Por Aylinn Siñas
Banesa Farfán es una joven psicóloga y fundadora de Ñañaykuna. Organización juvenil cusqueña que trabaja, reivindica y lucha por la igualdad de género desde el año 2017. Fueron los últimos ganadores del premio “Yenuri Chiguala Cruz” 2021. Banesa conversó con La Antígona y nos relató el origen, objetivos y logros de Ñañaykuna, así como la importancia de la prevención de violencia en el Perú y las zonas rurales.
A pesar de las adversidades que surgieron debido a la pandemia, la organización juvenil no se detuvo y crearon el programa Familias Online, un programa que busca la igualdad de género y prevención de violencia mediante talleres. Actualmente, son ganadores del Premio Nacional de la Juventud “Yenuri Chiguala Cruz” 2021, concurso organizado por la SENAJU, en donde participaron bajo la categoría de Comunicación Social.
Coméntame acerca de la organización, ¿cómo se origina Ñañaykuna?
Ñañaykuna nace en el 2017 para poder visibilizar la problemática en torno a la falta de empoderamiento a las mujeres rurales y sobrevivientes de violencia. Ese año nosotros realizamos un proyecto llamado Escuela de Empoderamiento para Mujeres Cusqueñas. En el 2018 nos dimos cuenta de que la igualdad de género se tenía que realizar con hombres y mujeres, entonces iniciamos un segundo proyecto llamado Escuela de Empoderamiento frente a las Desigualdades, donde incluimos varones y mujeres.
La pandemia y la virtualidad trajo consigo muchos obstáculos en las organizaciones sociales, ¿Cuáles consideran que fueron los suyos?
En el 2020 hicimos una convocatoria y tuvimos más de 150 voluntarias y voluntarios, todos provenientes de diferentes provincias del Cusco. Nosotros trabajamos con voluntarios de todos los estratos sociales, como trabajadores del hogar, estudiantes, etc. Cuando llegó la pandemia la mayoría tuvo que regresarse a sus comunidades rurales, porque los puestos en los que ellos trabajaban cerraron. Fue un momento difícil para la organización.
Nuestra organización siempre ha sido autosostenible, utilizábamos ventas de rifas o colaboraciones. Ante la nueva normalidad tuvimos que transformarnos y es así como creamos Familias Online. Un proyecto que brinda herramientas educativas a madres jóvenes de zonas periurbanas y rurales. Nos preguntamos, ¿cómo podemos llegar a la gente?, en muchas comunidades la gente no tiene conectividad o no hay luz y el trabajo de prevención de la violencia era importante.
Cuando realizamos nuestra labor, llegamos a conocer muchas historias que nos impactan. En una escuela rural ofrecimos charlas sobre prevención de la violencia y al salir de la charla, una niña nos comentó que gracias a nosotras se enteró de que fue víctima de violencia, lo que pensó que era un “juego” con un familiar en sí era violencia.
Hay personas que no denuncian, no porque no quieran denunciar, sino porque no saben o no han identificado la violencia. Al crear Familias Online dijimos: “si no podemos entrar por la puerta, entraremos por las ventanas o por los techos”. Empezamos a hacer audios en quechua y español sobre la prevención de la violencia, sobre la educación sexual, autocuidado en la época de COVID – 19 o el cuidado de la salud mental; lo difundimos a través de radios comunitarias o por perifoneo local. Cuando nos fue mejor, mapeamos las zonas con mayor índice de violencia y dimos talleres presenciales.
¿Cuáles consideran ustedes que son sus logros como organización?
En el 2019, organizamos con todas las voluntarias que habíamos formado en las Escuelas de Empoderamiento un proyecto llamado FutuPlan, con el que viajamos a 25 colegios de zonas rurales quechuahablantes y periurbanas en el Cusco, colegios con estigmas sociales.
También sacamos un pronunciamiento a nivel nacional en pro de los derechos sexuales y reproductivos, justo cuando se celebraban los 25 años de la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD), gracias a este pronunciamiento logramos representar al Perú en la Jornada Preparatoria del Segundo Campamento Regional de Liderazgo Juvenil ¡Juventudes YA!, en México y luego a Latinoamérica en La Cumbre de Nairobi, en Kenia.
Con el proyecto de Familias Online ganamos en el 2020 el reconocimiento de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la categoría Jóvenes por la Buena Práctica en el Concurso de Buenas Prácticas sobre los Grupos en Situación de Vulnerabilidad en el Contexto del COVID – 19.
En el 2021 continuamos con Familias Online y la Municipalidad del Cusco nos reconoció el proyecto. También ganamos el premio a Protagonistas del Cambio de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) y el Premio Nacional de la Juventud “Yenuri Chiguala Cruz” 2021.
¿Qué retos tienen este 2021?
Es el tema de la sostenibilidad económica. Para las organizaciones comunitarias de provincia es algo complicado, debido a la pandemia no se pueden hacer actividades de recaudación de fondos. Hoy entendemos que debemos abrirnos a otros campos y hacer ver que no solo damos talleres gratis. Otro de los retos que tenemos es el tema de la formación constante. Somos 50 voluntarias a nivel nacional, tenemos voluntarias de Lima, de Cusco, entre otras regiones. Y lo que queremos es llegar a las 13 provincias del Cusco. Hace poco estuvimos en Espinar, Cusco y Quillabamba, pero nuestra meta son todas las provincias cusqueñas.
Siempre es importante mantener una misión al gestar un proyecto social, ¿Qué te motiva a seguir organizando?
Me gustaría que mis sobrinas o mis futuros hijos o hijas vivan en un lugar donde no tengan que vivir violencia. Esto es algo que vamos a lograr construyendo el país que queremos. Siento que ya bastante gente ha hablado en redes sociales, en el día a día o en tu mismo barrio; pero es momento de hacer algo. Tomar acciones es algo que realizamos desde hace 4 años. Por eso Ñañaykuna se basa en la educación y brindar herramientas educativas. Si tú le ofreces estos conocimientos a una mujer, en un futuro esta podrá empoderar a su familia y va a cambiarles la vida. Esto es una cadena de favores y es algo en lo que creemos todas las voluntarias. Dentro de los miembros de la organización hay madres solteras, mujeres con familias o estudiantes. En esto se basa lo rico de Ñañaykuna y su diversidad. No queremos seguir viendo a mujeres que no puedan denunciar porque no logran identificar la violencia.
Finalmente, ¿Qué le dirías a la gente para que se anime a formar parte de Ñañaykuna?
Ñañaykuna es una organización juvenil que es como una familia, en la que va a encontrar mucha amistad. Nosotros decimos que el empoderamiento empieza por ti. Ñañaykuna es un espacio para crecer, desarrollarse y conocer más sobre la realidad de las comunidades rurales. Es muy distinto verlo en redes sociales y vivirlo. Hay dos formas de apoyar: haciendo cosas y apoyando en lo que hacen las otras personas. Se pueden sumar al voluntariado, la próxima convocatoria es en marzo, o sino pueden ser aliados estratégicos y ayudarnos a llegar a las provincias que conozcan o a través de la compra de souvenirs que venimos vendiendo para financiar las actividades que realizamos.
Siempre los círculos de violencia terminan donde una persona denuncia, si alguno conoce un caso de violencia o es víctima de violencia es importante que pueda denunciarlo, puede utilizar la línea 100. Podemos cambiar el mundo, pero primero empecemos cambiando el nuestro.