El desarrollo de una subjetividad heteronormativa ha sido importante para sedimentar la idea de una nación fuerte, tanto a nivel económico como a nivel afectivo. La construcción de individuos viriles que sean capaces de luchar valientemente contra los enemigos de la patria se convirtió en parte de un discurso que abarcaría todos los campos de poder, llegando a penetrar finalmente en el naciente campo literario peruano del siglo xix. Ya Manuel Gonzáles Prada, en su poema “Guerra contra el menguado sentimiento”, plantea la existencia de ciertas emociones que pertenecen al ámbito de lo masculino y otras emociones que eran inherentemente femeninas. Entonces, lo afectivoestá ligado a un estatuto de género valorizado en lo biológico, es decir, las emociones se estructuran de acuerdo al sexo del individuo. Ahora bien, si estas nociones eran bastante conservadoras y deterministas, ¿Qué pasaba cuando aparecía un “otro” que excedía estos límites de la normatividad del género?
El objetivo de este artículo es analizar las representaciones de sujetos no heteronormativos (afeminado y marimacho) dentro del contexto urbano limeño y como participaron en la construcción de una identidad nacional basada en la reorganización de las emociones viriles y femeninas pre-guerra del pacífico. En ambas obras, la literatura funcionó como un tipo de tecnología del género que sirvió para darse cuenta de la alteridad del otro y como su existencia en el contexto urbano hacía peligrar el desarrollo de la nación peruana decimonónica. Primero se analizará brevemente la situación general de las personas queeren el Perú del siglo XIX y su performance dentro dispositivos de control del poder como la medicina y la prensa. En un segundo plano, se compararán dos cuentos que muestran dos tipos de sujetos “disidentes” en dos textos decimonónicos: Lorencita de Manuel Atanasio Fuentes y Juana La Marimacho de Ricardo Palma. En el primer texto se argumenta que la aparición de estos otros nacionales y especialmente su corporalidad no sólo es antinatural, sino también fuente de contagio para los otros “normales”. Finalmente, en el segundo texto se estudiará al sujeto femenino “marimacho” y su vinculación con el tema de la raza y la imagen de ángel del hogar.
Los sujetos queer en el Perú decimonónico
(Michel Eugène Courret)
En el siglo xix existió el curioso caso de un sujeto mulato llamado Juan José Cabezudo quien acostumbraba repartir sus comidas durante los festivales en las plazas de toda la ciudad y llamaba la atención de las personas por sus chistes picantes y su forma de vestir un tanto femenina lo cual le valió el apodo “El Maricón”. Pese a que no hay muchos registros históricos acerca de su vida, sí contamos con un material literario de Ricardo Palma, quien nombró a Juan José como uno de los mejores cocineros de Lima. Tal era su poder que logró amasar una pequeña fortuna que le permitió darse ciertos lujos, como, por ejemplo, ser retratado por el mismísimo Eugene Courret (Arcos 23). Juan José fue uno de los pocos sujetos no heteronormativos -al menos documentado- que lograron hacerse un espacio en esa conservadora sociedad limeña; sin embargo, no por ello dejó ser considerado un sujeto subalterno.
El sujeto travesti, homosexual o “marimacho” siempre ha existido dentro de la sociedad y su desarrollo ha variado dentro de las distintas culturas. En imperios como el romano o el griego estaba permitido mantener relaciones “homoeróticas” entre el discípulo y su maestro pues se complementaban de manera simbiótica: mientras que el discípulo contribuía con su belleza y juventud; el maestro brinda sabiduría a su pupilo. Por el contrario, este tipo de relaciones estaban prohibidas para las mujeres pues eran consideradas, según la doctrina aristotélica, como sujetos imperfectos tanto mentalmente como físicamente. Dentro del contexto peruano, si hablamos de la aparición del sujeto afeminado, en las cartas de Colón se describe a los indios como jóvenes lampiños y de apariencia delicada. Esta referencia de afeminamiento por parte de los indígenas era algo que se quedaría en el inconsciente de la intelectualidad peruana, incluso hasta en la república. En el “Discurso en el Politeama” Manuel Gonzales Prada sería enfático al afirmar que se debía enseñar al indígena a tener emociones útiles pues si no sabe amar, por ende, no puede amar ni pertenecer a su patria .
Aunque la práctica homosexual se pierde en los inicios de la humanidad, es durante el siglo XVII Y XVIII cuando los médicos son consultados debido a ciertos percances en los comportamientos de algunos individuos. Desde ahí, la homosexualidad pasaría a ser considerada como una enfermedad, una desviación de la naturaleza que debía ser medicalizada y curada. Entonces, desde un aspecto nominal los “otros” eran tratados como monstruos o con apelativos bastante peyorativos como marica, maricón, afeminado, etc. En 1869, Károly Mária Kertbeny, escritor húngaro y reivindicador de los derechos de los homosexuales, utiliza por primera vez el término homosexual para mencionar lo qué hasta ese momento solo había tenido denominaciones genéricas. (Peluffo 31).
