más para reflexionar sobre nuestro trabajo y a quiénes se lo dedicamos. Hablemos y recordemos cuán valioso fue el esfuerzo de nuestras millones de compañeras antecesoras; mujeres constantes y fuertes que construyeron mejores condiciones para todas; asimismo, destaquemos la valentía de los grupos disidentes y comunidad LGTBIQ+ y los medios aliados que confían en la libertad de prensa y la justicia social. 

Así también es necesario mirar a nuestro alrededor para analizar qué logros hemos conseguido, y qué retos debemos superar en los próximos años. Estos, se nos presentan desde diversas áreas: política, social, laboral, académica, familiar y empresarial. Basta con recordar que tan sólo en lo que va del año y a nivel nacional, se registraron 51 casos de mujeres asesinadas. Las cifras son alarmantes y lamentablemente no es una situación nueva pues desde el 2015 se presenció una escalada de casos; un incremento del 79% hasta el año 2018. Desde entonces, el número de feminicidios marca alrededor de 137 casos anuales según registro de las autoridades. 

La violencia, el odio y la desvergüenza de los asesinos, parece ser muestra de la crueldad que vivimos todos los días y la vemos en las pantallas de la televisión o  de nuestros celulares, en los diarios o en las redes sociales. La vemos mientras tomamos el desayuno, vamos al trabajo o la universidad o en cualquier momento de nuestra jornada. Parejas violentas, abusadores de niñas y jóvenes, acosadores, falsos amigos aliados y una infinidad de personas que se aferran al pensamiento y comportamiento misógino y abusivo. A todos ellos los conocemos por medio de las noticias en cualquier medio. ¿Y qué hay de ellas? ¿Realmente estamos visibilizando las miles de historias de mujeres y personas de la comunidad LGTBIQ+ que sufren la violencia en carne propia? 

En los medios tradicionales se suele revictimizar a nuestras compañeras sin dar una visión completa del acontecimiento fatal, sin invitar a la reflexión y sin incentivar cambios ante tales dolorosos hechos. Los medios de comunicación con perspectiva de género están cambiando esta forma de hacer periodismo que no empatiza con las víctimas. En nuestro país la lucha es continua y fuerte a pesar de los obstáculos que encontramos como comunicadoras y mujeres. Los logros que hemos conseguido desde el área periodística son cada vez más fuertes.

La Antígona nació bajo la premisa de ser un espacio seguro para que cada historia de mujeres y disidencias sea escuchada y sea reflejada a grandes escalas. Hemos mantenido nuestro objetivo a flote durante estos tres años y hoy, es gratificante decir que más medios digitales han acompañado esa premisa y la han acogido entre sus redacciones y direcciones. Este surgimiento ha permitido que se cree verdadera sororidad, esa que nos impulsa a trabajar para que ninguna de nosotras sea callada nunca más, que ninguna quede en la sombra ante abusos o indiferencias. 

Apoyamos el periodismo transformador y solidario, el periodismo entre mujeres y comunidades disidentes. Todas somos una y juntas somos fuertes. No estamos solas. Trabajemos para no quedarnos en sólo visibilizar; en cambio, partamos de allí para exigir políticas públicas que prevengan la violencia, atiendan a la víctimas, condenen a los agresores y que apoyen al desarrollo de todas nosotras. Aseguremos un futuro en donde hagamos historia por conseguir, finalmente, paridad e igualdad de derechos. Esa será la mejor forma de honrar a nuestras compañeras antepasadas que nos dejaron un camino a seguir.

Más periodismo valiente

Más periodismo valiente

Por La Antígona @laantigona.periodismo

A pesar de la difícil situación social y política que sufre nuestro país, este año ha sido significativo para el equipo de La Antígona. Se viene otra temporada y renovamos el compromiso por hacer más periodismo valiente; más periodismo en femenino.

Tan solo hace dos meses, volvíamos a un lugar conocido, un lugar que se siente como casa. Ese lugar nos acogió por cinco años -y en algunos casos un poco más de tiempo- y nos permitió conocer el tipo de periodismo que queríamos hacer. La universidad fue el espacio necesario que tuvimos para conocernos, juntarnos y crear el medio que parecía no existir en nuestro país. 

