Por Diandra García
No es lo mismo hablar de Antígona, con Antígona o de La Antígona. El nombre se repite, pero nunca las maneras de llevarlo. Así también ocurre con la obra de teatro homónima. Publicada hace 2 mil 500 años, se trata de la más representada en el mundo. Entonces, ¿Cómo entender su importancia, en cada escenario?
Hablando de Antígona (el personaje)
La historia sucede en Grecia, en el 442 a.C. Antígona es hija de Yocasta y Edipo, el mítico personaje de Sófocles que mató a su padre, se convirtió en rey de Tebas y se casó con su madre. Fruto de esta unión, nacen Antígona, Ismene, Eteocles y Polinices.
El drama de Antígona inicia con la muerte de los dos últimos. Luego de una batalla por el poder, ambos hermanos se apuñalan entre sí. Creonte, hermano de Yocasta, ordena que a Eteocles se le honre como héroe. A Polinices, en cambio, prohíbe darle entierro digno. Lo destina a vagar como una sombra, sin recibir despedida alguna.
–Yo, por mi parte, enterraré a Polinices. Será hermoso para mí morir cumpliendo ese deber. Así reposaré junto a él, amante hermana con el amado hermano; rebelde y santa (…); que más cuenta me tiene dar gusto a los que están abajo, que a los que están aquí arriba
(Antígona a su hermana, Ismene)
Antígona desobedece el mandato. Para ella, la ley de Creonte carece de valor. “No temo la voluntad de ningún hombre”, declara a su tío. Prefiere dar sepultura a quien salió “del mismo seno” que castigarlo como villano, como lo exige el gobierno. El dilema moral es evidente. Mientras Creonte defiende su propia política, Antígona lucha por la familia y su deber con los dioses.
–Pero al hombre virtuoso no se le debe igual trato que al malvado. (…) Nunca un enemigo mío será mi amigo después de muerto.
–No he nacido para compartir el odio, sino el amor.
(Discusión entre Creonte y Antígona).
Hay interpretaciones al respecto. En principio, Sófocles opone las leyes cívicas (Creonte) a las divinas (Antígona). Posteriores lecturas hicieron de la heroína un ícono feminista. Luce Irigaray, Judith Butler y Adriana Caravero, por ejemplo, reconocen en ella su activismo contra el patriarcado.
Hablando con una Antígona (Dévora Castro)
Antígona se ha presentado en escena en diferentes contextos, incluyendo la II Guerra Mundial (direcciones de Jean Anouilh y Bertolt Brecht). En Trujillo, el personaje fue interpretado por la actriz Dévora Castro, en 2015.
Para Dévora, lo transgresor de Antígona es su sensibilidad. “Soy de quienes actúan para erizar la piel. Fue un proceso muy personal para mí”, sostiene. Tal como Antígona saltó la ley, Dévora se saltó el libreto durante una presentación. “Me pasa cuando mi mamá asiste: me pongo nerviosa. Olvidé todo, quedé en blanco”, confiesa. En su caso, Creonte (Fernando Bacilio) la ayudó. Le recordó sus líneas sin que el público lo notara.
“Me movió el amor familiar”, afirma Dévora. Aunque el comentario es acerca de Antígona, muy bien podría aplicarse a ella: Dévora Castro, improvisando sobre lo escrito por una emoción humana: los nervios por la opinión de su madre. “Fue fuerte. Su valerosa acción nos da una enseñanza”, agrega. Esta vez, se refiere al acto de sentir. “Una señora me agradeció. Fue como si dijera ‘me transmitiste algo. Sentí’”, finaliza.
La Antígona: periodismo con sentido
Lo que está escrito necesita un propósito. Antígona lo sabía. Pese a que la ley le impedía lograrlo, obedeció su corazón. Le dio un sentido propio a la escritura.
“Era una mujer que defendía sus derechos”, explica Emma Ramos, una de las periodistas fundadoras de La Antígona. Durante la universidad, Emma Ramos, Brenda Baccalini, Johanna Gallegos, Alessandra Díaz, Zoila Antonio, Begoña Angobaldo y Melanie Soca (miembros originales) emprendieron el proyecto. Querían crear algo distinto a otras empresas periodísticas, algo que no fuera ajeno a la lucha diaria de mujeres y disidencias. A ese algo, le llamaron La Antígona.
“Marcó la historia”, continúa Emma, insistiendo sobre el significado del personaje. Como Antígona, quienes integran esta familia –tanto el equipo fundador como lxs voluntarixs– marcan la historia. Lo hacen al contarla, en sus diversos espacios, fuentes y sensibilidades. Siempre con sentido.