Ahora bien, durante el siglo xix, después de un largo proceso de desarrollo social, económico y político, esto se dio en un contexto caracterizado por una burguesía creciente y el posicionamiento de la revolución industrial que la convirtió en clase dominante. Así, se consolidó la construcción de la categoría de desviado sexual como un mecanismo funcional más para el ejercicio del poder de la clase dominante. Lamedicina se erigió en sucesora de la religión cristiana y la desviación fue explicada en términos médicos, lo que a su vez confirió poder político a la clase médica. En 1792, es famosa la conferencia del profesor de cirugía José Torpas de Ganarilla en la que discute si una mujer podría convertirse en varón pues corría el rumor de que una monja se había convertido en hombre en extrañas circunstancias. Concluye su disertación hablando de que pueden existir mujeres con atributos varoniles, pero que esto es parte, obviamente, de “un irregular desvío de la naturaleza” (Cuder 128).
Con respecto a Perú y la presencia de los “otros”, como ya hemos mencionado en el caso de Juan José Cabezudo, su comportamiento lo hacía “diferente” a los demás, pero no llegaba al punto de ser acusado de sodomía. En estos casos, las penas eran bastante graves pues se comprendía qué estos hombres estaban violando las reglas de Dios al hacer un uso antinatural de su sexo, recordemos qué en esta época esta atracción de los sexos opuestos estaba basados en fines reproductivos (Cuder 32).
Esta idea religiosa preconcebida en los cuerpos y en los géneros, continuaría en los siglos restantes, especialmente en el siglo xix, en donde se comenzará a enfatizar la relación entre cuerpo, patria y sexualidad. Para ello, no sólo se debía ubicar a los individuos que vivirían en ese nuevo Perú, sino también a los cuerpos que la pusieran en peligro. Los sujetos no heteronormativos ocupaban ese lugar, sus cuerpos y comportamiento desviado desorganizan la estructura misma de las leyes genéricas, religiosas y sociales.
Para poder propagar sus ideas, las élites dominantes utilizaron varios mecanismos, lo que Foucault llamaría dispositivos de poder del género. Uno de ellos, además de la medicina y el arte, fue la literatura. En “La vida de los hombres infames”, Foucault menciona que los sistemas literarios de representación realista y naturalista en Hispanoamérica favorecen la aparición de ciertos personajes “infames” cada vez más alejados de la heteronorma.
Los textos, por lo mismo, se convertirán en el espacio ficticio ideal para la revelación del transgresor secreto de la diferencia sexual. En otras palabras, los textos literarios se convierten en una forma de control para poder tipificar y darle una forma concreta a los llamados desviados de manera que no puedan pasar desapercibidos. Este reconocimiento de la alteridad del otro se escribirá en límites bastantes conservadores; rozando lo homofóbico y misógino; y siempre intentando homogeneizarlos sobre las bases de cierta heteronormatividad asociada a lo viril o a lo femenino. Por ejemplo, en el texto anónimo “El Paseo de Amancaes y Prisión de los maricones” (1825), los travestis son retratados como seres ridículos que se visten de manera estrepitosa y cuyo alboroto antinatural ocasiona qué la policía -otro dispositivo de poder- los encarcelen. Así, la literatura atacará, ya sea en sátira o drama, aquellas desviaciones que suponen una incomodidad casi sacrílega para los valores y la moral.
Al analizar estos dos textos ya mencionados, notaremos que la descripción de los cuerpos, a detalle, es importante para la construcción del “personaje” no heteronormativo. Ya sea en forma negativa o positiva, el cuerpo se convertirá en la prueba de futuras desviaciones que deben ser prevenidas. En esta nueva física del poder el cuerpo del individuo se instaura como un objeto de conocimiento e intervención predilecto a partir de la demostración, según Foucault de una óptica especial que permitirá el ejercicio de vigilancia sistemática y ubicua de una utilización de los individuos mediante un control perpetuo (46). Lo que pretenden instituciones culturales como la prensa, seminarios o libros es atrapar o tejer una red de relaciones de poder para poder configurar al sujeto y convertirlo en un cuerpo productivo, paralelamente también sometido y formado alrededor a los conceptos de utilidad, es decir, ser útil para su familia (producir sujetos viriles) y su nación, defender al país en caso de guerra). Ello se acentuará en los discursos bélicos revanchistas ocasionados por la Guerra del Pacífico.
En el caso de la mujer “marimacho” (la mujer-hombre), se exigiría una docilidad frente a la figura paterna que en un primer momento será el padre y que después de su matrimonio será recuperada por el esposo. Las exigencias de la nueva madre republicana serán casi similares a la de su contraparte masculina: producir sujetos viriles para la patria y ayudarlos dentro del ámbito del hogar. Debido a ello, gran revuelo causaría la creciente aparición de mujeres escritoras en este siglo, algunos intelectuales reaccionaron con gran violencia ante la presencia de estos “monstruos” que no son ni hombres ni mujeres.
