Por Arleth García

Imagen de la Virgen de Guadalupe.

El 12 de diciembre, se conmemora a la Virgen de Guadalupe en México, y aunque es una fiesta gozosa y de gran significado en el país, su creación y repercusión dentro de las mujeres tiene un contexto de opresión y violencia contra ellas de manera simbólica.

La Virgen de Guadalupe es el máximo estandarte religioso en México y, a la vez, es el inalcanzable rol e imagen de lo que debe ser una mujer, por lo que implica su historia de sacrificio, virginidad y recompensa dentro del espectro religioso. Aunque eso también ha significado una lucha para las mexicanas, dado que estas ideologías han impedido la lucha por la legalización del aborto, quitarle el tabú a la menstruación y tomarlo como un aspecto de salud, y el no poder gozar de una vida sexual sin enfrentarse a los estigmas sociales.

¿Qué relación tienen estas ideas religiosas con las formas de vida actuales? ¿Por qué a pesar de los años y cambios sociales no se han podido eliminar los estereotipos y roles de género impuestos? Sin duda, mucho tiene que ver con que la máxima figura mexicana sea una mujer, aunque también hay más detrás de estas imposiciones que tienen relación con las idiosincrasias universales.

Peregrinos afuera de la capilla de la Virgen de Guadalupe. FOTO: Arleth G.

Primero, hablemos de los mitos alrededor del culto a la Virgen de Guadalupe:

Según la historia, entre el 9 y el 12 de diciembre de 1531, a 10 años de la conquista de MéxicoTenochtitlan, la Virgen de Guadalupe se apareció en cuatro ocasiones a un hombre indígena llamado Juan Diego en el cerro del Tepeyac, también conocido como de Guadalupe, situado a poca distancia de la Ciudad de México. 

En las dos primeras ocasiones, la Virgen pidió a Juan Diego que notificara al obispo de México, Fray Juan de Zumárraga, que deseaba que en el lugar de la aparición se erigiera una iglesia para que ella se convirtiera en patrona de las y los novohispanos, así como su intermediaria ante Dios. El obispo Zumárraga se mostró incrédulo frente al relato y solicitó una prueba de la veracidad de los hechos. La Virgen accedió a darla y en una cuarta aparición pidió a Juan Diego que subiera a la cima del árido cerro y cortara rosas de Castilla para llevarlas al obispo.

Él recogió las flores en la manta de algodón que llevaba anudada al hombro, prenda conocida como “tilma”, y al extenderla delante del obispo, las flores cayeron al suelo y la imagen de la Virgen quedó estampada en ella. Durante una quinta aparición, en esta ocasión a Juan Bernardino —un tío de Juan Diego— la Virgen realizó su primer milagro al curarlo de la peste. Zumárraga agradeció a Dios estos milagros, mandó construir la iglesia solicitada por la Virgen y depositó allí la tilma con la pintura, atribuida a los ángeles o al mismo Dios.

Representación de la aparición de la Virgen Guadalupe a Juan Diego.

El culto a la Virgen de Guadalupe se remonta a la primera época de la colonización española y se inscribe dentro del proceso de evangelización de los indígenas. El cerro del Tepeyac era un lugar sagrado en la época prehispánica. Allí había un santuario dedicado a la diosa madre Tonantzin, que junto con Ometéotl formaba la pareja de dioses primigenios del panteón mexica. Era muy visitado por personas de otras partes del territorio que llevaban ofrendas a la diosa y le brindaban cantos y danzas, según la usanza indígena.

Los soldados españoles conocieron este santuario durante las guerras de conquista, ya que estaba situado cerca de México-Tenochtitlan.  Allí estableció Gonzalo de Sandoval, el célebre capitán de Hernán Cortes, su cuartel. Y fue allí donde se refugiaron los españoles el 30 de junio de 1520 durante la llamada “Noche Triste” cuando tuvieron que huir de la ciudad tras ser derrotados por los mexicas.

Después de la conquista, este santuario consagrado a Tonantzin fue transformado por frailes franciscanos en una ermita católica dedicada a la Virgen de Guadalupe.

Cerro de Tepeyac y la Virgen de Guadalupe.

