Por Leah Sacín Gavancho @leahsacin

El tránsito de la academia, las aulas y las conferencias hasta las tablas. En esta entrevista, la también activista por los derechos de grupos y poblaciones vulnerabilizadas, nos abre la puerta a sus reflexiones y sentires como una joven mujer afroperuana que decide expresarse a través del teatro como una continuación de su búsqueda por espacios para su voz. De abogada a maestra transitando la investigación y arribando a la dramaturgia. Ella es Mariela Noles Cotito, siempre con sus dos apellidos bien puestos.

A tan solo unas horas de estrenar en Lima su obra “Recuerdos de Octubre” en las sedes de Auditorios Británico en Lima, Mariela Noles Cotito reflexiona sobre su rol en la academia peruana y los espacios en los que, muchas veces, ha caminado en solitario. Ha editado dos libros, escrito dos obras de teatro y dictado innumerables conferencias y ya puede decir que varios egresados de la UP han pasado por sus cursos.

Estudió Derecho pero para sus estudios de postgrado migró y se sumergió de lleno en las ciencias sociales. Mariela es una extraña mixtura entre el pensar y el hacer, una mujer con una poderosa energía que a primera impresión parece seria pero que tiene una chispa de humor que se percibe una vez que deja ver su cálida sonrisa. Si le piden que se describa dice: “Soy una persona curiosa en continua búsqueda de vivir una vida plena, intencional y en voz alta.”

¿Qué te motivó a pasar de la academia, un espacio más cerrado, a comunicar en medios de comunicación con columnas, entrevistas y en redes sociales siendo este un espacio más abierto y con mayor interacción?

Si partimos de la idea tradicional de la academia, entiendo que estos dos puedan parecer dos espacios desconectados. La idea del estudioso o académico tradicional efectivamente nos remite a un trabajo muy solitario; de bibliotecas, blocks llenos de notas, y muchos libros de pasta dura. Creo que, en estos tiempos, aun cuando esa academia sigue existiendo, no es la más prevalente. La academia el día de hoy es mucho más colaborativa, de intercambio y construcción de conocimiento colectivo, además de más abierta a encontrar nuevas formas de comunicar sus hallazgos; sobre todo los que tienen implicancia en la vida social de las personas.

La academia jurídica peruana en la que me formé se parece más al primer modelo descrito, pero mi formación más reciente en la academia crítica social está más alineada a este último ejemplo. Desde ese espacio, mi labor académica no puede estar desconectada del sujeto de a pie; mucho menos cuando este es, o debe ser un actor relevante en el debate que propongo 

En la construcción de tu voz en el debate público ¿cuánto viene de tu experiencia familiar, cuánto de la académica y cuándo de la vivencia como mujer peruana en el día a día?

Llegar a este momento ha sido una transición interesante. Soy consciente que la forma en que enfoco mi carrera académica es poco tradicional en nuestro medio y tiene que ver con múltiples factores. La búsqueda del uso de diversas plataformas para prestar mi voz al debate tiene que ver, o se alinea, a un proceso personal de empoderamiento y autoconfianza en mis propias capacidades y la fuerza de mi mensaje que empieza mucho mas tarde de lo que quisiera admitir. Mis mentores en el último programa (2015-2018) son realmente centrales en este proceso académico y personal.

De pronto mi vida familiar y su apoyo está mucho más relacionado a los procesos de preparación previa rigurosa, más que de la parte pública del uso de la voz, reforzado por las expectativas y cargas que nos pone la sociedad como mujeres, y en mi caso como una mujer racializada. Ciertamente ser la única mujer afro en ciertos espacios todavía es una carga importante. Mi juventud y/o jovialidad es todavía un elemento delicado el día de hoy. Si bien ya tengo una estatura cimentada en mi entorno, muchas personas en espacios académicos y profesionales, todavía se refieren a mí como Marielita. El cariño sincero se aprecia, obviamente, pero también es verdad que hay ciertas familiaridades o presunción de intimidad que suele colocarse únicamente sobre las mujeres y que no deberían tener lugar en ciertos espacios.

