Por Melanie Soca melanies.soca@pucp.pe
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La comunidad de Cantagallo, en el Rimac, también ha sido uno de los lugares afectados por el coronavirus. Pero la pandemia no los ha hecho desertar. Un ejemplo de ello es la artista Sadith Silvano, quien se infectó dos veces y tras recuperarse continúa con su emprendimiento: una colección de mascarillas con diseños que transmiten su identidad y cultura shipibo conibo.

“Me he contagiado por COVID-19, pero salí de esa enfermedad”, nos relata Sadith Silvano, una artista de la comunidad de Cantagallo, en el Rímac, y una de las mayores exponentes del arte shipibo conibo en el país. Ella recuerda cuando empezó a sentirse mal: no tenía fiebre, pero sí tos seca y dolor de garganta. Se recuperó, pero se juntó con sus familiares, con su hermana quien también tenía coronavirus, y se contagió nuevamente. Esa vez se le hinchó todo el cuerpo. Cuenta que logró recuperarse con plantas medicinales. La crisis por el avance de esta enfermedad afectó su arte. Sin embargo, encontró una salida para superar esta crisis: elaborar mascarillas con diseños milenarios y ancestrales inspirados en la cultura amazónica.

“Están inspirados en las plantas medicinales, la ayahuasca, que representa al hombre sabio”, señala la artista sobre sus mascarillas y los mensajes que transmiten. Sus diseños representan al mayacunu, kewé y kené, cuenta. Como ya no encontraba la oportunidad de vender su colección de ropa para damas y los gorros que hacía, empezó a crear estas mascarillas con “su cultura e identidad”.

La comunidad shipibo conibo en Cantagallo, así como otros lugares en el país, también fue golpeada por el coronavirus: se registraron tres fallecidos víctimas de COVID-19. Al principio Sadith estaba sola en este trabajo, pero ahora lo hace junto a veinte artesanas de Cantagallo y Pucallpa. Ellas han producido tres colecciones de 40 mascarillas cada una. Han logrado distribuir a Ayacucho, Tacna, Trujillo y también al extranjero. El dinero ganado lo envían a su comunidad de Paoyhan, en Ucayali. “El gobierno los ha olvidado”, nos dice enfática a través del teléfono. “Me siento feliz ayudándolos de esta manera, porque así Dios me bendice. Mi padre me ha inculcado a apoyar a los que necesitan”, agrega.

Los obstáculos antes del COVID-19

Sadith tiene 31 años y hace 20 llegó a Lima desde la comunidad de Paoyhan, en Ucayali. Su padre la trajo en busca de una mejor calidad de vida, educación y un mejor desarrollo personal. Pese a los años radicando en la capital, nunca perdió su identidad shipibo-conibo y se dedica a transmitir sus conocimientos ancestrales con orgullo.

“El arte es importante”, asegura. El pueblo shipibo conibo es reconocido por manifestar su cultura mediante el trabajo artístico. Sin embargo, no fue fácil alcanzar reconocimiento. “Existe mucha discriminación. Se reían de nosotros, me explotaron como artesana y me han robado”, recuerda.  Pero eso no la desanimó, más bien se fortaleció: en su mente estaba crecer y así fue.

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Sadith Silvano bordando una mascarilla. Fuente: Facebook.

Su trabajo es hecho a mano. Dedica tres días enteros en terminar un bordado y por eso no reproduce por docenas. Para ella, cada pieza es única y por ello requiere tiempo y dedicación. “Te hincas la mano, sangra, la vista se cansa, los ojos duelen al dormir, pero cuando es con amor y pasión, no importa. Nosotros seguimos. Por medio de ello concientizamos a los jóvenes para que no pierdan su cultura”, señala.

Tras ser explotada por revendedores, emprendió su propia colección de ropa:  vestidos, pantalones y gorros para damas. “He caído y me he levantado, con humildad sigo el camino que siempre buscaba, el del éxito, nadie me lo regaló”, dice.  Sus diseños vienen de su mente y del corazón. Están inspirados en sus conocimientos ancestrales. Su dedicación y pasión tuvo gran acogida y logró exportar su colección de ropa a países como EE. UU y Francia.

Con la llegada de la pandemia por el COVID-19, las mascarillas se han convertido en un elemento esencial para evitar el contagio y son usadas a nivel mundial. En base a las especificaciones técnicas del Ministerio de Salud, Sadith se basa para la confección de mascarillas faciales textiles de uso comunitario. Con un lapicero brillo, tijera, aguja e hilo de diferentes colores, comenzó a bordarlas para hacer algunas demostraciones en redes sociales. Recibió muchos mensajes de apoyo. 

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Gorros y mascarillas con diseños shipibo conibo. Fuente: Facebook.

“Esta enfermedad nos hace reflexionar como personas. A veces no estamos con la familia, ahora tenemos la oportunidad de estar más con ellos, conocernos y entendernos”, asegura. Ahora, después de más de 100 días, así como Sadith, en Cantagallo están regresando a sus actividades. En su caso, vivir a través del arte sin olvidar su cultura.

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