Es en esta época en donde también la prensa (primer medio de difusión de la literatura en el siglo xix), y en alianza con las elites del poder, empiezan a desarrollar una postura bastante agresiva en contra de lo que la investigadora Magally Alegre Henderson llamaría masculinidades disidentes. Periódicos como El Mercurio Peruano o El Cometa serían conscientes de su función educadora y establecerán normas de género con respecto a la lectura de los artículos: secciones específicamente masculinas y otras femeninas (Campuzano 12). Un ejemplo de obras publicadas en los periódicos de la época es “La Carta sobre los maricones”publicada en el Mercurio Peruano y escrita para un tal Leandro y cuyo autor utiliza el seudónimo de Filaletes. En esta epístola tenemos a una Lima llamada Androginópolis en donde hay presencia de ciertos individuos que pretenden imitar ridículamente a las mujeres tanto en sus actos como en sus maneras de vestir. El ya mencionado “Paseo de Amancaes” también fue publicado en el diario El Mercurio Peruano. Manuel Atanasio Fuentes perteneció a esa red de escritores que constantemente publicaba en diarios y seminarios. Como sabemos, el escribir un artículo o un texto más que querer narrar una historia buscaba formar no solo una opinión sobre un tema polémico, también se mostraba la opinión del autor. En este caso, Fuentes Delgado, a través de esta historia llamada “Lorenzita” buscó mantener la correspondencia con los autores de su época sobre este tema tan delicado que afectaba directamente la honra de la nación peruana sobretodo en un contexto político tan convulso como los últimos años en Lima previos a la Guerra del Pacífico.
Lorenzita en el Seminario La Broma
Manuel Atanasio Fuentes Delgado (1820-1889), conocido por el apodo del “El Murciélago”, fue un escritor peruano, venerador del género histórico y la sátira política. Además, fue también periodista, juez supremo en la ciudad de Huánuco y catedrático de medicina legal. Por otra parte, La Broma (1877-1878) fue un semanario limeño exclusivamente ligado a lo literario en el que publicaron algunos de los más renombrados escritores de la época como Ricardo Palma, el mismo Manuel Atanasio Fuentes, el potosino Julio Lucas Jaimes y Ascisclo Villarán, por aquel entonces presidente del Club Literario (1875). En sus secciones circularon las primeras versiones de numerosas tradiciones de Ricardo Palma, así como también un repertorio muy variado de poesías satíricas y parodias festivas (Soto 234). Es precisamente en el año de 1878 donde Lorenzita haría su primera y única aparición.
Para comenzar a analizar el texto, primero es necesario enfocarse en sus elementos paratextuales. En este caso, el título es lo que más resalta: Lorenzita. En una primera lectura y sin alguna noción previa de su contexto podríamos decir que la historia trata sobre una niña pequeña, pues el diminutivo invoca cierta dulzura, inocencia o cierto cariño hacia el personaje principal; sin embargo, es en medio de este juego paratextual donde se notará que no es así. Conforme avanzamos, el uso del diminutivo cambia de un tono cariñoso, a un tono de burla -a veces violenta- hacia un niño con comportamientos “afeminados”. Esta mirada es compartida tanto por el narrador como por los otros personajes de la trama:
Mientras todos los diablillos estudiantes del Nebrija se desayunaban con leche vinagre o bizcochos con queso, el joven melifluo tomaba orchata o fresco de piña, y mientras los cuartillos y medios iban a parar a la pulpería de D. Pascual en cambio de galletas, huesillos y orejones, los medios de la niña, como lo llamaban sus condiscípulos, iban a manos de la misturera en cambio de azahares y claveles.
En este pequeño fragmento se nota como el desarrollo de las actividades de Lorenzo involucran un nivel de masculinidad “anormal” en un niño de su edad. La asociación de ciertos alimentos como contribuyentes de virilidad están definidos por la forma, textura y sabor de estos. La leche con vinagre, por ejemplo, es una bebida de un color blancuzco que tiene un sabor ciertamente ácido, por el contrario, la horchata está hecha a base de almendras y otro tipo de frutas dulces. Además, la flor según la historia literaria pertenece al campo de los sentimientos, y, por ende, a la esfera de lo femenino. El autor tipifica ciertos alimentos y les otorga una categoría de género, en otras palabras, el cuerpo del hombre si es asociado con lo fuerte y con lo no emocional, debe consumir ciertos alimentos y debe comprar ciertos objetos que simbólicamente le ayuden a reconocer y fortalecer su masculinidad frente a otros. Esto también le ocurre a las mujeres, como veremos en “Juana La Marimacho”, su elección de trabajo y gustos generará escándalo, pues no corresponde al género ni a los afectos que le han sido asignados biológicamente. Dentro del universo narrativo del texto, así como en la sociedad peruana, esto no se cuestionaba, es más, estaba completamente naturalizado. Ahí recabe la fuerza de los dispositivos de control de género, los cuales logran pasar sigilosamente como algo neutral y natural. La fuerza del orden masculino, en especial, se manifiesta en el hecho de que precisamente no necesita de alguna justificación pues el orden social y sus grandes dispositivos simbólicos le ayudan a masificar la dominación en la que se sostiene: espacios, instrumentos, lugares (Bourdieu 11). Estos dispositivos de control del género, buscarán penetrar al cuerpo y convertirlo en otra fuente de poder que debe ser regularizada o censurada según los beneficios del sistema. Por eso la aparición del cuerpo extraño de Lorencita causa “pánico” a los alumnos, miedo demostrado a través de la ofensa y el ostracismo al que será condenado.
