Por Brenda Villalba @Nikinik8895

Introducción por Johanna Gallegos @JohannaFGA

Ser mujer y ser periodista representa vivir en riesgo. Debido a nuestro trabajo, diariamente lidiamos con el machismo, la censura y la violencia. Durante los dos últimos años en pandemia, la situación no ha mejorado y las manifestaciones de violencia han crecido expandiéndose al mundo virtual. 

Desde La Antígona hemos recopilado testimonios de periodistas de Perú, Bolivia, Argentina y México que han sido víctimas de violencia. Nos sumamos a la campaña de los 16 días de activismo de #AcosoEnElPeriodismo para visibilizar la violencia contra las mujeres periodistas en cuatro reportajes que recorren los diferentes países.

La condición de la mujer dentro de los espacios laborales ha significado constantes vejámenes machistas/sexistas, develando las diferentes violencias y agresiones. Dentro de estas, el acoso sexual-laboral al que están expuestas día con día. En este sentido nos cuestionamos ¿Cuál es la situación de las periodistas bolivianas en relación con el acoso sexual-laboral?

En 2017 Yadira Pelaez, periodista de la red televisiva Bolivia Tv (canal estatal), expuso el acoso sexual que sufrió por parte del exgerente general, Carlos Flores. Quien había sido designado al cargo por la Ex ministra de comunicación Gisela López. Posteriormente de sentar la denuncia, la periodista fue despedida del medio de comunicación por Gisela Flores, y casi paralelamente enfrentó un proceso penal por daños económicos al medio. Según el diario El Deber “Pelaez incluso entregó  la denuncia por acoso al expresidente Evo Morales que participaba de un acto en Sacaba”. 

El ser periodista representa un doble peligro, ya que se encuentran expuestas desde dentro de los medios, y durante la realización de su trabajo fuera de estos espacios: con entrevistados, en eventos, por autoridades, entre otros. 

Es el caso de la periodista Yolanda Salazar, quien al estar realizando la cobertura del día de la inauguración de la Casa Grande del Pueblo en la ciudad de La Paz, fue acosada por varios hombres. “empecé a sentir manos que empezaron a tocar mis partes íntimas, no era algo casual, sabían lo que hacían porque incluso se daban el trabajo de subirme la chamarra para tocarme”, declaró Yolanda a Pagina Siete, y agregó “Les grité que dejaran de tocarme, no podía hacer nada más, tenía tantas ganas de llorar de impotencia”.

O el caso de la periodista Mercedes Guzmán, quien al estar realizando su labor, entrevistando al Ex alcalde de Santa Cruz, Percy Fernández, fue acosada sexualmente por éste en pleno acto público, por su parte el entonces concejal Juan José Castedo en el portal Eabolivia se refirió a este tipo de actos como: “expresiones de cariño” por parte del ex alcalde y que duda que tuviera “malas intenciones.” 

El 10 de septiembre del 2020, Mercedes Fernández, reportera de la red Nacional Erbol, comenta con preocupación el hostigamiento y el acoso que estuvo sufriendo por investigar el caso de una violación a una menor. Ella además de ser amenazada y sufrir agresiones, fue acosada sexualmente por un sujeto desconocido, comento en el diario El Andaluz Tarija que “recibe (recibía) videollamadas de un sujeto, las que, cuando las contesta, éste realiza actos obscenos para acosarla.”

Estos testimonios son los casos que han podido ser visibilizados y registrados por los medios. Sin embargo, representan los pocos que se han llegado a conocer. En este reportaje se realizó la pregunta: ¿Has sufrido acoso sexual-laboral en tu medio o durante el ejercicio de tu labor fuera de esos espacios?  A seis periodistas, de las cuales, cinco tenían una historia que contar.

PERIODISTAS BOLIVIANAS Y SUS CASOS DE ACOSO EN EL TRABAJO

Testimonio anónimo 1:

Hace 4 años pasé  por un pequeño acoso (aunque ningún acoso se lo debe minimizar), este fue mientras hacía  una entrevista a un ex concejal de la ciudad.
Yo estaba con un vestido casual, la verdad eso no debería importar, pero el señor no dejaba de mirarme pese a que yo le hacía  preguntas serias.

