Por Mya Sánchez
En el Día Internacional de la Danza, La Antígona conversó con Pamela Borja de Machita Mujer Caporal, colectivo que busca ayudar a las mujeres a transformar sus demonios a través de la figura de la ‘macha’.
Cuando Pamela Borja conoció los caporales no los bailaba como las niñas de su edad. Sus movimientos eran enérgicos en lugar de delicados y sus compañeras la llamaban ‘tosca’. Fue cuando ingresó a la Escuela Nacional Superior de Folklore ‘José María Arguedas’ y conoció a la figura de la macha que todo cobró sentido.
Desde su vestimenta, que se caracterizaba por usar pantalón en lugar de falda y botas con cascabeles en vez de zapatos con taco, la macha era distinta a la caporalita. La fortaleza que brota de sus firmes pasos hacía que muchas personas la estigmaticen por su distancia del que ha sido históricamente el rol de la mujer en la danza: la ornamentación y coqueteo.
Paralelamente, Andrea Chuiman, también bailarina y miembro fundadora del Ballet Folclórico Nacional del Ministerio de Cultura, desarrollaba su propia historia con la machita. Su compromiso por reivindicar a esta figura la llevó a formar un colectivo. Pamela, que desde el 2016 veía el interés por el tema de quien entonces era solo su contacto en Facebook, ya bailaba como ‘macha’ en una agrupación.
Pasaron unos tres años para que Andrea decidiera abrir la convocatoria al público. Inicialmente solo se trataban de reuniones personales para conocer las perspectivas de otras machas, pero luego se concretó una clase abierta en la Plaza de la Bandera en diciembre del 2019.
Lo que siguió fue ‘Caporalas’, nombre que hoy tiene lo que inicialmente se concibió como una puesta en escena sobre la historia de resistencia del personaje para ser presentada en el Teatro Peruano Británico. Para esa época, eran 5 mujeres en la primera línea de Machita Mujer Caporal. Hoy en día, el colectivo está formado por Andrea, Pamela, Daniela Castañeda, Suli Vilcañaupa, Lola Santillana, Laura Santa Cruz y Josefina Mamani, quien es además la primera machita del Perú.
Proceso de sanación
“Este personaje a mí me deja desenvolverme con plenitud, no he encontrado algo más liberador que la machita. Puedo bailar de manera intensa, ser delicada a mi manera, ser sensual a mi manera y no sentirme juzgada por eso”, comenta Pamela, quien se unió al colectivo tras participar de una convocatoria.
Tanto las integrantes de Machita Mujer Caporal como las mujeres que pasan por sus cursos tienen una historia que contar. Los gritos que sueltan al bailar son reivindicatorios no solo para las mujeres en la danza peruana, sino también para sus vidas personales. Pamela, por ejemplo, alza la voz contra la violencia psicológica, física y la humillación que vivió por parte de otras mujeres.
Algunas simplemente van a romper las barreras que la sociedad les ha colocado. “‘Si no te pones falda, no eres femenina, pareces machona, pareces hombre, necesito que seas más mujer’, son cosas que todas hemos oído. ¿Qué es ser más mujer? Yo soy mujer y mi energía es propia”, cuestiona Borja.
Las instructoras de Machita Mujer Caporal han visto pasar también a estudiantes que superan retos y condiciones físicas. Pamela, por ejemplo, tuvo una alumna que por tener los isquiotibiales cortos no podía arrodillarse, según le informó su doctor. “Al final del curso logró arrodillarse, de manera gradual y a su estilo, pero lo consiguió”, cuenta la bailarina.
Es así que el colectivo busca ser un espacio seguro, en el que las mujeres gocen de la libertad de “soltar sus demonios, bailar con ellos y transformarlos”. Más allá de las clases de preparación física, las dinámicas empleadas por las docentes las invitan a prepararse mental y espiritualmente para el arte, enfocándose en superar sus limitaciones y siguiendo de cerca su proceso sin compararlo o juzgarlo.
Del arte para la vida
Aparte de las clases, la preparación física, las presentaciones y la obra de teatro, las machas también vienen emprendiendo labores específicas con niñas y adolescentes. Un ejemplo de esto es el trabajo realizado en la casa de acogida Mantay en Cusco.
En este espacio, las menores de edad, que han sido víctimas de violencia, pudieron adquirir herramientas propias de los caporales para empoderarse. Para Pamela, este es el diferencial de Machita Mujer Caporal: el uso terapéutico del arte. El amor propio es la huella que buscan dejar en las mujeres que pasan por sus filas.
“Esperamos que cada decisión que tomen sea con amor, y eso no quiere decir que sea todo sea miel sobre hojuelas, sino que no puedan decir no aunque duela, pero que actúen con amor propio. Que sepan separarse de aquello que no le suma”, añade.
El colectivo ha logrado expandir su impacto durante los últimos meses. Con la reanudación de las actividades presenciales lograron volver a dictar clases en sus locales de Pueblo Libre y Lince. Además, próximamente se presentarán en el Teatro Municipal y dictarán una clase maestra en la feria Danza con Causa.
Con motivo del Día de la Mujer lanzaron también un video conjunto con la cantante Naysha, en el que buscan concientizar sobre la poca o nula acción de las autoridades frente a la violencia de género. Sin embargo, para Pamela, su logro más grande es el impacto en sus alumnas. “Nada sería un logro si no conseguimos ayudarlas a curar ese pedacito de su vida”, confiesa. Para ella, la sanación individual ha sido también colectiva.