Gloria Cáceres, traductora y escritora en quechua. FOTO: Archivo personal
Su trayectoria abarca distintos países. Su pasión por sus lenguas no tiene comparación. Gloria Cáceres muestra una dedicación inmensa a la traducción y a la valoración de esta, especialmente cuando se habla de lenguas originarias del Perú. Para conmemorar el Día Internacional de la Traducción este 30 de septiembre, La Antígona entrevistó a la traductora y escritora en quechua. Ella nos cuenta acerca de la importancia de este rol en el contexto actual, la infravaloración de su trabajo y cómo la disciplina se volvió en su aliada.
¿Cuál es su relación con el quechua?
Soy quechua hablante y bilingüe de cuna. Nací en Ayacucho y emigré a Lima a la edad de seis años, exactamente a Chosica donde realicé mis estudios primarios y secundarios. Esta migración en ningún momento fue un rompimiento con mi lengua materna ni con mi cultura. Nunca me imaginé que más adelante podría escribir en quechua o / y traducirlo.
Años más tarde, en la Cantuta, gané un concurso de cátedra como profesora de español. Un día estaba esperando en la sala de profesores cuando ahí escuché a estudiantes de la Facultad de Pedagogía increpar al Jefe del Departamento. Tenían un curso de quechua pero no un buen profesor. Me enteré ahí que enseñaban quechua dentro de su formación académica y eso fue una novedad para mí. Cuando se retiraron los estudiantes le dije al Jefe del Departamento que yo sabía quechua. Él me dijo: ‘’hazte cargo del curso’’. No acepté porque una cosa es hablar y otra es enseñar. Yo necesitaba formarme como profesora de quechua. Me regaló el libro de Lingüística quechua de Rodolfo Cerrón Palomino para que con ese material lingüístico me preparara y pudiera enseñar pero no acepté. Me faltaba saber más sobre la lengua y cómo funciona. Además tenía una beca de estudios en el extranjero y no estaría presente.
Ya en Costa Rica, asistí a una conferencia dada por un lingüista chileno. Era un exilado del gobierno de Pinochet y durante su estadía había estudiado la lingüística de las lenguas originarias de Costa Rica, el bri bri y el caweka para lo cual se había trasladado a los reductos de indígenas por largos periodos. Mientras yo escuchaba la brillante exposición del lingüista investigador, reflexionaba sobre su trabajo de campo y sus conclusiones; sobre el esfuerzo que había hecho para aprender una lengua nativa de Centroamérica. Reflexioné sobre mi quehacer lingüístico. Me dije: ¿Y qué hago yo por mi lengua nativa, materna?
Yo no necesitaba ir a los reductos o pueblos alejados para aprenderla y estudiarla porque está siempre conmigo, es mi ser consciente. Entonces todo cambió para mí: mi actitud e interés tuvieron otro giro. En ese entonces estaba preparando una tesis sobre la poesía de Jorge Eduardo Eielson la que abandoné para preparar otra sobre la morfosintaxis del quechua de Colta, que es mi ciudad natal. Con el “perdón” de Eielson, mi compromiso por mi lengua y cultura fue más fuerte que mi amor por su poética. A él y a su poética pueden estudiarlo muchos. Lo siguen haciendo incluso en Florencia (Italia) hay un centro de investigaciones con ese nombre, lo cual es ya un homenaje.
La conferencia del lingüista chileno fue para mí un aviso de consciencia: el quechua y sus mecanismos de difusión, como la creación literaria y la traducción.
¿Cómo comenzó con la traducción al quechua específicamente?
Después de regresar de Costa Rica me matriculé en San Marcos en la especialidad de Lingüística andina, para tener más sustento académico sobre mi investigación. Me puse a estudiar durante un año.
En la UniversidadNacional de Educación hubo un curso en la formación de los profesores del español llamado Gramática Quechua cuyo objetivo era ver la influencia del quechua en el español. Me hice cargo del curso y cómo me faltaba material didáctico moderno que no sea solamente de mitos, me puse traducir textos poéticos breves. También a elaborar otros textos para iniciar breves diálogos. Además recopilé adivinanzas y traduje poemas y cuentos breves. Esta fue mi primera experiencia en traducción con un fin didáctico.
Años después viajé a París para enseñar quechua en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales – INALCO. Mi experiencia empezó en el segundo año. Yo enseñaba a partir del segundo hasta el cuarto, y como me faltaba material continué con mi tarea de traducción. Yo adoro la mitología, pero también pienso que el quechua es una lengua contemporánea. Pensé:¿por qué solo la voy a utilizar para explicar la función de los mitos aunque es la base de nuestra identidad? Quiero escribir en quechua, hacer obras modernas.
Empecé a traducir a Arguedas y a otros autores como material educativo en conjunto con mis estudiantes de quechua. Me puse la meta de traducir a Arguedas. Esto, ya que si bien él escribió hermosa poesía en quechua, toda su narrativa no está escrita en la lengua. Con excepción de un cuento “Punqupa mosqoynin”, que le fue narrada por un indio de Qapcha. La monumental obra narrativa de Arguedas está toda en español. Él había perdido fe en la supervivencia del quechua porque en ese entonces había una extensa campaña de castellanización. Para mí la traducción empezó como una necesidad imperiosa de material educativo. Ahora escribo poesía y relatos en ambas lenguas y la traducción la hago del español al quechua o viceversa.
¿Cree que hay un difícil acceso a las traducciones o material literario en quechua?
No, ahora creo que no. El acceso no es difícil porque algunos escritores son bilingües. Es así que ahora están escribiendo en ambos idiomas. Hay mucha literatura andina-hispana, pero no es así con la andina-quechua. Su producción es poca. Aunque en los últimos cinco años, con el programa Beca 18, se ha dado un buen aliciente para los jóvenes de provincia que han venido a formarse como maestros bilingües. Están escribiendo, producen buena poesía, buena narrativa. Asimismo en Ayacucho, Apurímac y Cusco hay buena literatura quechua bilingüe o monolingüe. Respecto a la traducción, así como yo, hay un buen sector de escritores que escriben en dos lenguas. Hay otro sector que tiende a hacerlo solo en quechua, porque considera que el español sigue siendo un bastón, en el que se apoya para existir; particularmente yo no la considero así. Entonces ahí hay un reto.
¿Cómo es su relación con la traducción como disciplina?
