Por redacción La Antígona
Sylvia Falcon en la grabación del videoclip “Quiero un Perú” en el Palacio de La Quinta Presa. Foto: Andina.pe
Sylvia Falcón, una soprano de coloratura y una de las principales representantes de la lírica andina, ha conquistado los corazones de muchos con su interpretación de canciones en quechua, el idioma ancestral de los Andes. Con una voz poderosa y un compromiso profundo con su herencia cultural, Falcón no solo preserva y difunde la música tradicional peruana, sino que también rompe barreras de género en un campo dominado históricamente por figuras masculinas. A través de sus canciones, ella promueve el reconocimiento y el respeto por las culturas andinas y, en particular, por las mujeres que han sido tradicionalmente silenciadas. Su repertorio incluye himnos ancestrales y composiciones contemporáneas que abordan los temas de identidad, amor y resistencia.
Sylvia Falcon en la grabación del videoclip “Quiero un Perú” en el Palacio de La Quinta Presa. Foto: Andina.pe
¿Qué inspiró su interés por la música y la cultura andina desde temprana edad?
Siento que, desde muy niña, muy joven, he tenido esta afición por la música, pero de una forma súper espontánea. Lo primero que recuerdo es que siempre cantaba y bailaba, es como que surgió en mí algo naturalmente artístico, ahora lo veo así. Me gustaba mucho la música de mis padres, pero también me gustaba todo tipo de música que escuchaba en el entorno familiar. Mi papá tenía el disco de Los Compadres, esta agrupación cubana de la que nunca me olvido porque las fiestas, cuando yo era chiquita, él ponía esa música, entre los huaynos, música cubana y los boleros. Todo fue muy musical desde muy niña. Recuerdo que desde muy chiquita me sentía muy bien bailando y cantando. En el nido empecé a hacer mis primeras incursiones artísticas, por eso siento que tengo mucha experiencia, pues empecé desde muy chiquita. Muchas de nosotras tenemos esa experiencia en el escenario porque participamos en actividades del colegio, pero yo me lo tomaba muy en serio.
¿Cómo ha influido su formación en antropología en su carrera musical?
La verdad es que mucho. La antropología me ordenó bastante, sobre todo, los años del pregrado me ayudaron muchísimo a involucrarme en temas nacionales, con el análisis de nuestra historia sobre todo y me ayudó a seguir buscando patrones iconográficos que luego los he volcado en mi propuesta artística. Es decir, no solamente (mostrar) un poncho porque es un poncho, sino porque hay toda una concepción del vestuario; no solamente un ornamento porque es un ornamento, sino porque hay toda una concepción del ritual para poder vestirse, eso me pareció genial. Luego, he tratado de ponerlo en práctica dentro del aspecto visual de mi trabajo. Eso tiene un trasfondo histórico, aunque está intervenido. Artísticamente, nosotros los artistas podemos proponer. Eso es un poco la libertad que te da el arte, te permite crear. Yo me siento así con el arte, pero, por supuesto, siempre respeto la raíz, aprendo más de ahí y me siento más respaldada cuando salen nuevas ideas. Trabajar en base a lo que está en el asidero de la raíz, de lo que viene con mayor tiempo, digamos, dentro de lo que nosotros llamamos tradicional, me parece que da un mayor soporte a lo que uno luego puede hacer. Pero hay que conocerlo, no es solamente tomarlo por encima, sino que se debe tener un conocimiento un poco más allá.
¿Siente que ha tenido que enfrentar desafíos como mujer al entrar en los campos de la antropología y la música?
La verdad no he sentido ese golpe que ya mis predecesoras, las cantantes de los años 70 como la Maestra Pastorita, la Flor Pucarina, vivieron en esa transición de tener que lidiar con los empresarios o que, en un primer momento, los esposos tenían que firmar el contrato porque no querían que ellas los firmaran, etc. Siento que ellas revolucionaron ese espacio, y ya estaban cambiando los tiempos a nivel nacional. Lo que viene luego, con nosotras, las de esta contemporaneidad, es más bien una cosificación de la mujer a partir de la imagen. Siento que el medio está muy lleno de esa especie de sexualización a la mujer y la presenta como empoderada, para mí, entre comillas porque considero que el empoderamiento viene desde un espectro mucho más intelectual. No intelectual del sentido rígido, académico, sino del ser dueña de tus pensamientos. No me refiero a que tengas que ir a la universidad, sino que haya una especie de independencia y fortaleza mental para desarrollarte en el medio.
La verdad he intentado mantenerme más cerca a lo que yo considero que debe ser mi propuesta artística, donde me sienta bien, me sienta dueña de mi espacio, de mis ideas, de mis propuestas, de mi música y de lo que quiera presentar. He tratado hasta el día de hoy de que no se me imponga nada, ahí sí he sido un poco tirana, quizás, porque creo que es la única forma de tener decisión. En mi caso, he tratado de configurar desde mi perspectiva lo que quiero, mi identidad artística, lo que he venido proyectando es mi propia identidad artística, muy influenciada por muchas cosas, pero finalmente con mi propio lenguaje.