El cuerpo, espacio aparentemente neutro, se llena de cargas simbólicas que se materializan en una performance adecuada. El hombre o la mujer debe adoptar un rol dentro del espacio urbano, el colegio y el hogar son centros tempranos de generación de roles y sus primeras performances guiadas por el orden social. La representación teatral de los demás niños entra en juego con la performance de Lorencita pues él no es capaz de entender el papel que representa en esta pésima escenografía. Prontamente, sufrirá el rechazo de sus compañeros y esto solo será una pequeña muestra de lo que la sociedad le hará en un futuro. Más adelante, Lorenzo adopta las sagradas vestiduras y se convierte en cura, sin embargo, otra vez su conducta “afeminada” le generará problemas dentro del espacio religioso. A lo largo de su vida, tratará de buscar trabajos como establecer una pulpería en donde se reunirá con ciertos jóvenes que comparten sus aficiones. El énfasis con que el autor se refiere a la juventud y al espacio de aprendizaje o el colegio no es en vano. Como ya mencionamos, la prensa se tomaba muy en serio su papel de educadora y concordaba claramente con el Estado. Quizá el autor en esta parte quiere preguntarnos, ¿Qué hubiera pasado si Lorenzita hubiera tenido una educación más estricta? o si su núcleo familiar no hubiera permitido sus conductas desviadas, quizá la educación, así como se proponía a los indígenas, hubiera vencido su naturaleza.
La degradación del cuerpo de Lorenzita es presentada con cierta burla por parte del narrador y su cuerpo llega a ser tan traslúcido que los médicos querían utilizarlo de modelo para sus exámenes médicos. Otra vez, el lector decimonónico está ante un dispositivo de género cuya consecuencia es el descubrimiento de “otro” anómalo. Siguiendo la tradición gótica, Lorenzita representa a ese cuerpo degradado por los pecados y los vicios; se ha convertido en un tipo de vampiro que buscará alimentarse y contagiar sus males hacia los otros: los sanos o decentes. De hecho, cuando Lorencita recibe la visita de los jóvenes en su pulpería, no se puede dejar de notar cierta censura burlona por parte del autor:
La pulpería hacía negocio durante el día, pero la trastienda consumía las ganancias del negocio durante la noche. Varios jóvenes decentes, amigos del negociante, lo honraban nocturnamente con sus visitas; formaban en la trastienda unas francachelas y unas remoliendas de hacerse agua la boca; corrían las mistelas fabricadas en la casa por el gaznate de los amigos, como el agua en Matucana ahora dos meses; pasaban por el mismo túnel el pan, queso, aceitunas y plátanos, como si los propietarios de tales conductos hubieran pasado una cuaresma entera a pan y agua; y por último… por último, ¡qué diablos!, ¡¡quebró el pulpero!!Otro paréntesis en la vida pública de Lorenzito (Fuentes, Caníbales).
El cuerpo enfermo entonces, desde el contexto de las emociones, simboliza la repugnancia y el contagio en una nación. Males como el miedo, la lujuria o la avaricia – por desear género ajeno- son marcados en un cuerpo que finalmente servirá para marcar a un tipo específico de población (Ahmed 34).
¡Juana, no te metas a hombre!: El ángel del hogar en las “Tradiciones en salsa verde”
Ricardo Palma publicó sus Tradiciones peruanas desde 1860, tanto en periódicos como en revistas. Luego las publicaría en una colección de volúmenes desde 1872 hasta 1915. Sin embargo, tal como destaca el prólogo de Alberto Rodríguez Carucchi, hubo un pequeño libro que eligió no editar: “Tradiciones en Salsa Verde”. Este texto, escrito entre 1901 y 1904 fue pensado como un regalo para su amigo Carlos Basadre a quien escribió una dedicatoria muy interesante, en la que le mencionaba que aquel texto no estaba hecho para publicarse, pues podía lastimar los afectos de algunas personas mojigatas (Palma 15). La reticencia a publicarlo sería entendible pues la censura de la época podía descalificar su imagen como autor.
