Por Brenda Villalba

Fue en octubre del 2021 cuando se dio a conocer el caso de una niña de 11 años abusada sexualmente durante nueve  meses por su abuelastro. Resultado de esta violación, la niña quedó embarazada. Este polémico caso dejó a la población boliviana conmocionada y despertó diversas opiniones sobre el aborto.

El hecho sucedió en Yapacaní, una provincia de la ciudad de Santa Cruz en Bolivia. La niña, junto con sus hermanas, estaba bajo la supervisión del padre de su padrastro; es decir, su abuelastro. Esto ocurría mientras la madre y el padrastro se encontraban trabajando en la ciudad de La Paz, según la ANF.

La tía de la menor fue la que descubrió el embarazo, luego de que la niña le comentara el malestar  que sentía en el vientre. Posteriormente, presentó la denuncia (el hombre de 61 años se encuentra en la prisión de la ciudad de Santa Cruz) y la solicitud para la interrupción legal del embarazo de la niña (ILE). Esto dio como resultado el enfrentamiento de dos bandos: unos que apoyaban la interrupción del embarazo de la menor de edad y los que estaban en contra de la interrupción legal del embarazo. 

La menor fue internada en el  Hospital Percy Boland de la ciudad de Santa Cruz. Ella misma expresó a la junta médica que “no quiere ser madre”, según el medio El Mostrador. De esta manera, se comenzaron a realizar las evaluaciones para ejecutar la ILE, pero luego de iniciar el procedimiento para el aborto, la Iglesia católica interfirió y disuadió a la niña y familiares de desistir de la interrupción del embarazo. Posteriormente en su comunicado, manifestaron que se ofreció “acogida y atención a la niña y a la criaturita que tiene en su vientre, dando hospitalidad gratuita en el Centro de Madres Adolescentes Madre María, asegurando el apoyo material, médico, psicológico y espiritual para la maternidad y el tiempo posmaternidad”. Reafirmando su repudio al aborto y manifestando que “la única solución es salvar, cuidar y apoyar con amor de las dos vidas” y que “un crimen no se soluciona con otro crimen”.

Ante tal hecho, varias instituciones sociales, autoridades del Estado y movimientos feministas manifestaron el repudio de la intromisión de la Iglesia católica, lo que frenó la decisión de una menor de edad quien fue violada y a quien las leyes amparan en estos casos.

A lo que la Iglesia católica se refiere “[…] nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión, niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante”. Además, recuerda que la Sentencia del Tribunal Constitucional Plurinacional 0206/2014 establece que “un aborto incondicional y en todas las etapas del desarrollo del embrión no es constitucionalmente admisible.” 

Una de las instituciones que se manifestó ante este hecho, y que calificó como una tortura el continuar con el embarazo de la niña, fue el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de las Mujeres. Además, centró y manifestó su repudio ante el papel de la Iglesia y condenaron su intervención  en un Estado esencialmente laico. «Condenamos la intromisión de grupos fundamentalistas y de la Iglesia católica, quienes han ingresado de manera ‘clandestina’ al Hospital Percy Boland de Santa Cruz para amedrentar y amenazar a la madre y obligar a la niña de 11 años a firmar el desistimiento para realizarse la interrupción legal de su embarazo».

La Organización de Naciones Unidas Mujeres también participó y aseveró “que todas las niñas puedan vivir su infancia y completar sus estudios, sin tener que renunciar a sus sueños por un embarazo forzado”.

Por otra parte, el Ministro de Gobierno, Eduardo Castillo también se pronunció ante el suceso y dijo que “cuando una niña de 11 años es obligada a dar a luz producto de una violación, le están vulnerando todos sus derechos”, según ANF. Y añadió la preocupación porque “algunas instituciones se sienten con la autoridad de impedir la interrupción legal de un embarazo bajo criterios aleccionadores y morales”.

Fueron muchos los actores que intervinieron en esta discusión, entre las consignas “niñas, no madres” y “salvemos a las dos vidas”, los momentos de tensión y discordia se hacían evidentes. La intervención de la Iglesia católica alentó a la participación de los llamados “provida” para determinar continuar con el embarazo de una niña abusada sexualmente, sin velar por la salud, la vida, ni la infancia de la misma, y reafirmando a través de la historia el apoyo a estas medidas (morales) aunque fuera a costa de la vida de una mujer embarazada, en este caso, una niña de 11 años violada.

