Por Diandra García
Históricamente, el hablar de sexo, ha sido un tabú para nuestra sociedad. Esto ha ocasionado que muchas mujeres se limiten al momento de expresar y experimentar con su sexualidad. Aún así, el 8 de agosto de cada año se celebra el Día Mundial del Orgasmo para visibilizar a nivel mundial esta experiencia de autoconocimiento y empoderamiento que por muchos años fue rodeada de mitos absurdos.
«Por el tabú, por la vergüenza», responde Lourdes Morante cuando pregunto la razón por la que sus amigas no suelen hablar sobre el orgasmo. Lourdes tiene 53 años, pero sentada en su sillón, mirándome con total soltura, no los aparenta. Al lado de ella está Naomi, su hija de veinticuatro años. Naomi revela que, antes de la entrevista, su madre no había hablado con ella sobre estas experiencias sexuales, menos aún sobre sus orgasmos. «Mamá, ¿has tenido sexo anal?», interroga en un momento, riendo con una mezcla de orgullo y sorpresa. La pregunta no es aleatoria. Minutos antes, pedí a Lourdes que recordara algún mito sobre el placer femenino que le hayan dicho en la juventud. Su respuesta, aunque demora, vale cada segundo de espera:
«Que tener sexo oral o anal no se disfruta. Es mentira. Se siente más placer».
¿Por qué la desinformación y el tabú?
Lourdes no es la única que ha escuchado y callado por largo tiempo. El orgasmo femenino es un tópico que todavía se esquiva en sociedad, incluso en lo que a ciencia refiere: a diferencia del orgasmo del hombre, el de la mujer no cumple con fines reproductivos. El clítoris, de hecho, es el único órgano del cuerpo humano cuya única función es generar placer. Culturalmente, la idea de que el sexo sea más que para reproducirse es un tema tabú, por eso son pocos los estudios que lo abordan.
Aunque no existe una definición exacta de orgasmo femenino, la medicina coincide en ciertas descripciones: excitación, aumento del pulso, espasmos musculares, entre otros. Las mujeres, no tanto. Alrededor del 45% de latinoamericanas prefieren no explorar qué les gusta a nivel sexual. Una de las causas son los mecanismos de control machistas. Muchas mujeres se sienten inferiores, culpables o avergonzadas de su cuerpo.
En realidad, el cuerpo debería ser motivo de placer. «Todo el cuerpo es orgásmico», señala Eirelyn Gómez. Ella es sexóloga y conductora de Entre Vulvas, un podcast de Spotify sobre salud sexual femenina. Para Eirelyn, identificar un orgasmo en la mujer se dificulta por la desinformación. «(Muchas) se comparan con otras mujeres, o con la pornografía», dice. La información falsa, sumada al tabú, resulta en mitos engañosos, como que existe un orgasmo clitorial y uno vaginal. «(Orgasmo) hay uno solo y se da en el cerebro», asegura Eirelyn. Las vías para alcanzarlo, por otro lado, exceden al clítoris. Están, como menciona la especialista, en todo el cuerpo.
«El orgasmo me hace sentir bonita»
Nilda Alcántara (55) está acompañada de su hija, del otro lado de la pantalla. Cuando le pido que defina el orgasmo con una palabra, ella dice «unidad». Hace años, sin embargo, confiesa que habría usado palabras diferentes. «Habría dicho que es una sensación… bien rica», describe entre carcajadas. En realidad, poco ha cambiado desde que era una joven curiosa hasta hoy, que es adulta. «El orgasmo es igual. Se siente lo máximo», sonríe Nilda. Sus ojos están en el techo, como buscando algún recuerdo. Finalmente, lo encuentra: «te cuento (…), una vez, bailando, sentí un orgasmo. Fue sensacional, creo que lloré».
Es posible. Ya en 1970, se realizaban investigaciones sobre la posibilidad de alcanzar un orgasmo sin necesidad de coito. Si bien el clítoris es un punto de placer por excelencia, algunas mujeres logran orgasmos solo con su imaginación. Nilda es una de ellas. Durante su adolescencia, imaginaba historias de amor antes de dormir. Aunque no lo sabía, hoy está muy segura de que estas la condujeron al orgasmo. «Hay que ser creativo. La sexualidad no es solo penetración», aconseja. Nilda es una mujer creativa. Al insinuarle -con cierta malicia- si los hijos son un obstáculo para lograr el orgasmo, niega tajantemente. «Al contrario, son un estímulo. Uno necesita creatividad para darse escapadas dentro de la casa. Es divertido».
«Me hace sentir bonita», insiste Nilda. «Es como palpar un… es algo tan bonito». Mientras habla, su hija la observa. Ambas lucen cómodas, alegres, bonitas. En su casa, el orgasmo no es objeto de tabú. Es algo que se vive, se comenta y se manifiesta sin temores de por medio. «Es bonito disfrutarlo. Le pone la chispita a la vida para que sea más… bonita», concluye.
Es el juego, no el juguete
Bárbara Betancourt tiene ojos risueños y cabello claro. Está sentada en su escritorio, con el rostro descubierto. Cuando me ve ingresar, sube su mascarilla hasta debajo de la nariz. Está lista para las preguntas. «Normalmente, hay chicas que son como que muy tímidas, pero luego van experimentando», explica. A nuestro alrededor, están los instrumentos de su experimentación: vibradores de diversos precios, velocidades y colores.
Bárbara ha trabajado como vendedora de juguetes sexuales por medio año. Según lo que cuenta, el rubro es bastante movido en Trujillo; una ciudad, en apariencia, conservadora. «Vienen mujeres solas, pero muy pocas. Más es porque a sus parejas les da pena». En su mayoría, Bárbara vende estimuladores clitoriales, pero no es esa la parte más valiosa de lo que ofrece. Lo más valioso es que escucha.
«Me agradecen porque les ha ido bien», asiente satisfecha. Le he preguntado si alguna mujer llegó al orgasmo gracias al juguete. «Es que no es el juguete; es cómo este, te ayuda a conocer tu cuerpo, tener más imaginación y comunicación. Pero va a depender de si puedes jugar». Lo que Bárbara insinúa es cierto. Algunos de los enemigos del orgasmo son el estrés, la mala comunicación en pareja, las experiencias negativas, la falta de tiempo, la escasa estimulación o deseo. Todos, terminan siendo factores que obstaculizan jugar a una mujer.
«Lo de jugar, no es algo negativo, sino positivo. Los que me han dicho que primero les parecía tabú, luego sintieron que les daba un respiro», indica Bárbara. Antes de salir, me entrega un folleto de la tienda impreso en rosa. «Ciencia y experiencia», dice el titular.
Muchas dudas, dos palabras
«Ya a mi edad sabemos lo que queremos», me dice Lourdes. Ni ella ni Nilda hablaron demasiado sobre el tema. La experiencia les enseñó lo que saben. ¿Qué hay de la ciencia? La indagación científica en el orgasmo femenino es reciente. Sin embargo, no existe un modo correcto de tener un orgasmo femenino. «Cada persona tiene su huella orgásmica», explica Eirelyn.
Más allá de las dudas, el tabú y los mitos; el orgasmo femenino es una huella de placer personal. Eso, más que definirse, se siente: en cada cuerpo con distintas palabras.