El título del texto ya indica que el lector está ante un material un tanto polémico. Salsa verde invita a pensar estas pequeñas tradiciones condimentadas con un tipo de aderezo picante y chispeante que le da cierto color subido de tono en donde los temas serán crudos, atrevidos e incluso obscenos. Las épocas en la que se narran estas tradiciones van desde el periodo colonial (“La pinga del libertador”, “El clavel disciplinado”) hasta la vida republicana. Aquí, la mayoría de las tramas se centran en personas jóvenes cuyas vidas están en constante tensión con la educación, el trabajo, el hogar. Asimismo, hace énfasis en que la sociedad debe asumir una postura pedagógica intensiva para que estos casos de desviación pueden ser reformados y/o reconocidos desde el colegio (Palma 23). Tradiciones como Muchachos del colegio y Juanita La Marimacho presentan otra vez el espacio público y educativo como centro temprano de la performatividad de género pues ahí se espera criar a los futuros héroes de la patria.
Según el Diccionario de autoridades, marimacho es aquella mujer cuyo cuerpo es fornido y cuyas acciones parecen de hombre. En el caso de Juanita La Marimacho, no tiene el cuerpo de fornido de un hombre, pero si se desempeña en un trabajo “raro” para su género: es torero. Asimismo, Juana ha logrado penetrar en el espacio de lo político pues se narra que cuenta con auspiciadores para sus corridas de toro.
El narrador describe la bravura con la que Juana se enfrenta al toro durante las corridas, pero sin dejar de lado su carácter sensual y voluptuoso de mulata. Esta categorización racial la coloca aún más en los márgenes de la otredad y la hace doblemente subalterna (Cuder 130). Pese a que es un sujeto antinatural, los hombres alaban su gallardía, a la vez que también tienen ansias por “repararla”. Para ellos, Juanita es un sujeto femenino defectuoso que debe ser reparado mediante el acto sexual lo cual marca para ellos la diferencia radical que hay en ambos sexos. De esto se sobreentiende de que el placer obtenido por la protagonista (enfrentarse al toro) es antinatural, por lo que la relación sexual heteronormativa la colocaría en el camino de la rectitud. Asimismo, es curioso que las mujeres son las que le darán la categoría de marimacho, estas la colocan en una posición de paria. Con esto se cumpliría con lo que Bourdieu menciona acerca del cuerpo femenino como espacio también adherido a las fuerzas de dominación masculina: Es a través de su mirada androgénica que el sujeto femenino reconoce a sus congéneres (Bourdieu 23). Entonces, el cuerpo de Juana es sexualizado doblemente, primero porque no corresponde a los afectos naturales de los hombres, y segundo por qué no pertenece al estereotipo de ángel del hogar pues la protagonista no responde a la figura materna. No es dócil ni es frágil, ella es capaz de enfrentarse a la muerte. Eso es lo que en el fondo asusta a los hombres, la afrenta indirecta de la superioridad de la mujer en los espacios masculinos.
Cuando muchas de las mujeres escritoras comienzan a aparecer en el naciente campo literario, la prensa se burla de ella. La satiriza con lo cual le niega la posibilidad de tener una agencia, un poder. Por otra parte, se le empieza a llamar monstruo. A lo largo de la historia, la mujer que tiene voz ha sido prejuzgada por la sociedad, cualquier intento que tenga de hablar será asimilado como una especie de chillido o grito. No es que no se le puede entender; ella no sabe hablar. Juanita, el marimacho, al igual que Lorencita, no habla en todo el texto. Quizá esto simboliza aún más su carácter subalterno, pues los demás personajes, en su mayoría hombres, sí pueden dar una opinión acerca de ella, pero ella no. Juanita solo actúa. Y qué pasa si habla, bueno, ya sabemos las consecuencias: terminará violentamente asesinada por el sujeto varonil. Finalmente, Juanita se enfrentará a un toro, símbolo de virilidad y poder masculino contra el cual finalmente perderá. La infeliz, así lo describe el texto, se refugiará en la religión para poder salvarse. El cuento entonces es una demostración del poder de la religión frente a los avances de la naturaleza fallida. Juanita regresará a su estatus de feminidad y subalternidad permitida: se convertirá en carnicera.
En conclusión, en el Perú decimonónico, la literatura servía para nombrar los cuerpos dentro de un orden de género que pretendía exorcizar lo que se oponía a él, es decir, expulsar a los sujetos disidentes. Asimismo, como vemos en los cuentos, solo había dos formas en las que estos sujetos podían vivir en la comunidad: integrarse, en el caso de Juana (quizás aparentemente) o morir como es el caso de Lorencita a manos de un sujeto viril. Por otro lado, la presencia de la mujer, ya materializada en ciertos ámbitos de poder, generará un temor de la feminización de la patria. La generación de un discurso femenino radicalizará su forma corporal y será analizada como un monstruo.
FUENTES REVISADAS:
Ahmed, Sara. La política cultural de las emociones. D.F: Universidad Nacional Autónoma de México, 2015. Impreso.