Una vez que terminó  la entrevista le agradecí por darme el tiempo, ignorando el mal rato que sentía y tratando de ser respetuosa pese a que él no lo fue conmigo. Al despedirme de palabra,  él sin dejar de sonreírme y tener la mirada penetrante sobre mí, me casi obligo a despedirme de beso en la mejilla, la verdad yo no quería  hacerlo, no quería tener ningún  contacto con él por lo incómoda que me hizo sentir, pero por respeto no rechacé  la despedida. Tal vez no haya sido de tanta relevancia pero la sensación  de incomodidad  no deberíamos  sentirlo mientras tratamos de realizar nuestro trabajo, ese día  me quedé  muy desganada por lo sucedido y cuando lo comenté con algunas amistades todas me dijeron que él  siempre es así, «coqueto con las jovencitas».

Testimonio anónimo 2:

El caso de acoso que más recuerdo fue cuando hacía pasantías en un programa online, en ese momento era la presentadora del sector de juegos eran mis primeros inicios en la televisión. Mi novio siempre me acompañaba a las grabaciones, pero ese día se encontraba de viaje, así que mi hermana menor me acompañó. 

Ese programa sería diferente ya que teníamos que ir a la plaza 24 de septiembre a buscar gente que quiera jugar con nosotros en vivo; todo iba bien hasta que en media grabación se me acercó un hombre de esos que venden cosas en los semáforos, por su acento se notaba que no era del país, me pregunto qué hacíamos, le conté un poco del programa y me despedí rápido porque se me es incómodo hablar con extraños, en cuanto yo me aleje el empezó a seguirnos y decir que quería una foto conmigo, amablemente le dije que me encontraba trabajando, qué tal vez al finalizar el programa pero él insistía e insistía hasta llegar al punto de empujar al camarógrafo y abrazarme para que tomara la foto.

Cuando pasó eso, lo empujé y le dije que no me tocara a lo que él respondió que como presentadora me exponía a esas cosas y que si no quería que pasara mejor no salía en la tele.

Luego algo que sucedió con “colegas” fue cuando quise mandar mi curriculum a X medios para ser corresponsal y el encargado me dijo que sólo haciéndole un “favorcito” me podrían aceptar sin experiencia.

Testimonio anónimo 3:

Cuando yo entré a un canal de tele, era bien jovencita, recién graduada. El director de prensa me empezó a mandar mensajes buscando charla y luego invitándome a salir. Un día le dije que él no era mi amigo y que no me interesaba salir con él. Desde entonces me trató distinto y me empezó a criticar por mi forma de vestir. Me dijo que me vestía demasiado provocativa y que hacía quedar mal al canal.

Testimonio anónimo 4:

Estaba realizando un trabajo para la universidad, necesitaba recolectar opiniones de las personas que se encontraban en la Plaza Principal acerca del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Este trabajo ya lo había realizado antes, acompañada por un amigo que me sostenía la cámara; ese día no tuve ningún problema. Como me faltó tiempo, decidí continuar el trabajo dos días después, lastimosamente ese día mi amigo ya no me pudo acompañar. Eran las 11:30 y ya había realizado dos entrevistas sin ningún problema y planeaba hacer unas cuantas más, me acerco amablemente a un señor sentado en un banquito de la plaza y me presento mostrando mi credencial universitario. Le explico al señor en qué consiste mi trabajo y él acepta ser grabado sin ningún problema…

Al terminar, le agradecí por haber participado y le deseé un buen día. Caminé unos cinco pasos y me detuve por un minuto a verificar que el video y el audio hayan salido bien, cuando de repente el señor se me acercó y me empezó a acosar. 

Sus palabras fueron “¿Me puede dar su número? Pronto será mi cumpleaños y quiero invitarla”; quedé muy confundida y asustada ya que no esperaba que se me acercara y le dije “Disculpe, ¿cómo dice?” a lo que me repitió de manera insistente las mismas palabras: “Deme su número, la quiero invitar a mi cumpleaños, usted ya sabe para qué” con un tono y una cara morbosa…

Testimonio anónimo 5:

Hace unos meses sufrí, lo que yo le llamé, asedio laboral. Un compañero de mi trabajo, que además era mi jefe de los turnos de fin de semana, desde hace mucho tenía actitudes que me resultaban incómodas, hacía comentarios en relación a mi físico o mi vestimenta y me enviaba mensajes por WhatsApp en la madrugada con temas que no se relacionaban al trabajo, como canciones o sus deseos por consumir alcohol. 