Para mí la traducción es importante para acceder a otras culturas y literaturas. También para interactuar con los hablantes de esas lenguas. Yo creo que la traducción es el lenguaje del momento. Es el código universal. De ser así, no hubiéramos tenido el terrible incidente en el Congreso de la República que hace poco hemos vivido. En un país como el nuestro donde la Constitución Política reconoce 47 lenguas aborígenes es urgente tener intérpretes y/o traductores en toda las instancias políticas de gobierno: en los hospitales, en la comisarías, en los bancos, entre otras. Así, en ningún contexto deben darse choques culturales. No se puede marginar a los hablantes de estas lenguas y muchos menos considerarlos inferiores porque hablan una de las lenguas minoritarias.
He traducido a Arguedas con mucho rigor y creatividad para poder reflejar el espíritu del autor y transcribir el contexto en el que se desarrollaron los hechos. Con la Universidad Nacional de Educación conjuntamente con la Editorial San Marcos he publicado tres cuentos pequeños como un homenaje a nuestro escritor andino y a la labor que desempeñó en la Universidad como profesor de quechua y de Realidad nacional en los años de 1951 – 1952.
Lo traduje a él porque nosotros consideramos que Arguedas nos contacta con la realidad andina y con lo que sucede en el pueblo. Cuando yo leía a Arguedas veía mi pueblo, lo que sucedía con él. Era como una fotografía de cómo se daban las relaciones entre patrón y empleado y los trabajos de campo: eran escenas tan actuales. Entonces dije que tenía que escribirlo en la lengua de Arguedas, en la del hombre de campo, del hombre del Perú profundo. Además he traducido varios cuentos y poesía de autores peruanos e hispanófonos del español al quechua. Es un material inédito. En la actualidad traduzco documentales, cortos y otros, del español o del francés.
En 2019 traduje un documento de la UNESCO al quechua. Fue por el Día Internacional de la Lengua Materna. Se celebra desde hace 20 años cada 21 de febrero. Es una fecha que reúne exponentes de todo el mundo. Para ese evento la UNESCO traduce el discurso en la 7 lenguas oficiales que la UNESCO considera para cada actividad de su competencia.
La traducción es una lengua para mí porque nos permite conocer la cultura del otro. Saber cómo piensa y qué busca. Como disciplina traduzco del quechua al español, del español al quechua, del francés al español y del francés al quechua. Sin embargo, no puedo traducir del quechua o del español al francés. El francés ha sido la lengua que aprendí después. Si bien la uso todavía no me siento capaz de hacer una traducción literaria. Esto porque no tengo los recursos o giros literarios propios de la lengua y no encuentro esa sensibilidad que expreso cuando traduzco al quechua o español.
He intentado y sigo intentando hacer una traducción literaria al francés. Espero un día sentirme ben conmigo misma cuando lo logre. Ahora, me cuesta porque no encuentro esa sensibilidad que tengo en el quechua y el español. Ambas son mis lenguas. La cultura francesa me gusta mucho y la admiro, me gusta expresarme en francés, pero aun no me siento capaz de escribir poemas o relatos en francés o traducirlos al francés.
Bajo el contexto actual del país, ¿cómo consideraría la importancia de la traducción del quechua al español y viceversa?
Considero que antes de la traducción tendríamos que ver el conocimiento y manejo de la lengua quechua. Ahora nuestro contexto es diferente al de 20 años atrás. Antes era mucho peor. Recuerdo que en 1995, cuando publiqué mi primer librito bilingüe, no tuvo la acogida que yo esperaba. Creí que se debía a que pensaban que no era andina. En esa línea recibí comentarios cuando enseñaba en La Cantuta. Me decían que me había acriollado, que no se me notaba el acento. Lo que pasa es que nadie me preguntó si hablaba o no. Era normal que no tuviera el acento porque yo llegué a Chosica cuando tenía seis años. Quizá no arrastraba el acento andino.
¿Acaso uno tiene que tener rasgos étnicos, vestimenta o características para que te digan que sí hablas quechua o no?
Hay un falso supuesto porque el hábito no hace al monje. Ahora cuando voy a los mercados y converso cuando las personas que hablan quechua, sonríen porque hay alguien que habla su lengua y le trata de igual a igual. Eso es bueno para nosotros porque se establece otro tipo de lazo.
Lo que hemos visto en el Congreso cuando la Presidenta pidió al Primer Ministro que utilice el español porque no lo entendían es una agresión verbal y de actitud por el tono que utilizó. El uso del quechua está contemplado dentro de la Constitución Política. En ella se contempla que uno puede expresarse en la lengua que quiera. Se presupone que en organismos del Estado deben tener un traductor. Somos un país multilingüe y pluricultural y es por eso que la traducción es importante. Es una lengua universal.
En los organismos del gobierno debe haber un traductor. También en las comisarías y hospitales. No es justo que una persona sea ignorada por no hablar la misma lengua. Lima es la ciudad en donde más se habla quechua porque es el centro a donde todo los quechuahablantes,aymarahablantes y otros han migrado.
La capital es ingrata y los margina. En ella hay una cultura del dominante que habla español, se viste de otra forma, tiene un tono de piel diferente y tiene poder adquisitivo. La traducción en el contexto de la globalización es un instrumento importante de comunicación. Uno no puede estar aislado, necesita traducir e interpretar el contexto sociolingüístico del momento. En otros países donde tienen más de una lengua oficial, la traducción es otro lenguaje y la profesión del futuro.
¿Cuáles serían tus palabras por el Día del Traductor?
Recordar que la traducción es muy importante sobre todo en sociedades multilingües donde el traductor es el alma. En el 2010, la Academia Peruana de Traducción que estuvo presidida por Roxana Cieza Castellano, me acreditó como Traductora Honoraria, conjuntamente con Mario Vargas Llosa. Finalmente, quisiera enviar un saludo especial a todos los traductores del Perú y del mundo que celebran esta fecha, 30 de septiembre, en homenaje a San Jerónimo: el traductor de la Biblia al latín.
Ninguna persona en el mundo es ajena a los problemas. Para Claudia Prieto, quien desde muy pequeña tuvo que convivir con una enfermedad degenerativa que le quitó la capacidad de ver, la adversidad la obligó a abandonar poco a poco todas las expresiones artísticas que la hacían feliz. Todas menos una: la música. Hoy, con 26 años y bajo el nombre de Claudianeth, la niña de Chiclayo que soñaba con ser cantante, da inicio a su carrera artística con su primer single: “Obsession”.
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La primera señal de la enfermedad se dio cuando tenía 6 años, aunque su padre dice que incluso desde mucho antes. A Claudianeth la diagnosticaron con miopía y empezó a usar lentes que la ayudaron a superar problemas al leer, pero luego de unos años, a los 15, la sensación era que ocurría algo aún más grave. “Igual me dijeron “ah, a los 18 años se te puede operar y listo” […] En ese año me dijeron que no era miopía. Lo que yo tenía una enfermedad degenerativa”.
