Por Claudia Castro y Noelia Carrazana

Natividad Llanquileo. FOTO: Facebook.

Desde julio de 2021 en Chile, comenzó a sesionar la Convención Constituyente, órgano encargado de la redacción de la nueva Constitución Nacional. Se encuentra integrada por 17 representantes de los 10 pueblos originarios reconocidos en el país. La nación mapuche, uno de los pueblos indígenas más representativos de Chile, cuenta con siete escaños, de los cuales uno le fue otorgado a Natividad Llanquileo.

Natividad Llanquileo Pilquimán tiene 37 años y se reconoce como una mujer mapuche y campesina. Nació y se crió en la comunidad mapuche Esteban Yevilao de la comuna de Tirúa. Es abogada de la Universidad Bolivariana y diplomada en Derechos Humanos, Políticas Públicas e Interculturalidad por la Universidad de la Frontera.

Natividad, es vicepresidenta adjunta de la Convención Constituyente de Escaños Reservados del pueblo mapuche a partir de la última elección que se llevó a cabo el 6 de enero de este año.

Llanquileo es una activista por los derechos humanos, quien tomó notoriedad en 2010 al asumir el rol de vocera de la extensa y dramática huelga de hambre de presos políticos mapuche en penales del Bio Bio, todos vinculados a conflictos territoriales con el estado chileno, incluyendo a dos de sus hermanos que se encontraban encarcelados.

¿Quién es Natividad Llanquileo?

Yo siempre me he identificado como una mujer mapuche. Vengo de una familia mapuche. Toda mi vida fue en base a lo que fue la crianza en el campo, de una comunidad rural con seis hermanos. Mis padres, ambos mapuches también, con una historia de hartas dificultades, porque mi familia estuvo en contra de la dictadura cívico militar en Chile en el año 1973 en adelante, la cual le tocó vivir una situación muy dura. 

En ese periodo, mi familia tuvo que asumir, producto de que se le habían quitado las tierras, los procesos de restitución de tierra, de reclamos de tierra desde el 90 en adelante. Entonces, como que esto no paró y sigue hasta el día de hoy. De una historia de alta movilización, de protesta, de reclamos, de reivindicación de derecho que siempre se nos ha negado. Así que me identifico con eso, con una historia familiar. Para algunos, podría ser bastante difícil, para mí es parte de lo que tenemos que hacer.

Se puede decir que, de alguna manera, has heredado todo lo que fueron sufriendo tus padres y tu comunidad… 

Y efectivamente. Igual, cargo con una historia que la mayoría de la gente lo carga. Yo desde el campo, y otros también desde la ciudad.  Vivimos en un país y en una sociedad que es bastante individualista por una parte y, por otra, también el sistema capitalista que nos rige alrededor del mundo. 

Acá en Chile, son siete las familias más ricas y que son dueñas del país y el resto de la sociedad sigue mirando. Y quiénes nos dimos cuenta y quienes nos hemos dado cuenta de eso, creo que lo hemos tomado como parte de nuestras vidas. Como lo que tenemos que hacer. 

Lo que nuestros abuelos hicieron, lo que nuestros padres hicieron, lo que ahora nos toca hacer para también defender los derechos de las futuras generaciones. Entonces, como a nosotros algo nos dejaron, tenemos la obligación también de dejarle algo al futuro, a la gente que nos sigue, y en especial énfasis, en esta relación que nosotros como pueblos indígenas tenemos con nuestra tierra, con nuestros territorios. No los vemos como solo un recurso, sino que tiene que ver con una relación mucho más estrecha. Como que somos parte también de ello.

En el caso del mundo mapuche, la palabra mapuche significa “gente de la tierra», entonces hay una vinculación bien importante ahí.

¿Cómo asumís esa responsabilidad?

Yo no lo asumo de por vida. Por lo menos en 10 años más, en 15 años más, seguramente vamos a estar en lo mismo. Porque, mientras siga este sistema que es depredador, extractivista, capitalista, vamos a seguir en la misma. Uno no ve cómo habrá un cambio.

