Por Arleth García

Introducción por Johanna Gallegos

Ser mujer y ser periodista representa vivir en riesgo. Debido a nuestro trabajo, diariamente lidiamos con el machismo, la censura y la violencia. Durante los dos últimos años en pandemia, la situación no ha mejorado y las manifestaciones de violencia han crecido expandiéndose al mundo virtual. 

Desde La Antígona hemos recopilado testimonios de periodistas de Perú, Bolivia, Argentina y México que han sido víctimas de violencia. Nos sumamos a la campaña de los 16 días de activismo de #AcosoEnElPeriodismo para visibilizar la violencia contra las mujeres periodistas en cuatro reportajes que recorren los diferentes países.

El año 2022 fue calificado como el año más letal para el ejercicio del periodismo en México por Reporteros sin Fronteras. Desde el 2006 a la fecha han sido asesinados 260 periodistas en México, durante el gobierno de Felipe Calderón mataron a 101, con Enrique Peña Nieto ejecutaron a 96 y en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador han matado a 63.

La Organización de los Estados Americanos (OAS, por sus siglas en inglés) a principios de año lanzó su tercer informe sobre la “Violencia contra periodistas y trabajadores de medios: estándares interamericanos y prácticas nacionales sobre prevención, protección y procuración de la justicia”, donde hace mención de que el asesinato de periodistas y miembros de medios de comunicación constituye la forma de censura más extrema.  

En el Balance Anual 2020 del observatorio de violencia contra periodistas mujeres, Comunicación e Información de la Mujer A.C (CIMAC), refleja el deterioro de las condiciones laborales y de salud en las que las mujeres periodistas que continúan haciendo su trabajo, ante la crisis periodística y la violencia estructural, pero son las condiciones diferenciadas que sitúan a las mujeres periodistas y comunicadoras en una doble situación de riesgo por ser mujeres y periodistas.


Imagen Twitter Periodistas Unidas Mexicanas

Aunque, la violencia que se comete en contra de periodistas podría pensarse como una misma a raíz de su quehacer periodístico, la realidad es que existe una diferencia entre los niveles de violencia y se da por la condición de género, es decir que entre hombres y mujeres periodistas existen variables de violencia, en contra de las periodistas la dinámica es distinta y se da principalmente en los medios de redacción.

En 2019, a raíz del movimiento #MeToo las periodistas se sumaron a las denuncias con 151 testimonios publicaos a través del hashtag  #MeTooPeriodistasMexicanos por vía Twitter  quienes demandaban mejores condiciones laborales en los medios así como agresiones por parte de sus compañeros de trabajo y otros integrantes del gremio periodístico. 

Ante ello, reporteras, editoras, fotógrafas, diseñadoras, infografistas e ilustradoras se unieron para integrar la Colectiva Periodistas Unidas Mexicanas (Periodistas PUM). PUM es una colectiva de mujeres periodistas y otras profesionales que se desempeñan en medios de comunicación, nacida en 2018 para visibilizar la violencia de género en el gremio y reivindicar nuestros derechos. Sus integrantes dan acompañamiento a las víctimas en la primera parte de la denuncia pública aunque no cuentan con la capacidad de realizar indagatorias sobre los delitos señalados o definir las instancias donde se llevará el caso.


Imagen Twitter Periodistas Unidas Mexicanas

De acuerdo a su sondeo Acoso Data, publicado el 7 de marzo de 2019, 73 % de las mujeres que laboran en algún medio de comunicación periodístico en el país han sido víctimas de alguna situación de acoso, hostigamiento o agresión de carácter sexual en el trabajo, incluso si no lo saben reconocer. 

Las defensoras y mujeres periodistas son constantemente agraviadas en el ejercicio de su trabajo, según datos recuperados por Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) en su reporte trimestral. Del 1 de junio al 31 de julio de 2022 se han registrado 22 agresiones contra mujeres periodistas.  

