Por Karen Díaz

La Directora del Museo de Túcume, Bernarda Delgado. Foto: Karen Díaz

En su viaje hacia Trujillo para inscribirse en la Universidad Nacional, Bernarda Delgado no tenía en mente estudiar arqueología. Sin embargo, circunstancias de la vida familiar, sumadas a su admiración por las culturas antiguas la acompañaron en su decisión vocacional. Con el tiempo, estos factores, la convertirían en la Directora del Museo de Túcume, reconocido internacionalmente por su enfoque comunitario y ecológico.

Hija del poeta y compositor del himno de Chiclayo, Alfredo José Delgado Bravo y de una amorosa madre y administradora del hogar. Bernarda Delgado nació en Monsefú, entonces un pueblo pequeño como una gran familia. Tuvo una infancia feliz y ligada al arte. Cuando llegó el momento de estudiar en la universidad, viajó a Trujillo a iniciar una vida universitaria compartida con sus hermanas, amigas y primas, en un ambiente tan alegre como exigente.

En ese entonces, elegir estudiar arqueología era abismal. Tras superar la primera huelga de la universidad, que duró casi dos años, se vio muchas veces en duda de continuar con su formación debido a los comentarios generales. Muchos le decían: “Qué carrera es esa, te vas a morir de hambre”. Así mismo, la metodología de dictado era más teórica que práctica en ese entonces. 

Sin embargo, gracias a la inspiración y confianza de sus padres decidió permanecer en el reto de la arqueología y buscar prácticas en campo desde el segundo año de su carrera. Así hizo prácticas en lugares como Chan Chan, Kuelap, Tacaynamo, Huaca de la Luna y en la sierra de Huamachuco. Su madre no entendía bien cómo la niña tímida que se fue de casa, ahora estaba encantada con el trabajo de campo, pero la apoyaba. Con esa experiencia ganada, fue en Kuelap donde la Srta Bernarda trabajó por primera vez con Alfredo Narváez, en ese entonces investigador en la fortaleza, quien la invitaría a sumarse a las investigaciones que iniciaban apenas en el proyecto Túcume.

Una joven arqueóloga en el proyecto Túcume

Lo que hoy en día es uno de los Ecomuseos más reconocidos de América Latina, en ese entonces era aún un lugar apenas en exploración y promovido por el entusiasmo de Thor Heyerdahl. Sí, el internacionalmente reconocido explorador noruego que en 1947, cruzó el Océano Pacífico en la balsa de madera Kon-Tiki. En ese entonces (1988 a 1992) dirigía las excavaciones en el complejo “La Raya”. El proyecto arqueológico de Túcume dirigido por Heyerdahl, Narváez, Arne Skjølsvold y Daniel Sandweiss era entonces una permanente exploración.

Foto: Southamericaplanet

Bernarda Delgado tenía mucho interés por investigar textilería y cerámica a lo largo de su carrera, así que antes de ir a trabajar al sur del país, aceptó la invitación de Alfredo Narváez para venir a Túcume y organizar las piezas de cerámica parte de los nuevos descubrimientos. Lo que sería un proyecto de tres meses, se convirtió al presente en 29 años trabajando en la investigación y gestión de este museo que, bajo la dirección de la mirada de antropólogo-arqueólogo de Narváez, tenía un carácter dinámico y participativo. También, promovía la integración e intercambio de aprendizajes. 

Como la arqueóloga recuerda, el contexto de la época no era para nada sencillo. Había superinflación, una epidemia de cólera, el conflicto armado interno y la falta de servicios básicos y recursos. Todas estas carencias fueron suplidas gracias a las personas, especialmente de la comunidad de Túcume, de las que conservan amistad hasta el día de hoy.