Entre el pensar y el hacer, Mariela se da espacio también para observar. Su aporte en el análisis de las profundas desigualdades de nuestro país y su mirada desde la historia pero también desde la vivencia cotidiana la hacen una voz de referencia en temas de lo que llaman “sistema racial” incluyendo siempre el enfoque de género.

¿Siendo una joven mujer afroperuana cómo te sientes en el rol docente y qué significa para ti estar en este espacio puntualmente en las aulas de la UP?

Llevo en la Universidad del Pacífico casi 5 años. Esto es algo que me sorprende cada vez que me detengo a pensar en mi presencia en esta universidad por todo lo que significa, implica y ha causado. En mi primer ciclo algún vigilante de la puerta de la Universidad me preguntó si trabajaba en la cafetería. En ese momento, y aún hoy, soy la segunda persona docente visiblemente afrodescendiente en el campus. Hoy trabajo con un promedio de 120 estudiantes por semestre (suelo dictar 4 cursos por ciclo). Para muchos de ellos y ellas, yo soy su primera profesora afroperuana. Esto es algo que no se puede tomar a la ligera. En una sociedad como la nuestra, la forma en que ellos me vean tiene la posibilidad de impactar su narrativa sobre todas las demás personas afroperuanas con las que tengan contacto en el futuro en los ambientes profesionales a los que lleguen. Lo mismo con los colegas docentes, tal vez más jóvenes.

Por otro lado, en todos los lugares públicos o de divulgación en que se menciona mi nombre, se le suele añadir el “profesora de la Universidad del Pacifico” o “Investigadora de la Universidad del Pacifico” lo cual tiene dos efectos. Amplía en el imaginario colectivo la imagen de quien es o puede ser un profesor o profesora de la universidad y fuerza a la sociedad a reimaginar a una persona afrodescendiente en un contexto académico o de intelectualidad. 

Uno de mis más grandes orgullos personales está también relacionado a los aportes que he podido hacer al acervo académico de la universidad y de la academia peruana, a través del apoyo constante de la UP. He editado dos libros de reflexiones sobre el país, donde he podido convocar y trabajar con académicos jóvenes, por ejemplo. También edité un número especial de la revista de ciencias sociales de la UP en el que nos concentramos en los afrodescendientes en América Latina, que es un tema de interés para la academia social en general pero que todavía es tímido en Perú. De la misma manera, estoy trabajando ya en un texto sobre afroperuanos, y estos son materiales que requieren un compromiso efectivo de la universidad por seguir explorando estos temas. Compromiso que se ha dado y se viene dando hasta ahora. 

Entonces este rol es grande, importante y no es algo que me tomo a la ligera. Lo honro y lo aprecio mucho mientras agradezco todo lo que aporta a mi propio desarrollo personal y profesional, a pesar del costo eventual que tiene también. A la postre, estoy en un constante estado de invisibilidad/hipervisibilidad que debo manejar con cuidado.

¿Por qué crees que hay tanta negación, en ciertos sectores, sobre la existencia del racismo?

Creo que todo lo que cuestione el status quo va a ser atacado, sobre todo cuando hay un sector social que tiene una profunda inversión personal en que las cosas se mantengan como están o en que el “orden natural” de las cosas no se modifique. Lo que sí me parece problemático es que aun cuando el día de hoy hay mucho más acceso a información, fuentes y datos, estas olas negacionistas más bien son más recurrentes y cerradas a la información. 

Por otro lado hay una insistencia en la existencia del racismo inverso ¿es posible explicar brevemente si ese fenómeno existe?

A grandes rasgos podríamos afirmar que el racismo es una presunción generalizada de desigualdad de las personas basada en su color de piel, en sus rasgos fenotípicos, o sus características étnicas. Esta desigualdad además incluiría que lo más valorado en nuestra sociedad este asociado a las personas más claras (personas blancas y blanco-mestizas) mientras que las acciones, valores y disvalores menos apreciados en nuestra sociedad se asocie con las personas de tez más oscura (afrodescendientes e indígenas). Este “orden” ha devenido en que las personas más claras tengan un mayor capital social, político y económico en nuestra sociedad. En efecto, las personas blancas y blanco-mestizas son el sujeto político por defecto. Si pensamos en el estándar de éxito, el estándar de belleza, el sujeto cuya voz es válida y escuchada, esta persona suele ser una persona clara. 

