Por Noelia Carrazana y Claudia Castro

Claudia Vásquez Haro es activista, militante travesti-trans y migrante que vive en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina hace 22 años. Además es Licenciada y Doctora en Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, siendo este último logró el primero al que accede una mujer trans.

Claudia, llegó de Trujillo, Perú a Argentina en el año 2000, motivada por su hermana mayor Laly, quien ya vivía en la ciudad desde los ‘90 como resultado de las políticas neoliberales y las privatizaciones de Alberto Fujimori. Ellas forman parte de ese crisol de migrantes que llegaron durante los 80 y 90 expulsados de sus países para buscar un futuro mejor en esta tierra gaucha.

Para Claudia, la llegada al país estaba plagada de esperanzas. Poder vivir en libertad su identidad de género era su anhelo más grande. “Acá la sociedad es un poco más abierta en términos de sexualidades” le habría dicho su hermana para incentivarla. 

“Cuando llegué, la verdad que en términos de Educación, por supuesto indiscutible, la educación pública y gratuita. El problema era que todavía las personas travestis y trans, acá en Argentina éramos perseguidas por los códigos de falta, los edictos policiales”.

Para Claudia, los primeros pasos como tal, han sido de una lucha constante, ya que era perseguida y criminalizada: “Toda nuestra vida era subterránea, era siempre desde los márgenes, desde la clandestinidad. Como si hubiéramos cometido un delito, pero en mi caso por ser migrante”.

¿Cómo fue tu llegada a La Plata?

Llegué en el 2000 motivada por mi hermana mayor Laly. Me dijo, Clau, vos tenés que venir acá a Argentina, porque la educación es pública, es gratuita, es de calidad. Acá vas a poder vos, no solo proyectar una vida en igualdad de condiciones por tu formación, sino también acá la sociedad es un poco más abierta en términos de sexualidades.

El problema era que todavía las personas travestis y trans, éramos perseguidas. La identidad travesti estaba criminalizada, en mi caso, por ser migrante había como un doble marcaje, porque existía también la ley Videla, el decreto Videla para los migrantes que si no tenías regularizada tu situación migratoria, porque ellos lo entendían en términos de ilegalidad. Pero cambió con la sanción de la Ley migratoria en 2004, que entiende  la migración como un derecho humano. Néstor Kirchner implementó el plan de regularización migratoria para países del Mercosur y asociados en el 2005 en adelante.

¿Cómo llega Claudia a ser Claudia?

Mi mamá siempre decía que para llegar a donde yo quería llegar, mi pasaporte era la universidad. Tenía que estudiar. Decía que una sociedad que no se educa, es una sociedad ignorante y por supuesto, cómo ejerce la hegemonía, el opresor ¿cómo ejerce sobre vos el poder? a través del conocimiento muchas veces.

Así que bueno, llegué con ganas de estudiar y también de expresar mi identidad de género, porque yo en Perú no había hecho el cambio físico como Claudia. No lo hice, no porque no lo sentía, yo desde muy chiquitita sentía muy bien, cuál era mi objeto de deseo, los hombres. Yo sabía muy bien qué quería hacer, pero veía en otras compañeras travestis y trans, o que de alguna manera tenían como destino la peluquería. Yo vengo de la peluquería para subsistir y para no caer en la prostitución o en la prostitución como un destino para las travestis y trans. Entonces, como la prostitución era un lugar muy violento, violento en todo sentido. Hay una violencia estatal, institucional, policial y también hay una violencia social de la gente que va y a las compañeras les tira piedras, la persigue. Pero incluso una violencia entre las misma travestis, la transfiola, donde la travesti te cobra la parada. 

¿Qué pensabas respecto al posible destino que muchas compañeras tienen en relación a vos?

En ese mapa, yo no puedo estar en este lugar de extrema vulnerabilidad (me decía). Era una cuestión también de autocuidado y mi familia también, o sea eso hay que decirlo. Más del 99% de travestis y trans que expresan su identidad de género son expulsadas de muy chiquitas de sus hogares. Mamá, papá no comprenden la identidad de género, por lo tanto las echan. A los 13, 14 años, a muchas travestis y trans el destino fue la expulsión, la calle, e incluso la iniciación de muchas ha sido a los 14 y con hombres adultos. Ese es el mapa que en principio vulnera a las travestis históricamente. Por un lado desde los estados por acción y omisión. De acción, en el caso de Argentina por los códigos de falta, los edictos policiales y por omisión al no crear ningún tipo de leyes o políticas públicas.