El nombre que le dieron fue retinitis pigmentosa, una enfermedad degenerativa que afecta a la visión. Durante los tres años siguientes y ya consciente de que podría quedar ciega, Claudianeth aprendió a leer en Braille, a usar el bastón guía, entre otras cosas que le serían útiles en el futuro.
“Se me estaba yendo muy rápido la vista y, de repente, se me quedó una especie de hueco en mi campo visual. Eso me asustó bastante y mis padres decidieron volver a hacerme exámenes médicos”. Aunque su primer diagnóstico se lo dio un médico en Lima, en esta ocasión fue uno de Trujillo quien le dijo que, en realidad, el nombre de su enfermedad era otro.
El nombre real de la enfermedad de Claudia es Enfermedad de Coats. Es considerada una enfermedad rara y es un proceso crónico que puede generar la pérdida total de la visión. Según la Organización Nacional de Enfermedades Raras de Estados Unidos, el 69% de pacientes con este mal son varones y, en el 95% de los casos, solo se presenta en un ojo. Claudia es un caso particular porque, además de ser mujer, la enfermedad atacó sus dos ojos.
Aunque es posible que los pacientes afectados con esta enfermedad conserven un porcentaje de su visión por medio de un tratamiento, este tiene que ser aplicado de forma oportuna y, de preferencia, a temprana edad. A los 18 años y con la enfermedad en su cuarta etapa ya era demasiado tarde. No solo no era posible aplicar un tratamiento, sino que la pérdida total de la visión era inminente.
Aunque este diagnóstico significó el fin de las esperanzas para Claudia, su familia insistió en probar tratamientos alternativos. En su charla TED, llamada “Cuando la esperanza daña”, ella cuenta cómo el excesivo optimismo de sus seres queridos afectó su salud mental. También, narra sobre el dolor por el que pasó durante los momentos en los que recuperó la visión gracias a un medicamento que afectó a su cerebro temporalmente.
Fuente: YouTube
Durante el periodo de pandemia en Perú, Claudia conoció a Walter, la pareja con la que convive fuera de la casa de sus padres y la persona que le ha podido dar la tranquilidad que necesita para continuar con su vida y su sueño de ser una cantante profesional.
“Me brindó un espacio en el que yo podía sentirme independiente. Podía trabajar, dedicarme a mí, tener mi espacio sola. Me gustó tener un momento y un lugar donde pudiera estar pensando lo que yo quisiera o haciendo lo que yo quisiera sin tener mucha información del exterior que estuviera perturbando mi mente”.
Ahora convertida en Claudianeth, con ceguera total y ya adaptada a la vida que tiene, sus proyectos incluyen el lanzamiento de más singles, escribir una obra musical que cuente la historia del Perú con canciones de música criolla, seguir componiendo y, si lega a conseguir el dinero necesario, lanzar un disco, además de continuar con la producción de su podcast “Punto Ciego” en YouTube.
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Claudianeth es consciente de su limitación visual. Sin embargo, sabe de las infinitas posibilidades que puede explorar con su voz. No tiene problemas en decir que desea cantar cualquier género musical y, al mismo tiempo, respetar las raíces de la música peruana. “Quiero rescatar nuestras raíces y volverlas a sembrar para tener nuevos frutos con respecto a nuestra cultura. Quiero exponer la música peruana. Esa es mi meta con respecto a la música. Seguiré cantando de todo un poco, no solo música criolla y Obsession, por ejemplo, sino también lo que nazca”.
Al final, si bien la esperanza de ver se ha desvanecido, el optimismo de cara a su futuro musical se mantiene intacto.
La Mamba rompe esquemas. La cantante afroqueer peruana de 32 años, que llegó a los televisores peruanos tras entrar a La Voz Perú, derrocha libertad, talento y rimas a donde vaya. A poco menos de un mes de haber lanzado su primer single, conversó con La Antígona sobre la misoginia y discriminación en la industria musical peruana, la importancia de la representación y su proceso de reconciliación con su esencia e identidad.
No pudieron resistirse. La propuesta de festejo y dembow que La Mamba llevó a su audición en La Voz Perú no solo logró que los cuatro entrenadores voltearan sus sillas, sino que también los puso de pie para bailar. “Gracias por haberme hecho nacer en el Perú”, expresó mirando al cielo Eva Ayllón cuando ella ya había aceptado estar en su equipo. Y es que eso es lo que genera conocer a una artista tan multidisciplinaria, libre y auténtica como La Mamba.
Video obtenido de YouTube
Muchos televidentes la conocieron ese día, pero su carrera como solista empezó realmente a inicios del 2017 cuando, luego de estar un buen tiempo trabajando en un call center y “siendo un ser humano que no era en lo absoluto”, inició un proceso de sanación que le permitió conectar con sus verdaderos deseos. Su decisión de renunciar a la música años atrás no había sido gratuita, por supuesto. Sobre todo cuando desde muy pequeña, sin saber siquiera que era una carrera a la que podía dedicarse, pasaba sus días cantando.
Pero fueron sus primeras experiencias las que no solo crearon conflictos entre ella y la música, sino que también la hicieron cuestionar su propia esencia e identidad. “Estuve en este elenco que quiere ser inclusivo y pone a niñas racializadas en un espacio blanco donde es evidente que las niñas privilegiadas no reciben el mismo trato o tienen las mismas oportunidades. Cuando eres niña lo primero que piensas es ‘no soy suficiente’”, sostiene.
Los bloqueos, inseguridad y el tiempo que pasó sin poder cantar en público terminaron cuando un amigo, que conocía su pasión por el canto y la composición, le pasó la voz para presentarse en su tocada. Aquello le abrió otras puertas, y así fue que empezó a hacer coros para un grupo de rap y para la banda peruana de reggae Semillas. No obstante, aquellas no fueron sus únicas influencias.
La Mamba creció rodeada de música criolla. No es de extrañar que muchas de sus composiciones sean valses y landós. “Me parece súper importante reconocer las raíces y cuidarlas y compartirlas”, comenta, lamentando que en las escuelas el conocimiento que se imparte sobre nuestra propia cultura sea muy superficial. Al preguntarle sobre cuál es el género musical al que finalmente decidió dedicar su carrera, no tiene una sola respuesta.
