Por Rodrigo Baquerizo
¿Cómo se comunican las abejas? ¿En qué se parece una estrella a una cebolla? ¿Qué pasa cuando nos reímos? Estas y muchas más son semillas de asombro presentes en Kuriotik, una plataforma web orientada a fomentar la exploración, descubrimientos e innovación social por niñas de 8 a 12 años. Lucero Del Castillo, directora y fundadora de Kuriotik, conversa con La Antígona sobre el proyecto, que actualmente se encuentra en convocatoria de voluntarias.
Quería comenzar por los universos de conocimiento que aborda el proyecto, universos a los que se procura aproximar un poco más a las niñas y adolescentes participantes de Kuriotik. Se suele hablar de STEMs (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), mientras que en Kuriotik se adopta el enfoque de las STEAMs. ¿En qué momento del proceso de construcción de Kuriotik ingresa la A de Arte en este conjunto?
En mi caso, el camino fue al revés: yo parto de esa A, que normalmente no está presente cuando hablamos de STEMs. Yo estudié Periodismo y me dediqué a la fotografía; mi interés por las artes y humanidades siempre ha estado muy presente. Fue desde estas áreas que me metí a ese otro mundo de las ciencias por interés, por una conexión que tuve cuando fui a hacer un reportaje sobre unas niñas investigadoras.
Cuando me encontré con ellas, me llamó mucho la atención la conexión que ellas tenían con sus espacios, las preguntas que se hacían. Fue muy interesante ese asombro que en general tienen los niños y niñas; sorprenderse y tener curiosidad por las cosas que te rodean, desde las más cotidianas hasta las más extraordinarias. Entonces se me ocurrió que sus historias estén en un fotolibro.
En un momento, me pregunté: ¿por qué me interesa el mundo de las ciencias? Allí vinculé que lo que tenían en común con las artes es esa curiosidad de preguntar constantemente, cuestionar, empezar a ver con otros ojos. Indagando e investigando más, conocí que existía desde hace mucho tiempo el enfoque pedagógico STEAM, que vincula estas cinco disciplinas. En realidad no se trata de traer los conocimientos de arte de un lado y traer los conocimientos de las ciencias de otro, sino más bien partir de todas las disciplinas a la vez y, en conjunto, enfrentar un problema, una pregunta.
Todo lo que hemos vivido desde el año pasado nos ha hecho darnos cuenta de que, en realidad, solucionar el tema de la pandemia a través de solamente lo médico o de la salud no tiene mucho sentido. Es algo que abarca diversos campos. Desde niñas y niños tenemos este enfoque de mirar multidisciplinariamente un problema; y así es la vida, tiene de todo.
El fotolibro al que se refirió Lucero líneas arriba fue un proyecto ganador del Concurso Estímulos Económicos para Apoyar Proyectos de Autoras y Autores de Libros de Literatura Infantil y Juvenil que otorgó el Ministerio de Cultura el año 2018. Llegó la pandemia y el proyecto atravesó una serie de transformaciones hasta convertirse en Kuriotik, que por su parte también recibió el Premio del Programa Nacional de Innovación para la Competitividad y Productividad – INNÓVATE PERÚ 2020.
El proyecto del fotolibro devino en ¿Por qué no se caen las estrellas? y otras preguntas científicas que se hacen las niñas curiosas, un apartado en la web de Kuriotik. Sigue las historias de dos niñas de doce años; Valeria, de Huancayo, a quien le interesa saber si hay vida en Marte, y Fernanda, de Lima, a quien le intriga saber por qué hay plantas que crecen más rápido que las otras.
¿Cómo fue ese proceso de adaptación entre el fotolibro y Kuriotik? ¿Qué se tuvo que repensar y qué nuevos objetivos surgieron en el camino?
Cuando yo conocí la historia de estas niñas, convoqué a un equipo de amigas que se comprometieron con el proyecto. Pudimos tener el financiamiento de los estímulos económicos del MINCUL y eso se trabajó todo el 2019. Cuando llegó el 2020 y vino la pandemia, el libro estaba avanzado pero no se pudo imprimir. Yo sí sentí que la pandemia —al inicio, sobre todo— fue un shock, así que me parecía impensable continuar trabajando en algo impreso.
Pensaba en los objetivos del libro, en las razones por la que yo tenía la necesidad de crearlo, que eran romper —o tratar de romper— y cuestionar las brechas de género que existen en las ciencias, y también la dicotomía que existe entre las ciencias y las artes. Notando que lo virtual comenzaba a cobrar más importancia, surgió la idea de la web, de un espacio virtual. Una comunidad era lo que mejor podía funcionar, pensando en la interacción y colectividad, en contagiar el interés a las niñas.
Desde mi punto de vista, las mejores cosas muchas veces están creadas desde el error o el cambio de planes, desde lo imprevisto. Me ha pasado antes, en otros proyectos como fotógrafa. Es básico también que tengas claros tus objetivos; por qué o para qué quieres hacer un proyecto. Si es así, entonces el formato se puede adaptar.
Así se dio Kuriotik. El libro, entonces, lo convertimos en una historia para web. Están las fotos, están los textos que escribe Lizzy Cantú, el diseño de Vera Lucía Jiménez y el trabajo de producción de Daniela Zamalloa. Si bien esta historia no se iba a imprimir, no la iba a abandonar, así que está puesta en la web de Kuriotik. Como es la historia de dos niñas reales, de algún modo podía servir como inspiración para muchas más.
Puedes encontrar ¿Por qué no se caen las estrellas?
y otras preguntas científicas que se hacen las niñas
curiosas como un apartado en la web de Kuriotik aquí.
