Por Mariana Aljovín

Valentina Zelada, 23 años, directora de cine y actriz peruana.

“Mi nombre es Valentina Zelada, tengo 23 años y trabajo en publicidad en Tunche Films desde que tengo 16 años, como asistente de dirección. Comencé como segunda asistente de dirección, hasta que me promovieron a primera asistente cuando cumplí 18 años. He trabaja en Tunche Films ocho años, más que nada en filmaciones de publicidad. 

Actualmente estoy haciendo mi tesis. Estoy escribiendo un largometraje para sacar mi título y aplicar a DAFO, al concurso de proyecto de largometraje para poder conseguir financiamiento para hacer mi película. Una película sobre crecer, que espero genere conciencia sobre la salud mental. 

Al principio de mi carrera quise estudiar actuación, pero finalmente estudié dirección de cine en EPIC. Terminé en el segundo mejor puesto de mi promoción. Dirigí cinco cortos, uno de esos fue un documental que ha estado en tres festivales nacionales, llamado “Pescaditos”. Lo han usado varias organizaciones nacionales e internacionales para generar conciencia sobre el autismo. También estuvo en el festival de cine de mujeres y ganó el tercer puesto en la semana de cine de Lima.

Siempre me gustó actuar. Me sentía cómoda en el escenario. La primera obra que protagonice fue “Alicia en el país de las maravillas” para el taller de actuación de mi colegio. Hasta que salí del colegio nunca estuve en un taller de teatro intensivo. Luego en EPIC estuve en varios cortometrajes y talleres de formación actoral.

Durante el último ciclo nos agarró la pandemia. Ha sido terrible para los actores de teatro porque parte del trabajo es estar en contacto con el público. Te llenas de la energía que te brinda la audiencia. Como actriz de teatro no sueles estar frente a una cámara, sino en un espacio con mucha energía, en contacto con tu personaje y los demás compañeros de escena. Esto se perdió. Hubo mucha desconfianza dentro del taller en el que estaba, fue una experiencia nueva tratar de conectar a la distancia con mis compañeros. Fue difícil, pero finalmente logramos sacar adelante varias obras virtuales.

Intenté darle una nueva perspectiva al trabajar frente a una cámara como actriz de teatro. Aunque no había público sabía que estaban ahí, era una nueva conexión. Además, lo audiovisual se conecto con mi trabajo en el teatro. Fue interesante fusionar cine y teatro. Las dos cosas que más amo.

Actualmente, estoy en otra obra. Ya le agarramos el ritmo, los seis interactuamos en un espacio físico, pero el público sigue siendo virtual. Esta vez yo escribí uno de los guiones, eso me gusta, dar vida a personajes y a las historias que creo.

Como mujer puedo decir que el cine y el teatro siguen siendo un espacio sexista. A lo largo de mi experiencia he tenido que ser prepotente y obstinada al tomar decisiones para que me tomen en serio. Lamentablemente no todas las mujeres tienen la misma personalidad ni voz para defenderse. Por eso, espero que se sigan promocionando espacios para que las mujeres hagan lo que aman sin miedo”.