Por Emma Ramos y Zoila Antonio

Arte por Adriana Velásquez

Diana Ordóñez Hincapié, 38 años, fundadora de Cultura Siguaraya nos habla del micromachismo en la melomanía.

«Soy melómana y fundadora de Cultura Siguaraya. Mi proyecto empezó en el 2021. Sin embargo, es el producto de un trabajo de más de 7 años. Su iniciativa es crear, producir y circular contenido relacionado a las memorias y apreciación musical de la sonoridad afrocaribeña del cual Cali, Colombia ha sido receptora y productora. Pero esto no sería posible sin la ayuda de mis dos socios: Alejandra Arias, encargada de la coordinación de eventos y Sergio Bernal, encargado de diseño gráfico.

Nosotros brindamos cursos virtuales en apreciación y memoria musical. Aquí, muchas mujeres tuvieron su primera experiencia en una audición [sesiones de escucha e intercambio musical]. Además es una gran puerta para ellas, porque les permite desarrollar su formación en la melomanía. También, reconocer esos procesos de desarrollo de la música, pues saber de ella es un saber exclusivo.

Para Cultura Siguaraya es importante que la nueva generación de melómanos aprendan a apreciar la letra y origen de la música. Y también a reconocer que existen producciones de mujeres.

Es por eso que mi relación con la música es muy fuerte y larga. Por un lado, me ha permitido reconocer historias de mujeres dentro de la música colombiana y en general. Como el libro de Daniela Cura, que cuenta la historia de una compositora llamada Esther Forero. Ella es una mujer de la costa atlántica y madre soltera que empieza a reconocer y registrar la música a inicios del siglo XX. A través de esta historia pude conocer la vida de una artista colombiana que tuvo grandes composiciones de boleros y guarachas. Sé que mi país desconoce su trayectoria, vida y rol en la música. Lamentablemente eso es lo que suele suceder con muchas mujeres. Así como el papel de las mamás de los grandes músicos que tuvieron que ver en su  formación. Es por eso que, considero importante rescatar esas grandes historias.

Por otro lado, he aprendido que, en este mundo de la melomanía existe mucho micromachismo y violencia. Restan la visibilidad de las otras personas. Yo pasé por un episodio similar. A pesar de aprender mucho y conocer a muchas mujeres, sé que dentro de esa comunidad hay un ejercicio de violencia machista.

Lo que nos interesa en Cultura Siguaraya es despertar y motivar el alma melómana. No nos importa competir. Asimismo, queremos enseñarles a las mujeres a buscar oportunidades para hacer trabajos en redes, aún cuando esa persona no forme parte de tu mismo grupo. Siempre nos tenemos que juntar con personas que tengan objetivos o gustos distintos. Así, a través de esos gustos, se puede potenciar algo lindo que beneficie o ayude a ambos».