Por Hiro Ramos
Su trayectoria abarca distintos países. Su pasión por sus lenguas no tiene comparación. Gloria Cáceres muestra una dedicación inmensa a la traducción y a la valoración de esta, especialmente cuando se habla de lenguas originarias del Perú. Para conmemorar el Día Internacional de la Traducción este 30 de septiembre, La Antígona entrevistó a la traductora y escritora en quechua. Ella nos cuenta acerca de la importancia de este rol en el contexto actual, la infravaloración de su trabajo y cómo la disciplina se volvió en su aliada.
¿Cuál es su relación con el quechua?
Soy quechua hablante y bilingüe de cuna. Nací en Ayacucho y emigré a Lima a la edad de seis años, exactamente a Chosica donde realicé mis estudios primarios y secundarios. Esta migración en ningún momento fue un rompimiento con mi lengua materna ni con mi cultura. Nunca me imaginé que más adelante podría escribir en quechua o / y traducirlo.
Años más tarde, en la Cantuta, gané un concurso de cátedra como profesora de español. Un día estaba esperando en la sala de profesores cuando ahí escuché a estudiantes de la Facultad de Pedagogía increpar al Jefe del Departamento. Tenían un curso de quechua pero no un buen profesor. Me enteré ahí que enseñaban quechua dentro de su formación académica y eso fue una novedad para mí. Cuando se retiraron los estudiantes le dije al Jefe del Departamento que yo sabía quechua. Él me dijo: ‘’hazte cargo del curso’’. No acepté porque una cosa es hablar y otra es enseñar. Yo necesitaba formarme como profesora de quechua. Me regaló el libro de Lingüística quechua de Rodolfo Cerrón Palomino para que con ese material lingüístico me preparara y pudiera enseñar pero no acepté. Me faltaba saber más sobre la lengua y cómo funciona. Además tenía una beca de estudios en el extranjero y no estaría presente.
Ya en Costa Rica, asistí a una conferencia dada por un lingüista chileno. Era un exilado del gobierno de Pinochet y durante su estadía había estudiado la lingüística de las lenguas originarias de Costa Rica, el bri bri y el caweka para lo cual se había trasladado a los reductos de indígenas por largos periodos. Mientras yo escuchaba la brillante exposición del lingüista investigador, reflexionaba sobre su trabajo de campo y sus conclusiones; sobre el esfuerzo que había hecho para aprender una lengua nativa de Centroamérica. Reflexioné sobre mi quehacer lingüístico. Me dije: ¿Y qué hago yo por mi lengua nativa, materna?
Yo no necesitaba ir a los reductos o pueblos alejados para aprenderla y estudiarla porque está siempre conmigo, es mi ser consciente. Entonces todo cambió para mí: mi actitud e interés tuvieron otro giro. En ese entonces estaba preparando una tesis sobre la poesía de Jorge Eduardo Eielson la que abandoné para preparar otra sobre la morfosintaxis del quechua de Colta, que es mi ciudad natal. Con el “perdón” de Eielson, mi compromiso por mi lengua y cultura fue más fuerte que mi amor por su poética. A él y a su poética pueden estudiarlo muchos. Lo siguen haciendo incluso en Florencia (Italia) hay un centro de investigaciones con ese nombre, lo cual es ya un homenaje.
La conferencia del lingüista chileno fue para mí un aviso de consciencia: el quechua y sus mecanismos de difusión, como la creación literaria y la traducción.
¿Cómo comenzó con la traducción al quechua específicamente?
Después de regresar de Costa Rica me matriculé en San Marcos en la especialidad de Lingüística andina, para tener más sustento académico sobre mi investigación. Me puse a estudiar durante un año.
En la Universidad Nacional de Educación hubo un curso en la formación de los profesores del español llamado Gramática Quechua cuyo objetivo era ver la influencia del quechua en el español. Me hice cargo del curso y cómo me faltaba material didáctico moderno que no sea solamente de mitos, me puse traducir textos poéticos breves. También a elaborar otros textos para iniciar breves diálogos. Además recopilé adivinanzas y traduje poemas y cuentos breves. Esta fue mi primera experiencia en traducción con un fin didáctico.