Arcos, Carol. “Maternidad y travestismo: cuerpos de mujeres en el Mercurio Peruano de historia, literatura y noticias públicas (1791-1795)”. Revista Arenal (2008): 298-322. Impreso.
Bourdieu, Pierre. La Dominación Masculina. Barcelona: Anagrama, 1999. Impreso.
Campuzano, Giuseppe. “Andróginos, hombres vestidos de mujer, maricones… el Museo Travesti del Perú”, Bagoas 4: s/p. 2009
Cuder, Primavera. “La representación del otro en el siglo xix: Ricardo Palma”. Florida International University. Departamento de Filosofía, 2017. Impreso.
El Caníbal inconsecuente. Lorenzita”, en: La Broma, 13 de abril de 1878 Manuel Atanasio Fuentes. 25 dic. 2020. Web. http://elcanibal-inconsecuente.com/pag/lorenzita.html
Foucault, Michel. Historia de la sexualidad. Tomo 1. Barcelona: Siglo XXI Editores, 2012.
Palma, Ricardo. Tradiciones en salsa verde. Barcelona: Montaner y Simón Ediciones. 1983. Impreso. Peluffo, Ana. Entre hombres: Masculinidades del siglo xx en América Latina. Madrid: Nexos. 2010.
El embarazo adolescente representa una de las problemáticas que el Perú sigue arrastrando. Jóvenes y niñas se vuelven madres a temprana edad. Y el trasfondo de este problema puede ser más complejo de lo que aparenta. Las consecuencias que implica ser madre a corta edad son más que abrumadoras y en algunos casos pueden costarles la vida. Es un riesgo que tienen que atravesar aquellas que cargan con la responsabilidad de traer al mundo una vida.
Desde que inició el 2023 hasta la fecha el ministerio de salud ha reportado más de 13 mil madres adolescentes en el país. Sin embargo, son menos de 5 meses transcurridos, ya que en el año pasado el ministerio de salud (MINSA) registró un total de 50, 546 casos. De las cuales el 59% pertenecen a los quintiles 1, 2 y 3. Es decir los sectores que cuentan con menores recursos económicos. Según el informe del Endes (2021) el inicio de la vida sexual está relacionado con el nivel de educación y de ingresos. Aquellas que pertenecen al quintil inferior de pobreza en promedio comienzan en 17,3 años y quienes se encuentran en el quintil superior de riqueza tienen su primera relación sexual a la edad de 19.
Pequeñas madres violentadas
Plan Internacional menciona que las causas principales del embarazo precoz, suelen ser los matrimonios o uniones forzadas y el tradicional rol machista que se le asigna comúnmente a las mujeres: ser madres. Aunque en algunos casos se da por falta de información, escasas medidas preventivas o prácticas culturales.
Por otro lado, es un hecho que miles de niñas y adolescentes son víctimas de distintos tipos de violencia sexual y como consecuencia, muchas de ellas terminan siendo madres. De acuerdo con el Centro de emergencia mujer el 2022 atendieron 7,614 casos de menores que fueron víctimas de violación sexual. Sin embargo, una de las acciones inmediatas del gobierno ante esta problemática es la entrega de kit de emergencia gratuito a partir del 2019. El año pasado el MINSA otorgó 2350 kits de emergencia entre enero y setiembre pero esta medida no llega a cubrir en cantidad la urgencia de las menores en poder adquirirlo.
Otra forma de agresión por la que atraviesan se da en hospitales al momento de realizar sus controles y en el momento del parto. Esta es la violencia obstétrica. Apenas en el 2016 ha sido reconocida como una modalidad de violencia de género en la normativa nacional. Sin embargo, este tipo de maltrato ya tiene mucho tiempo en el sistema de salud.
La historia de Candy, puede ser un claro ejemplo de ello. A los 17 años se enteró que estaba embarazada. Pese a la noticia y a su edad no tenía ningún inconveniente con la atención en los controles prenatales. El día del parto fue diferente. “No te quejes, aguántate”- le decían las enfermeras, mientras ella sentía el dolor de las contracciones. No podía quejarse, pese a que sentía partirse en dos. Después de dar a luz por fin pudo obtener una buena atención por parte de su doctor y continuar sus chequeos. Ya pasaron 21 años desde el nacimiento de su hija. Ella no olvida como las enfermeras no le ofrecieron ni un poco de empatía.
Si bien la violencia obstétrica no figura como delito específicamente con ese nombre en el código penal peruano, existe un proyecto de ley para que el artículo 121-C,“Lesiones por violencia obstétrica”, sea incluido y de esta forma sancionar y poder reducir los casos de maltrato del personal de salud hacia las gestantes ya sea en el embarazo, parto y postparto. Por el momento, la Ley N° 29414, «Ley que establece los Derechos de las Personas Usuarias de los Servicios de Salud”, es la indicada para comenzar el procedimiento de demanda en caso de ser víctima de este tipo de violencia en un centro de salud.
