Por Emma Ramos

Mirtha Navarro aplicando la vacuna. FOTO: Archivo del Instituto Nacional de Oftamología

Mirtha Navarro, es una de las muchas enfermeras que luchan en primera línea. Fue una de las primeras enfermeras que vacunó a todo el personal de salud  del hospital Víctor Larco Herrera, INO, entre otros. Hoy, conversa con La Antígona para relatar su experiencia sobre su jornada laboral en tiempos de Covid-19 y los obstáculos que se enfrenta por los bajos recursos que presentan los hospitales del país.

Mirtha descubrió su vocación de enfermera desde los 10 años. A esa edad  le gustaba ir al puesto de salud  de Tongorrape, Lambayeque a ayudar a las enfermeras a cortar gasas y algodones. Así mismo, su padre le enseñó a inocular inyecciones y manejar algunos instrumentos quirúrgicos que eran básicos de curaciones, ya que en ese entonces su papá contaba con los conocimientos necesarios porque trabajó en el  área de sanidad del ejército.

A los 16 años decidió viajar a Lima y estudiar su carrera soñada. En su segundo año, empezó a practicar en la clínica CIRLAP junto al Dr. Jorge Cuyubamba (director médico) con quién viene trabajando hace más de 20 años. 

No contenta con obtener el grado de técnica de enfermería, a sus 34 años, decidió estudiar en la universidad para ser licenciada. Pese a muchos obstáculos y responsabilidades de mamá, logró culminar con éxito su carrera.

Actualmente como licenciada nunca pensó vivir una pandemia, ni mucho menos separarse de su familia por temor a contagiarlos. Menos pensó  en descansar o dejar su trabajo, sino al contrario, sus ganas de querer ayudar a su prójimo cada vez eran más fuertes.

Cuando llegó  la pandemia, ¿Dónde recibiste la noticia y cómo cambió o influyó en tu trabajo?

La pandemia llegó en marzo. Yo estaba en una charla en el hospital Grau donde hice mi internado hospitalario. Faltando una semana para terminar el internado se presentó un caso de Covid-19. Además, nos dijeron que no podían haber internas en el hospital porque no contaban con mucho equipo de protección personal. Al principio, lo tomé como una exageración, pensando que esto acabaría en una semana.

El lunes me presenté en mi trabajo,clínica CIRLAP, y me dijeron que entramos en cuarentena, la clínica se cierra. No lo podía creer, esto era realmente serio y peligroso. Hablé con mi jefe para encontrar una solución y la posibilidad de atender al menos por emergencia. Lamentablemente, se presentaron algunos pacientes  positivos, cuando era así, era una cosa de locos porque todos estábamos cubiertos y durante toda la cirugía teníamos que estar con el mameluco, mandil quirúrgico, con tres mascarillas, con los lentes y  el casco encima. 

¿Llegaste a atender a personas con Covid-19?

Sí, se presentaron casos para cirugía y pacientes positivos de covid. No podíamos dejarlos, aún cuando estábamos en el  pico más alto de la pandemia. Me acuerdo que llegó un caso de  apendicitis, no operarlo sería algo inhumano. Para esto mi jefe me consultó sobre qué hacer y yo le respondí: Lo operamos, tomamos todas las medidas  y arriesgamos.

Ese día fue de locos, estuve operando con mi jefe y el anestesiólogo. Solo los tres en cirugía porque nadie más quería operar. Los médicos estaban en su casa y no venían a la clínica porque son adultos mayores. Y el resto del personal se asustó porque temían contagiar a su familia. 

Solo sé que trabajé con miedo, no te puedo decir que 100% feliz, sería mentirte. Además, llamé a mi hermana para decirle que me gustaba mi profesión. Pensé que si tenía que morir sería trabajando. Lo único que le pedí es que siempre cuiden de mi hija. 

En noviembre, la ola de casos bajó y la atención siguió en curso pero siempre estábamos bien protegidos. Lo cierto es que si nosotros elegimos esta carrera vamos a enfrentar las cosas buenas y malas que vengan, por mi parte yo seguiré en la lucha hasta que Dios diga. 

 ¿Crees que hay un reconocimiento especial hacia las enfermeras en este tiempo de la pandemia?

Supuestamente, había un reconocimiento en los hospitales. Sin embargo, escuché una entrevista de una enfermera del Rebagliati que cuenta que en su turno  de 8 horas, de la noche, fallecieron 40 pacientes. Además, ella lloraba y decía que se contagió durante su turno. Lamentablemente, ni siquiera ha sido reconocida. 

En nuestro país las enfermeras que están en primera línea, las que trabajamos 24 horas con los pacientes, nos encontramos bajo la sombra. Un hospital no funciona sin enfermeras, puede tener médicos y anestesiólogos pero sin enfermeras no va funcionar porque nosotras hacemos parte asistencial, administrativa, estamos en salas quirúrgicas, de emergencia; todas las especialidades prácticamente. Damos la cara en esta pandemia. Sin nosotras no funcionaría. 