Años después viajé a París para enseñar quechua en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales – INALCO. Mi experiencia empezó en el segundo año. Yo enseñaba a partir del segundo hasta el cuarto, y como me faltaba material continué con mi tarea de traducción. Yo adoro la mitología, pero también pienso que el quechua es una lengua contemporánea. Pensé: ¿por qué solo la voy a utilizar para explicar la función de los mitos aunque es la base de nuestra identidad? Quiero escribir en quechua, hacer obras modernas.
Empecé a traducir a Arguedas y a otros autores como material educativo en conjunto con mis estudiantes de quechua. Me puse la meta de traducir a Arguedas. Esto, ya que si bien él escribió hermosa poesía en quechua, toda su narrativa no está escrita en la lengua. Con excepción de un cuento “Punqupa mosqoynin”, que le fue narrada por un indio de Qapcha. La monumental obra narrativa de Arguedas está toda en español. Él había perdido fe en la supervivencia del quechua porque en ese entonces había una extensa campaña de castellanización. Para mí la traducción empezó como una necesidad imperiosa de material educativo. Ahora escribo poesía y relatos en ambas lenguas y la traducción la hago del español al quechua o viceversa.
¿Cree que hay un difícil acceso a las traducciones o material literario en quechua?
No, ahora creo que no. El acceso no es difícil porque algunos escritores son bilingües. Es así que ahora están escribiendo en ambos idiomas. Hay mucha literatura andina-hispana, pero no es así con la andina-quechua. Su producción es poca. Aunque en los últimos cinco años, con el programa Beca 18, se ha dado un buen aliciente para los jóvenes de provincia que han venido a formarse como maestros bilingües. Están escribiendo, producen buena poesía, buena narrativa. Asimismo en Ayacucho, Apurímac y Cusco hay buena literatura quechua bilingüe o monolingüe. Respecto a la traducción, así como yo, hay un buen sector de escritores que escriben en dos lenguas. Hay otro sector que tiende a hacerlo solo en quechua, porque considera que el español sigue siendo un bastón, en el que se apoya para existir; particularmente yo no la considero así. Entonces ahí hay un reto.
¿Cómo es su relación con la traducción como disciplina?
Para mí la traducción es importante para acceder a otras culturas y literaturas. También para interactuar con los hablantes de esas lenguas. Yo creo que la traducción es el lenguaje del momento. Es el código universal. De ser así, no hubiéramos tenido el terrible incidente en el Congreso de la República que hace poco hemos vivido. En un país como el nuestro donde la Constitución Política reconoce 47 lenguas aborígenes es urgente tener intérpretes y/o traductores en toda las instancias políticas de gobierno: en los hospitales, en la comisarías, en los bancos, entre otras. Así, en ningún contexto deben darse choques culturales. No se puede marginar a los hablantes de estas lenguas y muchos menos considerarlos inferiores porque hablan una de las lenguas minoritarias.
He traducido a Arguedas con mucho rigor y creatividad para poder reflejar el espíritu del autor y transcribir el contexto en el que se desarrollaron los hechos. Con la Universidad Nacional de Educación conjuntamente con la Editorial San Marcos he publicado tres cuentos pequeños como un homenaje a nuestro escritor andino y a la labor que desempeñó en la Universidad como profesor de quechua y de Realidad nacional en los años de 1951 – 1952.
Lo traduje a él porque nosotros consideramos que Arguedas nos contacta con la realidad andina y con lo que sucede en el pueblo. Cuando yo leía a Arguedas veía mi pueblo, lo que sucedía con él. Era como una fotografía de cómo se daban las relaciones entre patrón y empleado y los trabajos de campo: eran escenas tan actuales. Entonces dije que tenía que escribirlo en la lengua de Arguedas, en la del hombre de campo, del hombre del Perú profundo. Además he traducido varios cuentos y poesía de autores peruanos e hispanófonos del español al quechua. Es un material inédito. En la actualidad traduzco documentales, cortos y otros, del español o del francés.