Al ser una artista que aún no contaba con estudios ni mayores recursos económicos, explica, lo más accesible para ella fue empezar a experimentar con beats digitales. Intentar armar una banda, que es lo que siempre ha querido, implicaba pagarle a personas para que se comprometan con el proyecto. Además, aún sin saberlo, hacía rap desde pequeña. “El rap tiene una energía bien contestataria, súper buena como para poner cosas en la mesa”, comenta.
“Me gusta el trap, el reggaeton, el rap, pero no me veo haciendo eso. Lo veo más bien como un puente para hacer otras cosas”. En su opinión, fusionar es algo muy natural, pues cada persona tiene una esencia propia que le permite expresarse a su manera. “Es importante saber de dónde vienen las cosas, por qué se hicieron así y por qué tú lo quieres hacer diferente”, concluye.
Y fue justamente la música tradicional la que le permitió conocer a sus primeros referentes afroperuanos. Lucila Campos,Lucha Reyes, Pepe Vásquez y el Zambo Cavero entonaban los temas que los convertirían en célebres embajadores de nuestra música. No obstante, apunta, todos tuvieron trágicos finales. “Han sido cuerpos explotados en la industria de la música, visibles pero llenos de heridas y sin espacios de sanación”, comenta.
En ese sentido, rescata el éxito de Eva Ayllón, mas precisa que no se sabe mucho de cómo llegó a donde está hoy. “Muchas veces lo que uno necesita es saber cómo lo hizo. ¿A qué brujo invocaste? (risas)”. La Mamba creció creyendo que por ser una niña afroperuana no podía acceder a ciertos espacios. Esto, debido a lo que veía a su alrededor y por lo que su familia le decía. “Cuando tuve cable y me enteré de que existía Beyoncé. Que había una negra exitosa que la rompía y que era respetada. Pensé ‘yo quiero eso’».
A pesar de contar con algunos referentes afroperuanos internacionales y nacionales, La Mamba no siente que haya habido artistas visiblemente afroqueer o transgresores mientras iniciaba en la música. “Me hubiese encantado tener un referente para todas esas cosas que te da miedo mostrar o sobre las que temes ser sincera”, añade. Y a pesar del paso de los años, la deuda histórica que la industria musical con comunidades como la afroperuana y LGBTIQ+ sigue incrementándose.
Ella lo ha experimentado en carne propia. Desde la precarización por la ausencia de títulos profesionales hasta las barreras que se establecieron en su mente debido a las distintas violencias que recibió durante su vida. Todo aquello dificulta sacar adelante un proyecto musical desde la autogestión. “En otros países te descubren e invierten en ti, pero acá siempre tenemos que estar ahí detrás para lograrlo”, precisa.
Por si fuera poco, la apropiación es otro obstáculo que dificulta la representación de las personas racializadas en la música. “Tengo una amiga afro que hace rap y trap, que es demasiado talentosa, y está vendiendo chocotejas. Mientras tanto, otra chica súper privilegiada ve lo que hace y lo copia. Sale con trenzas, tiene factores afro en su música y no visibiliza o incluye en sus producciones musicales a ninguna chica afro. Ni siquiera se trenza con una persona afro”, señala. Mientras que para unos es fácil lucrar con estas expresiones e ideas, los artistas racializados deben esforzarse el triple.
En la actualidad, las industrias musicales alrededor del mundo llevan por bandera el girl power y la diversidad sexual. Sin embargo, a veces parece ser una mera cuestión de marketing pues las estructuras de poder se mantienen inamovibles. En la experiencia de La Mamba, el patriarcado es la respuesta, pues las artistas se encuentran desde hombres que las cosifican y acosan con comentarios y propuestas no solicitadas, hasta mujeres sin el más mínimo sentido de sororidad que solapan su racismo y clasismo en acciones normalizadas.
De igual manera, se ha topado con formas de discriminación por ser parte de la comunidad LGTBIQ+. “Te das cuenta en el trato que recibes, en los ‘pero’ o en las condiciones que te ponen”, apunta. Incluso en una ocasión un productor le propuso crear juntos, bajo la condición de que ella finja ser una persona diferente y que presentara en sus temas a la mujer como objeto sexual porque “es lo que vende”.
Y enfrentarse solo a un mundo hostil es difícil. La Mamba lo sabe. Cuando llegó a Latina para su audición en La Voz llevó a dos miembros de, como ella le llama, su familia escogida. Cuando piensa en su comunidad, suspira. “Hasta que llegué a mi comunidad no empezaron a pasar cosas. A inicios de este año me mudé con mi roommate actual que es Xime, que también es una persona LGTB racializada. Ha sido como un alivio, como darme cuenta de que siempre estuve bien”.
La Mamba ha prestado su voz para distintos proyectos que se alinean a sus luchas personales, como ‘Tenemos Razón’, un himno feminista interpretado por distintas artistas peruanas. Asimismo, formó parte de la campaña política de la candidata trans al Congreso Gahela. Para ella, aquello fue un espacio de sanación. “Es chévere poder ser tú y no sentirse como la rara en un espacio, ni tener que estar explicándole a la gente tus necesidades o quién eres, porque eso está implícito”.
Hoy en día se encuentra en un lugar en el que está conectada con su arte y con su identidad. “Siento que mi música no podría existir si es que no rescato mi identidad”, destaca. Su sentido social hace que sus artes estén a disposición de lograr que las personas encuentren su propósito y de visibilizar las problemáticas que sus comunidades experimentan.
Además, su paso por La Voz le ha permitido ganar visibilidad, con lo que planea atraer a personas que quieran tocar con ella y sumarse a su proyecto musical. Por lo pronto, hace un mes sacó su primer single ‘Así de Simple’ junto a Aaron Mind y está trabajando en sacar a la luz sus composiciones propias. Asimismo, está decidida a utilizar todas las herramientas que tenga para comunicar y motivar a los demás a cuestionarse desde el artivismo. “De que van a ver mi cacharro, lo van a ver ” (risas), afirma.
La Mamba cree en el poder del arte para sanar y en la importancia de la representación para las generaciones venideras. “La hago ser un referente por mis sobrinas y por otres niños queer, afro, racializados. Me apunto”. Y en ese intento, su consejo final es uno que quizá le hubiera servido escuchar de pequeña. “Son valiosos, permítanse fluir en sus curiosidades, no se la crean cuando las personas les digan que no pueden, pueden ser lo que quieran”, finaliza.