La primera experiencia de la arqueóloga Bernarda en Túcume fue la excavación del Templo de la Piedra Sagrada. Tras quince días bajo el sol, comenzaron a encontrar entierros y ofrendas humanas, que había que inventariar, dibujar a mano y analizar. Todas estas piezas son actualmente parte de la exposición del museo. Durante los primeros años, la Srta Bernarda fue la única mujer del proyecto, trabajando en sectores como Huaca 1 y Huaca Las Balsas. De la mano con arqueólogos y el personal de la zona, principalmente varones contratados para ser parte de la excavación.

Foto: Arqueología del Perú

La arqueóloga recuerda estos primeros años en Túcume como un aprendizaje constante e integral que unía la arqueología y la antropología. Tenían a la comunidad involucrada en el proceso. Tanto en la obra como en la sensibilización y diálogo sobre lo que se estaba descubriendo allí.Por ejemplo, en una oportunidad encontraron piezas funerarias con instrumentos que parecían ser de tejido. Compararon con referencias de otras excavaciones y culturas, pero no encontraban el nombre ni los usos de cada herramienta. 

Así, guiados por el espíritu comunitario y antropológico que para ese entonces ya tenía el proyecto, iniciaron un diálogo con las mujeres de la zona, hábiles en el tejido, quienes se sorprendieron al notar que las herramientas que aparecían en las excavaciones eran iguales a las que ellas usaban en el presente en el telar de cintura.

La gestión del Museo de Túcume y su enfoque ambiental – comunitario

El proyecto de exploración financiado culminaba pronto, pero no era suficiente. El Museo Túcume se planteó crear para dar continuidad y visibilización a la investigación. Alfredo Narváez Vargas logró gestionar ante el entonces Fondo de Promoción Turística (FOPTUR), la construcción de un museo de sitio para exponer los vestigios arqueológicos procedentes del proyecto arqueológico. 

El 20 de agosto de 1992, se inauguró el museo de sitio. Los arqueólogos trabajaron ad honorem en el museo los primeros 8 años, para lograr fortalecer la labor cultural. Este vínculo con las personas de la zona, que estuvieron involucradas desde el principio, delineó el cariz de Museo Comunitario que sostienen hasta ahora. El joven Museo de Túcume, dirigido hasta 1997 por Alfredo Narváez, comenzó a hacer vínculos con la Unidad Ejecutora y Promperú en nuevos proyectos, para pasar de ser considerados “Proyecto arqueológico” a “Museo comunitario”

Foto: Gobierno del Perú

Desde el principio la visión de este museo fue clara: trabajar vínculos con la comunidad, profundizar en la investigación y así, en palabras de la Srta Bernarda “hacer del pueblo un mejor espacio para vivir a partir del uso del patrimonio”.

Bernarda Delgado, Directora del Museo de Túcume

Desde el año 1997 la arqueóloga Bernarda Delgado quedó a cargo de la dirección del Museo de Túcume, en el delicado trabajo de gestionar proyectos para el museo, impulsar la investigación arqueológico-científica y fortalecer el vínculo con la comunidad. La arqueóloga recuerda que para ese entonces no se contaba con las facilidades actuales respecto a la comunicación y acceso a la información. Por ejemplo, para poder dialogar con otros investigadores hacía uso de la red científica peruana, en cabinas de internet de Chiclayo; o también el recuerdo del Fenómeno del Niño, la peor tormenta del norte, y la lucha para afrontarlo desde el museo.

Pero no todo era dificultad. El ahora antiguo edificio del museo ganó en ese entonces dos premios internacionales de los Colegios de Arqueólogos del Perú y Quito. En 1998 lograron un vínculo con la Unión Europea, que se acrisola en un programa de vinculación con artesanos como tejedoras, cesteras y joyeros, promoviendo la asociatividad, el fortalecimiento de capacidades y el marketing. Su fin es lograr que, mediante el desarrollo económico local, la tradición artesanal antigua se conserve en la comunidad.