Aunque la veneración a la Virgen de Guadalupe inició como una imposición colonial, a lo largo de los años se dieron disputas entre los pueblos indígenas para recodificar su simbología, religiosidad y epistemología en su figura, la cual —hasta la fecha— se sigue dando por pueblos y barrios. Asimismo, continúa como un símbolo de identidad para las personas mexicanas que migraron a Estados Unidos.

Analizando una iconografía de la Virgen de Guadalupe hecha por Andrea, una historiadora del arte, podemos destacar que está embarazada, que en su vestido tiene un símbolo azteca de piel de conejo con cuello y mangas para mantenerla en calor y, a la vez, un símbolo español de una cinta negra arriba del vientre que da lugar a la expresión de “está en cinta”.

Una de las palmas tiene una piel más blanca en representación al español, y una más grande y morena en alusión al azteca. Las manos en forma de casita simbolizan una manera en la que saludaban las y los indígenas, y que en general representa a indígenas y españoles que se unen por primera vez. El manto es de color azul, que significa la vida, y rosa, que significa reina. Contiene las 46 estrellas que corresponden a la constelación exacta del 12 de diciembre de 1531 y debajo se forma la palabra “luz”.

Las flores del vestido representan el Nahui Ollin, uno de los símbolos más poderosos de los aztecas. Aparecen en el vientre, que significa que está esperando al hijo de Dios. La postura asemeja que está bailando por la rodilla doblada, que muestra la tradición de los aztecas a bailar cuando hacían algo importante, aunque también viste con un zapato español.

Sus ojos son los más detallados: en ambos, dentro de sus pupilas, aparecen 13 personas retratadas en la escena en que Juan Diego muestra al fray Juan de Zumárraga el manto con la imagen. Las nubes y el sol que la encuadran representan que el Sol (Dios) es más grande que ella. Por detrás del manto, el sol se ve por toda la tela. De frente, el sol es tapado por las nubes y, a la vez, las nubes y la lluvia significan la protección de Dios.

La Virgen tiene el pelo suelto y partido a la mitad como símbolo de virginidad y las pulseras (esclavas) son un símbolo de matrimonio. Está parada sobre una luna, que significa la noche, la oscuridad y lo desconocido, lo cual es una referencia a que la Virgen vence todos esos miedos. Además, se observa que quien la sostiene es un ángel que toma con una mano el manto (el cielo) y con la otra el vestido (la tierra).

Virgen de Guadalupe.

La devoción a la Virgen de Guadalupe se extendió de manera prodigiosa a lo largo de todo el territorio por las semejanzas con la comunidad y la representación del arquetipo de la madre. Su arraigo en el pueblo mexicano es de gran importancia, puede verse su imagen por todas partes y cada 12 de diciembre millones de peregrinos acuden con fe a cantarle ‘Las mañanitas’ y poner sus intenciones a los pies de la milagrosa Madre de Dios en su Capilla.

México es considerado como un país feminicida por el incremento de la violencia contra la mujer, ya que —según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística y Geografía)—, cada día son asesinadas 10 mujeres. Esto deriva a la incredulidad de cómo uno de los países más violentos para las mujeres tiene como principal estandarte de devoción a una figura femenina.

Centrándonos en la idea de que es “La madre de Dios”, podemos hacer alusión al arquetipo de la madre y toda la influencia que tiene sobre las personas la imagen de un personaje que implica dolor, sacrificio, amor y culpa, que son todos aquellos sentimientos de los que necesitamos protección y que encontramos en la Virgen.

Invitación a la misa de la Virgen de Guadalupe.

El psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo Carl Gustav Jung entendió los arquetipos como patrones e imágenes arcaicas universales que derivan de lo inconsciente colectivo y son la contraparte psíquica del instinto. Son potenciales heredados que se actualizan cuando entran como imágenes en la consciencia o se manifiestan en el comportamiento durante la interacción con el mundo exterior.

Al igual que todo arquetipo, el de la madre tiene una serie de aspectos inabarcables, ya que es la expresión típica de la mamá y abuela personales, la madrastra y la suegra; es decir, cualquier mujer con la que se tiene relación, incluida las que han estado en nuestras vidas como cuidadoras. A un nivel más elevado, se encuentra la Diosa; sobre todo, la Madre de Dios: la Virgen, quien es la meta del anhelo de salvación. La madre en los arquetipos es la mayor representación de lo femenino.