Bolivia, la iglesia y el aborto

Desde el 2009, Bolivia viene realizando transformaciones a nivel político, social, cultural y económico. Con la reestructuración de la Constitución Política del Estado, se ponen en conocimiento importantes disposiciones sobre el Estado laico, entre las cuales mencionamos los siguientes artículos:

  • El artículo 4 señala: “El Estado respeta y garantiza la libertad de religión y de creencias espirituales, de acuerdo con sus cosmovisiones. El Estado es independiente de la religión”. 
  •  El artículo 14 establece que “todo ser humano tiene personalidad y capacidad jurídica con arreglo a las leyes y goza de los derechos reconocidos por esta Constitución, sin distinción alguna”.
  • El artículo 66, a su vez, garantiza a las “mujeres y a los hombres el ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos”. http://catolicasbolivia.org/wp-content/uploads/2015/03/notiderechos_9.pdf

A pesar de esto, en 2019, luego de la crisis política por las elecciones nacionales, la religión y lo político tuvieron un contacto cercano, no a nivel legal, sino algo simbólico. Uno de los principales personajes de la oposición en la crisis política, Luis Fernando Camacho, ingresó al Palacio de Gobierno con la Biblia en sus manos. Posteriormente, la autoproclamada presidenta del Estado, Jeanine Añez, entonaría: «Dios ha permitido que la Biblia vuelva a entrar a Palacio. Que él nos bendiga». Estos son fieles retratods de que la iglesia y el Estado volvieron a estar juntos. 

Sin embargo, a pesar de ser un Estado laico, el tema del aborto todavía constituye la consecuencia de la penalización. “En un régimen democrático, de derechos y libertades individuales, el Estado, la iglesia y la sociedad ejercen un papel altamente impositivo, ya que se impone la maternidad a las mujeres sin considerar su criterio”. En Bolivia, aún se penaliza el aborto, y solo se encuentra permitido realizarlo en resultado de una violación, incesto, rapto no seguido de matrimonio o representa un riesgo para la salud y vida de la mujer”, se lee en el artículo de René Pereira, Daniel López y Javier Campuzano.

Sistema legislativo en Bolivia

FOTO: Agencia EFE

Dentro de las leyes bolivianas, existen varias causales para la penalización del aborto. Bolivia solo permite realizar el aborto cuando se trata de violación, incesto, rapto no seguido de matrimonio o que pone en riesgo la salud y vida de la madre. Es el caso de la niña de 11 años. El Código Penal, Capitulo II artículo 266 se refiere a la interrupción del embarazo en relación a las anteriores razones mencionadas:

Artículo 266. (Aborto Impune) Cuando el aborto hubiere sido consecuencia de un delito de violación, rapto no seguido de matrimonio, estupro o incesto, no se aplicará sanción alguna, siempre que la acción penal hubiere sido iniciada.

Tampoco será punible si el aborto hubiere sido practicado con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre, y si este peligro no podía ser evitado por otros medios.

En ambos casos, el aborto deberá ser practicado por un médico, con el consentimiento de la mujer y autorización judicial en su caso.

Según el análisis de la abogada, Paola Daniela de la Rocha Carias:

En Bolivia, no existe un desglose jurídico y legal en relación al aborto como tal; es decir, la no existencia de una ley que hable específicamente de la relación de aborto y Estado, sino se refiere a un conjunto de artículos que crean un sistema de penalización. 

Para entender la postura del Estado en relación al aborto de manera legislativa, es importante mencionar la sentencia constitucional 0206/2014, la cual nos permite dar algún tipo de orden a la actual situación jurídica del aborto en Bolivia, y nos deja dar un vistazo al tipo de solución en virtud a su legislación que puede otorgar Bolivia ante una situación de aborto y la “condena” que legalmente a este se atribuye, o las garantías que el Estado esté dispuesto a brindar en esta situación.

Desde una perspectiva jurídica y mediante un análisis de las constituciones que tuvo Bolivia a lo largo de la historia, la Constitución del año 2009 (la última constitución actualizada en Bolivia) es la única que ofrece una serie de garantías “razonables” para las mujeres en Bolivia, y que otorga una seguridad jurídica de forma específica para el género para así entender la vulnerabilidad a la que este sector se ve expuesto. Aun así, se vuelve a mencionar la postura firme del Estado contra el aborto, entonces debemos entender que el posicionamiento del Estado boliviano frente al aborto es de total condena, es una conclusión a la cual se puede llegar fácilmente con una observación simple al código penal sin necesidad de tener un conocimiento o una base jurídica, pues se penaliza el aborto con una pena mínima de un año y una pena máxima de seis años.