Sentadas en uno de los jardines de esta casa de estudios pudimos reconocernos, mirar nuestro pasado y darnos cuenta del camino que habíamos recorrido en tan solo tres años de vida periodística. Hoy tenemos fortaleza y somos más que un medio: somos un espacio seguro y transformador que tiene como eje el comunicar más allá de la comodidad y la normatividad. Creemos en la prensa libre y que hace vigilancia al poder. 

Asimismo, pensamos que la mejor manera de empezar un nuevo año es con introspección; recordando nuestros aciertos, errores, luchas internas, dolores de cabeza y alegrías, tanto como equipo como personas individuales.

Sin duda alguna, al analizar cada paso -pequeño o significativo- es verdaderamente gratificante ver que la esencia de nuestro sueño, el que inició hace tres años, no ha cambiado. Seguimos haciendo el periodismo que nos compromete; ese que no pudimos encontrar en las aulas de la universidad; ese, que nos invita a salir de nuestra zona de comfort, a crear comunidad y visibilizar situaciones y realidades diferentes. Seguimos practicando un periodismo de calidad, tratando temas políticos, sociales, ambientales y culturales desde una mirada amplia y con perspectiva de género. 

EL 2022 ha sido especial, brillante y próspero. La Antígona se consolidó como medio periodístico digital independiente, crítico y transgresor. Fue así que obtuvimos reconocimientos en el ámbito nacional e internacional: dos otorgados por la Red de Periodismo Responsable y uno, recientemente, por la Pontificia Universidad Católica del Perú. 

Instagram @laantigona.periodismo. Foto: Facultad de Comunicaciones PUCP

Asimismo, nuestro medio pudo fortalecerse siendo una iniciativa económica admisible. En abril y con mucha alegría, pudimos lanzar nuestro merchandising oficial. Trabajamos incontables horas junto a grandes amigas y profesionales, como la brillante ilustradora Jacqueline Palacios. Sus diseños ilustraron modelos exclusivos de poleras y tote bags. El lanzamiento se realizó de manera exitosa y con un sorteo especial. 

Colaboramos en múltiples investigaciones de la mano de otros medios digitales independientes de la región. En agosto, y tras un largo camino de más de seis meses, se publicó “Cultivar, distribuir, comer: la ruta hacia la soberanía alimentaria”. Dicha investigación convocó a plataformas integrantes de la Coalición LATAM a llevar a cabo una de las más recientes exploraciones en cuanto al tema de la soberanía alimentaria, siempre desde una mirada con perspectiva de género, regional, solidaria y original. Más de 45 comunicadores -entre periodistas, escritores, editores, ilustradores y otros profesionales- hicieron posible el trabajo final. Gracias a ello, La Antígona pudo concretar colaboraciones profesionales remuneradas dignamente

Si bien es cierto, nuestra pasión se inicia desde la escritura; este año, el equipo no se limitó al momento de generar impacto y buscar informar a la audiencia. Nos ampliamos en el área de transmedia, incluyendo herramientas audiovisuales que dinamizan nuestro trabajo en diversas plataformas como TikTok, Twitter, Instagram reels, entre otras. Este logro fue gracias a la labor inquebrantable de nuestro equipo de fotoperiodistas y creadores de contenido. Ideas originales no han de faltar en este nuevo periodo. 

Nuestra web y canales de redes sociales siguen creciendo con audiencia fiel y que, igual que nosotras, esperan hallar un espacio de calidad. El 2022 pudimos ampliar nuestro equipo y enfocarnos no sólo en cubrir e informar desde el centralismo. Luchamos por dar a conocer la realidad de todas las regiones. Apostamos por la cobertura regional, la prensa que ha sido silenciada por los grandes medios tradicionales cuyo círculo y eje es la capital. Tanto directoras como integrantes nos preocupamos por recoger, reportar, y verificar lo que sucedía en norte y sur del país, obteniendo coberturas exclusivas desde La Libertad, Ayacucho, Cusco y parte de la selva, en Madre de Dios. 

La Antígona recién inicia y este nuevo año 2023, seguiremos ampliando nuestros horizontes ofreciendo todo aquello en lo que creemos, desde una perspectiva de género interseccional, desde un periodismo descentralizado y valiente. No nos cansaremos de apostar por un trabajo que deje huellas para las nuevas generaciones de periodistas peruanos y latinoamericanos, así como para una juventud floreciente. 

