Por Diandra García

Carmen Vásquez Uriol es una realizadora audiovisual trujillana y cajamarquina, fundadora del Festival Itinerante de Cine Latinoamericano Atemporal. A sus 25 años, ha sido jurada del Festival Render trabajado como asistente de investigación, realización y producción junto a directores como Omar Forero. Actualmente desarrolla su primer largometraje, tras muchos cortometrajes publicados, un año de estudios en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, 3 ediciones de Atemporal y nuevas preguntas y respuestas acerca de la familia, la identidad y la mirada.

«Mi familia es de Cajamarca, pero nací en Trujillo, un 24 de mayo de 1998, y pasé la infancia en Chimbote. Nunca me sentí por completo costeña. De joven, me gustaba la literatura. Leía a Vallejo, Borges, Cortázar; el libro Templado de Jorge Eslava. Leía, leía y leía. Quería ser escritora. Aún quiero. Un amigo me sugirió periodismo. Yo recordé las crónicas de Vallejo. Él no fue un periodista de calle, fue un periodista de letras. A mí siempre me apasionó contar historias, así que tomé el consejo.

Fue durante la universidad que me acerqué al cine, a un tipo de cine que no conocía. Una película me marcó mucho: Del Verbo Amar. Es hermosa, justo la vamos a proyectar en el festival. (Cuando la vi), me dije: “esto es lo que quiero hacer con mi vida”. Porque, para mí, literatura y cine están vinculados. Siempre he realizado video-ensayos. Lo del largometraje es nuevo, está aún en etapa de desarrollo. Trata sobre una búsqueda en el pueblo de mi madre, Contumazá (Cajamarca), para descubrir un misterio familiar: el asesinato de mi bisabuelo. En verdad, es un pretexto para retornar a mis raíces. Mi familia jamás terminó de entender lo que hago. Creo que con este proyecto quizá lo hagan. 

Yo quería que mi tesis sea un festival. No fue posible. A dos meses de terminar la carrera, me dije: “Trujillo necesita nuevos rostros audiovisuales”. Ese fue el nacimiento de Atemporal. Recibí ayuda, claro, eso es lo bonito. Juntos hemos crecido. Nos reconocen, no solo en el país, también en otros lugares. No se creen que estemos en la tercera edición, que seamos tan nuevos. Este tipo de cosas te motivan, porque trabajar en cultura es complicado en el Perú. El Ministerio hace esfuerzos, hay que reconocerlo. El problema es que las convocatorias suelen ser para la categoría de ficción y aquí las mujeres tendemos a ser documentalistas, o realizadoras de video-poesía o de cine experimental. Para estas producciones solamente hay un estímulo a nivel nacional. El Estado tendría que investigar qué cine estamos haciendo las peruanas. Las mujeres tenemos una mirada en primera persona (pienso en Mary Jiménez, Marianela Vega, María Barea). A través de nuestras historias nos reivindicamos a nosotras mismas.

Creo que la identidad está en el cine, vigente y en cuestionamiento. Todos hablamos de identidades, vamos transmutando, narrando nuestras mutaciones en el tiempo. Desde Atemporal, nos interesa mucho difundir películas que vayan por esa ruta. La temática de esta edición es identidad y migración. Trujillo es una ciudad de migrantes, muchos provenimos de la Sierra. Por eso es importante observarnos desde nuestros territorios. Somos una generación postrauma, desde las dictaduras militares. El cine nos ayuda a crear memoria, es un registro. Así entendemos que no estamos solos. En lo personal, me he sentido muy acompañada en estos proyectos (el máster, Visiones Andinas, el festival…). Es más una reivindicación que una reconciliación.

Viajé para estudiar en la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña el 31 de diciembre de 2021. Volví al año siguiente. Mi padre murió mientras estuve en España. Yo no podía regresar. A la distancia, se me aparecía su ausencia y, a la vez, la cuestión de si estuvo presente alguna vez. Jamás descubrí quién fue, más allá de un padre. Sé que discutía muy fuertemente con mi mamá.  Me gustaría acercarme a esos errores, conocerlo como hombre. Ya en Trujillo, limpié su biblioteca. Revisé sus diarios, poemas y cuentos, que datan de 1975. Me preguntaba: “¿Quién eres? ¿Quién fuiste?”. Sé que en el futuro publicaré sus textos, cumpliré su sueño. Por ahora, los guardo en un cofre. Los releo, los releo. Son lo más preciado para mí.

Si hablara conmigo misma de pequeña, le diría “has sanado, te has reconciliado con quien eres”. Estás orgullosa de tu origen serrano, tu origen costeño. Eres muy trujillana y muy cajamarquina. Eso me diría, porque soy un poco de ambos. Esa fusión hace rica mi identidad. Esa fusión es mi mirada del mundo».