Ahora bien, es contradictorio que Bolivia tome una postura legal tan cerrada ante este tema después de formar parte de una serie de convenios con países en los cuales se trata de evitar la condena al aborto. Por ejemplo, formar parte de la Convención Interamericana de Derechos Humanos para garantizar una vida libre para la mujer, tanto de manera ideológica, física y sexual, eso genera un tipo de conflicto normativo, ya que se debe reconocer a los convenios y tratados internacionales como parte de la jerarquía normativa en Bolivia. Si bien Bolivia pertenece a estos convenios donde se ha mencionado más de una vez la despenalización del aborto, hasta la fecha se mantiene la postura de condena legal.

Iglesia y el aborto

No podemos negar la relevante participación de la Iglesia católica en la formación y construcción de un imaginario social/significaciones/posicionamientos y posteriormente representaciones en gran parte de la población religiosa y no religiosa. Es la religión con más creyentes en el mundo (el catolicismo tiene relaciones diplomáticas con 182/197 Estados), y su participación en la esfera pública-político estaba ligada hasta hace unos años con el argumento  “de que la mayoría de los ciudadanos comparten, más o menos activamente sus posturas en cuestiones como la defensa de la vida desde su concepción, la salvaguardia de la familia tradicional y el rechazo total a cualquier tipo de ley que permita la eutanasia”, según BBC News.

Lo que genera diversos y acalorados debates con movimientos y agrupaciones sociopolíticas como el feminismo, la comunidad LGBTQIA+, entre otros. En 2021, el diario El País retrató la problemática y crisis de la Iglesia en relación a los temas como: “El escándalo de los abusos, la marginación de las mujeres, el clericalismo y la reforma curia romana, además de cuestiones que tienen directa relación con el tema del aborto y de los derechos homosexuales con la implementación de temas bioéticos”. Temas que tocan el meollo de diferentes protestas sociales y políticas actuales, que transgreden y vulneran los derechos humanos, no solo en Latinoamérica, sino a nivel mundial.

Un poco de historia

Sin embargo, la historia de la postura antiabortista de la iglesia está llena de ambigüedades, incongruencias, divergencias y desacuerdos. Originalmente, los teólogos se han encontrado en debate en relación al tema del aborto durante la historia. Algunos apoyaban la práctica del aborto en los primeros meses embarazo, lo que llamaban como “hominización retardada”, en la que basa la teoría del dualismo del ser; es decir, que el cuerpo y el alma eran dos elementos distintos. El discurso se refiere a que no se tiene alma hasta después de los 40 días de gestación. Otros teólogos, por su parte, lo consideraban “homicidio” y aceptaban la llamada “hominización inmediata”, la cual se refiere a que el alma existe desde la concepción (aunque no existía seguridad sobre esto, tomaron la ley de “Por si acaso”).

Uno de los teólogos que argumentaba a favor del aborto era San Agustín: “La pregunta sobre el alma no se decide apresuradamente con juicios no discutidos ni opiniones temerarias; según la ley, el acto del aborto no se considera homicidio porque aún no se puede decir que haya un alma viva en un cuerpo que carece de sensación, ya que todavía no se ha formado la carne y no está dotada de sentidos”.

Fue a través del tiempo que la teoría de que el alma existe desde la concepción tomó fuerza mediante las Leyes Canónicas (leyes que fueron creadas por teólogos en conjunto). Fue el Papa Pio IX quien terminó finalmente la discusión sobre la práctica del aborto, y la condenó como un pecado (no solo pecado por “homicidio”, sino por atentar contra la “familia” y los actos sexuales: adulterio, fornicación, etc.) y con la consecuencia punitiva de la excomunión no solo a quien lo practicaba, sino a todos los actores involucrados (médicos, enfermeras, etc.).

Es así que durante los años siguientes aparecen otras doctrinas (como la Inmaculada Concepción) que apoyan la condena de la práctica del aborto en cualquier momento de la gestación, no solo el electivo, sino también el terapéutico (usado para salvar la vida de la mujer embarazada). Este discurso se extendió por la autoridad papal a los diferentes líderes de la iglesia y estos a los fieles.

Finalmente, en la Iglesia católica se distinguen dos funciones: la legislativa y la del magisterio. La primera se encarga de determinar las leyes morales y los castigos que recibirán los fieles si se transgrede alguna norma católica mientras que el magisterio se encarga de enseñar a los feligreses temas relacionados con la fe y la moral. Solo tocan estos dos aspectos, y es justo aquí donde recae la “infalibilidad papal”, la que se refiere a que el papa está exento de cualquier error en relación a la enseñanza de estos temas. Cabe mencionar que la práctica del aborto no goza de infabilidad papal (por las incongruencias que tiene la iglesia en relación a este tema); es decir, los fieles pueden decidir creer o no, sin embargo, sí tiene condena a quien lo practica. 

Disidencias

A través del tiempo, nació la inconformidad y desacuerdo entre las personas pertenecientes a esta religión, y empezaron a mostrar su postura frente a las normas y reglas sobre la interrupción del embarazo. 

