Por Aylinn Siñas y Gianpaul Orihuela Bazan

Organización y resistencia de ollas comunes. FOTO: Arturo Gutarra/ La Antígona

En el Perú, la pandemia ha afectado a todas las personas en distintos grados. Sin embargo, antes de la llegada del COVID-19, ya existían grupos sociales que vivían en situaciones precarias debido a la poca acción del Estado en atenderlos y apoyarlos. Estos grupos se enfrentaron a múltiples problemáticas: la falta de trabajo, un sistema de salud colapsado o la mala alimentación. Para afrontar esta última, se tuvieron que crear redes de apoyo mutuo y se conformaron las ollas comunes. La Antígona conversó con Carmen Zúñiga, líder en dichas organizaciones locales autogestionadas que brindan auxilio alimentario para lograr que nadie se quede sin un plato digno de comida.

 EL INICIO DEL PROBLEMA

Al finalizar el último trimestre del 2020, un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) reveló que la población ocupada a nivel nacional disminuyó en 13%, es decir que un equivalente a 2 millones 231 mil 300 personas se quedaron sin empleo en el país.

Estas cifras demuestran una realidad que afectó a muchas familias peruanas. El desempleo hizo que una gran cantidad de personas se encuentre en situación de vulnerabilidad y no tenga la posibilidad de satisfacer necesidades básicas. Una de ellas, y la más urgente, fue la alimentación.

Carmen Zúñiga es una activista social que hizo resistencia a esta problemática latente. Originaria del departamento de Puno, radica en el distrito limeño de Villa María del Triunfo desde hace más de 35 años. Ella pertenece a la Federación de Mujeres de VMT y a la Red de Ollas Comunes de Lima Metropolitana, que tiene más de un año de existencia gracias al trabajo constante de más personas como ella.

Fuente: Facebook Red de Ollas Comunes de Lima

Las ollas comunes son una estrategia barrial de subsistencia ante la crisis alimentaria que incrementó y afectó a muchos durante el confinamiento. Es un modo de organización popular que enfrenta la falta de alimento y desnutrición a nivel regional, es una respuesta desesperada y comunitaria para la supervivencia vecinal.

Según data oficial de la Municipalidad de Lima, actualmente se encuentran registradas unas 2116 ollas comunes en la capital que distribuyen un total de 940 millones 825 mil 636 raciones de comida diarias. La mayor presencia de las ollas comunes se encuentra en el distrito de San Juan de Lurigancho, con 571 núcleos. Villa María del Triunfo es el siguiente con 407, y le sigue Comas con 167. Sin embargo, estas cifras son incompletas, ya que no se consideran a las organizaciones que trabajan en la informalidad.

“Esta pandemia ha visibilizado todos esos problemas económicos y sociales que teníamos antes. Las ollas comunes se han formado para el tema de la alimentación. La pobreza que existía crudamente ahora ha rebrotado”, nos comentó Carmen. Al inicio de la pandemia, uno de los retos más grandes de los miembros de las ollas comunes fue su organización, cuenta Zúñiga. Al principio, se implementaron las ollas comunes con banderas blancas en cada uno de los distritos con más necesidades. Luego, con el apoyo de especialistas del Gobierno de Lima Metropolitana, ellos pudieron unirse.

El número inicial fue bajo. La red logró crear un grupo de WhatsApp con todas las ollas. En este grupo, coordinaban las zonas de San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo, Pachacamac, Independencia y Carabayllo; ellos fueron los cinco distritos que iniciaron la red. “Buscamos integrar a aquellas organizaciones muy lejanas, donde nunca ha subido una autoridad, donde no hay agua, donde no hay luz y con niños y ancianos que sufren de mala nutrición”, nos indicó la activista.

Para la Defensoría del Pueblo, la situación en la que se encuentran las ollas comunes en el Perú es precaria, y es por ello es necesario brindarles también provisiones de agua segura y mejoras de infraestructura y equipamiento. Sin embargo, el Estado no ha respondido correctamente en estas áreas.

