Por Diandra García

“Siento que aquí nazco”.

Christina Castillo (Trujillo, 1990), escritora, editora y abogada trujillana que acaba de publicar su primer poemario. 

Lo tengo entre mis manos. Sofá largo, taza de café, cuchara grande para el azúcar (no de postre, curiosamente), galletas Cream Cracker en un plato tendido. Christina Castillo (Trujillo, 1990) desapareció por varios minutos mientras yo espiaba su librero a la distancia. Es tres veces el mío. No se me ocurrió buscar Contrahemisferios allí. 

Es el primer poemario de Christina (escritora, editora, abogada) aunque lleva escribiendo desde adolescente. Un libro maduro. Tapa violeta, rostro clásico (griego) con el cerebro abierto, círculo ámbar detrás de líneas diagonales. Estilo entre minimalista y cyber (diría yo). La solapa está casi vacía. Christina la diseñó “como su nacimiento”: nombre, lugar y año, nada más. Es la autora más inédita posible. Sin embargo, los libros no son, de ningún modo, inéditos para ella.

–Mi mamá nos compraba revistas muy antiguas llamadas Veoveo, con pequeñas historias ilustradas. Fue lo primero que yo de verdad leí, o sea, con gusto.

Asiento. Christina luce el cabello ondulado suelto, lentes negros, expresión amable. En sus gestos, reconozco una predilección agradable que no sé definir. ¿Cuidado? ¿Amabilidad? ¿Decisión? Ahora mismo, son palabras lejanas entre sí, armonizando en su manera de ofrecerme el café con una larga cuchara dorada, como si fuera sopa…

La biblioteca de su infancia pertenecía a su madre. 

Sus primeros libros leídos fueron La cabaña del tío Tom y las novelas policiales de Agatha Christie.

Al egresar de la secundaria, se matriculó en la facultad de Derecho.

–Pensé postular a literatura en la UNT, pero hubo huelga, no se pudo. Entonces fui con mi mamá a la UPAO. Me gustaba la idea de ser abogada, quería comprender lo que decían las noticias.

Antes, en quinto año de secundaria, Christina había formado parte del proyecto Poesía Joven del profesor Manuel Medina. Fue en esos años que su escritura migró de lo que ella considera una imitación de Góngora (“muchos adornos, poemas redondos, poemas perfectos…”) a un espacio diferente. 

–Podías escribir sobre peleas con una enamorada, o con tu familia, y Manuel te escuchaba. No tienes idea de la experiencia que es leer ese poema para un niño.

Su primer recital fue en el Integral Class, colegio conocido por su preparación académica para quienes deseaban ingresar a universidades de escasas plazas disponibles, como la Universidad Nacional de Trujillo (UNT). Eran ocho jóvenes participantes. (contándola a ella). Christina los recuerda como un “grupo de niños poetas”, en medio de los alumnos genios. No fue su única vez como infiltrada. El proyecto de Manuel Medina continuó con universitarios, en la Universidad César Vallejo (UCV), conformando el Círculo de Poetas Jóvenes. Para aparecer en la antología, Christina tuvo que matricularse en la UCV por un ciclo. 

El Círculo es el escenario seguro donde Christina aprendió a sentirse poeta. Hasta la fecha, mantiene el contacto con su maestro, Manuel Medina, y otros miembros. Uno de ellos fue quien realizó la ilustración de Contrahemisferios.

–Hemos sido (el Círculo) parte de la escena cultural trujillana (…) Hubo un evento, Poesía cruzada, en el que intercambiamos poemas con poetas mayores. Preparé mi primer grupo de tres poemas, que han ido mutando hasta encontrarse acá –indica Christina.

Está señalando los hemisferios en mi regazo.

El poemario ya se estaba gestando desde 2018. En un principio, iba a titularse Los hemisferios reales, pero tanto el ritmo de edición como los planes acerca del contenido hicieron a Christina cambiar de idea. Decidió autogestionarse. 

–Es caro publicar. Es difícil para un joven escritor: las librerías se quedan con bastante porcentaje de las ventas, las editoriales grandes no apuestan por ti… Es complicado. 

Inició la casa editora Mireya, cuyo nombre es un tributo a su madre, recientemente fallecida. Es como si, en Contrahemisferios, Christina volviera a nacer de ella, de Mireya, atravesada por la poesía. Por eso la biodata le resulta innecesaria.

–Lo pensé mucho. Se suelen poner premios, yo no he ganado ninguno, o que han participado en eventos…

–Eso sí has hecho.