Un fin de semana, mientras estábamos de turno, él pidió permiso y yo me hice cargo del equipo. En la tarde comenzó a llamarme, a enviarme demasiados mensajes por diferentes redes, como WhatsApp o Facebook. Yo me sentí muy angustiada porque no sabía cómo actuar, qué decirle, cómo hacer que pare con su insistencia. Tuve que hablar con el jefe de la redacción para decirle lo que estaba pasando y que él pueda hablarle para qué me dejé de molestar. Así fue, pero eso derivó en que una serie de conflictos que me pusieron en una situación de incomodidad e indefensión. 

Ahora, sigo compartiendo oficina con la misma persona. No se hizo más para alejarlo de mí y de mis compañeras, a las que también incomoda, ya que esta situación la vivieron otras chicas más.

LEYES CONTRA EL ACOSO SEXUAL-LABORAL EN BOLIVIA

Históricamente, Bolivia se encuentra suscrita y ha firmado diferentes acuerdos desde 1969, primeramente con la Conferencia Especializada Interamericana de Derechos Humanos, San José, Costa Rica, la que tiene como objetivo el velar por la integridad, igualdad, respeto y erradicación de toda violencia. En 1980 firmó la Carta Internacional de Derechos Humanos en lineamientos de lucha contra la discriminación hacia la mujer (disposiciones planteadas inicialmente por la ONU). 

Estos convenios internacionales firmados por el país, tenían/tienen un único objetivo, el eliminar la discriminación contra la mujer, y la prevención, sanción y erradicación de violencia contra la misma, además de promover la igualdad entre hombre y mujer en todas las esferas sociales, mediante cambios en los sistemas del Estado.

Con la Nueva Constitución Política Del Estado de 2009 (cuya característica esencial debe ser el consagrar el respeto e igualdad de todos los bolivianos y propugna los principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución) se establecieron los artículos 15, 114 y 49, los que conformaron la lucha contra la discriminación y violencia principalmente hacia la mujer. Sin embargo, el art. 49 se refiere enteramente al acoso laboral, el cual está desligado al aspecto sexual.

En la cartilla informativa de la Defensoría del Pueblo de 2014 se mencionaba que no existía una “Ley específica que establezca las vías de denuncia y el proceso sancionatorio (…)”. En 2021 tras la Resolución Ministerial N° 196/21, se reglamentó el procedimiento para la atención a las denuncias de acoso laboral y sexual hacia las mujeres, donde se especifica el proceso y  los mecanismos a los que se deberá recurrir en cuanto se presenten estos casos.

El Estado boliviano ha establecido normas y leyes para la protección en general de la mujer, recayendo la entera responsabilidad en él, para su garantía del buen vivir, y el cumplimiento de la ley, con el buen procedimiento del sistema judicial del país. Sin embargo, en los últimos meses, Bolivia se ha enfrentado a una crisis de sentido administrativo e ideológico en sus sistemas, principalmente en el de justicia, la que a su vez ha perpetuado el sistema patriarcal, opresor, abusivo y violento. Se pone en tela de juicio el cumplimiento de la ley. 

Aunque el caso de Yolanda Salazar ocurrió en 2018, ya existían las debidas leyes que la amparaban, no obstante en las instancias de justicia se topó con la revictimización de su vivencia y la culpabilización de su persona, mostrando la ineficacia de estos sistemas desde mucho antes. Ella lo cuenta así:

(…) Cuando decidí denunciar este hecho ante la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia, los abogados a quienes acudí intentaron convencerme de que no denuncie porque sería perder el tiempo porque mi caso era menor, incluso me comentaron que para las siguientes coberturas debía tener más cuidado, aun así me puse fuerte y denuncié y tal cual al principio me pidieron alguna prueba de que esa situación me afectó, es así que acudo a una psicóloga privada, para que me haga una valoración, en la misma, la “profesional” me hizo preguntas como, cómo iba vestida, si yo estaba consciente de que en las multitudes estas situaciones pasaban y si me gustaba llamar la atención, entre otras, yo estaba en ese punto indignada. 

Al final la denuncia fue desestimada y decidí dejar hasta allí la situación legal porque definitivamente es un desgaste emocional pasar por esa situación y que me digan que lo que pasó fue una situación menor.