Abandono de estudios por ser madres
Un problema que se suma al embarazo adolescente es la deserción escolar. Volviendo a revisar las cifras que tenemos del 2023, se resalta que sólo 4,701 madres cuentan con secundaria completa. Es decir, apenas un 35% cuenta con este grado de estudio concluido. Asimismo, el informe de Endes en 2021 señaló que un 18,8 % de las encuestadas a nivel nacional de 12 a 24 años abandona los estudios por el embarazo o matrimonio.
El estudio del Fondo de poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA) revela que 13,2 % de mujeres en la edad de 15 a 24 años en el Perú dejan los estudios debido al embarazo y las tareas domésticas. Esto, ya que pasan por una serie de exclusiones que las alejan de la posibilidad de acceder a educación de calidad. Ellas deben hacerse cargo de las responsabilidades del hogar y dejar de lado los estudios; tampoco cuentan con tiempo libre disponible para instruirse.
Candy comenta nuevamente su caso y recuerda que ya había terminado la secundaria, tenía planes a futuro: continuar con una carrera técnica, estudiar algo que le gustaba mucho como cosmetología. Muchos le decían que había metido la pata. No le quedó de otra que dedicarse a su embarazo y dejar sus estudios. Su pareja fue quien la apoyó en ese momento, pero sus padres no quisieron hacerse cargo de nada. Ahora tiene 38 años, tiene 4 hijos. Labora en algunos trabajos que no requieren estudios superiores. Tiene que salir adelante porque no cuenta con el apoyo económico de su pareja, no como antes.
Perder la vida para traer vida al mundo
Ser madre a corta edad es un riesgo que se ven obligadas a asumir, tanto en el periodo de gestación como el parto. Sin embargo, el proceso de alumbramiento puede significar perder la vida . En el 2022 el MINSA registró un total de muertes maternas de 31 niñas y adolescentes entre 10 a 19 años. Loreto sería el departamento que cargaría el mayor porcentaje de muertes, un 11.1% de las muertes comprendidas en 4 años.
La hemorragia y los trastornos hipertensivos son las causas directas que ocasionan el fallecimiento de las jóvenes madres según el MINSA. Al no estar preparadas el proceso suele poner en riesgo su salud física y psicológica. La salud mental de las menores es importante en este proceso pues muchas practican las autolesiones y tienen intentos de suicidios.
Educación Sexual Integral incipiente
Un dato alentador es que en junio del 2021, pese a insistencias de grupos opositores, se aprobaron los lineamientos de Educación Sexual Integral (ESI) para la Educación Básica. Con ella, se busca guiar la implementación adecuada de la ESI en las instituciones y programas educativos para la vivencia de la sexualidad de manera segura acorde a las etapas de desarrollo de los estudiantes.
Este es un paso importante porque los estudiantes requieren información que debe ser cubierta por especialistas a fin de evitar futuros riesgos. “Nuestra sociedad no afronta de manera positiva estos temas, por lo que la información que se tiene es muy poca. Puede que las adolescentes al buscar información por sus propios medios, lo que obtengan sea falso y en vez de ayudarlas, las puede confundir o generar algún daño en su desarrollo”, señala Katiuska Velarde, psicóloga con años de experiencia en el área educativa.
El embarazo adolescente es una problemática que tiene diversas aristas. Si bien el estado peruano está tomando medidas para disminuir estas cifras, se requiere que su labor preventiva sea más exhaustiva y que las demás entidades del gobierno colaboren en conjunto para evitar que niñas y adolescentes tomen el rol de madres y que, en el peor de los casos, pierdan su vida por ello. Para lograr esto, es necesario la participación social como un agente de cambio.
El 7 de diciembre de 2022, Dina Boluarte, exministra y vicepresidenta del Perú, asumió la presidencia de la República. Ese día, marcó historia como la primera mujer en ocupar el máximo cargo del Gobierno, sin saber que los primeros dos meses de su gobierno se caracterizarían por las protestas, cuestionamientos, adelanto de elecciones y pedido de su renuncia.
Tuvieron que pasar más de 200 años de República para que el Perú tuviera una presidenta mujer. Durante este tiempo, se mantuvieron discursos que buscan deslegitimar a la mujer en la esfera política y posiciones de mando.
Angélica Motta Ochoa, antropóloga feminista e investigadora especializada en género y sexualidad, dijo a La Antígona que “es importante la participación política de las mujeres por un tema de afirmación de la democracia y de la participación general de la diversidad de seres humanos que constituimos esta sociedad. Eso no debería ya estar en cuestión”.
“Es interesante, porque a nadie se le ocurriría preguntar si es importante la participación política de los varones”, agrega.
Históricamente, la mujer ha sido relegada el ámbito privado, el mundo de las emociones y lo doméstico; mientras que el hombre podía participar libremente en el ámbito público, en la participación política. Es más, se espera que lo haga. Es en ese contexto que el Perú consigue su primera presidenta mujer.