En este contexto, las acciones de las personas que están colocadas en lo alto de la pirámide social en nuestra sociedad tienen la capacidad para alterar, limitar, y vulnerar la calidad de vida de las personas en la base de la pirámide. Las acciones de las personas de abajo hacia arriba pueden ser injuriosas, altamente prejuiciosas, increíblemente molestas pero muy rara vez tendrán el poder de afectar el ejercicio o disfrute de derechos de las personas que están arriba. Más aún, poco pueden hacer para cambiar la distribución social del poder. Desde esta mirada es que afirmamos que el racismo “inverso” no existe. 

¿Pasa lo mismo con el machismo?

¿Que las personas lo niegan y que responden “no todos los hombres”? Si, es un poco el mismo fenómeno. Es curioso como la respuesta a la denuncia del racismo, del machismo, del sexismo, de la homofobia y nuestras demás taras es rara vez, ¿de qué manera lo que me acaban de decir podría ser cierto? y más bien la mayoría de las veces es a la defensiva y con la “defensa” de una ofensa contraria. Eso dice mucho de nuestra sociedad y las múltiples maneras en que activamente preferimos la ignorancia a la evaluación crítica de nuestra realidad y nuestros propios comportamientos. 

¿Cómo podría definir ser mujer afroperuana en un país como el nuestro?

Esa es una pregunta compleja. Por un lado porque mi experiencia es bastante particular y no representativa de la situación regular y cotidiana de otras mujeres afroperuanas en el país. Lo que te puedo decir, en todo caso, de las existencias y experiencias de las mujeres negras en un país como el nuestro es que todavía estamos expuestas a un nivel alarmante de violencia y discriminación, como todas las mujeres en el país, que se tiñe de aspectos racistas que complejizan la experiencia. Que nuestras economías, por lo general, aún no son del todo autónomas o suficientes para construir una plataforma de oportunidades que nos permitan desarrollarnos plenamente y que los mandatos y estereotipos sobre qué roles debemos cumplir, que espacios debemos habitar y de qué manera, aun es una constante.

Su obra Recuerdos de Octubre fue estrenada en enero de este año en el Festival Mujeres Afro en Escena en Ciudad de México. Para el estreno en el Perú, Mariela preparó algo hermoso: una función gratuita en el Centro Cultural Amador Ballumbrosio en El Carmen, Chincha. En una van familiares y amigos amenizaron el camino contando historias sobre “Marielita”, describiendo a una mujer valiente, perseverante y disciplinada. Y aunque su padre y su tía hablaban en diminutivo se percibía el enorme orgullo y respeto por esta mujer que ha arrancado parte de su alma y volcado la historia vivida a través de generaciones de mujeres afroperuanas en la puesta en escena de una obra escrita desde las entrañas. 

¿Cómo se inicia tu conexión con el mundo del teatro?

Mi acercamiento al teatro en los últimos tiempos se da de la mano de Luis Alberto León y el equipo del teatro La Plaza. Me contactan para consultar en algunos textos y proyectos y poco a poco empiezo a participar en otros espacios de diálogo dentro del teatro. Un tiempo después me embarco en un proyecto de dramaturgia con Luis Alberto y esto me da la confianza para generar algunos textos sola. Entre esto y la constante interpelación de Alicia Olivares, productora teatral y fundadora de Ébano Teatro, es que me animo a escribir un texto para el Festival de Mujeres Afro en Escena de 2023.

¿Qué significó para ti estrenar una obra tan personal como Recuerdo de Octubre en México en el Festival Mujeres Afro en Escena?

Fue un momento muy especial. Siempre me ha gustado el teatro y eventualmente he tomado alguna clase o taller hace muchos años, pero hace parte mucho más activa de mi vida hace poco y hasta cierto punto a causa de la serendipia. Por otro lado, Recuerdos de Octubre es una obra que, hasta cierto punto, me desnuda completamente. Entonces fue un reto gigante, pero por otro lado, también, alineado a esta idea que mencionaba antes de vivir en voz alta. De poner sobre la mesa o traer al escenario absolutamente todos los aspectos de mí, mi vida y mi experiencia, que pueda compartir; sobre todo si en ese proceso puedo contribuir a procesos de otras personas.