Foto: Karen Díaz

La arqueóloga resalta la diferencia entre el Túcume de los años 80’ y el de hoy. En ese entonces el área arqueológica y los cerros y huacas cercanas fueron usados como cantera para material de construcción y arrasada por el gobierno. Esto, ya que aspiraban a construir los caminos del pueblo y obtener materiales. Lo que consiguieron, fue convertir a la zona en un gran basurero. 

Ella señala que el proyecto arqueológico de investigación muestra las potencialidades de las “ruinas” como plataforma para gestar el desarrollo del pueblo. Al presente, en este vínculo museo-turismo-comunidad, las personas han interiorizado la importancia de este espacio: Ya no hay huaqueros ni depredación y sí personas unidas a su identidad en Túcume, fortaleciendo así el desarrollo y la calidad de vida de las personas.

Construir el vínculo entre el Complejo Arqueológico y la Comunidad

La arqueóloga señala con mucha ternura que las personas del pueblo, especialmente niños y jóvenes, digan “mi museo” al hablar del Museo Túcume. Para ellos no se trata de una exposición o colección de objetos viejos. Para ellos es trabajo en equipo, perros peruanos, talleres de artesanía, encuentro, comunidad. Este enfoque de nueva museología social gestado por Alfredo Narváez y Bernarda Delgado, expuesto en logros internacionales y con evidentes resultados en el cambio tanto actitudinal como aptitudinal hacia el Sitio Arqueológico se ve reflejado -en tiempos de coronavirus- en el amor y nostalgia de los niños que extrañan su museo.

En la actualidad el Museo de Túcume cumple 29 años este 20 de agosto y es conocido a nivel internacional por la calidad de los descubrimientos de su complejo arqueológico. Por ejemplo, expone la arqueología de culturas como las  excavaciones en Túcume entre 1989 y 1994, que reúnen a las culturas lambayeque, chimú e inca.

Es igual de resaltante el vínculo del museo con Túcume, ya que promovieron la creación de una articulación de sociedad civil, que reúne a 35 asociaciones bajo el título de EcoMuseo -que nació en el 2014- y el objetivo de desarrollar acciones comunitarias para la gestión sostenible de su patrimonio cultural y medio ambiente. Esto, mediante la educación para la ciudadanía, la equidad de género y la lucha contra la pobreza. 

Foto: El Comercio

Así, más allá de la muestra arqueológica el museo desarrolla y expone actividades educativas como arqueología para niños, talleres con artesanos locales, gastronomía local, entre otros. También realiza actividades ambientales. Como por ejemplo, el Bosque TINI de niños y niñas, el programa educativo para las infancias, el vivero, la planta de reciclaje, el área de cultivo y el bicitour. Múltiples actividades dirigidas a la comunidad y a turistas, que hacen del museo un referente internacional.

El esfuerzo del museo por equilibrar gestión e investigación les permitió postular a oportunidades, como por ejemplo el logro del Fondo Contravalor Perú – Francia que les permitió invertir en proyectos sociales. El ganar este fondo permitió fortalecer el trabajo comunitario y la investigación, en la zona de Huaca Las Balsas. Este esfuerzo, se vió reflejado en el libro sobre Murales en Las Balsas, del cual ella y Alfredo Narvaez son coautores.

Investigadora, gestora cultural y promotora del patrimonio

La srta Bernarda, como todo el mundo la nombra en Túcume, no se encarga sólo de dirigir el museo. Es investigadora, ama la artesanía, estudia los descubrimientos y los analiza para interpretar este patrimonio. Ella resalta el enfoque interdisciplinario para construir conocimiento en el campo, sin un referente previo de investigación en la zona. La gestión cultural vino en el camino posterior a la investigación y le correspondió profundizar en ella desde la Dirección del museo. 

Trabajar en Túcume todos estos años abrió su mirada de arqueóloga, al aprender que arqueología no es sólo excavar, investigar y descubrir. Es aún más relevante, humana y útil cuando se conecta intencionalmente con su territorio. El trabajo de la Srta Bernarda no es el activismo cultural, si no la gestión de programas educativos y culturales cristalizados en un plan de manejo para la institución. Es por ello que se capacitó intensamente en sostenibilidad, educación en museos y gestión cultural. 