¿Qué te pasó con la sanción de la Ley de identidad de género?

Para las travestis y trans hasta el 2012, nosotras seguíamos viviendo en un momento que se puede decir hasta incluso, si se quiere, de persecución; malos tratos; vejaciones; torturas; muerte de compañeras; y por eso nosotras ahora hablamos también de genocidio travesti trans. Estábamos criminalizadas, patologizadas, vistas como enfermas, estamos hasta judicializadas, porque a nuestra identidad la judicializaron. Eso fue prácticamente por acción del Estado. 

¿Cómo ves la sanción de las otras leyes?

Cuando se sancionaron estas leyes en el 2015, en la provincia de Buenos Aires la ley de Diana Sacayan y en el 2022, la ley de cupo laboral e inclusión travesti trans Diana Sacayan – Lohana Berkins, nosotros hablamos del trabajo como un eje medular para nosotras. Un alto porcentaje de travestis trans no entendemos la prostición como un trabajo, por lo tanto le decimos al Estado que legisle a través de leyes que beneficien a la colectividad. Si bien las leyes se han sancionado, aún falta muchísimo que se implemente al 100 por ciento. 

¿Tenés alguna propuesta de proyecto de ley?

Ya estamos presentando un proyecto, el año pasado ya presentamos un proyecto con la diputada Gaby Estévez, para que se repare a las compañeras travestis y trans, producto de toda esta violación a sus derechos humanos que fue sistemática. También estamos pensando no solo en la reparación, sino la indemnización, porque la reparación está pensado en términos de personas travestis y trans mayores de 40 años que no tengan ningún aporte en ANSES, entonces la indemnización sería las que fueron víctimas directas durante la dictadura, antes de la dictadura y posterior a la dictadura.

¿Cómo ha sido tu proceso de reconocimiento?

Yo lo viví muy natural. Mi abuela, que era grande, nunca me cuestionó nada. Mi familia nunca me hizo sentir diferente. Yo nunca había sentido esa diferencia, y mi hermana me cuenta que mi mamá los sentó a todos mis hermanos en la mesa (yo no estaba), y les dijo que ella sabía que el afuera iba a ser  muy hostil, muy voraz conmigo, que la discriminación que iba a sentir afuera iba a ser muy fuerte y que por eso, al menos en la familia yo me sienta abrazada, contenida, cuidada. Sé que mi mamá preparó todo el terreno, incluso mi papá era el único obstáculo que tuve y que mi mamá también se encargó de eso. Se encargó de que él se diera cuenta de que obviamente el que estaba en error era él y no yo. 

¿Creés que cambió un poco la mirada en la sociedad sobre la identidad de género?

Hay un discurso en Perú, hasta el día de hoy que sigue vigente, que cuando vos asumís tu identidad de género, tu orientación sexual que no es la heteronormativa, estás faltando el respeto a tu familia. Imaginate a través del concepto de falta de respeto cómo se esconde en relaciones de poder y dominación, cómo la heteronorma está en el discurso nos roba las palabras, nos roba los sentidos, los significados de una palabra y te hace prácticamente sentir que vos sos la culpable de lo que ocurre. Nunca transfiere la culpa a la sociedad, sino a uno.  

Carlos Jáuregui, activista argentino LGBT abrió camino acá en Argentina decía “una sociedad que te educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”, y al reflexionar sobre la frase, decís ¡claro! te educa para la vergüenza. Cuando sos chiquita te atomizan la cabeza. Muchas veces para ser parte de, uno se desidentifica de sus raíces, de dónde viene, cómo es. Por eso cuestiono a la academia. Y entré ahí para disputar la producción de conocimiento. 

¿Qué herramientas te dió la Facultad de Periodismo?

La verdad, yo cuestiono la Academia en sí, pero el saber no. La facultad de periodismo ha sido importante porque el ADN defiende las luchas sociales. Ha tomado posicionamientos muy importantes, por ejemplo, en 2008 es la primera facultad que ha reconocido la identidad de género y autopercibe a las personas travestis y trans en esos detalles académicos. Si bien esa decisión no es vinculante, sí te ayuda a construir mayores consensos, a instalar los temas. 

Los migrantes, las travestis, los de pueblos originarios siempre hemos sido para esa ciencia biologicista una objeto de estudio y nosotros nunca hemos hecho ese trabajo contrario. Foucault dijo “el saber es poder” y cómo las disciplinas científicas académicas son parte de esas reproducciones del saber. El ingresar a la Facultad de Comunicación fue un antes y un después. Me dio muchas herramientas, teóricas, conceptuales y metodológicas para dar la discusión desde adentro. Sus mismos discursos que históricamente nos han asfixiado. Construir marcos teóricos que hablen en nuestros propios términos. Que no nos pongan en un lugar de objeto, que no nos deshumanicen y que den cuenta de nuestros saberes, que no son los mismos que los hegemónicos.