En 2019 traduje un documento de la UNESCO al quechua. Fue por el Día Internacional de la Lengua Materna. Se celebra desde hace 20 años cada 21 de febrero. Es una fecha que reúne exponentes de todo el mundo. Para ese evento la UNESCO traduce el discurso en la 7 lenguas oficiales que la UNESCO considera para cada actividad de su competencia.
La traducción es una lengua para mí porque nos permite conocer la cultura del otro. Saber cómo piensa y qué busca. Como disciplina traduzco del quechua al español, del español al quechua, del francés al español y del francés al quechua. Sin embargo, no puedo traducir del quechua o del español al francés. El francés ha sido la lengua que aprendí después. Si bien la uso todavía no me siento capaz de hacer una traducción literaria. Esto porque no tengo los recursos o giros literarios propios de la lengua y no encuentro esa sensibilidad que expreso cuando traduzco al quechua o español.
He intentado y sigo intentando hacer una traducción literaria al francés. Espero un día sentirme ben conmigo misma cuando lo logre. Ahora, me cuesta porque no encuentro esa sensibilidad que tengo en el quechua y el español. Ambas son mis lenguas. La cultura francesa me gusta mucho y la admiro, me gusta expresarme en francés, pero aun no me siento capaz de escribir poemas o relatos en francés o traducirlos al francés.
Bajo el contexto actual del país, ¿cómo consideraría la importancia de la traducción del quechua al español y viceversa?
Considero que antes de la traducción tendríamos que ver el conocimiento y manejo de la lengua quechua. Ahora nuestro contexto es diferente al de 20 años atrás. Antes era mucho peor. Recuerdo que en 1995, cuando publiqué mi primer librito bilingüe, no tuvo la acogida que yo esperaba. Creí que se debía a que pensaban que no era andina. En esa línea recibí comentarios cuando enseñaba en La Cantuta. Me decían que me había acriollado, que no se me notaba el acento. Lo que pasa es que nadie me preguntó si hablaba o no. Era normal que no tuviera el acento porque yo llegué a Chosica cuando tenía seis años. Quizá no arrastraba el acento andino.
¿Acaso uno tiene que tener rasgos étnicos, vestimenta o características para que te digan que sí hablas quechua o no?
Hay un falso supuesto porque el hábito no hace al monje. Ahora cuando voy a los mercados y converso cuando las personas que hablan quechua, sonríen porque hay alguien que habla su lengua y le trata de igual a igual. Eso es bueno para nosotros porque se establece otro tipo de lazo.
Lo que hemos visto en el Congreso cuando la Presidenta pidió al Primer Ministro que utilice el español porque no lo entendían es una agresión verbal y de actitud por el tono que utilizó. El uso del quechua está contemplado dentro de la Constitución Política. En ella se contempla que uno puede expresarse en la lengua que quiera. Se presupone que en organismos del Estado deben tener un traductor. Somos un país multilingüe y pluricultural y es por eso que la traducción es importante. Es una lengua universal.
En los organismos del gobierno debe haber un traductor. También en las comisarías y hospitales. No es justo que una persona sea ignorada por no hablar la misma lengua. Lima es la ciudad en donde más se habla quechua porque es el centro a donde todo los quechuahablantes, aymarahablantes y otros han migrado.
La capital es ingrata y los margina. En ella hay una cultura del dominante que habla español, se viste de otra forma, tiene un tono de piel diferente y tiene poder adquisitivo. La traducción en el contexto de la globalización es un instrumento importante de comunicación. Uno no puede estar aislado, necesita traducir e interpretar el contexto sociolingüístico del momento. En otros países donde tienen más de una lengua oficial, la traducción es otro lenguaje y la profesión del futuro.
¿Cuáles serían tus palabras por el Día del Traductor?
Recordar que la traducción es muy importante sobre todo en sociedades multilingües donde el traductor es el alma. En el 2010, la Academia Peruana de Traducción que estuvo presidida por Roxana Cieza Castellano, me acreditó como Traductora Honoraria, conjuntamente con Mario Vargas Llosa. Finalmente, quisiera enviar un saludo especial a todos los traductores del Perú y del mundo que celebran esta fecha, 30 de septiembre, en homenaje a San Jerónimo: el traductor de la Biblia al latín.