En la presentación del proyecto que realizaron en la UTEC meses atrás, mencionaste la idea de que no necesariamente ocurre que las niñas no tienen curiosidad por las STEAMs, sino que muchas veces el acceso a información sobre ellas resulta difícil o incluso restringido. ¿Cómo abordan desde Kuriotik este asombro e interés constante y siempre creciente que sienten las niñas?
El viaje de aprendizaje en la plataforma se les plantea con la pregunta ¿qué te dio curiosidad hoy día?, y las niñas suben cualquier cosa que les haya llamado la atención. Probablemente ellas no son muy conscientes de que en su observación hay una mezcla de un poco de física con algo más tecnológico o artístico, o algo que involucre a las matemáticas. Allí, las voluntarias de campo —que son universitarias o profesionales que vienen no solo de carreras STEAM, sino también de educación y filosofía— las guían. Acompañan estos descubrimientos y exploraciones.
No se trata de responderles las preguntas. En algún momento, una niña preguntó: ¿existen los aliens? En Kuriotik nunca va a haber una respuesta como “sí existen” o “no existen”. El objetivo es ampliar esa curiosidad y que ellas mismas indaguen, o generarles otras preguntas. Las voluntarias tienen diversos referentes que pueden ayudarlas a seguir descubriendo. Son como una suerte de hermana o amiga mayor. Así, las niñas van dándose cuenta que se puede mirar su problema o pregunta desde otro lugar, y eso significa abrir un poco más la cabeza.
Es interesante que esto se haga en un espacio que no sea la escuela. Si bien este es un lugar de aprendizaje preponderante, existen otros espacios que escapan un poco de lo tradicional. Estoy pensando no solamente en Kuriotik, sino también en cualquier otro espacio virtual o de aprendizaje en el juego, en comunidad; espacios que suelen ser considerados como de “menor valor” y que sí considero que tienen otro valor igual de importante.
Otros espacios de aprendizaje no solo académico, sino también de aprendizaje colectivo, en el que se pueda conocer al otro, a la otra, que viene de un lugar distinto: “Con ella comparto mi curiosidad, mi visión, y entiendo también”. Creo que eso es lo rico; valorar esos otros aprendizajes y esas otras maneras de aprender.
Algo que es luminosísimo de la propuesta de Kuriotik es que quiebra el enfoque unidireccional que suele tener la educación en STEAMs y, en lugar de ello, propone la construcción de un espacio integrador, seguro, amigable, abierto al asombro. Persigue en primera persona, desde la primera persona, el ejercicio del derecho a la educación y la emoción por el descubrimiento.
En la sección de Noticias de Kuriotik, por ejemplo, encontrarás las historias de Melissa y Roma, quienes se presentan así: ¡Hola! Somos Roma y Melissa. Ambas tenemos diabetes tipo 1 y queríamos contarte un poquito sobre nuestra condición.
Estas historias salieron como una coincidencia. Yo conozco a Roma [de ocho años], que es una niña que tiene la condición de diabetes 1, y coincidentemente una de nuestras ilustradoras [Melissa, de veintiocho] también. Les propuse hablar de la condición, visibilizar desde la propia vivencia. Allí se generó un diálogo entre Melissa y Roma, a la que le gusta dibujar mucho; iniciaron esta conversación a través de dibujos.
Así salieron estas publicaciones y muchas otras que tenemos en nuestra sección de Noticias STEAM, que lo que busca también es conectar disciplinas que están separadas, dicotómicas, y vincularlas en los artículos cortos publicados. Son escritos para niñas por periodistas y escritoras. Luego las difundimos.
Kuriotik tiene un equipo muy diverso de voluntarias, universitarias y profesionales, de las carreras STEAM, Filosofía y Educación. ¿En qué consisten las actividades que realizan las voluntarias? ¿Cómo ocurre este contacto con las niñas participantes de Kuriotik, sus aprendizajes y propuestas?
A todas las voluntarias las he conocido online, a distancia. Esto me gusta contarlo: cuando lancé la convocatoria inicial, yo tenía una idea pesimista de un voluntariado. Al arte se le suele asociar mucho a lo voluntario; gran parte de los proyectos que tienen que ver con arte se sienten como voluntariados. “Oye, házme una ilustración, házme una fotito, pero no tengo dinero”, se dice. Los incentivos se ganaron para crear la plataforma, pero no hay un financiamiento para el equipo. Ahora la página web es gratuita, y lo que se está viendo es la idea de crear una cuenta de Patreon para que se vuelva autosostenible.
Con Kuriotik fue que me di cuenta que el voluntariado es clave, sobre todo para los proyectos que no cuentan con un financiamiento. A la gente le gusta participar porque tienen las mismas convicciones, apunta a las mismas metas, tiene los mismos intereses y quiere ayudar.
Tal vez allí es que este chip que tenía sobre el voluntariado cambia. Yo valoro mucho a todas las chicas que se han unido, que se siguen uniendo, que se unieron en un inicio y que de repente ahora ya no están. Todas han puesto su gran grano de arena para el proyecto. En realidad, siempre que alguien se une yo les digo: “Bueno, esta es una idea que yo pensé, pero este no es mi proyecto; este es el proyecto de todas las voluntarias y todo el equipo que forma parte de Kuriotik”. En ese sentido hay mucha horizontalidad. Yo valoro mucho las iniciativas. Cada equipo —comunicaciones, operaciones y voluntarias de campo, quienes interactúan con las niñas— tiene una líder. Conmigo hay encuentros o conversaciones para estar alineadas, pero cada una es libre de potenciar su área. Así trabajamos, es un proyecto de todas.
En este momento el proyecto ha
abierto convocatorias para voluntarias.
Puedes consultarlas en el LinkTree
de Kuriotik: linktr.ee/kuriotik
Puedes visitar Kuriotik en www.kuriotik.com
y seguir el proyecto en Facebook
e Instagram como @kuriotik