Por Josselyn López
Medios de comunicación en Honduras: ¿Existe la perspectiva de género?
El 31 de julio, un medio de comunicación digital en Honduras, dio a conocer una lamentable noticia bajo el siguiente título: “Niña de 13 años se suicida, porque su pareja de 50 años la corrió de su casa en el departamento de Choluteca”. Ese titular dejaba en evidencia la violencia ejercida en el cuerpo de las niñas y mujeres en Honduras.
En la redacción del texto se anula el hecho de que la niña es una víctima de abuso sexual por un hombre de 50 años, a quien retratan como su “pareja sentimental”.
Las uniones infantiles forzadas en el país hondureño se han normalizado. Según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, en el 2020 a nivel nacional el 10% de las mujeres entre 25 y 49 años se unieron antes de los 15 años y el 37% antes de los 18 años.
La nota es carente de perspectiva de género y aunque fue un hecho sumamente alarmante no tuvo la relevancia necesaria. Hasta el momento se desconoce cuál es el paradero del agresor.
El 18 de junio, se repitió una situación parecida pues uno de los medios de comunicación impresos más predominantes en el país, tituló “Hombre mata a niña de 13 años en Choluteca porque no quiso ser su novia”, en el cuerpo del texto se puede leer “Se enfureció porque no quiso tener una relación amorosa con él”.
Es evidente como este tipo de redacción justifica al agresor y culpabiliza a las niñas y mujeres por no involucrarse sentimentalmente y sexualmente con estos agresores, teniendo como consecuencia la muerte.
El 24 de mayo de 2022, Nerly Mendoza fue asesinada y los titulares en los medios de comunicación fueron: “Estudiante brillante y a punto de titularse…”, “Un hombre obsesionado: Así es el hondureño…”, “Cegado por drogas ultima universitaria a puñaladas”, entre otros lamentables títulos. En el interior de los diferentes relatos de los hechos se leían las siguientes frases: “Llegó a buscarla para enamorarla, pero al ser rechazado…”, “Ya que el individuo enamoraba constantemente a la víctima”; este tipo de narrativa revictimiza, deshumaniza y resta responsabilidad al agresor. También normaliza el acoso y hostigamiento sexual.
Las estadísticas del Observatorio de Derechos Humanos de las Mujeres reportan que durante el año 2022 se registraron 297 muertes violentas de mujeres según los medios de comunicación impresos y digitales, en este año 2023, hasta el 31 de julio se han registrado 274 muertes violentas.
En Honduras, a diario se pueden leer titulares llenos de misoginia y machismo, que invisibiliza la ola de violencias que viven las niñas, mujeres y cuerpos feminizados.
Campañas de odio contra las mujeres
En el año 2021, varias organizaciones de sociedad civil emitieron una alerta internacional denunciando una campaña de odio contra las mujeres hondureñas.
Esto sucedió frente a las elecciones nacionales de ese año. El Partido Nacional de Honduras (PNH) en su marcha “En contra del aborto y las ideologías extrañas”, mostraba una pancarta con la candidata presidencial por la Alianza, Xiomara Castro, con un puñal en la mano contra una mujer embarazada. Esta campaña violenta los derechos de las niñas y mujeres pues en un país con tasas altas de violencia de género, causa un efecto negativo que aumenta el estigma sobre la capacidad y el derecho de las mujeres a decidir por sus cuerpos.
Los medios de comunicación hondureños se caracterizan por el amarillismo, la representación de la mujer a través de imágenes estereotipadas y degradantes, y el juego con la dignidad de las personas. Esta manera de comunicar despersonaliza el cuerpo de las mujeres, haciéndolos ver como objetos y alimentando el morbo.
Honduras es un país violento y para contribuir a la reducción de esta situación es necesario un periodismo con perspectiva de género, ético y profesionales comprometidos con el respeto a la dignidad humana; así mismo, cada profesional de la comunicación debe estar capacitado para cumplir su labor periodística bajo la ética de nuestra profesión, protegiendo la verdad y relatando los hechos sin revictimizar a quienes han sufrido algún tipo de violencia patriarcal.