–Sí, eso he hecho –reflexiona–. Siento que aquí nazco, en todo caso.

Su nacimiento se abre con una sección dedicada al hemisferio izquierdo del cerebro. El lado racional. Los genios del Integral Class en la punta del lápiz de Christina, aproximándose al poema, al papel. Son 8 composiciones que ella define como “intentos de arte poética”, y a las que guarda mayor cariño, por haber consistido un “esfuerzo constructivo más grande”. La segunda sección, más extensa, es el hemisferio derecho. Contiene poemas más antiguos e íntimos. El lado emocional. Allí están, también, los poemas del Círculo y de Poesía cruzada

Pregunto a Christina si cree que el poemario está impregnado de un discurso científico.

–A mí Mme interesa qué parte de nosotros construye poesía. ¿Qué parte de tu mano te hace crear? Por ahí va el juego del libro.

–¿Eso nos ayuda a responder qué es la poesía?

–Ojalá, ¿no? 

–¿Por qué quisiste comenzar desde allí? 

–Porque crecí como un ser humano normal, pero una parte de mí quiere escribir poesía, una parte que busca crear belleza. La otra solo quiere vivir, equivocarse, derramarlo todo, tratar de repararlo. La vida y la muerte, más o menos. Esas son las dos caras del libro.

(…)todo este poema es un ovillo de codicia incesante
un manojo de lluvia que empapa de deseo
la mente de su creador
y nos quema a pesar del sonido
de la rabia que nos mantiene tibios e inmóviles
como esos monstruos
y estas garras que no se detienen                                                           no se detienen

Fragmento de el anticuerpo / la poesía 
(…)el futuro es una lágrima que sin querer mis ojoscontinúan alimentandoesta casa es la tinieblaes el techo que se cierra y la desventura de conseguirseuna verdad que oculte a mis paredes para siemprecomo estos párpados que solo           
 te escuchan




Fragmento de El ojo de Edelmira
hemisferio izquierdo: muerte y poesíahemisferio derecho: vida y razón
Fragmento del poema

Más adelante, hablando sobre música, Christina confesará que escribir un poema es “como una canción feliz”. Yo diréYo me diré que eso es, quizá, su equilibrio entre ambos hemisferios.

Christina ama los libros. Auténticamente. Es incapaz de ofrecer una contestación sencilla a la pregunta: “¿qué estás leyendo?”. Uno en la cartera, uno en el pie de cama, uno para cuando se alargan las colas… Más re-lectora que lectora: repasa sus textos subrayados con frecuencia. De hecho, repasa su propia vida.

–Ahora que lo pienso, medio que sí gané algo.

En 2019, Rafa, su esposo, envió dos cuentos al concurso de narrativa A todo papel de El Cultural (Trujillo). Solo se permitía una postulación por persona, así que inscribió el nombre de Christina para el segundo. Ese resultó ganador.

Christina asistió a la premiación, otorgó entrevistas, fue fotografiada, y recibió el cartón y las felicitaciones con humildad culpableculpable humildad. Lo cuenta riendo, aun si no es una burla. Hay algo gracioso, tierno incluso, en su forma de hacer memoria. El diploma parece más un símbolo de su complicidad con Rafa que de excelencia literaria. Eso me hace sonreír, como una canción feliz lo haría.

–Si este es tu nacimiento, ¿cuál es tu primera palabra? –interrumpo de repente, con una curiosidad ya lejana de mi labor de entrevistadora.

Esta vez, Christina no tarda demora ni dos segundos en contestar. 

–Palabra. 

Esa sola presencia sonora, en el aire, me lanza de nuevo a la sonrisa. Detengo la grabación de voz. Agradezco a Christina. Guardo mi ejemplar de Contrahemisferios en la mochila, sin haberlo ojeado a consciencia. Desde el café y las Cream Crackers, han pasado veinte makis, una Sprite y dos taquitos de atún entre nosotras. No me preocupa definir la predilección agradable de los gestos de Christina Castillo. Al menos, no tanto como abrazarla antes de despedirme.

No lo he mencionado antes, pero Christina Castillo, como yo, se mudó de Trujillo a Lima al culminar la universidad. En la actualidad, vive con Rafa, Brausen (su perro) y un roomie, en un departamento de Miraflores. Conocerla fueron los movimientos de Brausen dándome la bienvenida, un saludo alegre, el librero que habló en la entrevista a través de ella. Todo eso apenas crucé la puerta, sin necesidad de biografía.