¿Cuál es su relación con el quechua y qué significa cantar en esta lengua?
Para mí, la relación con el quechua es la relación con mi familia, con mis padres, con mi madre, que ya no está conmigo. Mis padres no querían que mi hermana y yo aprendiéramos quechua, a pesar de que los dos son quechuahablantes, porque tenían miedo que experimentemos lo que ellos vivieron, que fue el racismo, la discriminación. Ellos lo vivieron de primera mano, sobre todo mi padre, porque él hasta los 13 años solo hablaba quechua. Entonces siento que no querían eso para nosotras y nos fueron alejando de ese universo, pero a la vez, a mí la música me volvió a traer a ese lugar y desde ahí he estado tratando de entender poco a poco, reaprender ese universo tan bonito y estudiarlo.
Es una sensibilidad distinta, viene del espacio afectivo, sentimental, profundo, que te llena de satisfacción y de placer al momento de ejecutar y eso es bien interesante. Un huayno en quechua o una canción así para los quechuahablantes o para la gente que está cerca del idioma les produce una sensibilidad distinta, despierta reminiscencia y sentires que no se encuentran desde otros repertorios. Así que, sí, mi relación con el quechua es muy cercana, bastante familiar, bastante íntima y yo seguiré explorando esas honduras.
¿Cómo ve la recepción del público a la música en quechua tanto en Perú como en el extranjero?
Desde hace unos 15 años veo una mayor aceptación, debido a la expansión de géneros relacionados a lo andino. El andino quechuahablante, bilingüe, ya no se avergüenza. Siento que esta especie de apertura cultural ha hecho que las identidades se defiendan y el arte está ayudando de alguna u otra medida. Si bien sigue siendo un fenómeno bien superficial, porque la discriminación hacia el quechuahablante aún existe, es un paso y el arte ayuda en eso. Por ejemplo, empezamos cantando el Himno Nacional en el 2015 en quechua y a muchísima gente le encantó, pero también habían personas que decían que ese no era el idioma oficial y no era protocolar. Hace dos años se ha instaurado el quechua y todas las lenguas originarias como lenguas oficiales para cantar el Himno Nacional. Entonces, algo hacemos desde el arte, los que promovemos estas iniciativas, y me parece muy importante. Desde que salió el Himno, es la canción que más he cantado en toda mi vida y sigo con esa bandera de resistencia de los idiomas originarios. Me dio mucho gusto que saliera esa ley* y que siga habiendo iniciativas para proponer más. Hay que tener cuidado con las traducciones, eso sí. Por ejemplo, para cantar el Himno yo use una traducción del maestro Demetrio Túpac Yupanqui. Hay que ir a preguntarle a los expertos y traductores en lenguas originarias.
*Decreto Supremo N° 006-2022-MC: se oficializa la interpretación del Himno Nacional en todos los actos cívicos, actos militares, eventos o ceremonias tanto en idioma castellano como en la lengua indígena u originaria predominante, conforme a lo establecido por el Registro Nacional de Lenguas Indígenas u Originarias de nuestro país.
¿Cómo cree que su trabajo ha ayudado a preservar y promover la cultura y lengua quechua?
Yo voy escogiendo repertorios nacionales, en el futuro me gustaría abarcar más repertorios nacionales en general y, por supuesto, los del repertorio en quechua o en alguna otra lengua. Pienso que los artistas nacionales que trabajamos desde el enfoque de la música peruana necesitamos un oxígeno nacional para sentirnos integrados. Deben bajarse esos chicles de “Ay, bueno, una artista de la provincia no puede cantar un vals”. ¿Por qué? Si todos somos peruanos, por qué no puedes cantar una música criolla, una música negra, una música de los andes, música de algún pueblo amazónico. Somos peruanos y todos tendríamos que poder hacerlo y no tener miedo a aprender el repertorio de nuestros compatriotas. Esto no solo para los cantantes, sino también en general, para el público. Mientras más escuches de todos lados, más identificas qué cosa es ser peruano, no es solo un ritmo o dos, son muchos. Desde que puse un pie en el Teatro Nacional quise presentar este tipo de concierto donde escuches un huayno muy papacho, muy de tierra adentro, en quechua, en una afinación de esas que escuchan los grandes maestros tradicionales y que también puedas escuchar un repertorio de Chabuca y un repertorio de Yma Sumac o algún repertorio con aires amazónicos, porque eso es el Perú. En eso me he entrenado en los últimos años. Ahora hago un vals, con todo el respeto y con todo lo que me cuesta aprender otros estilos y sí, me parece un reto, pero me parece genial, oxigena nuestra música.