Los arquetipos no son iguales a los estereotipos de cómo debe ser una persona; en este caso, una madre. Los estereotipos pueden variar de acuerdo con el contexto, momento histórico y cambios en las formas de vida. Los arquetipos son la idiosincrasia que está en el universo y a lo que no podemos quitarle su fuerza, porque ya hay una idea general que todo mundo tiene de lo que es ser una “madre”. Esa gran madre que está presente en todo momento.

En México, el 12 de diciembre es una de las fechas más importantes, ya que es el cumpleaños de La Morenita. Se realizan misas en todas partes de la República, una gran peregrinación cruza el país para llegar a la Capilla en el cerro de Tepeyac, hay mariachis entonando ‘Las mañanitas’. Cada año, hay un artista que tiene el honor de cantarle, y todo el evento es transmitido por televisión. También en México las madres son lo más importante del país, pese a que hay una verdad poco conocida: el 10 de mayo, que es el Día de la Madre, nace bajo un contexto de opresión.

Según un artículo del CIEG de la UNAM “Día de las madres: una invención capitalista”, el 13 de abril de 1922, el periódico Excélsior lanzó una convocatoria pública con el pretexto de instituir un día para celebrar a las madres mexicanas. Sin embargo, un análisis más detallado muestra que esta iniciativa de celebración fue más bien una excusa para contrarrestar las demandas sobre maternidad que reclamaban las primeras mujeres feministas en el México de los años 20. En Yucatán, se había anunciado el primer congreso feminista, el cual tuvo lugar del 13 al 16 de enero de 1916, donde asistieron 617 mujeres. Entre sus demandas, estaba el sufragio femenino, así como educación sexual para ambos géneros. Desde entonces, comenzaron a circular folletos informativos sobre métodos para evitar la concepción.

La importancia de la madre y el arquetipo que engloba la misma tienen gran fuerza por su relación con el eterno femenino, que son todos aquellos atributos asociados a dar vida, la intuición, sacrificio, dolor, cuidados, el sostenimiento y la belleza. Todo estos —lamentablemente— caen sobre las mujeres, pues se piensa que ellas solo poseen esa energía femenina, a pesar de que las personas son un conjunto de energías tanto masculinas como femeninas.

El principal aspecto que engloba el arquetipo de la madre y lo femenino es el de procrear. Hay una gran relación e importancia dentro del plano espiritual y religioso de la vida, la concepción y el estar libre de pecado. No es casual que dentro de los rezos haya una frase que dice “sin pecado concebida”, y por eso es aún más significante la Virgen: porque es eso, un ser que no cayó ante los placeres mundanos y por eso pudo tener el privilegio de ser la madre de Dios.

Dentro del eterno femenino, también existen aspectos negativos de los otros tres arquetipos de la doncella, la hechicera y la bruja: los que se asocian a la virginidad, lo temible, lo salvaje, lo caótico y que —así como da vida— puede destruirla. Sin embargo, este condicionamiento afecta a las mujeres, pues las deja inmersas en los roles sociales, encasilladas a ser todo el tiempo el reflejo de esos arquetipos. En especial, el de no poder gozar de su sexualidad y el juicio de valor ante ello,  ya que existe la comparativa de que deben ser esa pureza, la cual representa a la madre o la Virgen de Guadalupe.

Representación de la virgen y una vagina.

Como reflexión, podemos dejar que cada persona escoja lo que representan o simbolizan los arquetipos. Aunque, dentro de la idea religiosa, sí hay un interés de seguir permeando estas representaciones de lo doloso y el ser dadoras de la vida. Porque si bien no podemos cambiar una construcción general que ha calado hondo en el imaginario social a lo largo de los años, sí podemos resignificarla hacia algo que nos haga sentir que nos apropiamos de esos arquetipos y roles preconcebidos. Como el culto a la vulva, otro tipo de adoración a la creación de la vida y, al mismo tiempo, al placer sexual como distintas formas de buscar recuperar el derecho sobre nosotras y nuestro cuerpo.