Por: Adriana Velásquez en colaboración con Melanie Soca

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El Festival Internacional de Narración Oral “Todas las palabras, todas!” cumple diez años reuniendo a los más reconocidos narradores nacionales e internacionales. Este año, debido a la pandemia por el COVID-19, la Asociación Cultural Wasi, organizadora del evento, decidió virtualizarlo. Desde abril, la narradora oral bilingüe y psicóloga Maira DoMundo dirige cada sábado las sesiones de cuentos en portugués, que es la novedad de esta décima edición. La brasileña encontró en la narración oral un valor terapéutico que le permitió acercarse a la gente. Ha viajado por Chile, Argentina y  Perú contando historias en dos idiomas. Ahora cuenta su experiencia narrando a distancia.

¿Cómo ha sido pasar del escenario a las plataformas virtuales?​

Al principio fue difícil porque es partir de un lenguaje a otro. En la narración que solíamos hacer teníamos mucho contacto con el público, desde la mirada, alguna palabra o un gesto. Con la virtualidad, el primer desafío era que ya no teníamos al público. Otra cosa que tuvimos que aprender es saber a dónde mirar. También, conocer que el tiempo de los cuentos cambia pues ya no tenemos la respuesta directa del público. Y por último,  los recursos expresivos, ya que pasas de contar en un teatro donde tienes espacio para moverte a, de pronto, narrar en un cuadrado.

¿Cómo conectar con el público desde una pantalla? ​

Depende de la plataforma. Las primeras transmisiones fueron por una plataforma de streaming en las que, por ejemplo, estamos tú y yo, con otras dos personas que vamos a presentar y tenemos una salita chiquita donde nos vemos, pero a la hora de salir al aire ¡pum! solo tu pantalla y nadie más. Es horrible porque vas contando y no sabes cuánta gente está. No percibes nada, ni siquiera la reacción de tus compañeras. Cuando cambiamos al Zoom fue mejor porque empezamos a ver cómo generar la retroalimentación. En las sesiones de portugués lo que hicimos fue pedir a la gente que se registre para entrar y así sean tres personas: por lo menos puedes ver una cara y tener códigos de gestos como el aplauso del Zoom o también puedes leer comentarios mientras cuentas. Estamos aprendiendo a interactuar.

¿Qué nuevas oportunidades han surgido con la virtualización del festival? 

La primera es el alcance, así estés en cualquier lugar del mundo, con conexión a internet y un celular o computadora, puedas estar ahí. Me parece genial porque quiebra la dificultad de acceso. Hay gente que vive en lugares muy apartados de los grandes centros urbanos que pueden tener el mismo acceso al cuento que una persona que vive en Lima. La desventaja es que el trabajo no es igual para lo escénico. La experiencia de lo físico me sigue pareciendo irremplazable.

¿La participación de los artistas es voluntaria? 

A diferencia del formato físico, en el virtual sí. Tradicionalmente había un pago por nuestro trabajo para cubrir gastos de traslado, comida y hospedaje. En este caso, lo virtual nació como una respuesta artística y voluntaria de resistencia frente a la pandemia. Sin embargo, ya estamos viendo maneras de que esto sea rentable para seguir invitando gente porque aun cuando estamos en casa hay una inversión de tiempo y gestión. Además, los narradores con los que estamos trabajando son, en su mayoría, profesionales dedicados a contar cuentos.

Antes de la pandemia, “Todas las palabras, todas!” duraba un mes ¿por cuánto tiempo estará disponible el festival virtual? 

El festival físico era puntual, una vez por año. Pensamos seguir ese calendario pero realmente la cosa creció y se expandió mucho. Ya son tres meses del festival sin detención y seguimos sumando actividades, por lo que aún no tiene fecha para terminar. La idea es mantenerlo, pero también ir actualizando según las circunstancias. El mundo está cambiando, entonces debe tener sentido para este momento.

¿Por qué decidieron incluir sesiones de narración oral en portugués?​

Fue gracias a “Wayqui” (César Villegas), quién es la gran cabeza que organiza a la asociación. Él fue el primero que tomó la idea pues viajó por el mundo contando cuentos y ha encontrado narradores de otras lenguas a quienes quería ofrecer un espacio. Sin embargo, existía un problema: la lengua, ya que si tú no manejas bien el otro idioma, especialmente en esto de contar cuentos, no sale bien. Aún así, él me propuso iniciar estas narraciones pues soy brasileña y hablo español. Estoy entre dos mundos. 

¿Qué buscaban generar con la inclusión de este idioma?​

La idea era hacer que este festival virtual rompiera de una vez por todas diferentes barreras. Primero, la geográfica, porque si bien es un festival que nace en Perú y que ha tenido presentaciones físicas aquí, se expandió al tener gente de otros lugares. Sin embargo, queríamos romper otra barrera: la idiomática. Y todo comenzó con el portugués. Hoy tenemos muchas más sesiones de las que imaginamos y esperamos seguir con sesiones en inglés, italiano y francés.

En escena, ¿cómo es ser presentadora y artista a la vez? 

Es un desafío pues tengo un espacio que se siente como una ronda de cuentos y también la posibilidad de tener otra vía de interacción del público en el Zoom. Al narrar un cuento siento ese desafío. Es una locura estar en una transmisión en vivo porque tengo que estar atenta a lo que la gente dice en el Facebook. Aún así ya tengo ese rol híbrido que me hace pensar nuevamente en este nuevo formato de la virtualidad pues es una manera de provocar que haya encuentro y que la distancia física no sea impedimento para  sentir que estamos conectados.

Cuando pase la pandemia, ¿seguirá participando en el festival?

Sí, no lo dudes. Siento que el festival generó más encuentro del que teníamos pensado y tengo ganas de estar ahí, aportando para que el festival siga con ese tinte de romper fronteras y que la gente se sienta cerca de la narración. De hecho, pensamos en algún proyecto para el futuro que sea físico pero también virtual, como ofrecer talleres.  Tenemos muchas ideas en mente. Todas originales y sin esas limitaciones que te hacen decir “¡ah qué pena, no podemos estar físicamente, ¿qué hacemos?”. Hoy pensamos en todo lo que haremos cuando estemos físicamente cerca nuevamente.

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