El propósito siempre estará destinado a entregar todo lo mejor de nosotras y nosotros a la audiencia. Gracias por tres años de aprendizaje, de caídas y unidad ante la adversidad política y social. Un periodismo valiente siempre generará futuros cambios. La apuesta está en los nuevos medios, independientes y capacitados para ser reales, claros y preocupados por el bienestar común. 

No cerremos los ojos

No cerremos los ojos

Por La Antígona

Rostros de los ciudadanos fallecidos durante las manifestaciones en Perú. FOTO: Arturo Gutarra.

Poco se ha escuchado y mucho se ha dispuesto.

En la víspera de Navidad, muchas familias esperaban las doce acompañados de sus seres queridos, amigos y familiares. En las casas peruanas, se observan mesas decoradas especialmente para la ocasión. Se agradeció a la vida y se habló, una vez más, de los buenos momentos, de los recuerdos, del amor, la tolerancia, la unidad y la empatía.

Sin embargo, 27 familias no tuvieron esa Navidad esperanzadora. En 27 casas hubo dolor inexplicable que deja una temporada de fiestas con sillas vacías, silencios incómodos y el duelo entre las paredes. 

Es imposible no pensar en ellos. En las familias de nuestros hermanos, tan peruanos como nosotros. Vidas que se apagaron, con sueños, metas y motivaciones. 

En Huamanga, Ayacucho, las heridas han sido reabiertas. Las confrontaciones que se vivieron el pasado 15 de diciembre -hace doce días- en el área que rodeaba el aeropuerto dejaron como consecuencia a diez personas sin vida. A pesar de que los militares dijeron haber actuado dentro del “respeto irrestricto de los derechos humanos”, medios nacionales e internacionales fueron alertados de que los ciudadanos estaban viviendo graves abusos contra su seguridad y libertad mediante videos grabados por los mismos ayacuchanos. 

Vía Twitter @Laantigona

Diez heridos mortales por arma de fuego y ocho hospitalizados por heridas disparadas por proyectiles. Ese fue el resumen de uno de los días más trágicos en la reciente historia de Ayacucho. A medida que pasaban los días, las cifras ascendían.

Esta respuesta militar durante las manifestaciones fue una de las más violentas a lo largo del país. Dichas protestas fueron iniciadas tras la destitución del expresidente Pedro Castillo luego de su intento de autogolpe. El profesor cajamarquino, desde entonces, se encuentra encarcelado en el penal de Barbadillo, en Lima.

No hay Gobierno que ayude mucho a resolver los problemas sociales y manifestaciones. Poco se ha escuchado y mucho se ha dispuesto. La actual presidenta Dina Boluarte, quién tomó el mando por ser Vicepresidenta de la República en el gobierno de Castillo, tuvo y tiene muchas decisiones cuestionables

En previas de la Navidad, Boluarte, dedicó unas palabras a todo el país pidiendo calma -nuevamente-, lamentando la muerte de los 27 ciudadanos y deseando haber evitado que sus protestas fueran terminadas con más violencia. Palabras que parecen tener cierto significado al ver lo sucedido en las últimas horas con los manifestantes que ocuparon la planta de gas en Kepashiato, en Cusco. Unas horas después, se recuperó el espacio sin dejar heridos por proyectiles de bala y sin contar ningún fallecimiento según lo expresado por la Gerencia Regional de Salud de Cusco. 

Eso es lo que esperamos de todas las intervenciones que se hagan en los futuros días, semanas o meses: control de la situación sin necesidad de abusos o de actos violentos e injustificados. Pedimos y deseamos un país sin violencia. No queremos más balas. No queremos oír más madres llorando la pérdida de sus hijos, muchos de ellos jóvenes, como el adolescente de 13 años, quien murió por el daño causado por una bala en la columna vertebral en los enfrentamientos en Ayacucho. No queremos más terruqueo -acusar a otra persona de estar a favor de agrupaciones terroristas, de «ser un abanderado del terrorismo», de hacer apología al terrorismo- pues es despojar de humanidad y de cerrar el diálogo entre nosotros.