Yo por lo menos lo he asumido así. Creo que es lo mejor también para no sufrir, como se dice. Es lo mejor que uno puede hacer, asumir que les toca algo difícil. Que también contribuye no solamente dentro del tema indígena, sino también todo lo que significa la forma distinta de ver la vida, y que eso nos va a llevar. 

Estamos ya en una crisis ecológica mundial. Además, estamos en un sistema producto también de este sistema que es extractivista, donde no se mide nada. Y eso nos va a llevar a consecuencias que no solamente van a afectar al indígena, sino también van a afectar a todos los habitantes de los territorios. A veces, no se logra comprender eso. Y producto de toda esa injusticia, uno aprende a conocer el otro lado. 

En mi caso particular, salí a los 14 años de la casa a estudiar. Me fui a un internado. Con posterioridad también me fui a estudiar a Santiago, donde estoy actualmente, en la capital de Chile. 

¿Por qué decidiste estudiar Derecho?

Estudiar Derecho lo elegí  producto de toda esta injusticia, porque era necesario también conocer el otro lado. A medida de que transcurrieron los años y como varios jóvenes indígenas se han ido a estudiar a la ciudad, se ha ido avanzando en la discusión respecto de los derechos que se nos están negando. Entonces, había un reclamo mucho más argumentado. 

Nos hemos metido también dentro del sistema, por decir algo. Aunque nos cuesta igual estando dentro, pero que ha permitido avanzar en algunas oportunidades. Por ejemplo, un hecho específico: cuando una persona está detenida, nosotros tenemos la posibilidad de poder ingresar a los lugares, a los centros de detención, cosa que antes no pasaba. 

Esto ha permitido avanzar también en términos de modificación de ley, nos han permitido poder estar en ese espacio, cosa que no pasaba con anterioridad. Porque pasaban a veces 10 días incomunicados los detenidos y antes de la reforma procesal penal, nadie se enteraba. Solo había un abogado que tenía que dirigirse a todos lados, y hoy día, en ese sentido, hay muchos más profesionales que podemos hacer ese trabajo. 

Se dio también que nosotros lo pudimos visibilizar en el estallido social en Chile, donde nos agrupamos como abogados, indígenas y no indígenas, para poder asistir a las comisarías, que son los lugares donde van los dirimidos por primera vez. 

Eso ha sido un poco de todo lo que hemos tenido que ver. Asumimos que es parte de nuestras vidas; o sea, lamentablemente hemos normalizado algo que no es normal.

Sabemos que los pueblos originarios han tenido una vinculación con la naturaleza desde el respeto. ¿Cómo ves que es el pensamiento de los gobiernos y empresarios para no tomarlos en cuenta y no respetar los derechos de los pueblos?

Yo creo que su pensamiento, la verdad, es bien macabro. Saben perfectamente lo que están haciendo. No lo subestimaría, tiene que ver, en realidad, con seguir degradando; o sea, para ellos lo más importante es el dinero, y van a hacer cualquier cosa con tal de obtener más y más dinero. 

A los empresarios no les importan las personas, solo pensar en las condiciones laborales en las cuales están la mayoría de los ciudadanos, son pésimas. Tenemos un sueldo que no alcanza hoy en día. Todo esto también produjo el estallido social.

En ese momento, se dio el aumento del metro a 30 pesos y ya no alcanzaba. El empresario ha hecho lo que ha querido. Y esto es quizás a nivel mundial, a nivel global. No es solo de Chile.

Imagínense que en Chile tenemos un presidente que es empresario, y uno de los más ricos del mundo. Entonces, a esa persona, a ese presidente ¿le va a importar las personas o les va a importar su billetera? Esa es la pregunta que uno se debería hacer frente a esta situación. No les importamos. 

Para ellos somos cosas, somos objetos, somos sus trabajadores, somos sus empleados y ese empleado. Si ellos nos pudieran tener como esclavos, nos tendrían como esclavos.