¿Qué es y cómo surge OTRANS?

Cuando llegué acá a La Plata no existía ninguna organización de la diversidad sexual. Había gays y lesbianas, pero no en términos de organización. Siempre los gays y las lesbianas nos convocaban en las marchas, como la del orgullo en 2006, pero para ser el adorno de la marcha y nunca para discutir la cuestión más política que era las demandas como por ejemplo, cuál era la consigna principal, y nosotras dijimos ¡basta!. Nosotras dijimos que tenemos que armar nuestra propia marcha, plantear nuestra propia agenda política y eso tenemos que llevarlo a cabo en plenario, en discusión en acuerdo colectivo entre todos. Entonces, ahí empezamos a construir nuestro propio espacio, liderado y conformado por travestis y trans y con muchísima participación de travestis y trans migrantes. 

En julio de 2012 se sintetiza como organización de la sociedad civil como OTRANS Argentina, siendo el resultado de procesos de procesos. 

¿Cuáles fueron las primeras demandas?

Lo primero era el reclamo por las detenciones arbitrarias. La agenda te la marca el territorio. En este momento la comunidad travesti-trans está siendo detenida, hay armado de causa por la 23.737 que es la Ley de drogas, por falta de documento de identidad,  en el caso de las migrantes, por un montón de situaciones había siempre criminalización y persecución de las compañeras por parte de la policía y la connivencia judicial. 

¿A cuántos miembros nuclea OTRANS?

Nosotras teníamos en provincias y distintas zonas de la la Provincia de buenos Aires que fueron cerrando con el macrismo, pero en 2017 se creó la convocatoria federal de OTRANS Argentina, y ahí estamos nucleadas más de 20 organizaciones en 18 provincias, OTRANS una de ellas, pero que respetamos la constitución e identidad de cada una de ellas, con su nombre, con sus prácticas, con sus demandas, con su propia territorialidad. 

¿Cuál es la demanda de OTRANS La Plata?  

No dista mucho de la federal, pero nuestro reclamo de las compañeras, es que se mejoren las condiciones de detención en las que se encuentran. El acceso a la salud, que más del 70 por ciento de las compañeras travestis y trans tienen enfermedades crónicas como HIV, entre otras, y no recibían la medicación. La alimentación adecuada. Y por último, el Estado debería tener una política transversal para las compañeras travestis y trans, en el sentido de que no solo tendría que trabajar las condiciones en las que se encuentra, sino también en la prevención para que no vuelva a reincidir por no encontrar una política pública que las contenga. Hay que pensar en el antes para la prevención, en el durante para que puedan garantizar por ejemplo la salud y el post cárcel, cómo se las prepara a las compañeras con talleres para el trabajo.

¿Crees qué te faltan cosas por hacer? 

En la lucha colectiva es ir construyendo esas alianzas estratégicas entre organizaciones de pueblos originarios, de la diversidad sexual, de afrodescendientes, de migrantes para plantear esta idea de la plurinacionalidad, o sea, Argentina tiene que ser reconocido como un país plurinacional en esta misma línea que lo hizo ya Bolivia, Ecuador  y que viene discutiendo también Chile, Perú también viene en esa sintonía. El censo viene como como a pelo porque el censo va a dar cuenta de que en realidad, Argentina está habitada por las diversidades culturales, étnicas, sexogenéricas y que muchas veces pareciera que somos minorías, pero en realidad somos grandes minorías. Eso te da toda la pauta de que Argentina es Plurinacional, pluricultural. También es morena, mestiza e indígena. Ese es el desafío, a eso estamos apuntando ahora y estamos con como con muchísima organización.

¿Qué mensaje querés dejar a la sociedad peruana y comunidad trans?

Lo primero que uno tiene que hacer es desnudarse de todo el prejuicio que nos han metido en la cabeza. Entender a la colonización también como una forma de gobernabilidad. Así como nos colonizaron de que lo europeo, lo blanco era bueno, también nos colonizaron que ser hombre o mujer solamente en términos de de heterosexualidad es la única forma válida de vivir y ser y en ese sentido hay que sentirse profundamente orgullosas, orgullosos de quienes somos, de dónde venimos, de nuestras raíces, nuestras costumbres.