Mirtha Navarro aplicando la vacuna. FOTO: Archivo del Instituto Nacional de Oftamología
Mirtha Navarro, es una de las muchas enfermeras que luchan en primera línea. Fue una de las primeras enfermeras que vacunó a todo el personal de salud del hospital Víctor Larco Herrera, INO, entre otros. Hoy, conversa con La Antígona para relatar su experiencia sobre su jornada laboral en tiempos de Covid-19 y los obstáculos que se enfrenta por los bajos recursos que presentan los hospitales del país.
Mirtha descubrió su vocación de enfermera desde los 10 años. A esa edad le gustaba ir al puesto de salud de Tongorrape, Lambayeque a ayudar a las enfermeras a cortar gasas y algodones. Así mismo, su padre le enseñó a inocular inyecciones y manejar algunos instrumentos quirúrgicos que eran básicos de curaciones, ya que en ese entonces su papá contaba con los conocimientos necesarios porque trabajó en el área de sanidad del ejército.
A los 16 años decidió viajar a Lima y estudiar su carrera soñada. En su segundo año, empezó a practicar en la clínica CIRLAP junto al Dr. Jorge Cuyubamba(director médico) con quién viene trabajando hace más de 20 años.
No contenta con obtener el grado de técnica de enfermería, a sus 34 años, decidió estudiar en la universidad para ser licenciada. Pese a muchos obstáculos y responsabilidades de mamá, logró culminar con éxito su carrera.
Actualmente como licenciada nunca pensó vivir una pandemia, ni mucho menos separarse de su familia por temor a contagiarlos. Menos pensó en descansar o dejar su trabajo, sino al contrario, sus ganas de querer ayudar a su prójimo cada vez eran más fuertes.
Cuando llegó la pandemia, ¿Dónde recibiste la noticia y cómo cambió o influyó en tu trabajo?
La pandemia llegó en marzo. Yo estaba en una charla en el hospital Grau donde hice mi internado hospitalario. Faltando una semana para terminar el internado se presentó un caso de Covid-19. Además, nos dijeron que no podían haber internas en el hospital porque no contaban con mucho equipo de protección personal. Al principio, lo tomé como una exageración, pensando que esto acabaría en una semana.
El lunes me presenté en mi trabajo,clínica CIRLAP, y me dijeron que entramos en cuarentena, la clínica se cierra. No lo podía creer, esto era realmente serio y peligroso. Hablé con mi jefe para encontrar una solución y la posibilidad de atender al menos por emergencia. Lamentablemente, se presentaron algunos pacientes positivos, cuando era así, era una cosa de locos porque todos estábamos cubiertos y durante toda la cirugía teníamos que estar con el mameluco, mandil quirúrgico, con tres mascarillas, con los lentes y el casco encima.
¿Llegaste a atender a personas con Covid-19?
Sí, se presentaron casos para cirugía y pacientes positivos de covid. No podíamos dejarlos, aún cuando estábamos en el pico más alto de la pandemia. Me acuerdo que llegó un caso de apendicitis, no operarlo sería algo inhumano. Para esto mi jefe me consultó sobre qué hacer y yo le respondí: Lo operamos, tomamos todas las medidas y arriesgamos.
Ese día fue de locos, estuve operando con mi jefe y el anestesiólogo. Solo los tres en cirugía porque nadie más quería operar. Los médicos estaban en su casa y no venían a la clínica porque son adultos mayores. Y el resto del personal se asustó porque temían contagiar a su familia.
Solo sé que trabajé con miedo, no te puedo decir que 100% feliz, sería mentirte. Además, llamé a mi hermana para decirle que me gustaba mi profesión. Pensé que si tenía que morir sería trabajando. Lo único que le pedí es que siempre cuiden de mi hija.
En noviembre, la ola de casos bajó y la atención siguió en curso pero siempre estábamos bien protegidos. Lo cierto es que si nosotros elegimos esta carrera vamos a enfrentar las cosas buenas y malas que vengan, por mi parte yo seguiré en la lucha hasta que Dios diga.
¿Crees que hay un reconocimiento especial hacia las enfermeras en este tiempo de la pandemia?
Supuestamente, había un reconocimiento en los hospitales. Sin embargo, escuché una entrevista de una enfermera del Rebagliati que cuenta que en su turno de 8 horas, de la noche, fallecieron 40 pacientes. Además, ella lloraba y decía que se contagió durante su turno. Lamentablemente, ni siquiera ha sido reconocida.
En nuestro país las enfermeras que están en primera línea, las que trabajamos 24 horas con los pacientes, nos encontramos bajo la sombra. Un hospital no funciona sin enfermeras, puede tener médicos y anestesiólogos pero sin enfermeras no va funcionar porque nosotras hacemos parte asistencial, administrativa, estamos en salas quirúrgicas, de emergencia; todas las especialidades prácticamente. Damos la cara en esta pandemia. Sin nosotras no funcionaría.
¿Piensas que el país no cuenta con un buen sistema sanitario?
No, nuestro sistema sanitario no está apto. Para empezar, los hospitales tienen carencias de años. Esto, ya que el gobierno nunca invierte. Cuando empezaron a caer los pacientes para UCI, mucha gente murió debido a que no había ventiladores mecánicos. Los hospitales no se abastecen. Los intensivistas son muy pocos en el Perú para atender a tanta población.
A veces dicen que las enfermeras no quieren atender y no es así. No es que vayas hacer una cola por gusto; es porque no tenemos camas y eso no es una situación de ahora, sino de años. Nuestro Perú no estuvo preparado para recibir esta pandemia. El sistema de salud es muy pobre.
¿Cómo te sentiste cuando te enteraste que, el presidente Martín Vizcarra y personas que formaban su gabinete en ese momento, recibieron antes la vacuna que el personal médico?
La verdad, me sentí muy decepcionada de nuestras autoridades. Han muerto médicos y enfermeras que estaban en primera línea. Ellos pudieron ser salvados o quizás, en su momento, pudieron ser vacunados.
¿Tuviste algún amigo o conocido que perdió la vida?
Si, un amigo muy cercano llamado Carlos, enfermero instrumentista. Un chico trabajador que cuando vino el Covid-19 fue una de las primeras víctimas. Un día en una cirugía me enteré que él estaba en UCI, conectado a un ventilador. Fue muy triste para mí porque es joven y pensaba que saldría de esta enfermedad. Al final falleció y dejó huérfanos a sus hijos. Esto del Covid-19 es fuerte y triste.
¿Cómo fue que llegaste a formar parte del equipo de vacunación?
