Por Arleth García

Yndira Pereda es una mujer Chocoana, primera bailarina y co-fundadora de la compañía Sankofa Danza Afro y creadora de la compañía Wangari que empodera mujeres afrodescendientes a través de la danza.

Yndira llegó a Medellín a los 17 años con el sueño de convertirse en bailarina. Ese sueño se convirtió en una experiencia que la haría “volver a la raíz” con Sankofa, una compañía de Danza Afrocolombiana que, más que una palabra, es una filosofía africana que propone conocer el pasado como condición para comprender el presente y poder dimensionar el futuro. 

Este pensamiento ha guiado el camino de la corporación fundada por Rafael Palacios en 1997, como espacio dedicado a la formación y la creación en danza entre las Comunidades Negras en Colombia y otras poblaciones vulneradas en sus derechos humanos.

Años después Yndira seguiría el ejemplo de su maestro Rafael al fundar su propia compañía de danza afrocolombiana llamada “Wangari” que busca empoderar a las mujeres, esto, porque según sus palabras: “Debemos empezar a contar nuestras propias historias y para que no venga otra persona a hablar de algo que no ha vivido. Es importante que la misma comunidad afrocolombiana pueda crear estos espacios”.

Como parte de las presentaciones que realizó la compañía “Sankofa” con motivo del Festival Danzatlán 2022 en diferentes Estados de México, pudimos conversar con Yndira sobre la importancia de transmitir por medio de la danza la falta de oportunidades para las personas afrodescendientes, así como la desigualdad social y racial que esto implica. 

¡Yo quiero bailar!

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Fotografía cortesía de Yndira Perea

¿Cómo llegaste a la danza?

Comencé en la danza desde que tenía cuatro años. La persona que me inspiró fue mi abuelita, Ramona García, una mujer a la que le tocó lucharse la vida, esto porque también existe el abandono de los hombres a las mujeres afro y entonces ellas tienen que seguir como guiando el camino en este caso sus hijas. Me inspiró esta mujer poderosa que logró sobrevivir y sacar adelante a sus a sus hijas sola.

¿Cuáles fueron los retos que enfrentaste para poder bailar?

Cuando me trasladé a la ciudad de Medellín para comenzar mis estudios profesionales fue un poco difícil porque yo lo que quería era danzar, pero claramente la sociedad no ve la danza como una profesión digna, sino como una afición. Fue complicado poder decirles a mis padres que quería danzar, o sea, que la carrera que quería hacer era Danza. También me gustaba la contabilidad. Entonces mis padres dijeron: “bueno, vete y estudias Contaduría Pública”. Ahora soy Auxiliar Contable y licenciada en Danza por la Universidad de Antioquia.

¿Cómo enfrentaste esos estigmas y miedos?

Siempre se nos recalcó nuestro papel en la sociedad. Se nos dijo que no sabíamos y que no podíamos hacer mucho por ser personas afrodescendientes. Me gradué con honores en la Universidad y para mí fue difícil creer siquiera que mi tesis había sido aprobada. Fue impactante ver que otras personas habían validado esto que yo había escrito y a la vez fue un recordatorio para mí Yndira, de lo que soy como mujer afrodescendiente. Pienso que a veces nosotras mismas no sabemos el potencial que tenemos dentro porque nos han educado para no confiar,  no reconocernos y que, por desgracia, a veces lo sigo creyendo.

“Volver a la raíz”


Fotografía cortesía de Yndira Perea

¿Cómo llegaste a Sankofa?

Al maestro Rafael lo conozco en unas audiciones que presentó en Industrias Noel porque hacen unos espectáculos de Navidad.  Me presenté, pasé y fue allá donde conocí al maestro como director coreógrafo de este proyecto que también fue importante para mí porque me ayudó a crecer como artista.  Éramos diferentes bailarines de la ciudad y aprendí mucho de ellos. Allá estuvimos como cuatro años. Luego, el maestro crea Sankofa, es allí donde nos invita a cinco artistas y de ellos sólo quedo yo.

¿Cómo comenzó Sankofa?

Rafael Mario Palacios [quien la dirige] en su afán por reconocerse como un hombre afro busca estrategias para indagar acerca de quién es y qué es lo que quiere para su vida sabiendo que vive en una ciudad de población blanca mestiza como lo es Medellín, donde se crío y no había ninguna identificación como hombre afrocolombiano. 

¿Qué es Sankofa para ti?

Sankofa ha sido un proyecto muy importante en el que he creído firmemente, así como de la guía del maestro. Creo que es difícil poder encontrar a un maestro como Rafael Palacios que te guía el camino, pero que también te ayuda a entender lo difícil de este y acompaña también tus pasos.

Poéticas que parten de la raíz de la Danza Afro

Dibujo de una persona

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Fotografía cortesía de Yndira Perea

¿Qué ha implicado la Danza Afro en tu vida?

