Por Ayllin Siñas
En este extracto de la canción Dear Mama, el cantante Tupac Shakur manifestó un cambio en la relación que tenía con su madre Afeni Shakur. Una relación que él consideró como problemática por mucho tiempo, pasó a ser incondicional e irreemplazable. Esto fue gracias a un momento por el que todos los hijos e hijas pasamos: comprender la humanidad de nuestros padres.
Desde pequeños, pensamos que nuestros padres deben ser perfectos, pero en realidad son sujetos que también pudieron vivir circunstancias fuertes que forjaron su carácter, que fallan, que son vulnerables, que son rebeldes.
Afeni Shakur, cuyo nombre de nacimiento era Alice Faye Williams, nació en enero de 1947 en Lumberton, Carolina del Norte. Su madre, Rosa Belle, se dedicaba al cuidado del hogar; mientras que su padre, Walter Williams Jr., trabajaba como chofer de tráiler. La familia decidió mudarse a Norfolk tiempo después. Afeni contó en una entrevista a Jasmine Guy que detestaba a su padre, ya que maltrató a su madre por años. La violencia física y psicológica era pan de cada día.
“Él esperaba que nosotras —Afeni y Glo, su hermana— vayamos a la escuela para pelear con mamá y la golpeaba”, narra Afeni. Cuando su mamá se hartó de la situación, llamó a su hermano Bob, quien sacó a Rosa y sus hijas de aquel hogar para retornar a Lumberton. A los 11 años, su madre decidió mudarse al Bronx, Nueva York. Vivían en un apartamento de un cuarto y consiguió trabajo en una fábrica de lámparas.
“Para noveno grado, yo era muy mala. Le daba un infierno a mi madre. Pensé que peleando iba a compensar las deficiencias. Antes de aprender a pelear, los niños me molestaban. Era nueva en el barrio, de piel oscura, cabello corto y no tenía senos aún. Los hombres me hicieron sentir fea y débil. Pero yo tenía mente, una lengua feroz y sabía pelear, pensaba que podía luchar a través de mi miedo”, comenta Afeni.
Afeni estudió en la High School of Performing Arts, actualmente llamada LaGuardia High School of Performing Arts. Sin embargo, faltaba con regularidad por su incomodidad y la diferencia de clases que veía, ya que muchos de sus compañeros eran ricos. “Yo estaba demasiado avergonzada para practicar en esa escuela, estaba muy avergonzada de mí, no pensaba que pertenecía allí y no sabía cómo llegué allí” reconoce.
Años más tarde, ocurrió algo que marcó su vida. Era un sábado en Harlem y Bobby Seale, cofundador del partido de las Panteras Negras, estaba en la ciudad. Seale decía que estaban abriendo oficinas en Nueva York y venían para cambiar nuestra comunidad.
“Había miles de tipos de personas —madres, profesores, niños, gángsters— todos nosotros en una esquina escuchando a Bobby. Dijo los diez puntos del programa del partido, […] el modo en el que dijo esos diez puntos me hicieron querer eso más que nada. Ahí estaba yo, envuelta en mi africanidad. Por primera vez, amándome a mí misma, había allí algo que podría hacer con mi vida. Algo que podría hacer con toda la agresión y el miedo”
Ella se unió a los programas de desayuno para alimentar a los niños y la habilitación de clínicas gratuitas. Programas así hubieran ayudado a su mamá y habrían salvado su dignidad.
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Lumumba Shakur fue su compañero y líder de la oficina de Harlem. Ella se enamoró de él y de su modo de ver la vida. El padre de Lumumba era musulmán y seguidor de Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal de Desarrollo Negro o UNIA por sus siglas en inglés, organización influyente en el partido de las Panteras Negras. En septiembre de 1968, Afeni se casó con Lumumba y cambió su nombre de nacimiento por el de Afeni Shakur.
“Lumumba y yo teníamos mucho en común. Ambos éramos guerreros. Ambos teníamos buenas mentes y salimos de las calles, el matrimonio fue bueno porque yo y mi esposo luchábamos juntos. Éramos panteras, eso era lo que amaba y respetaba sobre Lumumba”, menciona la militante.
Jamal Joseph, integrante más joven del partido en aquel entonces, recuerda a Afeni como una inspiración, una mentora y una gran compañera pantera. Él recuerda su actitud desafiante y aquellos discursos en los que recordaba a los jóvenes que su lucha se trataba de un sacrificio de amor por el pueblo.