Yo estaba en el centro de salud Breña. Llegué ahí por el internado y justo llegaron las vacunas. La jefa le dijo a mi tutora que elija a su grupo y ella me mandó junto a una amiga que se llama Cristina. Fuimos una de las primeras enfermeras en vacunar en el hospital Víctor Larco Herrera. Recuerdo que vacunamos el 12 de febrero. Fue la primera dosis; y el 5 de marzo pusimos la segunda dosis. Nos llamaron, nos dieron charlas sobre inmunizaciones, aunque nosotros ya sabíamos porque venimos vacunando desde hace muchos años. También, nos instruyeron sobre las reacciones adversas al medicamento. Ese día vacunamos a más de 400 personas y no tuvimos ninguna reacción.
¿Cómo sentiste al personal médico cuando recibió la vacuna?
Fue hermoso. Nosotros llegamos al Hospital Víctor Larco Herrera y todos nos aplaudieron. Decían: ¡vivan las enfermeras! Fue muy especial. Nos sentíamos emocionadas porque era ver llegar la esperanza. Nos recibieron con globos y aplausos. Bajamos las vacunas, colocamos nuestras carpas y empezamos a vacunar. Todos estaban felices, contando sus chistes, a pesar de estar con sus mascarillas.
Esta es una linda experiencia para mi carrera y mi vida. El haber pertenecido a este grupo tan bonito, ha sido una experiencia maravillosa. También, fui al Instituto Nacional de Oftalmología (INO) a vacunar a más de 200 médicos, enfermeras y técnicos. Todos estaban muy contentos. Si bien es cierto, no estás 100% protegido, sabes que ya tienes algún anticuerpo que va evitar que el contagio sea fuerte.
Cuando pase la pandemia, ¿con qué momentos te quedarías?
Me voy a quedar con toda la experiencia que logré en este tiempo porque fue algo nuevo para nosotros, viviré con los recuerdos bonitos que nos unió con mi equipo porque sabemos que la vida se nos podía ir en cualquier momento de nuestras manos. El haber formado parte del equipo médico en la pandemia, los aplausos que nos dieron los médicos y enfermeros en los hospitales; todos son momentos que nunca olvidaré.
Otro momento importante para mí, fue el tiempo que compartí con mi hija durante la pandemia. Quizá era el tiempo que ella necesitaba y yo no le había dado por mi trabajo. Dios me ha dado mucha fortaleza y sabiduría.
¿Psicológicamente, tú crees que las enfermeras han sido las más afectadas?
Sí. Ver gente que está en una cama o que se está muriendo es impactante. No tienen idea cómo las enfermeras lloramos por las veces que un paciente no puede recuperarse y tú no sabes qué hacer. A pesar de que das todo de ti, no puedes hacer más. Hay muchas enfermeras muy humanas. Algo positivo de esta pandemia, ha sido que muchas personas han visto que no solamente estamos bajo la sombra, si no que somos quienes podemos ayudarles a resolver cualquier enfermedad que tengan y que estamos ahí para servir. Esta es una de las carreras más sacrificadas y bonitas.
¿Con qué frase cerrarías esta entrevista?
La enfermería no solo es ciencia, es un arte. Asimismo, que la manera más hermosa de demostrar esta afirmación, es amando lo que haces.
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Alicia Olivares no va a parar hasta que las artistas afroperuanas reciban la representación y el reconocimiento que merecen. La actriz, productora y fundadora de Ébano Teatro ha llegado incluso a reunirse con mujeres como ella, pues cree que la unidad es vital para lograr los cambios necesarios en la industria que tanto ama. Con motivo de la celebración del Día de la Actriz el 26 de agosto, la dramaturga se reunió con La Antígona para narrar su experiencia en Mujeres Afro en Escena, además de explicar los problemas de representación en la industria teatral y el papel del Estado y de la sociedad en solventarlos.
En un país en el que el teatro hegemónico y comercial solo incluye a cierto grupo de actores, propuestas como las de Alicia Olivares logran saciar las ansias de un teatro diverso e inclusivo.
¿Cómo surgió Ébano como proyecto? ¿Cómo cree que ha ayudado a actrices afroperuanas y sus carreras?
Se crea como una productora teatral para generar proyectos con actores afrodescendientes y producir obras de teatro tanto de actores internacionales como nacionales. Esta falta de dramaturgas afroperuanas hace que me vea en la necesidad de buscar autores de afuera. He realizado la producción ejecutiva de Al Otro Lado de la Cerca y Ropa Íntima. A partir de ahí se desprende el proyecto Mujeres Afro en Escena.
¿Y a usted, cómo le ha cambiado la vida tanto Ébano como Mujeres Afro en Escena?
Definitivamente me ha cambiado la vida. Si en su momento cuando fundé Ébano Teatro me sentía sola, en este encuentro de Mujeres Afro en Escena me he sentido acompañada de muchas mujeres que comparten las mismas problemáticas que vivimos las artistas. Problemáticas como la falta de espacios, oportunidades para artistas afroperuanos y la autogestión. Estas mujeres emprenden sus propios proyectos, por lo que me he sentido identificada con cada una de ellas, además de fortalecida y acompañada. Es bonito como algo colectivo. De algo que empezó como algo personal y se volvió colectivo.
¿Qué tan importante es tener a mujeres afroperuanas también detrás de cada pieza teatral?
Es vital que estas mujeres sean líderes de toma de decisiones. Al ver una mayor representación de mujeres afro como directoras, productoras o gestoras, se da una apertura para que puedan ingresar otras. Actualmente, aterrizándonos al contexto peruano y hablando de mujeres afro creadoras, hay muy poca representación de artistas afroperuanas en el sector escénico, y ni hablar de lo audiovisual. Si me dices un nombre referente de este último sector tenemos Una Chica Afroperuana, cuya directora es Natalia Barrera.
Ella se proyecta como productora y directora audiovisual. Yo la admiro mucho porque es muy talentosa, muy creativa. Justamente con Una Chica Afroperuana se ha unido como coproducción Ébano Teatro porque tenemos proyectos a realizar a futuro, que es incentivar la participación de artistas afroperuanos en proyectos audiovisuales. Esperamos conseguir la ayuda y las colaboraciones necesarias para poder financiar estos proyectos que tenemos en mira.
En el teatro comercial, con mayor recaudación, hay una clara ausencia de actrices afroperuanas, ¿Qué considera que se puede hacer para combatir este problema?
Es un tema que hay que cortar de raíz. Yo tengo una preparación de actriz, y nos preparan para interpretar distintos personajes, muy al margen de tu raza. Yo sueño que algún día nosotros los actores podamos interpretar cualquier personaje y no sea un tema de perfil. El personaje es un ser humano que va a transmitir sentimientos, y si la historia está bien contada y bien escrita la interpretación del buen actor va a hacer que esto sea mágico. Esto va desde las escuelas, la academia, el hogar, las familias a no marcar estas diferencias. Desde que nacemos tenemos los mismos derechos, es la sociedad la que nos coloca en distintos escenarios.