INICIATIVAS ESPERANZADORAS

Ante ello, la excongresista y actual premier Mirtha Vásquez Chuquilín presentó en el mes de junio el Proyecto de Ley N° 7821, el cual buscaba declarar de necesidad pública e interés nacional la emergencia alimentaria en el Perú. Con este proyecto, la exparlamentaria expuso que el Estado debía tener un rol eficaz en la activación de ollas comunes, dotándolas de recursos y equipamiento, así como la creación de un Comando Nacional de respuesta frente a la Emergencia Alimentaria.

Mirtha declaró que la norma debe “destinar presupuesto y reconocimiento institucional a las iniciativas ciudadanas de respuesta al hambre como las ollas comunes”.

Fuente: Twitter Red de Ollas Comunes de Lima

La iniciativa legislativa fue retomada por la congresista de Juntos por el Perú, Sigrid Bazán. El 12 de agosto presentó su Proyecto de Ley N°25 y el 9 de septiembre, en el Pleno del Congreso, expuso que esta iniciativa debería ser vista desde la multisectorialidad, ya que involucra la agricultura familiar, la salud, la inclusión social, la producción, la economía, el desarrollo y las familias.

 “El proyecto de ley de Mirtha Vásquez fue elaborado en conjunto con las organizaciones sociales y la población. Lamentablemente, en el cambio de periodo de Gobierno, fue archivado. En esta nueva gestión, nosotras tocamos la puerta del Congreso para que puedan desarchivarlo y la única persona que nos dio atención fue la congresista Sigrid Bazán. Ella siempre recalca que ese fue el trabajo de Mirtha Vásquez en conjunto con la Red de Ollas Comunes y el pueblo”, nos dijo la representante de esta organización.

Luego de que Sigrid retomara el proyecto de ley, hubo varios impedimentos para que este pueda aceptarse, y como era de esperarse, el más grande obstáculo no estaba en sí en la elaboración del proyecto de ley, sino en la lentitud y falta de coordinación por parte del legislativo en reuniones inconsecuentes.

Fuente: Twitter Red de Ollas Comunes de Lima

Así lo dejó en claro Bazán: “Vamos dos plenos sin discutir una emergencia que ya existe en la realidad y es que la gente no tiene qué comer. ¿Por qué? Porque discutieron una hora sobre si el presidente debe viajar o no a Bolivia, también se ha discutido tres horas un plan de las prioridades en materia legislativa que en realidad se ha aprobado sin ninguna modificación; es decir, la discusión fue por las puras”, señaló a los medios de comunicación.

Carmen se muestra indignada por las precarias propuestas de otros congresistas con respecto a la Ley de Emergencia Alimentaria, donde solo se recalca la formalización de las ollas comunes mediante donaciones y el trabajo en conjunto con las ONG, lo que provocaría una distancia hacia el enfoque de la administración y coordinación de la Red de Ollas Comunes.

Zúñiga nos lo confirmó: “Nosotros, desde la red de ollas, queremos trabajar en la sostenibilidad y autogestión, y agregando que desde la organización se muestran preocupados porque Maricarmen Alva, presidenta del Congreso, no había querido aceptar la ley y solo quería tocar dos puntos de ley de emergencia alimentaria, y no se puede hacer un trabajo sin contar con la perspectiva de las organizaciones”.

La mutilación del proyecto de ley que pasó de seis a dos artículos fue una de las causas que produjo la indignación de las personas, y más de las tantas activistas de ollas comunes, porque supuestamente ya tenían el apoyo y confianza de Maricarmen Alva, quien en señal abierto manifestó un interés hacia estas organizaciones y, en general, hacia las asociaciones en favor de poblaciones vulnerables.

Fue la misma presidenta del Congreso quien, durante su presentación el 23 de octubre en el programa de televisión “Porque hoy es sábado con Andrés”, habló sobre estos asuntos y mostró materiales audiovisuales que probaban su aparente apoyo a ayudas sociales, lo cual —en ese momento— era algo esperanzador.

Fuente: Canal de YouTube de Andrés Hurtado

En el programa también reiteró directamente su supuesto apoyo a las ollas comunes de Lima para establecer y formalizar medidas que ayuden y fortalezcan estas organizaciones. No obstante, esto no se vio reflejado en la reunión legislativa para la aprobación del proyecto de ley donde, como ya se mencionó, mutilaron el proyecto de ley y dejaron de lado cuatro de los seis artículos propuestos con respecto a la emergencia alimentaria.