Afortunadamente, también eso ha avanzado en el mundo del Derecho. Por eso, no lo hacen, pero ellos perfectamente si lo pudieran hacer nos tendrían como tal. Porque no les importamos, y además se hacen cargo de una labor pública como es la administración del Estado, donde ellos no deberían estar. Por ningún motivo, debiera llegar un empresario, porque los intereses que tienen al gobernar un país van a estar relacionados con su interés personal de ganancia.

¿Cuáles son las problemáticas que encontrás hoy en el territorio mapuche?

Hoy en día, tenemos un problema tremendo a nivel global, que es el agua. ¿Por qué está esto? Nosotros tenemos acá la presencia de las empresas forestales en nuestras comunidades. El monocultivo de pino y eucalipto. Y los suelos están absolutamente degradados. 

Hay falta de agua; o sea, en el verano y casi en el invierno se reparte el agua con camiones en comunidades donde antes existía mucha agua, y producto de este, y de la plantación de este monocultivo es que, finalmente, hoy día nos estamos quedando sin agua. Y hay otros que acaparan el agua, porque además en Chile el agua es un negocio.

¿Podés explicar cómo es la relación que tienen las comunidades mapuches en relación al valor que se le da al territorio y al agua?

Sí. Nosotros hablamos mucho del territorio. El territorio para nosotros es el todo, es un todo. Son las montañas, los ríos, las aguas, son el subsuelo y ellos separan todo. Se separa la tierra del subsuelo, de la atmósfera, del territorio marítimo. Del territorio, desde las montañas, las cordilleras. La legislación occidental tiene una regulación distinta.

Entonces, ¿cómo se separa todo? Si bien es cierto que el agua en alguna legislación está reconocida como un derecho fundamental, en Chile también tiene una regulación. Pasa que a nosotros nos quitaron todo, incluso la educación cívica. Entonces, no sabemos lo que implica. 

Por ejemplo, el cambio de una Constitución y lo que implican los cambios de legislaciones. La gente no tiene mucho conocimiento respecto de sus derechos. Y en el tema del agua tampoco existe mucho conocimiento respecto a cómo funciona. Entonces, como no se sabe, los que tienen el conocimiento son los que inscriben sus derechos de agua, son los que se hacen propietarios del agua. 

Por ejemplo, para una persona indígena o mapuche es muy difícil decirle que tiene que inscribir su agua, porque está separada y que el subsuelo no le pertenece. Si encuentras algún mineral, ahí va a ir el Estado, y son los van a sacarlo y da lo mismo que tenga un título respecto de esa tierra.

Como ellos conocen, hacen lo que quieren y el agua en Chile es un negocio, el cual está acaparado por unos pocos, por los que conocieron la legislación en sus inicios, y el resto está mirando. Además, se tiene que hacer cargo el Estado de entregarle esta agua a través de camiones, que además se lo compran a un empresario. Se lo compran a un empresario que luego va a las comunidades. Se entrega una vez a la semana, y a los días siguientes, el agua se pudre porque son aguas estancadas. Con este sistema, a la gente no le está alcanzando el agua como para pensar en la agricultura. Es complejo hoy en día, y eso significa no tener alimento.

La situación cada vez está siendo más compleja, y como eso está pasando, nos encontramos en un proceso constituyente, donde tenemos la obligación de dejar estos derechos como derechos humanos fundamentales. Ahí está el desafío que tenemos el día de hoy. Pero también hay una falta que no se puede desconocer producto de todo el extractivismo que existe. Por eso digo, si no cambia el sistema económico depredador, difícilmente podamos pensar que más allá que exista el derecho, efectivamente ese derecho lo podamos tener.

En Sudamérica, tenemos dos experiencias de constituciones plurinacionales: el caso de Ecuador y, posteriormente, Bolivia. ¿Cuál crees que es el aporte de estas constituciones a la nueva Constitución de Chile?

