Por Mya Sánchez y Hiro Ramos

Luisa Revilla, primera mujer trans regidora. FOTO: Mano Alzada

Han pasado 180 días desde que Perú perdió a una figura significativa no solo para la lucha por los derechos de las personas trans, sino también para la de diversas problemáticas sociales. Definitivamente, Trujillo y el país no han sido iguales desde la partida de Luisa Revilla, recordada por ser la primera mujer trans regidora de la Municipalidad Provincial de Trujillo entre el 2015 al 2018.

Este 12 de octubre ella habría cumplido 50 años de edad. Por ello, La Antígona rememora su trayectoria e impacto en el país a través de tres activistas trans que se conocieron gracias a ella: Jazmín Goicochea, actual lideresa de la Red Trans La Libertad, la cual Revilla fundó; Fernando García de TransMan Perú, organización transmasculina de origen trujillano y Leyla Huerta, directora de Féminas, colectivo de mujeres trans del país.

Hacer el trabajo previo

Desde lideresa de una organización de mujeres trans y representante de ellas en la Comisión Multisectorial de Salud, hasta subgerente de participación vecinal y regidora de la población trujillana. ¿Hay algo que esta mujer no haya hecho por las personas vulnerables? Los tres entrevistados la recuerdan por aquello que la caracterizaba. No abogaba únicamente por su comunidad, sino por todos quienes la necesitaran, incluso aquellos que no pensaban como ella. “Ella se metía en todo lo que podía’’, coincide Fernando García.

Luisa Revilla como funcionaria, participando de mesas de trabajo. FOTO: Minjus

Luisa Revilla fundó la Red Trans La Libertad el 11 de noviembre del año 2014, la cual inició con siete chicas. Hoy, casi siete años y muchas más adiciones a esta más tarde, el impacto que ha tenido este hogar en mujeres como ella ha sido enorme. La Casa Trans de La Libertad no se trataba de nada menos que su propia casa. Un hogar que acondicionó para acoger a sus hermanas trans que la necesitaran. 

Gracias a Revilla, las mujeres trans de la región llegaron a tener reconocimiento por parte de las autoridades. ‘’Ahora no nos ven como una comunidad de tercera clase, sino como una participativa’’, comenta Jazmín Goicochea, su sucesora. Este logro no tuvo sus raíces en la mera búsqueda del reconocimiento de esta comunidad, sino en un trabajo colaborativo con toda la población cercana.

Ella fue más que una líder para las mujeres trans, pues su trabajo social hizo que gane gran cariño de parte de la población trujillana. ‘’Comunidades vulnerables buscaban en ella ese apoyo, porque era un buen enlace a las autoridades’’, explica Goicochea. No se limitaba a lo local, pues tuvo la oportunidad de formar parte de la Mesa de Trabajo del Fondo Mundial. Gracias a su participación en la negociación del proyecto país del Fondo Mundial, regiones clave se benefician de los Mecanismos de Coordinación Comunitaria. En Trujillo, por ejemplo, el MCC se convirtió en un importante espacio de encuentro y articulación para los colectivos LGTB de la región.

Revilla cambiaba el paradigma de los derechos LGTB en todo ámbito en el que se involucraba. A partir de ella, se forman distintas ordenanzas en la región de La Libertad que beneficiaron a su población. Aun cuando se habían enfrentado a un alcalde conservador y religioso. “El mensaje que le daba Luisa era que tenía que dejar de lado sus posiciones religiosas y aperturarse como una autoridad que es para todas y todos’’, explica Goicochea. 

Bandera de la comunidad Trans. FOTO: CiudadTijuana.

No muchas figuras LGTB pueden decir que lograron trabajar con personas que suelen ser adversas a ellas. Luisa lo hizo por un bien que ella consideraba de interés mutuo. Hacia el final de su carrera política, Revilla se afilió a Alianza para el Progreso. Un partido en el cual se gestionó la creación de un espacio para las personas de la comunidad TLGB gracias a su presencia. La influencia que tuvo incluso en lugares en donde no se esperaría ver a una mujer trans ser aceptada es impresionante.