¿Qué papel juega la música en la identidad y resistencia cultural de las comunidades andinas, especialmente para las mujeres?
Siento que las mujeres somos depositarias de mucha cultura y mucha tradición. Las mujeres mayores, las mujeres ancianas, las mujeres de mi edad, tienen una sabiduría innata bastante pronunciada, sobre todo, en las comunidades tradicionales donde hay muchísimas vivencias y sabiduría. Hablando solo del arte, uno puede preguntarle a las mamachas qué canciones vienen escuchando desde su niñez o juventud y las van a cantar, son depositarias de mucho conocimiento. Me refiero a que siguen siendo vigentes, están constantemente aleccionando a las nuevas generaciones porque, de alguna u otra manera, las madres hacemos eso y en esferas más comunitarias eso se nota muy determinante. Entonces, siento que el papel de la mujer es fundamental. Somos creadoras y cuidadoras de mucha cultura, de mucho conocimiento y de una sabiduría distinta a la del hombre; es una vena distinta, es un mundo entero de conocimiento.
¿Cómo espera que su carrera musical contribuya a la cultura andina y al empoderamiento de las mujeres?
Pienso que el empoderamiento de la mujer siempre tiene que pasar por el conocimiento. Creo que el ser humano en general tiene que tener ese conocimiento para seguir avanzando, pero nosotras tenemos un trabajo de muchos años que ha sido relegado. Entonces, más que nunca nos toca poner empeño en eso, empezar por prepararnos mucho y no necesariamente en la universidad. Creo que el conocimiento es desde esa introspección, es esa reflexión, es el nutrirse uno mismo de experiencias, de valores, de conocimiento en general y es ahí donde marcamos la diferencia. Es un papel muy fundamental porque estamos cerca de las generaciones que vienen por muchísimo tiempo, es decir, somos las guardianas del espectro de formación más importante que es la niñez y la adolescencia. El conocimiento es fundamental y educar a las niñas es fundamental para que conozcan sus derechos, que estudien lo más que puedan y que se nutran de todo lo que puedan para que tengan independencia de mente y seguir adelante.
¿Cómo puede la sociedad apoyar mejor a las mujeres indígenas en campos artísticos y académicos?
Hay que seguir la línea donde se abran más espacios de educación. Los espacios educativos son fundamentales, como capacitaciones desde el Estado, hay varias iniciativas de acceso al estudio y a la información que tienen que seguir creciendo y multiplicarse. En general, para las mujeres indígenas hay propuestas relacionadas con la educación intercultural, pero todo está en proceso. Hay que seguir nutriéndolo y esto no solo depende del Estado, sino también de que la sociedad lo exija. Así como exigimos cuotas de género, hay que exigir que se implementen espacios de capacitación efectiva y reales.
¿Hay alguna persona o figura que la haya inspirado especialmente en su trayectoria?
En general me han inspirado muchas artistas, pero resalto la figura de mi madre porque ella siempre fue muy tenaz con su vida y creo que eso lo volqué a lo artísticos. Yo decía: “todo se puede hacer, todo, si es que nos lo proponemos y tenemos disciplina” y es verdad. Con los años, uno se va dando cuenta que al ser mujer muchos impedimentos solo son mentales, primero debemos vencer nuestras barreras mentales y abrir el espacio.
Tengo muchas referencias de artistas mujeres, pero creo que la determinación en el campo, como persona, como mujer, la recibo de mi madre. Ella sacó adelante a una familia de la nada, era una mujer muy fuerte. Es una imagen que vemos en muchos casos dentro de nuestro país, pero una cosa es decirlo y otra ver lo que se ha hecho. Eso me parece muy intenso.
Acaba de lanzar dos nuevas canciones “Yo Soy” y “Cada día” del compositor José Escajadillo, ¿cuéntanos cómo ha sido la experiencia de grabar estas canciones que forman parte de un EP?
Sí, es lo máximo. Ha sido súper genial, Pepe (Céspedes) y yo queremos proponernos no dejar de lado a los grandes compositores peruanos. No pudimos hacer un disco entero porque, la verdad, sería un montón. Quise concentrarme en grandes compositores que han aportado a nuestra música y decidimos empezar con el maestro Escajadillo porque a mí siempre me ha encantado su música. Por supuesto queremos llevar a más compositores y compositoras de música peruana de la costa, sierra y selva; eso es lo que se viene.
¿Qué otros proyectos tiene a futuro?
Ahorita estamos preparando una pequeña gira a Estados Unidos. Nos vamos a Washington el 10 de julio, estaremos en el Kennedy Center. El 16 de julio iremos a Los Ángeles, y en agosto me voy a Suiza, donde tendré una presentación en un festival. Después regresaremos a seguir produciendo, porque tenemos un par de canciones que están alistándose para lanzarse, así que estamos un poco ocupados (ríe).