Por Zoila Antonio Benito
“Baleada, pero viva”, así define la cantante y compositora Dafne Castañeda a Posguerra. Este EP se posicionó como uno de los mejores del año que pasó y ha hecho más conocido el trabajo de la artista en la escena musical alternativa peruana. Desde la composición de las primeras canciones de esta producción hechas en Pichanaki, ubicado en la selva central del país, pasando por su escena hip hop hasta la importancia de hacer lo que nos gusta frente a las actividades que nos atan al capitalismo, ella conversa con La Antígona.
¿Cómo fue el proceso para realizar Posguerra?
Me cuesta asimilar todas las felicitaciones. Si bien he estado tocando con guitarra y voz desde hace un buen tiempo, ahora recibir atención por algo que se ha hecho con mucha dedicación es muy abrumador, a veces raro. Ha sido un trabajo de un año y algo más con Daniel Quiñones y Mynezza Morales, que son los productores del disco. Nosotros también queríamos que el disco fuera una experiencia por sí misma. Se ha logrado y estoy muy agradecida.
¿Qué podemos encontrar en Posguerra?
Son siete canciones que hablan de fracasos amorosos y conflictos internos. Hay muchas texturas de sonido y paisajes sonoros. También hay un trabajo en cómo manejar las letras, que es un ejercicio de composición que vengo aplicando desde hace muchos años: hacerlo de manera directa, a veces entrar en metáfora, pero no usar cosas tan complicadas. Es como si le contara a un amigo. Estoy contenta con el resultado. Tengo todavía más canciones qué lanzaré próximamente.
¿Por qué ponerle Posguerra al EP?
No tenía un nombre desde el comienzo, preferí buscarlo al final. Quería escuchar las canciones para poder tener una idea de qué podría resultar. No creo que este sea un disco conceptual, aunque hay personas que me lo han dicho. Este año me sentí como en una guerra. Tiene sentido también porque las canciones hablan de pelear con uno mismo, de sacar a luz cosas. Si te das cuenta, la portada tiene luces y me veo deteriorada, como salir de una guerra baleada, pero viva. Me da mucho sentido. Después de la guerra, vienen los cimientos para crecer más, para hacer lo que venga. No preparo nada, siempre soy muy espontánea. Todo lo que vivo y lo que vive la gente que está alrededor de mí me inspira.
¿Cuáles son tus influencias para hacer este trabajo?
Son muy variadas. Me he criado con Uranio 15, OK TV, jaja [canales peruanos de música, muy populares a inicios de los 2000]… con la televisión en general, no me avergüenza decirlo. Entonces, tengo ese chip de pop de los 2000 en Posguerra, como Javiera Parra. En influencias musicales, está la electrónica. Es un género que me parece muy libre, tan hermoso como la música clásica. (Los especialistas) consideran el disco como un art pop: un pop más artístico, más elaborado, más trabajado. Hay canciones diversas.
Trato de ver los géneros musicales como emociones. Si tengo que gritar algo, tengo que decirlo de una forma tal vez violenta, y el sonido también tiene que ser violento. Veo las cosas como teatro, drama. Hay gente que me dice que tiene bastante de Björk, y lo tiene. Es una de mis artistas favoritas. Hay beats [ritmos que se repiten] que también son similares al trap, que es parte de la música electrónica. Definirme es complicado, pero yo lo resumiría en un art pop.
Vienes trabajando desde el 2017 de manera solista…
Viví tres años en la selva central, en Pichanaki. Antes de ello, tenía una banda de punk melódico, se llamó Fábula. La banda terminó y me fui a vivir a la selva central. Ahí cambió toda mi perspectiva con respecto a la música, totalmente. Empecé a escribir de una manera más personal, con la guitarra y yo. La música siempre está ahí, ¿sabes?, siempre ha estado ahí. Tenía momentos malos, pero la música estaba ahí. Decía que la música la estaba viendo como un hobby, pero no, es una pasión. Valorar la forma de expresarme a través de la música ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.
Yo regreso a Lima con el fin de hacer un disco, que es Posguerra, y ya. Me parece muy loco. Las canciones que están en Posguerra han sido escritas desde hace tiempo también. Solo hay dos temas que se han escrito a finales del año pasado. “Si alguien pregunta” lo escribí en Pichanaki. En 2017, también saqué un EP, que se llama Una banda que no se formó, es lo-fi, hecho de manera casera. Lo escuchas y parece que le faltan instrumentos, jaja. Es una banda que no se formó. Son canciones muy personales. He estado muy acostumbrada a que saco algo y poca gente lo ve, pero salió Posguerra y me ha escrito gente famosa. Me dije “¿Qué está pasando? Solo he sacado canciones y ya”. Me hace pensar que voy por buen camino.
¿Cómo percibiste la escena musical de la selva central? Se habla muy poco de ello
Sinceramente, ahí puedes evidenciar muchas cosas. Cuando vives fuera de la capital te das cuenta que es evidente la falta de oportunidades que existen. La carencia de interés por la cultura es evidente. He tenido muchos problemas para grabar en Pichanaki. No hay salas de música, por ejemplo. No habían lugares para ensayar y, si los había, no cumplían con una calidad óptima. Hay talento, en Pichanaki, en Satipo, en selva central en general, pero ¿cómo tomas las herramientas?
Incluso se ve en las carreras. Había un instituto que tenía cuatro especialidades muy básicas. Yo decía “pero si alguien quiere ser diseñador gráfico, ¿qué pasa? Si alguien quiere ser pintor, músico, veterinario…”, te das cuenta de las opciones que hay y te cortan las alas. Ahí viene ese tema de la gente que se va a Lima para trabajar o estudiar. Yo lo veía. Había personas que conocía que se iban a Lima. Es difícil, porque te separas de tu familia para terminar dando parte de tu vida a trabajar y no compartir con ellos. Eso me hizo pensar mucho.
En Pichanaki también encontré bastante hip hop. Me pareció interesante, es un género que me identifica un montón. Había mucha gente que se organizaba de una manera chévere, pero no era sostenible económicamente. Es como si hiciera una reunión en mi casa y punto. La pasamos chévere, tomamos, pero ¿qué sigue después? Ese es un gran problema de muchos colectivos, inclusive aquí en Lima. La economía es un factor importante para llevar las cosas de buena manera.
Me gustaría volver a Pichanaki. Yo tocaba en un bar covers de pop en español o en inglés. Vivir en un pueblo es muy chevere. Es el único bar allí, entonces todos se encuentran. Me gustaría volver a ir, pero tengo que concentrarme en algunas cosas para volver a hacerlo.
¿Qué viene para Dafne Castañeda?
Ya estoy componiendo para un siguiente álbum o EP. Siempre estoy en ejercicio de componer. Tomo la guitarra todos los días, aunque sea para tocar un par de temas. También estoy más metida en aprender a producir por mi cuenta. Me emociona mucho. Siento que es muy real en el sentido de que no estoy imitando o tratando de hacer que me quieran, estoy proponiendo algo y eso siempre me ha gustado. Lo importante de hacer algo que te guste, en un sistema capitalista como este, es revolucionario, es antisistema. Vivir haciendo lo que te gusta en esta época, es resistencia. Voy a estar apuntando a eso, a expresarse en la manera que desee.
Al próximo año hay más música, se están produciendo dos singles más. Me pueden buscar como Dafne Castañeda en Facebook, Instagram y YouTube. Posguerra está en todas las plataformas digitales. Si desean preguntarme algo, pueden hacerlo tranquilamente. Contesto los mensajes un poquito tarde, pero les contesto y aquí estamos: para hacer música.