Las periodistas han vivido diferentes experiencias en torno a la violencia dentro de sus medios, por ello, para este reportaje recopilamos los testimonios de dos compañeras, uno de forma anónima quien por primera vez contó lo sucedido y otro mostrando su nombre ya que el acto cuenta con una denuncia.

Testimonia anónima 1:

“Fue en 2009 . Yo estudiaba en la Carlos Setién García en la Ciudad de México y recuerdo que estaba haciendo mis prácticas en Milenio. Estuve ahí varios meses casi el año y recuerdo que me habían dicho que me iban a promover como  reportera. Entonces, yo estaba bien emocionada porque iba a dar ese salto, me sentía contenta, por el hecho de que me ofrecieran esa oportunidad. Primero estaba en redacción como asistente y después me fui yendo hacia la sección de tendencias y empecé a hacer mis primeras notas de la mano con un editor que estaba en ese entonces que se llama Leopoldo “N”. 

Organizaron una reunión de fin de año y fue en una cantina. Recuerdo que estaba cerca del Monumento de la Revolución y fuimos todas y todos los reporteros, también todos los jefes y Leopoldo con quien trabajaba y por eso me senté al lado de él y otros compañeros. Quería quedar bien con ellos, por el tema de que pensaba que sí me iba a convertir en reportera de ese medio, por eso empecé a socializar y nos invitaron varias rondas de cerveza y tequila, por educación ninguna la quise rechazar entonces llegó un momento en que me sentí muy mal.

De repente se me borró el cassette,  para eso ya llevábamos unas varias horas y no me había ido porque me habían dicho que en esa reunión me iban a decir si me promovía. Pero ese momento nunca llegó, sólo fue pura fiesta. Recuerdo que ya me sentía muy mal y que le dije a Leopoldo “ya me quiero ir, ya me voy a ir”, y se ofreció a dejarme en algún metro. Me quedé dormida, imagino que en el coche y cuando desperté estaba en un cuarto de hotel y lo tenía encima de mí. Cuando reaccioné lo empecé a golpear y en eso me di cuenta de que también tenían pantalones abajo y yo andaba en mis días. Del susto se me bajó la borrachera. Como lo estaba manoteando me agarró de los brazos, y me gritaba “¿qué te pasa?”. Agarré mis cosas y así como pude me salí del cuarto, y ni siquiera sabía dónde estaba. Sentí mucho miedo y coraje. Me sentía completamente vulnerable perdida.

Y recuerdo que esa vez fue la última vez que bueno la siguiente semana todavía fui al periódico. Hablé con los jefes para decirles que ya me iba, no, que ya no podía seguir y todavía recuerdo que la siguiente semana lo vi y me pidió una disculpa y como que quiso hablar conmigo, pero yo no quise entablar nada de comunicación con él. Nada a dejar una carta que tenía que entregar para la escuela también por mis prácticas.

Me fui de ahí incluso dejé mi carrera también de lado, me dediqué a otras cosas y no quise saber nada de redacciones por un buen rato de periodismo ni de escribir de nada.”

Testimonia Mariana 2:

En pandemia desde el día 1 hasta el que se me informó mi despido (Reforma), estuve en espera de que en cualquier momento se rescindió la relación laboral y es que las señales eran obvias .El primer trabajo que se me asignó cuando inició la pandemia fue trabajar las versiones impresas de dos materiales de investigación aplicada que yo comunique el armado editorial necesitaba un trabajo especializado y que tendría un costo de 13 mil pesos, rango

muy por debajo del mercado que oscila entre 25 mil y 30 mil pesos. Aunque la cotización que ofrecí fue mucho menor, los materiales se comisionaron a un proveedor externo por razones que desconozco. Mientras a mí se me asignó recortar las caras de políticos y empresarios; eso hice sin objetar a pesar de que es un trabajo que cualquier becario puede realizar (Este material nunca se utilizó).