La pandemia no iba a detener a una mujer tan dedicada a ayudar a los demás. Gran parte de los ciudadanos trans, debido a los niveles de precarización e informalidad a los que se ven expuestos, dejaron de tener fuentes de ingreso. Ante esto, Revilla no se iba a quedar de brazos cruzados, pese a ser una sola mujer contra decenas de personas vulnerables. Por ello, decidió utilizar su influencia en las redes del Estado para conseguir la ayuda que necesitaban. 

“Ella gestionó directamente con las municipalidades, alimentos, atenciones en salud, en prevención para toda la comunidad TLGB’’, explica su sucesora. Además, Luisa entendía que el de ella no era el único grupo que la pandemia dejó a la deriva. Como explica Fernando García, ella “siguió ayudando a la gente que necesitaba abrigo, comida’’ Lamentablemente, fue su ardua labor por el prójimo la que la llevó a sus últimos días. Revilla, cuentan Goicochea y García, se contagió del virus en medio de su ayuda comunitaria. 

Las hijas de Luisa Revilla

Si bien el brillo de Luisa dificulta encontrar cualquier tipo de esperanza tras su partida, la estela que dejó está lejos de ser apagada. “Cuando un líder fallece, si no ha sentado bien las bases, su organización desaparece. Pero ellas siguen luchando, e incluso están más empoderadas que antes”, comenta García mientras recalca la admiración que siente por Jazmín Goicochea, hoy lideresa de la Red Trans La Libertad.

Y es que escuchar a Jazmín hablar de lo mucho que aprendió de su “madre”, a quien conoció hace 10 años cuando vendía productos de limpieza, es la evidencia más clara de que la lucha de Luisa no ha sido en vano. “Ella era mi mentora, es la persona que me ha educado, con la cual he estado mañana, tarde y noche”, comenta. Su partida, sin lugar a dudas, la dejó sin suelo durante un tiempo, pues la obligó a dejar el juego de lado y sacar a sus hermanas adelante, en sus palabras.

Pero, poco a poco, tiene todo más claro. En la opinión de ambos activistas liberteños, el legado más importante de Luisa fue su impacto en la percepción que tanto trujillanos como peruanos tienen acerca de las mujeres trans: “Desde llamarlas como son y respetar su identidad, hasta darles puestos laborales distintos al trabajo sexual. Ayudó a que se cambie la imagen”, añade García.

Mientras que antes la única manera de hacer política siendo una persona LGTB era desde dentro del clóset, la trayectoria de Luisa permitió que los partidos políticos dejen de tener reuniones discretas con representantes de la comunidad para ganar votos y empezaran a incluir sus necesidades en sus agendas. Incluso en Alianza Para el Progreso, último partido al que Luisa estuvo afiliada, se gestionó un espacio para poblaciones vulnerables, incluidas las disidencias sexuales, liderado por ella.

Además, explica Goicochea, su visibilidad permitió que se abriera las puertas a la comunidad LGTB para ejercer incidencia política, lo que posibilitó que se crearan y aprobaran distintas ordenanzas municipales y regionales en La Libertad que promueven la igualdad y sancionan la homolesbotransfobia. Así, las entidades públicas empezaron a tratar a la comunidad trans con respeto, y el índice de discriminación bajó. Aquello propició el diálogo entre activistas y autoridades, lo que se extiende hasta nuestros días.

Mujeres trans en busca del reconocimiento de su comunidad. FOTO: Red Trans La Libertad

Luisa era, ante todo, una estratega. Los tres activistas concuerdan en que si hay algo que dejó como lección al activismo trans a nivel nacional fue la contemplación de una agenda social abierta. “Hay muchas cosas que se pueden hacer sin necesidad de elevar la bandera trans”, opina Huerta. En ese sentido, Goicochea concuerda en que la manera de llegar a la mayoría de los ciudadanos es desde el activismo por los derechos humanos de todas las personas en situación de vulnerabilidad.