 ¿Piensas que el país no cuenta con un buen sistema sanitario?

No, nuestro sistema sanitario no está apto. Para empezar, los hospitales tienen carencias de años. Esto, ya que el gobierno nunca invierte. Cuando empezaron a caer los pacientes para UCI, mucha gente murió debido a que no había ventiladores mecánicos. Los hospitales no se abastecen. Los intensivistas son muy pocos en el Perú para atender a tanta población. 

A veces dicen que las enfermeras  no quieren atender y no es así. No es que vayas hacer una cola por gusto; es porque no tenemos camas y eso no es una situación de ahora, sino de años. Nuestro Perú no estuvo preparado para recibir esta pandemia. El sistema de salud es muy pobre.

 ¿Cómo te sentiste cuando te enteraste que, el presidente Martín Vizcarra y personas que formaban su gabinete en ese momento, recibieron antes la vacuna que el personal médico?

La verdad,  me sentí muy decepcionada de nuestras autoridades. Han muerto médicos y enfermeras que estaban en primera línea. Ellos pudieron ser salvados o quizás, en su momento, pudieron ser vacunados.

 ¿Tuviste algún amigo o conocido que perdió la vida? 

Si, un amigo muy cercano llamado Carlos, enfermero instrumentista. Un chico trabajador que cuando vino el Covid-19 fue una de las primeras víctimas. Un día en una cirugía  me enteré que él estaba en UCI, conectado a un ventilador. Fue muy triste para mí porque es joven y pensaba que saldría de esta enfermedad. Al final falleció y dejó huérfanos a sus hijos. Esto del Covid-19 es fuerte y triste. 

¿Cómo fue que llegaste a formar parte del equipo de vacunación?

Yo estaba en el centro de salud Breña. Llegué ahí por el internado y justo llegaron las vacunas. La jefa le dijo a mi tutora que elija a su grupo y ella me mandó junto a una amiga que se llama Cristina. Fuimos una de las primeras enfermeras en vacunar en el hospital Víctor Larco Herrera. Recuerdo que vacunamos el 12 de febrero. Fue la primera dosis; y el 5 de marzo pusimos la segunda dosis. Nos llamaron, nos dieron charlas sobre inmunizaciones, aunque nosotros ya sabíamos porque venimos vacunando desde hace muchos años. También, nos instruyeron sobre las reacciones adversas al medicamento. Ese día vacunamos a más de  400 personas  y no tuvimos ninguna reacción.

¿Cómo sentiste al personal médico cuando recibió la vacuna?

Fue hermoso. Nosotros llegamos al Hospital Víctor Larco Herrera y todos nos aplaudieron. Decían: ¡vivan las enfermeras! Fue muy especial. Nos sentíamos emocionadas porque era ver llegar la esperanza. Nos recibieron con globos y aplausos. Bajamos las vacunas, colocamos nuestras carpas y empezamos a vacunar. Todos estaban felices, contando sus chistes, a pesar de estar con sus mascarillas. 

Esta es una linda experiencia para mi carrera y mi vida. El haber pertenecido a este grupo tan bonito, ha sido una experiencia maravillosa. También, fui al Instituto Nacional de Oftalmología (INO) a vacunar a  más de 200 médicos, enfermeras y técnicos. Todos estaban muy contentos. Si bien es cierto, no estás 100% protegido, sabes que ya tienes algún anticuerpo que va evitar que el contagio sea fuerte. 

Cuando pase la pandemia, ¿con qué momentos te quedarías?

Me voy a quedar con toda la experiencia que logré  en este tiempo porque fue algo nuevo para nosotros, viviré con los recuerdos bonitos que nos unió con mi equipo porque sabemos que la vida se nos podía ir en cualquier momento de nuestras manos. El haber formado  parte del equipo médico en la pandemia, los aplausos que nos dieron los médicos y enfermeros en los hospitales; todos son momentos que nunca olvidaré.

Otro momento importante para mí, fue el tiempo que compartí con mi hija durante la pandemia. Quizá era el tiempo que ella necesitaba y yo no le había dado por mi trabajo. Dios me ha dado mucha fortaleza y sabiduría. 

¿Psicológicamente, tú crees que las enfermeras han sido las más afectadas?

Sí. Ver gente que está en una cama o que se está muriendo es impactante. No tienen idea cómo las enfermeras lloramos por las veces que un paciente no puede recuperarse y tú no sabes qué hacer. A pesar de que das todo de ti, no puedes hacer más. Hay muchas enfermeras muy humanas. Algo positivo de esta pandemia, ha sido que muchas personas han visto que no solamente estamos bajo la sombra, si no que somos quienes podemos ayudarles a resolver cualquier enfermedad que tengan y que estamos ahí para servir. Esta es una de las carreras más sacrificadas y bonitas.

¿Con qué frase cerrarías esta entrevista?

La  enfermería no solo es ciencia, es un arte. Asimismo, que la  manera más hermosa de demostrar esta afirmación, es amando lo que haces.