Las actividades que se me asignaron eran las de una becaria, trabajo que una diseñadora con 16 años de experiencia en diversos medios de comunicación consideraba por debajo de mis capacidades profesionales, sin embargo, la pandemia me forzó a realizarlas sin objetar. No podía arriesgarme a perder mi trabajo. No recibí por parte de mi jefe Darío Ramírez, ni del nuevo coordinador, Omar Torres materiales editoriales, específicamente del área de periodismo de investigación. Tampoco se me hacían correcciones, hecho que me hizo entender que mi trabajo estaba depreciado.

De los cero recursos que no me asignaron entregué el trabajo el 27 de junio y tuve un mes y 20 días para realizarlo. A pesar de que 40 días antes entregué el trabajo, mi entonces jefe Darío Ramírez sin haber revisado el trabajo, envió un correo donde cuestionaba la puntualidad e integridad de mis labores.

Al respecto envíe a mi entonces jefe Darío Ramírez, a quien le comunique las faltas de respeto y agresiones personales de Lucía Vergara. Los malos tratos estuvieron presentes y consensuados por Darío Ramírez quien permitió que otros compañeros me violentaron enviando mensajes a las 11:50 de la noche.

Cansada del acoso laboral y el terrorismo psicológico que viví, envíe el 13 de septiembre de 2019 un correo donde a pesar de que denigraron mi trabajo me ofrecí a trabajar en equipo. Nunca obtuve respuesta y continué siendo excluida.

Mi caso ejemplifica este sistema, por ejemplo: Yo diseñadora gráfica con más de 15 años de experiencia y habiendo trabajado en 4 medios de comunicación de circulación nacional, percibía un sueldo mucho menor que el de mi compañero par en estas actividades. Hoy si a él lo hubieran despedido, tendría una liquidación justa, que le permitiría sortear el momento que vivimos.

Leyes contra el hostigamiento y acoso sexual en el Perú

Muchas de las acciones que han tomado desde los medios e incluso desde el Estado ante la violencia que existe hacia las periodistas han sido de forma paulatina. A principios del año pasado recién comenzaron con iniciativas desde el Senado para sancionar la violencia contra las periodistas en los medios.

El Senado de la República pretende realizar reformas a 5 leyes federales con la finalidad de ponerle fin al acoso laboral y a la violencia en contra de las mujeres, incluyendo a la administración federal. Las multas oscilan entre los 24,055 a los 481,100 pesos mexicanos para los empleadores y patrones que promuevan, cometan, toleren o fallen en atender la violencia laboral.

El proyecto presentado por el Senado plantea reforma a las siguientes legislaciones federales: Ley Federal del Trabajo (LFT); Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado; Ley Orgánica Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral; Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Código Penal Federal.

El Convenio 190 elimina la violencia y el acoso laboral y sexual, ya que se considera una violación y un abuso a los derechos humanos y una amenaza para la igualdad de oportunidades.

La presidenta de la Comisión para la Igualdad de Género, Malú Micher, resaltó que es importante la ratificación de ese Convenio 190, ya que 22.6 por ciento de las mujeres trabajadoras han sufrido acoso laboral y de ese porcentaje, el 19 por ciento es por acoso sexual.

Dentro de las legislaciones antes mencionadas, se contemplan las definiciones del acoso sexual y hostigamiento, mismas que se entienden como «la serie de acciones, omisiones, comportamientos, prácticas o amenazas de estas, que tengan por objeto intimidar, excluir, opacar, aplanar, amedrentar o consumir emocional o intelectualmente a la persona trabajadora, causando un daño físico, psicológico, económico, patrimonial y laboral-profesional”.

Como antecedentes, en febrero de 2020 entró en vigor el primer Protocolo para la Prevención, Atención y Sanción del Hostigamiento Sexual y Acoso Sexual de la Secretaría de la Función Pública, en ese entonces a cargo de Irma Eréndira Saldoval. Un mes después, la dependencia reformó su Código de Ética para hacer explícito que el acoso y hostigamiento sexuales son “inaceptables” en el servicio público, pero no incluyó una descripción ni dio más detalles sobre estos actos que van en contra de los derechos humanos.

Imagen Twitter Periodistas Unidas Mexicanas