En este caso, está la agrupación llamada “Católicas por el Derecho a Decidir”. Ante el hecho de que la religión católica tiene  bases y leyes canónicas bastante estrictas, empezó a existir una pluralización de lo religioso, como lo llaman algunos autores. Esto hace referencia a las diferentes formas de observar una cuestión desde lo religioso.

Las diversas formas en la que diferentes temas se entrecruzan de forma compleja. Por ejemplo, la sexualidad y la religión o de qué manera esta disidencia dentro de la religión sirve para la identificación religiosa y política. Es así que existen sectores dentro de la Iglesia católica que apoyan a grupos sociales y políticos de la comunidad LGTBQIA+ y feministas.

Las mujeres pertenecientes al catolicismo, enfrentan dos grandes cuestiones al momento de apoyar el aborto. La cuestión sobre las enseñanzas de las normas católicas y la formación de la conciencia desde esta (la moralidad y la transgresión de la norma). Sin embargo, ellas los reinterpretan y lo resignifican a través del contexto vivido. Algunas de ellas sienten miedo y culpa originados por los discursos de la iglesia católica; no obstante, encuentran en la religión un soporte y no una condena.

Otras religiones y el aborto

La Iglesia Evangélica

Se dio origen en el siglo XVI, cuando a la Iglesia luterana se le empezó a denominar Iglesia evangélica. Consideradas como las herederas del cristianismo, al igual que el catolicismo, tienen bases estrictas en relación al aborto, pues su postura contra este se presenta como “defensa de la vida y de la familia”. Con el argumento del “niño por nacer”, consideran que ya es una persona desde el momento de la concepción, por lo que el aborto sería un crimen. No aprueban su práctica en ninguna circunstancia, ni tampoco causal (terapéutica, psicológica, moral, económica, etc.). 

Junto a la Iglesia católica, tiene una participación activa en contra de la despenalización del aborto, principalmente en Argentina, donde se movilizaron el año 2019 en Buenos Aires para evitar que se volviera a plantear por segundo año consecutivo la legalización del aborto en las marchas del 8 de Marzo.  

En el diario El País, Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de Argentina, afirmaba: «Jesús fue el que puso en alto a la mujer. Los cristianos somos defensores del rol de la mujer, es la hermosura que hizo Dios y atacarla es alevoso, pero no hay que confundirlo con la ideología de género o de carácter político. El año pasado, las mujeres usaron el Día Internacional de la Mujer para movilizarse a favor del aborto, y eso no es correcto. Nosotros creemos en la igualdad de salario, de trato con el hombre y estamos en contra del abuso, pero a favor del aborto, no».

Iglesia Adventista

La Iglesia adventista, a diferencia de la Iglesia católica y evangélica, tiene una postura más flexible en relación al aborto. Ellos consideran la práctica del aborto como “uno de esos trágicos dilemas de la condición humana caída”, y que la práctica de este no es condenada por la Iglesia; en cambio, esta debe dar “apoyo” a través de la orientación en base a sus creencias y deber ser “solidaria y compasiva” a “quienes se vean obligados a enfrentar personalmente la decisión de tener que provocar un aborto”. Si bien el aborto no está permitido cuando se basa en la tasa de natalidad, selección de sexo o conveniencia, se muestran más permisivos a realizarlo en casos como el riesgo de la vida de la mujer embarazada, malformaciones congénitas del feto, problemas en la salud de la mujer embarazada, y embarazos por violación e incesto. Este tema sigue en debate por los miembros de la Iglesia. Sin embargo, consideran que obligar a una mujer a seguir o no con el embarazo viola su libertad personal. 

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (Mormones)

Definen al aborto como una de las practicas más “pecaminosas”, “horrendas”, “repugnantes”, “malvadas” y se oponen completamente al aborto de manera electiva, ya sea por razones sociales o de “conveniencia”. Sin embargo, tienen “posibles excepciones”: cuando la vida de la mujer embarazada peligra, por violación e incesto y por malformaciones congénitas (según el informe de un profesional médico), a las que se refieren como causas “poco comunes” y que deben hablarse primero con un líder eclesiástico. Los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días condenan el aborto.

Budismo

En el budismo, se considera al aborto como “matar”; sin embargo, no tienen normas, ni condenan el acto de la interrupción del embarazo. Ellos creen que la única persona con el derecho a decidir es la mujer embarazada, porque será ella quien asuma las consecuencias de sus actos, ninguna entidad, ni persona puede oprimir a la mujer en la decisión de la interrupción. Ellos definen a la vida y la muerte como un ciclo, un punto donde no se sabe dónde empieza ni dónde termina.