He tenido la formación en danzas afro contemporánea con mi maestro y también con la maestra de él, que es Ireneta Sambedo. Estuvimos en Burkina Faso, África, donde estudiamos por tres meses. Ahí entendí esas otras maneras y otras formas de trabajar el rigor, aprender cómo trabajan los africanos y la visión que tienen. Así como la importancia que tiene la tradición como su raíz y con la firmeza de la que parten para hacer su danza contemporánea

De esa experiencia en Burkina Faso me vine con muchos aprendizajes, como su nombre lo dice, es una tierra digna me permitió llegar a un éxtasis en la danza y exigirle a mi cuerpo y a mi mente cierto. Porque a veces tenemos muchas trabas mentales y con la Danza Afro puedo romperlas y llevar mi cuerpo a otro nivel con una nueva mirada como mujer y como mujer afrodescendiente.

¿Cómo ha sido el proceso de politizar la danza?

Bueno, con la puesta en escena de “La ciudad de los otros” hemos recorrido el mundo hablando de cómo nosotros, jóvenes afrodescendientes en una ciudad que no es la nuestra y cómo vivimos esto, cómo se sigue perpetuando, las miradas exóticas eróticas y sobre el cuerpo racializado. Considero que Sakofa es una de las compañías más importantes de Colombia por su formación y técnica en danza, pero también por eso que queremos narrar desde nuestro cuerpo.

¿Cómo es danzar con un mensaje político?

Son movimientos que no son vacíos de contenido, sino que están llenos de historia y es así como consideramos nuestro cuerpo:  como el primer territorio el que está lleno de historicidades que queremos contarle al mundo para concientizar a las personas. Me ha dado fuerza como mujer afrodescendiente para crear otros procesos, porque tienes que conocer tu realidad y estar atenta a lo que sucede en el territorio. Para nosotras [mujeres afrodescendientes] es importante protegernos porque nadie más lo va a hacer. Las personas no negras no van a hablar por nosotras. Son muy pocas las que acompañan este camino y que apoyan tus luchas.

Wangari: empoderar mujeres afrocolombianas a través de la danza

Dibujo de una mujer con un vestido de color negro

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Fotografía cortesía por Yndira Perea

¿Qué mensaje quieres transmitir a las mujeres afrodescendientes con la danza?

Que somos una comunidad y tenemos una responsabilidad porque somos mujeres afrodescendientes, empobrecidas, y que además vivimos en una ciudad que no es la nuestra y que se nos sigue racializando y no se nos permite llegar a unos espacios importantes para nosotras como lo es quizás la educación, estar en esos espacios de poder desde donde podemos crear estrategias para para transformar una sociedad. Entonces, sin duda, la danza es importante para mí porque desde allí puedo crear espacios de transformación .

¿Qué espacios se pueden transformar con la danza?

Se puede invitar a jóvenes de la ciudad, niños, niñas, adolescentes y personas adultas que se permitan reflexionar acerca de lo que está sucediendo en nuestro territorio con la gente afro, con la gente indígena, con la gente LGTBTIQA+. Con esas poblaciones que han sido vulneradas. Siento que como artista afro tengo responsabilidades muy importantes y que no son fáciles.

La transformación social se va dando de a poco, pero por eso me permito brindar estos espacios [de danza o artísticos] que no se nos da en las instituciones educativas porque esa es otra cosa, las instituciones educativas no quieren que veamos lo que está sucediendo, no quiere que hablemos, no quiere que pensemos. También debemos reflexionar desde esta mirada para crear nuevas maneras de permitirnos transformar nuestra mente.

¿De allí es que surge la necesidad de hacer tu compañía de baile?

Sí, Wangari es este espacio donde puedo decirle al mundo sobre lo que está pasando con las con las mujeres afro en el territorio. Mi lugar de enunciación como mujer afrodescendiente me permite resaltar el valor y el poder de la mujer afro, en una sociedad donde tu color de piel es estigmatizado y nuestros cuerpos son territorio de guerra. Por eso, ha sido tan importante para mí producir estos espacios de danza porque es desde allí que se genera una conciencia crítica para combatir, desmontar y deconstruir estos lenguajes que perpetúan el racismo y la exclusión. Sobre todo, esa subordinación que nos trata de imponer el colonialismo.

Creo obras que van desde nuestra tradición y reflejan la importancia de nuestra tradición para, conservarla, valorarla y visibilizarla. Pero, también me permito crear obras con una reflexión crítica acerca de lo que está sucediendo, por ejemplo “Trenzadas” es una obra que se pregunta por la equidad de género y la violencia como factor resultante de imposiciones machistas y cómo se desarrollan estas opresiones sistemáticas, no solo en las mujeres, porque inicialmente analizamos lo que está ocurriendo con las mujeres, pero luego nos damos cuenta de que el hombre también está cayendo en estas en estas agresiones.

“Nunca olvides de dónde vienes y tu esencia, para poder construir tu futuro”

¿Qué le diría la Yndira de ahora a la que llegó a Medellín con el sueño de ser bailarina?

Bueno, que ha sido una mujer muy luchadora, muy poderosa y que siga sus sueños. Que nunca olvide su esencia y de dónde viene para poder construir su futuro, que, aunque se ve lejano, vas caminando hacia allá. Que siga construyendo estos espacios donde puede transmitir los conocimientos y más que transmitir los conocimientos es un lugar de respeto y de escuchar de las otras.

También decirles a las infancias que son el futuro de nuestro país [Colombia] que sigan su intuición, que sigan luchando por lo que en realidad desean ser en la vida y que lo más importante es poder construir en comunidad.