Hay que trabajar desde uno mismo y cambiar el actuar. Lo que se está logrando ahora, y justamente cuando estábamos en el conversatorio de mujeres afro creadoras, ellas mencionaban que era la primera vez que veían un proyecto de extraordinarias afroperuanas. ¿De dónde habían salido tantas representantes de lo artístico? Sí tenemos mujeres representantes, pero como no se generan estos espacios de encuentro, no nos conocemos. Nace para unirnos, fortalecernos y cambiar. También juega aquí un papel importantísimo el Estado. Con sus políticas deben fomentar y promover. Al igual, la sociedad civil y la empresa privada deben apoyar proyectos inclusivos y con mayor diversidad. El día que empecemos a mirarnos a todos con las mismas posibilidades, con los mismos derechos, vamos a transformar las realidades que vivimos ahora.
¿Qué puede hacer el público en general para promover un consumo de teatro menos hegemónico?
Creo que el público peruano no tiene la cultura de ir al teatro. ¿Se ha avanzado un poco? Sí. Pero no tenemos esa necesidad cultural. Nuestra cultura es más de ir a conciertos, estamos más ligados a la música. Los teatros hacen demasiados esfuerzos para solventar las temporadas. Si no fuera por la colaboración y auspicios de las empresas privadas, muchos de ellos no podrían sostenerse.
Un proyecto no se subvenciona solamente con las entradas. Por eso, el papel importante de las escuelas es que los profesores deben inculcar a los jóvenes adolescentes a que vayan al teatro. De esa manera se va haciendo un hábito, así como ir al cine. Los principales agentes serían los colegios, las universidades, los profesores. A mí me gustaría que el curso de teatro sea obligatorio en las escuelas, porque eso va a acercar a los chicos al arte y van a poder ser mejores personas, más empáticas y sensibles, y vamos generando el cambio que queremos ver.
La fiesta de Tokio 2020 aún no acaba y Pilar Jáuregui lo sabe muy bien. Su yo adolescente no le creería si ella le contara que este 1 de septiembre debutará en unos Juegos Paralímpicos. Desde los 14 años, una luxación de cadera congénita bilateral la llevó a usar un bastón, muletas, y finalmente una silla de ruedas, y la obligó a abandonar temporalmente los deportes que más le gustaban, pero no pudo arrebatarle los sueños y el amor por el deporte.
Hoy destacan en su haber un oro panamericano obtenido en Lima 2019 y otro primer puesto en el Uganda Para-Bádminton International 2019. Jáuregui se encuentra en el sexto lugar del ranking mundial, y el constante trabajo que ha venido realizando desde el 2016 la hizo merecedora de un cupo en los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 dentro de la categoría WH2 femenino individual, donde participan Parabadmintonistas en silla de ruedas y con discapacidad menor.
En el penúltimo día que destinó a brindar entrevistas y en medio de la concentración y últimos entrenamientos previos a su participación en el evento olímpico, la paratleta puneña conversó con La Antígona acerca de sus expectativas, los retos que tenemos en torno al para deporte y sobre cómo es ser una deportista con discapacidad en nuestro país.
Foto: Prensa
¿Cómo se ha sentido clasificar a tus primeros Juegos Paralímpicos y cuáles son tus expectativas en torno al evento?
Estoy muy contenta. Estoy disfrutando los días previos, que son muy emocionantes, y disfruté también ver a los deportistas convencionales. Son mis primeras olimpiadas y además es la primera vez que el parabádminton va a estar en el evento, pero me siento tranquila, sentía mucha más presión para Lima2019. Aquí yo sé que es complicado obtener medallas pero por ahora estoy disfrutando del momento.
Este es un hecho histórico además porque es la primera vez que el parabádminton forma parte de los Juegos Paralímpicos. ¿Qué tan importante consideras que es esto para la visibilización de esta disciplina?
Creo que el parabádminton ha crecido muchísimo y ahora con Tokio 2020 va a seguir creciendo. Clara muestra de ello es Perú, donde tenemos a Giuliana Poveda que es campeona mundial, Pedro Pablo de Vinatea que es oro panamericano, Jesús Salva que es bronce panamericano y otros chicos que estuvieron muy cerca de la medalla como Jenny Ventocilla y Pablo Cueto, y esto no se acaba ahí, se vienen los Juegos Panamericanos Santiago 2023. Cuando yo empecé en el 2016 éramos 13; en el 2017, 20; en el 2018, casi 30 y ahora estamos llegando a los 50, imagínate cómo ha crecido.
Foto: Pilar Jauregui con Pedro Pablo de Vinatea y Jesús Salvá
Has contado cómo iniciaste en el parabádminton gracias al para badmintonista Pedro Pablo de Vinatea. ¿Qué otros referentes tuviste en tus inicios?
Yo recibí también mucho incentivo de parte de mis entrenadores y de la Federación, fueron parte clave, porque Pedro me invitó pero ellos me dieron los campos, materiales y entrenadores. Yo hacía también otras disciplinas, me encanta el bádminton, básquet y tenis, pero me quedé en bádminton porque veía más organización y apoyo. Mis padres también me apoyaron siempre.
¿Qué tan importante crees que es la representación? ¿Crees que puede influir en que más personas con discapacidad se animen a practicar estos deportes?
Sí, de hecho. Cuando a los 10 años empecé con operaciones y rehabilitación no tenía conocimiento de los para deportes, recién en el 2011 los conocí. Estoy segura de que si hubiese sabido antes, hubiera empezado antes y ya sería quizá campeona en otro deporte, porque empezar de joven es lo ideal.
Alguna vez has hablado también acerca de lo difícil que es para las atletas mujeres que quieren hacer parabadminton en nuestro país llegar a concretarlo. ¿Por qué se da esto?
En realidad es para todos los deportes. Por ejemplo, en el básquet era muy sacrificado que las chicas se responsabilicen de muchas cosas (labores del hogar, trabajo) y al mismo tiempo entrenen, igual para las mujeres embarazadas. Por eso siempre ha habido más hombres que mujeres. Ahora recién están empezando a participar más chicas en el parabádminton y les está yendo muy bien. Otra cosa que también pasaba en otros deportes era que yo era la única mujer y no nos dejaban competir porque “solo era torneo de varones”. A mí me molestaba porque en las reglas internacionales se indica que si no se reúne el cuadro de mujeres pueden jugar en el de varones. Eso ayuda a que haya más chicas y que no se queden sin competencias, porque muchas veces no continuamos entrenando porque no tenemos campeonatos y no estamos bien preparadas para los Juegos Olímpicos o Panamericanos.