Durante el debate por la ley de identidad de género, Luisa llegó incluso a reunirse con congresistas fujimoristas, quienes por aquella época se oponían al uso de la palabra ‘género’. Las críticas no tardaron en llegar, pero Luisa sostenía que lo importante era que la ley “salga como salga”, pues no podían esperar que todos los sectores políticos estén de acuerdo en todo. “Estábamos construyendo política, estábamos sensibilizando a un sector político conservador, pero también popular. Si ella hubiera sido congresista, qué no hubiera logrado en el Congreso ya, con ese poder político que tenía”, reflexiona su sucesora.

Pero Luisa no era solo política, sino también amiga. García, que desde el 2014 complementa su trabajo como líder del activismo transmasculino, relata cómo su forma de ser, directa, transparente y estratégica, lo encaminó para guiar a los miembros de TransMan Perú. La noticia de su partida, que le cayó como un balde de agua fría mientras hacía compras, aún se siente en las reuniones de la red, en las que usualmente se le escapa un “¿dónde está la que nos ponía en orden?”.

“Yo admiraba lo cariñosa que era conmigo, a pesar de ser estricta”, rescata Goicochea. En su opinión, su legado es haber motivado constantemente a sus compañeras a educarse y tomar acción. Es así que la mejor manera de honrar su memoria es continuar su trabajo. Y cuando esa tarea genera miedos, Jazmin encuentra consuelo en sus diálogos nocturnos con ella. Le pide que al día siguiente le ponga las palabras correctas en la boca, confiesa entre risas tímidas. Sabe que la institución que ahora dirige es su principal herencia. “Ahora no solo soy la hija de Luisa Revilla, somos las hijas de Luisa Revilla”, concluye.

La mirada hacia adelante

Para la comunidad trans, quedarse de brazos cruzados nunca ha sido una opción. Así como Luisa conquistó una a una las batallas de las que fue partícipe en vida, hoy sus sucesores se enfrentan a nuevos retos. Lo más importante es, concuerdan los activistas, la representación. “No vamos a conseguir leyes a favor de la comunidad trans mientras no exista una congresista trans”, opina Goicochea. Además resalta que es importante que en los debates parlamentarios se escuche las necesidades de dicha población de primera mano.

En la misma línea, Huerta considera que conseguir un cargo político no es suficiente sino va de la mano con el empoderamiento de la comunidad. Además debe haber un involucramiento en espacios de la sociedad civil, pues Luisa “no apareció de un momento al otro”. Para ella, la visibilidad que ella alcanzó fue un logro importante. Sin embargo, a modo de autocrítica, asevera que “no se debe centrar el cambio en una persona, sino en un grupo de personas”.

Y en ese camino va la Red Trans La Libertad, que hoy cuenta con bases y lideresas provinciales en Chepén, Pacasmayo, Ascope, Trujillo y Virú. Prueba de ello es que se viene preparando la campaña “La Esperanza, ciudad inclusiva”, por la cual se implementará la ordenanza municipal 017-2016-MDE. Esta prohíbe la discriminación a la comunidad LGTBIQ+, a diferencia de otras regiones del país donde a pesar de haber sido aprobadas. O en otros casos no han sido implementadas. “Exhorto a los activistas a nivel nacional a que hagan vigilancia de estas ordenanzas”, añade Goicochea.

Sin embargo, como bien precisa el líder de TransMan Perú, las normas legales necesitan ser acompañadas de una correcta capacitación a funcionarios públicos para que su trato se caracterice por el respeto y el conocimiento. Asimismo, queda aún pendiente el reto de adoptar un discurso social que no contemple solo las necesidades de la comunidad LGTB.  “Si vas a ser autoridad, no lo vas a ser solo para cierto grupo, sino para todos”, añade Goicochea.

Luisa dejó este mundo pidiendo que no la olviden. Un pedido del que se están encargando sus “hijas” y compañeros. “Mencionándola siempre porque ella fue uno de los pilares para que esto esté como está, y recordándola como una gran amiga y lideresa”, acota García. La trascendencia de su historia está asegurada. Que su memoria sea honrada como a ella le hubiera gustado, con más lucha.