Tampoco queremos más vidas de policías y militares apagadas porque valen y también deben ser respetadas.  Solo recordemos que estos hombres y mujeres son peruanos como todos. Hace una semana se registraba más de 300 policías heridos, muchos de ellos en estado grave, según el ahora primer ministro Alberto Otárola. Si bien es cierto, las muertes de nuestros hermanos manifestantes deben ser correctamente investigadas, no podemos cerrar los ojos ante las violentas acciones tomadas en contra de las fuerzas del orden, que se movilizan en el país cumpliendo ordenes e indicaciones de superiores que, según el historial que se tiene en el país, son poco doctas y represivas. Además, costosas y dolorosas de ejecutar para los inferiores, más aún, cuando es en contra de su propio pueblo o su propia gente.

Los medios de comunicación independientes debemos tener clara nuestra motivación profesional, bien plantada nuestra ética y la seguridad de no intimidarse ante la dolorosa realidad. Promovamos una comunicación participativa, reconozcamos la colaboración de la ciudadanía en estos tiempos de crisis -quienes reportan desde la calle registrando todo suceso-, prestemos atención a los medios regionales, hiperlocales, alternativos y comunitarios -los más subestimados en todo este tiempo por la prensa tradicional-, y abracemos que hoy más que nunca se pueda iniciar una discusión sobre el rol de la prensa, de la manipulación y el tratamiento informativo y de la responsabilidad social de los medios. Que siga esa discusión para tener una verdadera transformación. El periodismo peruano también debe reformarse y ser transparente al comunicar su línea editorial a la comunidad que nos elige para informarse.

Se viene un nuevo año y desde este medio, como periodistas y comunicadores, exigimos respuestas claras, transparentes y humanas. No ingresemos a una etapa más oscura, no caigamos en los mismos errores, ni hagamos una herida más profunda. No cerremos los ojos ante la pobreza, el racismo, la desigualdad y el sufrimiento. Ya no más.

El periodismo del miedo

El periodismo del miedo

En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en el Perú, no solo se perdió la esencia del periodismo: la manipularon osadamente.

Nos enseñaron en las aulas de clase ser neutrales ante los hechos: dar la información de igual a igual, sin menospreciar ni emitir juicios de valor.

En esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales en el Perú, no sólo se perdió la esencia del periodismo: lo manipularon osadamente. Lo usaron para beneficio propio, para compartir noticias falsas, titulares que bordean lo ridículo e inclusive calumniar y difamar sin que esto sea sancionado por las autoridades competentes. Nos queda claro que hacer periodismo desde una plataforma masiva es todo un hito, una hazaña y hasta un atrevimiento cuando no debería de serlo.

Estas elecciones el racismo y clasismo bordeo la televisión, radio y prensa escrita. Como periodistas, condenamos esta acción. Así mismo, no dudamos en reprocharla. Esto, ya que conocemos la gran responsabilidad que estos medios tienen con su público y que este posee todo el derecho de exigir la verdad.

Queremos que todos los lectores sepan lo que ocurre y que se tomen las medidas necesarias de ser posible desde organismos internacionales de prensa. Hacer eco de esta burla a la profesión es necesario.

Asimismo, pedimos a nuestros seguidores no prestarse al juego de los grandes grupos que intentan decidir qué puede ver y escuchar los peruanos.

Es necesario que no nos gane el miedo a votar libremente. Todos los peruanos, debemos tener en cuenta que ningún grupo político debe aprovecharse de su poder. Mucho menos pueden utilizar a su antojo a los medios periodísticos, ese bien tan preciado que admiramos desde las lecturas de Camus y Kapuściński

En el buen periodismo, además de la descripción de un acontecimiento, tienes también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia al contexto histórico.
Ryszard Kapuściński

Editorial 8M: Conmemoración

Editorial 8M: Conmemoración

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Foto: Ayelen Mayte

Llega un 8M “más”. Sin embargo, no todos son iguales. La situación social, económica y política de nuestro país y Latinoamérica cambia. Hace sólo horas, mexicanas al grito de guerra hicieron justicia poética contra un gobierno que les daba la espalda en forma de muro. En Perú, aún seguimos buscando justicia. No sólo por las que viven en Lima, sino por todas y, sobre todo, por aquellas que fueron vulneradas en regiones durante esta pandemia, a las que los medios de comunicación convencionales no suelen dar voz. 

