Por Yahir Campos

«Mi mamá me está enseñando a luchar por mis derechos» – FOTO: Yahir Campos

Todos los años se reúnen en distintas plazas del mundo. Mujeres formidables, con el espíritu inquebrantable, llenas de euforia, que a una sola voz de lucha proclaman la igualdad negada por miles de años. Era un 8 de marzo y me encontré, en medio de esta furia incandescente, en la concentración en el parque Combate de Abtao, San Isidro, rodeado de amistades resilientes.

Aquí las escuadras se preparaban para dar marcha contra la sociedad machista. Las tarolas y distintos instrumentos de percusión encendían los ánimos, las largas y medianas banderolas pintaban la escena, pinturas y carteles sellaban lo que iba a ser una postal orgullosamente inolvidable. Eran 5 bloques comandados por sus batucadas que disponían a avivar las voces, y algunas personas de incógnito listas para dejar pinturas murales.

Esta fecha fue asignada desde 1975 tras una pronunciación de la Organización de Naciones Unidas (ONU); anteriormente era conmemorada en diversos días como el 28 de febrero o 19 de marzo. Desde entonces, el 8M es una jornada especial que nos recuerda la lucha de miles de mujeres por igualdad de derechos y oportunidades.

Es importante saber el porqué se viven estas marchas y para ello se debe entender su significado. Estas son un símbolo claro de que el progreso radica en la voluntad del pueblo. Las mujeres a lo largo de la historia han sido parte crucial del cambio, pero esta sociedad tiende a acosar su voluntad y aplacar sus derechos.

Ruido de consciencia es el nombre que adoptaron las agrupaciones musicales que llegaron a la marcha del 8M que tuvo gran acogida y que contó con la organización de «Sembrando sueños» y «Sakura Maru», ambas asociaciones, tienen un compromiso firme por la lucha contra la violencia de género por lo que se encargaron de llevar la celebrbación y cada cuadra de la av. Arequipa fue el albergue de estas implacables manos y gargantas.

Todo comenzó en el parque de Los Museos-Centro Cívico, un punto importante pues los asistentes relataron sus testimonios y concedieron entrevistas sobre el feminicidio, preparon las pancartas y organizaron toda la parafernalia del convoy de la marcha. Fue la manera perfecta para renovar fuerzas.  

La música es una liberación de deseos apasionados, por ello siempre será fuente de reclamos efusivos del alma. Esa tarde, mientras fotógrafos capturaban los mejores momentos, había músicos a cargo del concierto eletroctoacústico que daban lo mejor de si mismos —como todos los asistentes— y equiparaban la energía de las frases en carteles.

Mensajes de aliento

‹‹YO SÍ TE CREO Y SI TE PASA ALGO AMOR MÍO LO QUEMAMOS TODO›› y ‹‹SOY HERMANA DE LAS NIÑAS QUE NUNCA TOCARÁS››, fueron algunas de las frases que me causaron un sentimiento de aprensión. Temo porque soy hijo de mi madre, hermano de mi hermana y tío de mi sobrina. En esta suerte de sociedad exasperante las malas noticias están a la orden del día. Mi rabia mudó a humor cuando observé un muro pintado: ‹‹YO NO SALÍ DE TU COSITA, TÚ SALISTE DE MI COÑO››, un lenguaje explícito, pero eficaz que me impulsó a seguir recolectando frases para un álbum de elegías fotográficas. 

De pronto empezó a garuar. Las personas iban y venían con pañoletas verdes o lilas, la vista de los vecinos se dejó cautivar por el ambiente y acompañaban con los cánticos y palmas. La Asociación de Madres Luchando por Justicia (AMLJ) llevaban cruces con el nombre de sus víctimas y en el estandarte fotos de nuestras hermanas caídas. La batucada eximió el afligido mensaje y todas empezaron a saltar.

Ya no es tiempo de tristeza, pensé a pesar de que las lágrimas caían del cielo…quizás de las hermanas que partieron y que aún viven en los corazones de miles. Colectivos sociales; mujeres y personas LGTBIQ; gremios y sindicatos; trabajadoras sexuales, mujeres con discapacidad y familiares, todas unidas por la lucha de la igualdad y la erradicación de la violencia de género.

Caía la tarde y un arcoíris sonreía en el cielo para dibujar el trayecto de la marcha hacia un horizonte de esperanza.

Razones de lucha

El cansancio no tuvo lugar. No hay forma de que nos callen. Hay muchos motivos para seguir tomando las calles. La violencia, núcleo de la desigualdad que niega a extinguirse, se presenta no solo en acciones físicas. Por eso el lema principal fue ‹‹TRABAJO SÍ, VIOLENCIA Y EXPLOTACIÓN NO››

Si el movimiento obrero de finales del siglo XlX insistió para conseguir el voto femenino y el derecho a la formación profesional, hoy las razones son similares.

Según la ONU, cerca de 2.700 millones de mujeres no pueden acceder a las mismas opciones laborales que los hombres y hasta en 2019, menos del 25% de los parlamentarios eran mujeres. Ese claro desnivel es una cruenta manera de establecer la visión patriarcal y desequilibrada en el ámbito político y laboral de nuestra sociedad.

Y no solo es en el área de trabajo; en eñ 2023, el diario El Peruano realizó una encuesta que refiere que el 55.7 % de las mujeres de entre 15 y 49 años ha sufrido alguna vez violencia psicológica y/o verbal, física o sexual por parte de su pareja o compañero.

Una fuerza incomparable

El cronograma finalizó en el parque Kennedy. Los 5 bloques se dispersaron para terminar la jornada con arengas y reflexiones, que el público asistente y los aledaños aclamaron con furor. Una persona se encargó de sentenciar con el megáfono y una banderola con fotos de los abusadores contra las mujeres víctimas de feminicio. La indignación era tremenda cuando se oían los crueles crímenes, sin embargo, no hubo cabida para la melancolía pues las voces furiosas se encargaron de llenar de orgullo el corazón de Miraflores y renovar las fuerzas de lucha.

A pesar de que la violencia de género parece no acabar, la unión de las mujeres nunca guardará silencio y estallará de rebeldía.