Estas razones incentivaron a distintos grupos de ollas comunes a manifestarse para que la aprobación del Proyecto de Ley de Emergencia Alimentaria contemple los seis artículos consensuados por estas organizaciones. La manifestación se dio frente al Congreso el pasado 21 de octubre.

PROTESTAS ANTE LA INDIFERENCIA

El plantón inició frente al Parlamento, donde se unieron voceros, activistas e integrantes de las ollas comunes para exigirle al Estado el reconocimiento del proyecto de ley que declare en Emergencia Alimentaria al país. A raíz de ello, algunos grupos violentos empezaron a generar disturbios y a agredir a los manifestantes.

Lo que era una manifestación mesurada y organizada por parte de grupos que exigían justicia terminó en una gran represión cargada de violencia física y psicológica. Este hecho fue aún más sorprendente para Carmen Zúñiga, que, a pesar de estar años sumergida en proyectos sociales, participó por primera vez en un plantón.

“Nosotros estamos luchando por la ley de emergencia alimentaria (…) Hemos ido de modo pacifico para luchar por nuestros derechos, y nos dimos con la sorpresa que había otro grupo: La Resistencia. Hemos sido agredidos con palabras y frases clasistas como: ‘muertos de hambre’ o ‘váyanse a su cerro’”, lamentó Carmen.

Grupo radical La Resistencia. FOTO: Piko Tamashiro / GEC

UN PASO ADELANTE

A pesar de las fuertes represiones, estas no fueron impedimento para que oficialmente el 28 de octubre de este mismo año se aprobara la Ley de Emergencia Alimentaria con el texto sustitutorio, que no solo se reduce a algo formal, sino más bien a una reformulación del interés común de los ciudadanos y voceras de ollas comunes por un derecho fundamental: la alimentación.

Desde sus distintas redes sociales, las ollas comunes expresaron haberse sentido totalmente satisfechas por el arduo trabajo que ellas realizaron para obtener esa aprobación. Además, confían en que este proyecto de ley sea el inicio para que los distintos congresistas o funcionarios públicos atiendan al pueblo, sepan sobre sus necesidades y que esta sirva como herramienta para crear medidas importantes y sostenibles.

Este es uno de tantos obstáculos que tendrán que atravesar las organizaciones semejantes, donde no solo se interponen problemas sociales, económicos, políticos o culturales, sino que también deberán enfrentar los actos corruptos y desdenes de personas o grupos que no asimilan un cambio en la sociedad para que todos reciban sus derechos fundamentales.

Lo bueno de superar estos obstáculos es el panorama y las decisiones futuras, donde se tomaría en cuenta a la Red de Ollas Comunes, y que estas alcancen a trabajar en equipo con el pueblo y aprendan a reconocer sus necesidades, sus perspectivas y sus problemas, que van más allá de no tener dinero.

“Es hora de transformar el país, es hora de concientizar nuestros derechos, el derecho a la alimentación, el derecho a la vida, el derecho a la salud y el derecho a la educación; que todos debemos tener y toda la población debe saber. Nadie puede vulnerar nuestros derechos”, señala con firmeza Carmen.

Siempre han existido estos problemas de precariedad debido al poco accionar del Estado, y estos se han acentuado. El Gobierno, en vez de apoyar a estas poblaciones más vulnerables, las ha invisibilizado, lo que ha dado como resultado distintas manifestaciones sociales en las que se pone en riesgo la salud de la población.

Esta indiferencia por parte de nuestras autoridades hizo envalentonar a varias personas que, hoy en día, son voceros de organizaciones sociales. También hizo que muchas mujeres se sumergan en arduo trabajo, que ha traído consigo resultados que ayudan a poblaciones enteras a luchar por sus derechos fundamentales y combatir el hambre de las personas.

“Todos debemos seguir luchando, porque es la lucha del pueblo”, es la reflexión final de Carmen. Estamos en una sociedad, compartimos cultura, idioma y costumbres. ¿Por qué no apoyarlos en sus exigencias al Gobierno? Al fin y al cabo, esto es un problema que impacta indirecta o directamente en todos, todes y todas.