Llegó a ocupar el cargo de líder junto con Dharuba y Cetewayo, de la oficina de Harlem. Pero a pesar de todo, ese era un espacio machista y Afeni lo sabía. Ella siempre trataba de buscar más derechos para las mujeres en el partido, pero Lumumba le recordaba que ellas no estaban calificadas. Afeni tenía críticas y quejas, pero no siempre era escuchada. Ese fue uno de los factores para el desgaste de la relación.
“Yo sabía que Yehwah Sudan era un maldito policía infiltrado desde el inicio y Lumumba no me escuchaba”, comenta. Yehwah, cuyo nombre real fue Ralph White, fue un policía que se inmiscuyó en el partido para descubrir los mecanismos y objetivos del partido, que según el FBI era una organización comunista enemiga del Gobierno de los Estados Unidos.
La historia hubiera sido distinta si Lumumba no hubiese ignorado a Afeni, pero no fue así. El 2 de abril de 1969, cientos de agentes del FBI y la Policía de Nueva York irrumpieron en las casas de decenas de militantes del partido, entre ellos la casa de Afeni y Lumumba. 21 miembros de las Panteras Negras fueron detenidos y acusados por conspiración de ataque a policías y presunta planificación de incendio y bombardeo de cinco shoppings, uno de ellos Abercrombie and Fitch, escuelas y los jardines botánicos de Brooklyn.
Los 21 militantes fueron detenidos por dichas conspiraciones. Lumumba insistió en tener relaciones con ella en prisión, pero Afeni nunca accedió. Le dieron una fianza de 100,000 dólares y le asignaron una abogada que parecía poco frontal: “Tenía una voz demasiado chillona, ella no podía representarme, no con esa voz, no se iba a escuchar ni la palabra objeción”. Fue así que optó por hacer algo sorprendente: se defendería a sí misma.
En la Casa de Detención de Mujeres, Afeni conoció a chicas de afuera, mujeres que pertenecieron al movimiento obrero entre 1950 y 1960. Ella les pidió que ayudaran a mujeres que necesitaban 50 dólares para salir. Estas mujeres, al ver el gran gesto, también hicieron un fondo para Afeni. Fue cuando estuvo libre que se embarazó de Billy Garland, otro miembro de las Panteras Negras. Cuando Lumumba se entera de ello, la tildó de cualquiera y le pidió el divorcio.
“Todo el tiempo que estoy fuera, trabajo en mi caso. Leo, estudio y construyo mi mente. La declaración final de Fidel Castro en su juicio: «La historia me absolverá», me dieron el tono de mi defensa” narra Afeni. El 3 de febrero de 1971, cuando Afeni se presenta a la corte para iniciar el juicio, se da con la sorpresa de que sus coacusados —Jamal,
Dharuba y Cetewayo— habían desaparecido. Es por ello que vuelve a la Casa de Detención embarazada.
El 13 de mayo de 1971 se da el último juicio. Ella se defiende con su vida: “Estaba condenada a prisión por 312 años. Eso era lo que estaba enfrentando”. Fueron 21 los detenidos, pero solo estuvieron 13 en el juicio, porque desestimaron los cargos de ocho de ellos. En la corte, tuvo la oportunidad de encarar a Ralph White: “¿Por qué nos estás haciendo esto, Yehwah?”. Ella le preguntó si en algún momento la vio hacer una mala acción, Ralph respondió que no recordaba.
Murray Kempton, periodista reconocido que siguió el caso de las 21 Panteras, informó que antes de finalizar el juicio, Afeni le dijo al juez: “Haga lo que tenga que hacer, todo lo que pedimos de usted es que nos juzgue correctamente. Por favor, juzguemos acorde a la manera en la que usted quisiera ser juzgado”.
En la tarde, a los presentes se les informó que ya había un veredicto. Luego de 35 minutos, el presidente del jurado, Ingram Fox, dictó: inocente.
Afeni lloró de emoción. Derrotó al Estado luego de pasar un embarazo en prisión bajo condiciones inhumanas. Luego de separarse de su pareja. Sin ayuda de un abogado o un asesor legal. La noticia apareció en múltiples medios y fue símbolo de orgullo para la comunidad afroamericana en los Estados Unidos.
Un mes después, el 16 de junio de 1971, nace Tupac Amaru Shakur, cuyo nombre de nacimiento fue Lesane Parish Crooks. El nombre de su hijo vino de Tupac Amaru II, líder indígena y revolucionario que luchó por la reivindicación de los descendientes de los incas durante la época de la colonia. Afeni señaló en su momento que “quería que supiera que formaba parte de una cultura mundial y no solo de un barrio”. También añadió que “quería que llevara el nombre de los revolucionarios, de los pueblos indígenas del mundo”.