Sí, son aportes que uno evidentemente tiene que ver. La experiencia que hay, especialmente, con Bolivia y Ecuador, donde hay derechos que están garantizados de una muy buena forma. O sea, que existen de una buena forma en el papel. Ahora, el tema que uno puede observar es cómo se concretiza ese derecho y quizá es la deuda en la cual aquí se quedó. Porque no da lo mismo reconocer un derecho y no generar las herramientas para que se cumpla. Yo, por ejemplo, puedo decir que tengo derecho a la educación, pero el Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la educación. Pero, asimismo, buscar un mecanismo que permita el cumplimiento de ese derecho. 

Acá se está hablando también de la defensoría de los pueblos. Por ejemplo, que exista una institución que le haga el contrapeso al Estado. Que cuando el Estado no esté cumpliendo, tenga una institución y le diga “Estado cumpla porque estas son sus consecuencias”.

Entonces, ahí yo creo que ha servido bastante lo que ha estado pasando, porque nos permite también observar lo bueno y lo malo respecto de las Constituciones vecinas. Son experiencias distintas. En Bolivia, la mayoría son indígenas; por lo tanto, las decisiones a veces son mucho más fáciles de tomar. Acá en Chile, no superamos el 13%, somos el 12,8%, según los últimos datos estatales que existen. 

¿Cuáles son los puntos más importantes que están marcando desde los pueblos originarios?

Las demandas más importantes para el mundo mapuche tienen que ver con los derechos territoriales.  El derecho a la tierra, el territorio, a los recursos, a los bienes y, con mucho énfasis, el derecho internacional de los derechos humanos. A veces se nos pregunta: ¿por qué tanto énfasis en el derecho internacional si estamos en Chile? Nosotros sabemos cómo funciona Chile. Nosotros siempre nos vemos en la necesidad de estar argumentando todo. 

Nosotros, en el derecho internacional de los derechos humanos, encontramos un argumento. Encontramos más argumentos que lo nacional, hacemos mención del convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales que está vigente. Incluso, que a pesar de que está vigente, no se han logrado garantizar los derechos como esperamos. Por eso, también creemos que es necesario constitucionalizarlo, y ahí el derecho al territorio. En la base, es fundamental el reconocimiento del pluralismo jurídico. Eso quiere decir que no solamente existe un derecho, sino varios derechos. 

¿Cuántas naciones indígenas están reconocidas y que implica este reconocimiento? 

En Chile, están  reconocidos 10 pueblos originarios: mapuche, aymara, rapa nui, atacameños o lickam antai, quechua, colla, chango, diaguita, kawésqar y yagan; por lo tanto, ya existirían 10 mecanismos distintos de justicia y otros tienen que ver con lo más político. Esto tiene que ver con el reconocimiento también desde un estado plurinacional.

Existe un primer acercamiento que se votó en la Convención Constitucional, que tenía que ver con la plurinacionalidad. Porque todos hablan de la plurinacionalidad, pero ¿cómo se concretiza esa plurinacionalidad?

Nosotros señalamos que tiene que ver con la distribución del poder por una parte, y por otra parte con el pleno reconocimiento de los derechos individuales y colectivos de los pueblos originarios. Además, el reconocimiento a ese vínculo estrecho o especial que tienen los pueblos originarios con su tierra y su territorio. Todo esto tomando como base la declaración de Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. 

Hasta ahora, esas han sido algunas de las demandas. Para otros, son más importantes los cupos, los escaños reservados dentro del Parlamento, y dentro de toda la institucionalidad; o sea, en los Concejos Municipales. 

Nosotros tenemos un piso, independientemente del resultado que se tenga dentro de la nueva Constitución. Nosotros ya tenemos estos derechos internacionales que el Estado sigue teniendo la obligación de respetar. Con esto, nosotros reconocemos el trabajo que han realizado otros pueblos indígenas, incluidos los mismos pueblos originarios de Chile.

¿Cuál es tu experiencia con el movimiento feminista?