¿Cuál era la importancia de llevar la obra a El Carmen, Chincha?

¡Era fundamental! Y se volvió un tema curioso. Tuve la fortuna de que mi primer montaje fuera en México, lejos de Perú. ¿Dónde entonces poner la obra cuando el equipo volviera al país? Obviamente pensamos en las múltiples y muy buenas salas de teatro que tenemos en Lima, pero Recuerdos no es una obra comercial, propiamente, y tenía una lógica específica y particular desde el inicio. Es un ofrecimiento extremadamente íntimo al público que la vea. En ese sentido, y habiendo sido escrita pensando en un festival de y para mujeres negras, hacía sentido que su primer público en el Perú sea ese. Por otro lado, la obra está musicalizada en vivo por una hija de El Carmen, Alma Morón Ballumbrosio.

¿Cómo te sentiste al compartir esta obra tan íntima con tu familia y amigos más cercanos?

Ese fue otro reto porque desnudarse ante un extraño es quizás más fácil que mostrarle tus heridas y cicatrices a las personas a quienes técnicamente se las ocultaste porque siempre estuvieron ahí. Una de mis mejores amigas por ejemplo compartió conmigo su paquete de sentimientos encontrados luego de la función que hicimos en El Carmen. Por un lado, le gustó mucho la obra como producto artístico y disfrutó mucho de la historia como narrativa pero le causó culpa el no haber visto o notado algunas de mis tristezas fundamentales a causa de los hechos que narra la obra, mientras sentía frustración por no poder defender a esa niña que fue su amiga. En suma, causé algunas explosiones internas a mis amigos. 

En cualquier caso creo que era necesario para mi soltar varias cosas, varios aprendizajes personales, muchos dolores y ofrecerlos a la audiencia. En el camino algunas personas cercanas se me van a acercar con un “no sabía que esto era así” o inclusive tal vez con un “pobrecita” y mi respuesta siempre va a ser: gracias, pero aprovecha y utiliza el texto para más bien evaluar tus propias emociones y tus conexiones, dinámicas y relaciones con las mujeres en tu vida. Eso es precisamente lo que ha venido haciendo la audiencia general de la obra y los comentarios que recibimos son muy reflexivos y personales. Esta obra genera muchas emociones. 

Hay muchas frases del monólogo que quedan resonando al terminar de ver la obra ¿cuáles son las que más te conmueven a ti misma al volver a oírlas?

Esta es una obra, porque creo que hasta ahora no la he descrito, sobre las violencias intergeneracionales que experimentan las mujeres en una familia. Es una mujer en el escenario pensándose como hija y nieta y repensándose como madre en base a los recuerdos de la violencia experimentada sobre su cuerpo cuando era niña, y la remembranza de todas esas formas en que los adultos de su familia la dejaron sola. En este sentido, una de las frases que más me mueve del texto es: “tus recuerdos son ciertos”. Muchas veces luego de años de la ocurrencia de procesos traumáticos empezamos a generar dudas respecto de nuestros propios recuerdos o aspectos de los mismos. Que olvidamos, que recordamos y cómo. Si a lo mejor resaltamos algo más que otra cosa. Ese es un viaje doloroso en sí mismo, pero nuestros recuerdos son ciertos, sobre todo si aun los sentimos. Es nuestra experiencia. 

Una segunda idea que no está en el texto pero que ciertamente ha hecho parte del proceso de montaje de esta obra, desde su concepción, y que lo ha sostenido, es un proverbio africano que dice, más o menos, así: “El niño que no sea abrazado por su comunidad, cuando sea adulto quemará la aldea para sentir su calor”. Yo sabía cuándo escribí este texto que montarlo me exponía no solamente a mí, sino que podía tener algún tipo de consecuencia respecto de mi familia, o las mujeres en mi familia. Que alguna podría sentirse ofendida o más bien que no quisiera que un texto así se exponga por algún temor al qué dirán; temores que no son los míos. Pero aun así, tenía que hacerlo. Tenía que quemar mi aldea. Y efectivamente, ha sido y viene siendo un proceso sanador.