Luego de dar a luz, se casó con Mutulu Shakur, hermano adoptivo de Lumumba, y en 1975 tuvo una hija con él: Sekyiwa Shakur. Consiguió un empleo en servicios legales y ayudó a mujeres y niños. El proceso de reinserción social marcó su vida. Se encontraba bien hasta que Mutulu vuelve a prisión, luego perdió su trabajo en 1984. Todo parecía desmoronarse.
Ese mismo año, decide mudarse a Baltimore. Vivieron allí cuatro años, pero para Sekyiwa solo los dos primeros fueron buenos. Vivían gracias a la asistencia social, pero eran alegres. Luego, Afeni tuvo una relación con un hombre violento que era adicto a la heroína. Ella envió a sus hijos a Marin City a vivir a la casa de una amiga llamada Asante para que no vean el abuso.
Dos años después, Asante llamó a Afeni y le dijo que tenía que sacar a sus hijos de allí porque iba a entrar en rehabilitación. Tupac decide independizarse y ella se muda a un apartamento con Sekyiwa. Tuvo una relación con un hombre en prisión y queda embarazada, pero al descubrir que el hombre tenía esposa y la utilizaba, decide abortar. ¿Cómo? Consumiendo crack. “Yo acepto la responsabilidad de lo que hice, fue malo. Y ese bebé murió. Y yo quedé adicta al crack”, menciona Afeni.
Sekyiwa recuerda que un día se torció el tobillo y llamó a su madre para que la cuidase. Pasaron una buena tarde, pero al finalizar el día, Afeni le habló sobre una casa hogar para niños. Sekyiwa le dijo que ella era la adicta y que ella debería irse. Y así fue, abandonó a su hija. “Dejé a Seyiwa en un momento crítico de su vida en el que ella se estaba convirtiendo en mujer. Todos tenemos issues respecto al abandono. Mi papá me dejó, sus padres me los dejaron… y yo los dejé”.
Su hija se mudó con la tía Glo y Tupac estaba enfocado en su vida. Parecía que todos estaban recuperando su bienestar, menos ella. En la víspera de Navidad de 1990, Afeni fue a la casa de Glo y pasó las fiestas allí. Se quedó cinco meses más. Durante mayo de 1991, la esposa de Ali Bay, exmiembro de las Panteras Negras, fue a visitarla y la convence de ir al vigésimo aniversario del juicio histórico de las panteras.
Van a la casa de Ali y allí conoce a Tonya, su hija. Ella le pidió que la acompañara a un lugar y, sin querer, terminó visitando una comunidad de alcohólicos anónimos. Las historias de personas que salieron del mundo de la adicción la motivaron y siguió yendo a las sesiones, anotando cada palabra o frase que la ayudaran.
“Sekyiwa fue muy alentadora. Tupac también. Ambos lo fueron. Luego de estar allí por noventa días, Tupac me escribió una carta y me dijo cómo se sentía y que no podía estar demasiado emocionado, porque no sabía si lo que estaba pasando era real o no. Pero que esperaba que lo fuera”, dijo Afeni.
Tupac falleció el 13 de septiembre de 1996 en un tiroteo en Las Vegas. Afeni asegura que pensó que podría volver a recaer en el consumo de drogas, pero prometió no hacerlo más, se lo prometió a su hijo. «Él tuvo cinco años y medio de su madre sana. Más sana que antes cuando consumía, y tuvimos una relación más saludable también”.
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Desde el fallecimiento de su hijo, ella se ocupó de sus bienes. Fundó la Amaru Entertainment y la Fundación Tupac Amaru Shakur, organización que ofrece herramientas para el desarrollo artístico de jóvenes. También solía dar charlas y conferencias a nivel mundial hasta que falleció el 6 de mayo del 2016 a causa de un paro cardiaco.
En un acto de conmemoración de su fallecimiento, el 18 de junio del 2016, Dhoruba Bin Wahad, quien compartió liderazgo con ella en el Harlem durante los 60, dijo: “Afeni fue amada por mucha gente, ella inspiró a mucha gente. Nosotros solíamos decir: «Sé como Afeni» cuando éramos jóvenes. Ella cambió un poco y tuvo sus caídas como todos nosotros. Yo siempre incentivaré a las mujeres jóvenes a ser como Afeni. No busques lo peor, porque puedes encontrar ello en cualquiera de nosotros, busca lo mejor. Y si tú buscas lo mejor, en Afeni encontrarás brillo, amor y coraje”.