En mi caso, la clasificación para Tokio 2020 era por dobles mujeres, pero no tenía una partner y tuve que buscar la clasificación de singles, cuando podría haber tenido más chances. Ahora ya estamos trabajando en abrir todas las categorías y modalidades para estar preparados. Pero en el parabádminton nunca ha sido un problema para mí, es más, me gusta jugar en el Campeonato de varones.
Pilar posando con la raqueta y la silla de ruedas. Foto: Prensa
Tú tuviste depresión cuando eras adolescente tras tu diagnóstico y operaciones, ¿cómo haces ahora para cuidar tu salud mental?
Cuento con un psicólogo del IPD, también uno de la Federación. Vamos trabajando desde el 2018. Antes era acomplejada, tenía miedo, pero ya cuando empiezas a vivir la vida y evitar que te importe lo que no te debe importar, cambian las cosas. En eso el deporte me ha ayudado muchísimo. Y sí hay un trabajo muy grande de parte de los psicólogos pero sobre todo porque afrontamos la tensión de torneos, partidos, puntos. Antes me ponía mucho más nerviosa, ahora ya tengo más control. También estoy en un buen momento porque ya no tengo mucha presión por el resultado. He decidido que puedo llegar a la meta pero disfrutando mi deporte.
¿Cómo es ser una mujer con discapacidad en nuestro país?
Estamos mejorando en el sentido de que nos aceptan o ven que sí podemos. Antes muchos me decían “¿Haces deporte? ¿tú puedes?”, en cambio ahora me dicen “¡Ah! ¿qué deporte haces?”. En lo social hemos mejorado muchísimo también. Falta, y obvio esto empieza desde muy niños pero siempre digo que a mí los que me sorprenden son los más chicos. Son los que más se dan cuenta de si necesitas ayuda y le dicen a sus padres. Ya nos ven distinto, no como pobrecitos o suponiendo que no podemos.
Esta es la forma en que podemos hacer deporte y muchos no lo hacen pensando que van a ser campeones sino porque les hace sentir bien y eso me parece súper válido porque yo empecé así. Me encantaba poder volver a sentir el viento, sentirme cansada, que era algo que no sentía desde niña, y ya luego pude ver que podía ser una para atleta de alto rendimiento.
¿Qué tan amigable es la ciudad de Lima a nivel infraestructura para una persona con discapacidad?
Dependiendo de la zona. Yo antes solía “rodar” más que moverme en taxi o carro, y hace 6, 7 o 8 años no había mucha accesibilidad. He visto que cada vez las municipalidades de los distritos están haciendo más (rampas) pero en muchas ocasiones las hacen por hacer, parecen rampas para los skaters (risas) porque hay tachos de basura al frente o un poste al final. O hay rampas y hay carros estacionados o puestos. Honestamente ha mejorado muchísimo pero esperemos que lo siga haciendo. Algo que me sorprendió hace poco fue que ahora en muchas ocasiones cuando los conductores nos ven ya no tenemos que esperar a que haya luz roja para que paren, ya no soy invisible. Te juro que muchas veces me ha pasado que hay pases peatonales pero los carros van a velocidad y uno se siente invisible. Pero estamos cambiando eso.
Pilar con amigos y equipo antes de partir a Tokio. Foto: Prensa
Y sé que tú gracias al programa del IPD #VamosconTokio pudiste clasificar a los Juegos Paralímpicos. ¿Qué tan importante es el apoyo estatal a los deportistas?
Estoy muy agradecida con el programa pero sí me hubiese gustado que empiece antes, ya que inició ni bien acabó Lima 2019 pero nosotros empezamos a sumar puntos desde enero del 2019, entonces deberíamos tener un poco más de tiempo para llegar bien preparados. La clasificación salió muy tarde, pero felizmente tengo el respaldo de mi Federación. Sabíamos que íbamos a estar clasificados y hemos venido trabajando desde el 2020 para poder estar en Tokio. Me gustaría igual que haya más apoyo, hay muchos atletas que se han quedado por poco y quizá por falta de tiempo. O también sería bueno que haya un programa panamericano, así asumiríamos dos torneos en uno y tendríamos mejores resultados.
Sé también que las empresas ayudan mucho en ese sentido. Hace poco recibiste una nueva silla profesional de titanio hecha a tu medida. ¿Qué tan importante es también el apoyo desde el sector privado a los paradeportistas?
Es un complemento no solo porque apoyan en torneos, sino también por el tema social. Hay muchas campañas de mis patrocinadores para visibilizar el para deporte y otras actitudes buenas, y eso es lo que me gusta más. Somos muchos atletas que empezamos en la nada, siendo los últimos del ranking, y ellos están con patrocinio también, por eso estoy agradecida con las empresas privadas que creen en los para deportistas, pero también con la Federación y el IPD, junto a la Asociación Nacional Paralímpica del Perú, creo que están haciendo un buen trabajo. Obviamente ellos no se dan abasto para todos porque somos muchos y tienen que ver la forma de que todos compitamos y no hay tanto presupuesto pero es ahí donde entran las empresas privadas. Gracias a ellas yo pude ir a más torneos en el 2019 y pude sumar buenos puntos.
Pilar Jáuregui ganó la medalla de oro en el Para bádminton en los Juegos Parapanamericanos Lima 2019. Foto: RPP
¿Qué mensaje esperas dejar tú para las niñas y jóvenes peruanas que tienen discapacidad y que ven en ti a un referente?
Que confíen en ellas, que se apoyen en la familia. A los padres, decirles que confíen en sus hijos. El deporte los va a ayudar muchísimo, no importa qué deporte hagan ni qué discapacidad tengan: hay deporte para todos. Lo bueno del para deporte es que no hay límite de edad y puedes empezar tarde o siendo joven. Yo, por ejemplo, no tenía control sobre mi lado derecho, pero con el deporte he ganado más movilidad y fuerza. Ayuda a sentirse bien y más independiente.
Gracias por tu tiempo. Estaremos atentas a tu participación en Tokio 2020 y desde ya eres un orgullo para todos nosotros.
Gracias a ustedes -los medios- porque hay muchos chicos que se enteran de los para deportes a través de la televisión o entrevistas en redes sociales y se han animado a practicarlos. Yo me enteré así, a través de una pantalla. Gracias por promover el para deporte.