Por: La Antígona – Johanna Gallegos

📸: Candy López @candylopezo

Ayer el país volvió a estremecerse. En medio de la Gran Marcha Nacional, un joven artista, Mauricio Ruiz Sáenz, “Trvko”, perdió la vida. Otro lucha por sobrevivir en coma. Detrás de cada cifra hay un rostro, un hogar, una historia. Y también, una pregunta urgente: ¿Cuánto más debe sangrar el Perú para que se escuche el reclamo de justicia social?

La violencia estatal no puede ser una respuesta política. Disparar contra manifestantes y negar la presencia de fuerzas: todo ello vulnera los derechos humanos más elementales. Nadie —ni autoridad ni uniformado— puede olvidar que cada ciudadano tiene derecho a protestar, a exigir, a vivir sin miedo.

Mientras el poder se aferra a sus privilegios, la sociedad civil grita por verdad, dignidad y derechos. No se trata de colores partidarios, sino de humanidad. El país no necesita más excusas ni más represión: necesita memoria, justicia y reparación.

Que la muerte de un peruano y de tantos otros no quede impune. Que el derecho a la vida y a la libre expresión no siga siendo una utopía. Porque cuando el Estado calla ante la injusticia, la democracia entera se tambalea.

Hoy más que nunca, defender los derechos humanos es defender al Perú.