Bernarda resalta que la gestión cultural no es posible si no hay amor de por medio. Tampoco, si no hay entrega al 100%. Gestar cultura y patrimonio es convencimiento y amor, por convicción hecha compromiso. Es por ello que la directora está orgullosa del equipo tras el museo de Túcume. Ya que actúan convencidos del trabajo y la comunidad, reflejados en el enfoque de museología social: museos y comunidad. 

Foto: La Industria de Chiclayo

La visión para el futuro del Museo Túcume es “ser el museo consolidado en los aspectos de investigación y conservación científica, puesta en valor para el uso social sobre la base de la sostenibilidad”. 

Aquí, la Srta. Bernarda se emociona y amplía la idea: “La sostenibilidad es tanto social, cultural, económica y ambiental. Para nosotros y para la comunidad, el museo es eje para el desarrollo comunitario. Apoyado en la cultura, el turismo sostenible y la educación como herramienta para el desarrollo”. Añade también: “Partir desde la sostenibilidad como eje implica desarrollar alianzas intersectoriales e interinstitucionales. Esto, para que la comunidad sea su principal soporte. Así, ser el mejor museo del mundo, con un trabajo participativo y horizontal para el desarrollo comunitario. Y, que parte de la base comunitaria. El Museo de Túcume tiene reconocimiento internacional no por la colección arqueológica que tienen, si no por el trabajo colectivo”.

Estos vínculos se refuerzan en contexto de pandemia COVID-19. Por ejemplo, el museo está realizando visitas a los niños de sus escuelas, con el vivero, para poder acompañarlos. En palabras de la directora: “Lo más importante ahora para ellos en la gestión cultural en el contexto pandemia es el intercambio de afectos y sentimientos, así como el respeto mutuo en las diferencias”. Es solidaridad, dice ella. No cree que haya un museo en este momento de pandemia que no piense en ser solidario y respetuoso. Tampoco, que no priorice los afectos y las necesidades colectivas. “Esta humanidad es la razón de ser de los museos, ¿si no lo hacen desde ahí, entonces para qué existen?”.

Ejemplo de gestión cultural 

Bernarda Delgado es actualmente corresponsal del CECAComité de Educación y Acción Cultural del ICOM (Consejo Internacional de Museos). Asimismo, participa representando al Perú en la Mesa Técnica de Sostenibilidad de IberMuseos. En el 2018, recibió el reconocimiento a Persona Meritoria de la Cultura por el MINCUL. Este mismo es dirigido a personas que trabajan en artes, culturas y defensa del patrimonio. 

La postulación, nos cuenta, fue gestionada en secreto por su secretaria por lo que recibirla fue una emoción y sorpresa para ella. Ello significó una fiesta familiar, debido a que su carrera le ha impedido estar cerca de su familia. Es por eso que, celebrar con ellos fue un maravilloso regalo. 

En este 2021, ha recibido el reconocimiento Bicentenario de Lambayeque, por su compromiso con la sociedad de la región. La directora Delgado es una persona generosa y reconoce la relevancia de con quienes trabajó. Para extender esa gratitud de la calidad humana y profesional que la rodea, ella recomienda a las mujeres jóvenes interesadas en arqueología, patrimonio y gestión cultural: “Existe ahora tal facilidad para el aprendizaje, que sería abominable no aprovecharlo”, enfatizando la disciplina, el respeto, la atención y puntualidad. 

Así mismo, reconociendo la experiencia de los mayores y las oportunidades del presente. “No hay buenos profesionales que sean malas personas”, enfatiza ella. “Hay que ser responsable y metódico. Y por sobre todo, aprovechar al máximo las oportunidades que se tengan de hacer prácticas fuera, para la profesionalización personal”.