Es bastante complejo. Si bien es cierto que se reconoce y se valora al Movimiento de Mujeres, y que nosotros también somos parte de eso, y estamos totalmente de acuerdo, nos cuesta mucho la relación con el feminismo que ha ido predominando en el último tiempo. Yo, por lo menos, si no voy en un grupo importante de mujeres —especialmente mujeres indígenas— no me siento cómoda dentro de esos espacios. Porque seguimos viviendo en una sociedad racista, donde los indígenas siempre tenemos que estar por debajo, porque supuestamente siempre estamos cuestionados desde un lugar intelectual.

Entonces, siempre nos miran hacia abajo. Hay un tema de clase también. La mayoría de las mujeres que hoy día lideran los movimientos más grandes son mujeres con muchos recursos, y el resto de las mujeres como yo, que a pesar de tener una profesión, seguimos siendo pobres. Entonces, no hay una buena relación ahí. No logramos todavía congeniar.

Es bastante difícil. No hay mucho acercamiento, porque siempre se nos ve en una situación de paternalismo/maternalismo, y siempre con una mirada como si fuéramos objetos.  Siempre se nos mira como algo de estudio. Siempre se nos está interrogando. Entonces, eso no es cómodo, porque uno no las está interrogando a ellas.  Nosotras cargamos con ser mujeres indígenas, pobres y campesinas. Para cierto grupo intelectual, es interesante y quieren estudiarnos. Seguimos siendo objeto.

Como mencionaba, el movimiento de mujeres ha jugado un rol importante en los últimos tiempos. En realidad, desde hace mucho tiempo. Lo que pasa es que en el último tiempo logra salir también a los medios de comunicación,  y eso también tiene que ver con que nosotros estamos frente a un proceso constituyente que es paritario y, al mismo tiempo, con participación de mujeres. Somos 78 mujeres en un total de 155 constituyentes. Pero hubo discusión, ya que en un principio no estaban consideradas las mujeres, ni los pueblos originarios. 

Pero por la demanda que hubo, llegamos a la Constituyente 17 representantes originarios y 78 mujeres, producto de mucho trabajo.

¿Qué representa para el pueblo chileno este proceso constituyente?

Es súper importante para todos, pero algo que juega en contra es el poco tiempo que tenemos. Solo un año para redactar la Constitución: nueve meses, prorrogables por única vez por tres meses.  Entonces, el 4 de julio de este año deberíamos tener listo el texto constitucional, el proyecto y presentarlo al país. Y eso tiene muchas dificultades, y quizás va a servir de experiencia para los otros países que están levantando el proceso constituyente para que no pongan un tiempo tan limitado, porque es muy poco tiempo. 

Nosotros estamos colapsados, y esto quita tiempo para la participación popular y participación de los pueblos indígenas. Nosotros igual estamos obligados a hacer procesos de consulta indígena y una consulta que, generalmente, se hace en ocho meses. Acá, lamentablemente, se ha tenido que hacer en menos de dos meses. Porque nosotros a mediados de marzo ya tenemos que tener todo el contenido en la Constitución. 

Después viene una comisión de armonización, que va a armonizar, va a ver qué  cosas se repiten, cómo va a quedar el texto final. Entonces, tenemos muy poco tiempo para trabajar bien.

En estos meses que han venido trabajando, ¿cómo fue el comportamiento del actual Gobierno?

Nosotros nos encontramos con un Gobierno que no nos coopera. Además, es la primera vez que se hace un proceso constituyente con la participación de personas elegidas democráticamente en Chile; por lo tanto, no había ninguna experiencia. Se tuvo que partir de cero.

Otro tema son los medios de comunicación, quienes también están cooptados por el poder económico. Se suman una serie de dificultades que  hicieron que la información no pudiera llegar con facilidad a la gente. Pero, aun así, nos llegaron muchas iniciativas populares. Pero nosotros defendemos mucho la participación. Y aun así con el poco tiempo que tenemos, igual hemos intentado llegar a todos los sectores.