Por Triksia Chinchay – @triksiachinchay

sergio

 

Fotografía hecha por @albieleo
Foto intervenida por La Antígona

Sergio es activista digital antirracista y LGTBIQ+. Es chinchana y migrante en Guadalajara, España. Hoy, desde La Antígona, le brindamos el espacio para contarnos sobre su sentir y visión del activismo antiracista. Puedes seguirla en su cuenta de Instagram @SudakaMarika_

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“Sergio es Sudaka Marika aunque no quiera. Me he pasado mucho tiempo pensando si soy algo más que sudaka y marika, más que una persona racializada y más que una persona LGTB. Al final, sin sonar victimista, la sociedad te encierra en eso. Si eres migrante en España, en círculos migrantes racializados les va a chocar que seas LGTB en tu propia comunidad. Si eres LGTB y estás en un círculo LGTB blanco y español, no es que les choque que seas migrante pero ya van a ir con muchos estereotipos ligados a tu persona. Como cumplir ciertas expectativas o que debes haberlo pasado mal, que sí que puedes haberlo pasado mal pero se te trata como de “ay, pobrecillo, pobrecilla que tiene menos recursos en su país. «(…) en su país lo pasan fatal o seguro que en su país recibió muchísima homofobia”.

Y yo no. Realmente salí del armario aquí en España, no en Perú. Esto porque en Perú vivía con mis abuelos y mi padre y no lo veía un entorno familiar seguro. Es decir, tenía vivencias homoeróticas pero nunca llegué a decir nada. Sin embargo, ya estando aquí, y con mi madre tenía un poco más de confianza. Yo vine obviamente con el prejuicio de que aquí sí son un poquito más abiertos de mentalidad que allí. Y que aquí sí que se me va a aceptar y allí sé que no se me va a aceptar. Es una cosa completamente errónea. No se puede generalizar y dar por hecho que por vivir en una zona rural o “x” país tu realidad va a ser de una manera.

Entré en el activismo cuando empecé a tener contacto con gente de Madrid. Esto, porque en Guadalajara sí que hay activismo, pero el poco que había visible era el LGTB. Me llenaba en un principio porque era un momento en que podía salir del armario y decir “sí, soy LGTB” pero sin tener en cuenta siquiera que soy una persona racializada. Es decir que es como otro segundo armario. No tanto de señalar a los demás sino de darte cuenta tú como persona y decir “ostia, soy una persona racializada. Soy una persona migrante y me están tratando como tal: como un ciudadano de segunda, de tercera y cuarta”. Y así es. No se nos da el mismo trato que al resto de compañeros del colectivo LGTBIQ.

Fue un año después que me cambié el nombre de cuenta a @Sudakamarika_. No quería que me conozcan públicamente aquí en Guadalajara ya que se conocen todo el mundo [comunidad LGTB] aunque no sea un pueblo. Ya luego en Madrid, y por redes, sé que me exponga o no, voy a seguir recibiendo el mismo trato de mierda. ¿Qué pasa? Pues que uno me llegará por MD de Instagram y otro me lo dirá por la calle. Y también te dices “nadie se refiere a ti como la latina, eres la sudaka. No hay neutro porque nadie te llama en neutro. Si es racista dudo mucho que se ponga a pensar en ello.

Lo que falta al activismo [antirracista] de hoy es más autocrítica. Se pide muchas reparaciones por el colonialismo, por no se qué… Pero luego cuando uno la caga ¿qué reparaciones haces? He visto que es algo que muchas veces se ha pasado por alto. Esto ya que en redes siempre se ha señalado a la persona blanca que hace algo racista pero cuando lo hace una persona racializada y migrante se encubre bajo la excusa de que hacer eso es algo muy colonial.

“La cancelación es algo muy colonial”. Eso lo he escuchado cada vez que una persona migrante racializada la ha cagado. El activismo es importante pero no se puede idolatrar a les activistas. Creo que las reparaciones son para cualquier parte. Por otro lado, me gustaría que el activismo dejase de ser tan centralizado. Mi deseo es que se visibilicen más activistas que estén en pueblos. Y Guadalajara no es un pueblo, pero digo yo que habrá más personas racializadas fuera de Barcelona, Madrid y Valencia».