Desde La Antígona hacemos un llamado, un rugido al periodismo y un mea culpa. El llamado va para nuestras instituciones gubernamentales, donde se agradece el reconocimiento brindado para las mujeres a través de la historia.

Sin embargo, el Bicentenario no podría ser llamado así sin nuestra participación, sin lo importante que es valorar la presencia de nuestras heroínas a través de la historia, sin olvidar lo importante que están siendo las mujeres que pertenecen a los comités barriales anti COVID-19, las miembras de las ollas comunes, las mujeres que tienen que salir a trabajar informalmente para poder comer en el día, en medio de un virus que no distingue condición socioeconómica ni religiones, para aquellas que son cabezas de familias numerosas, que se enfrentan a concesiones mineras o que se encuentran en la selva y la sierra defendiendo la naturaleza ante la minería, tráfico de drogas o tala ilegal.

A las mujeres transgénero, cuyos derechos se han visto vulnerados aún más en esta situación de emergencia, para que la cultura y respeto hacia las mujeres afrolatinas, indígenas y venezolanas no se vea mellado, para aquellas que ahora se encuentran luchando en los tribunales…a todas. Gracias por resistir. Que esta mención no sea para romantizar su sacrificio, sino para iniciar un llamado urgente a la acción de las autoridades y que sean capaces de comprender nuestras diferentes luchas. 

Esta acción se une con el rugido hacia el periodismo: somos mediadoras, no el centro de la noticia o conversación. No utilicemos el feminismo para ‘llevar agua a nuestro molino’ y ser populares. Somos comunicadoras, no creadoras de escándalos. No utilicemos nuestras aptitudes para generar clickbaits ni informar con morbo. Somos capaces y reconocemos la capacidad de las colegas. No utilicemos el periodismo para quedar bien con gente feminista que sabemos que son influyentes, borrando el trabajo de colegas. Somos transmisoras de mensajes y podemos cuestionar el error de otras mujeres. No utilicemos el feminismo que pregonamos como el único modo de ser feministas ni imponerlo sobre las demás. Somos sociables. No nos cerremos en nuestro círculo de conocidos ni tampoco les cerremos las puertas a los nuevos colegas.

Sepamos reaccionar ante estos espacios. Que la hipocresía, el ego colosal ni el egoísmo nos gane, porque terminariamos siendo un hombre blanco, heterosexual y cisgénero, aspecto que en la lucha se quiere derrocar de los puestos de poder.

Asimismo, identifiquemos y apoyemos a las colegas que se encuentran afrontando situaciones complicadas desde la sala de redacción. Actualmente, las amenazas de un político hacia dos colegas lo evidencian. Detengámonos un momento para crear una caja de resonancia y que estas amenazas no sólo cesen para Graciela y Lucía, sino que permitan cuestionar los procedimientos de los medios ante situaciones que nos ponen en riesgo. No nos olvidemos tampoco de nuestras colegas transgénero, que pasan por el rechazo al buscar trabajo. Con ello, impiden la representación de toda una comunidad. Si a ellas las callan, tendrán el empoderamiento de seguir haciéndolo. No lo permitamos. 

Aquí radica nuestro mea culpa. Como La Antígona, somos conscientes de que el tiempo resulta apremiante si sacamos adelante un medio digital cuando el horario de periodistas nos consume. Lamentablemente, no podemos estar presentes siempre. No obstante, entendemos y abogamos por aquello que nos parece justo, ponemos sobre la mesa situaciones que como mujeres nos afectan y no nos callamos si algo nos parece injusto dentro de la sociedad y de nuestro ambiente de trabajo. Prometemos sí, seguir brindándoles periodismo de calidad a su servicio, de continuar fortaleciéndonos profesionalmente y de brindar las mismas oportunidades a todos y todas que deseen colaborar con nosotras. 

Que este 8M podamos reflexionar sobre lo bueno y lo malo de ser mujer, pero, sobre todo, de lo que podemos cambiar partiendo, inclusive, desde nuestros mismos hogares.

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