¿Cómo fue el proceso creativo de esta obra? ¿Cómo elegiste a la protagonista, el director, la música y la puesta en escena?

Yo tengo una vinculación muy cercana con mi trabajo. Este siempre es extremadamente importante para mí, pero esta vinculación está más relacionada al servicio que al ego. En este sentido, yo sabía que era un buen texto. Que es una historia y palabra con el potencial de conectar con las personas y ayudarles a mirar hacia adentro y resolver algunos nudos personales. Pero también tenía super claro que yo no soy directora de teatro. Que lo que toma llevar un texto del papel al escenario excede o excedía mis capacidades en ese momento. Cuando voy terminando el texto voy a ver El Cuaderno Negro de Almada en el Teatro de la Alianza Francesa de Miraflores. En este montaje Caro Black Tam utiliza recursos escénicos que envuelven casi todos tus sentidos y te inserta en la historia. Esto era exactamente lo que quería para el texto. Hablé con Caro, le ofrecí mi texto y afortunadamente aceptó. A partir de ahí, el montaje es su visión y sensibilidad creativa. Él ha llevado el texto a lo que es hoy. Una obra que mueve, conmueve, confronta e interpela. Yo escribí las palabras en el papel nomas, pero él es quien las lleva a la vida. 

La elección de la actriz fue una conversación entre ambos en base a lo que queríamos lograr y la música en vivo es algo que desde nuestras vivencias y sensibilidades personales, no podía faltar. Las notas específicas y las melodías son la creación, nueva cada vez, de Alma. Ella entrega su arte en cada función en base a cómo el texto la va moviendo así que al final el proceso creativo es algo que no se acaba sino que se renueva en cada puesta. Y mientras tanto, los miembros del equipo nos seguimos eligiendo unos a otros.

¿Cómo describirías tu voz como dramaturga?

Creo que mis textos, en realidad, siguen la misma línea de agenda de investigación y de mis columnas de opinión y de las demás plataformas en las que comunico ideas. Se que parece que escribir obras es una actividad desconectada de todo lo demás, pero en realidad, para mí, el teatro es una plataforma más para explorar los mismos temas de siempre: nuestras diferencias y similitudes, nuestras desigualdades, lo que mueve a la sociedad, quienes somos como nación, hacia donde estamos yendo, que significa ser un ciudadano, y otros.

¿Tienes en proceso o en planes escribir una siguiente obra teatral? 

Tengo una obra a medio terminar que me atormenta desde mi cajón. Es un texto en el que se explora la historia, la situación y la existencia de las mujeres afroperuanas a través de la historia republicana, pero todavía están macerándose algunos elementos. Lo más cercano para mi es el estreno de Recuerdos de Octubre en este mes de mayo durante 3 fechas en los auditorios del Británico Cultural, y la obra que estaré dirigiendo el próximo año. InBestia será mi debut directorial con una obra que escribí ya hace algunos años con Luis Alberto León. Esta, está programada para junio del 2024 en el teatro de la Universidad del Pacifico así que los ensayos empiezan en enero pero el proceso creativo ya está en giro. ¡Les espero en el teatro! 

OBRA: RECUERDOS DE OCTUBRE

Auditorios Británico

Jueves 11 Mayo Sede Camacho

Martes 16 Mayo Sede Los Jardines (SMP)

Jueves 18 Sede Pueblo Libre

Hora: 7:30 p.m – Ingreso gratuito – capacidad limitada

Sinopsis 

Recuerdos de Octubre es un monólogo en acto único. A través de las palabras de la actriz, el uso de su cuerpo, ritmo y su acción en el escenario, exploramos las complejidades de las relaciones intergeneracionales entre las mujeres de una misma familia. La violencia experimentada en su cuerpo respecto de su madre y su abuela, y la esperanza o desolación que le causa la relación con su hija. En este proceso además, ella misma cuestiona la necesidad de maternar a su niña interna y de olvidar el pasado o superarlo. María Beatriz, el personaje principal, es una sola mujer, y a la vez somos todas. 

Créditos

Dramaturgia: Mariela Noles Cotito 

Dirección: Caro Black Tam 

Actuación: Tatiana Espinoza 

Composición musical y musicalización en vivo: Alma Morón Ballumbrosio