Dina Boluarte ingresó a la política peruana como vicepresidenta de Pedro Castillo. | Foto: Presidencia de la República del Perú.
EL ARGUMENTO DE LA TRAICIÓN
Dina Boluarte entró a la esfera política como la vicepresidenta en la plancha presidencial de Perú Libre, partido de izquierda que buscaba alcanzar la Presidencia con el maestro rural Pedro Castillo. Una mujer ancashina, que le hablaba al pueblo en quechua, se ubicaba como la segunda en la línea de poder con miras a Palacio de Gobierno.
Cuando ganaron la segunda vuelta electoral, asumió la gestión del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social. Tras los escándalos de la gestión de Castillo y las diversas acusaciones de corrupción, la entonces ministra se fue alejando, primero, de Perú Libre y su líder Vladimir Cerrón y, luego, del mismo gobierno de Castillo. Sin embargo, la separación no salvó su imagen pública porque, según Motta Ochoa, ella ya había traicionado al electorado que la llevó al poder.
“Dina Boluarte ha traicionado todo lo que ofreció como parte de la campaña política que hizo con Pedro Castillo. El propio Pedro Castillo no generó ninguna reforma importante. Se comprometieron a ser un gobierno para el pueblo, para —de alguna manera— poner en primer lugar las necesidades y los intereses de un amplio sector que había sido postergado históricamente”, expresa la antropóloga.
Luego, el 7 de diciembre, Pedro Castillo intentó disolver el Congreso de la República y Boluarte juramentó como la primera presidenta de la República. Pero no reflejó un cambio. Al contrario, su Gobierno está reforzando las estructuras patriarcales y machistas de los Gobiernos anteriores.
“Dina Boluarte ahora se ha aliado para gobernar con el sector electoral que perdió las elecciones, un sector machista, racista y que defiende los poderes de las élites económicas y -que como hemos visto en los últimos tiempos de protesta- no le importa atacar incluso contra la vida de la gente que votó por ella”, expresa Motta Ochoa.
Dina Boluarte se reunió con Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, el 15 de febrero de 2023. | Foto: Presidencia de la República del Perú
GOBIERNO VIOLENTO Y PATRIARCAL
En una entrevista con Cuarto Poder en diciembre del 2022, Boluarte dijo que las críticas en contra de su juramentación eran “una venganza política machista de que miran a la mujer disminuida”. Asimismo, en ocasiones ha hecho un llamado a las mujeres peruanas a sentirse orgullosas de tener una presidenta mujer. Sin embargo, estos comentarios escapan de la realidad cuando dirige un Gobierno que, desde que fue ministra, no ha mostrado algún interés por dialogar o hacer reformas en favor de las mujeres.
“Está sosteniendo un régimen que se afirma desde la violencia. Así como el patriarcado se firma y somete a las mujeres con la violencia de género, un gobierno autoritario se afirma y somete al pueblo organizado —incluidas las mujeres— a través de la violencia. Es un régimen militarizado y en ese sentido representa a lo peor de la expresión política, machista y patriarcal”, sostiene la antropóloga.
Que los primeros meses del gobierno de la primera presidenta mujer en el Perú cargue con manifestaciones en diversas regiones, denuncias de abuso de poder, represión violenta y más de 60 muertos (58 por impactos de bombas lacrimógenas) sin duda deja una gran huella. Pero esto no debe servir para generalizar y construir conclusiones sobre la participación de las mujeres en política.
Porque como resaltó Angela Motta Ochoa: “Ha habido cantidad de hombres en el poder que han hecho todo tipo de atrocidades y eso nunca ha llevado a cuestionar su derecho de participar en política”.
Dina Boluarte es la primera presidenta mujer, pero no un ejemplo de lo que las mujeres pueden o deben hacer en política.
Ser mujer y ser periodista representa vivir en riesgo. Debido a nuestro trabajo, diariamente lidiamos con el machismo, la censura y la violencia. Durante los dos últimos años en pandemia, la situación no ha mejorado y las manifestaciones de violencia han crecido expandiéndose al mundo virtual.
Desde La Antígona hemos recopilado testimonios de periodistas de Perú, Bolivia, Argentina y México que han sido víctimas de violencia. Nos sumamos a la campaña de los 16 días de activismo de #AcosoEnElPeriodismo para visibilizar la violencia contra las mujeres periodistas en cuatro reportajes que recorren los diferentes países.
La televisión argentina se remeció. Se desató un escándalo en los medios de comunicación. La periodista y panelista María Belén Ludueñaa se alejó del noticiero “Buenos Días América” del canal América TV. En ese momento Belén no dio demasiadas explicaciones del porqué de su alejamiento, pero sí lo hicieron sus ex compañeras de trabajo. Ellas acusaron al conductor, el periodista Antonio Laje, de acosarlas laboralmente, de maltratos e incluso de acosarlas sexualmente.
Lo llamativo de este caso es que, en los medios grandes de Argentina, se silenció esta situación. Los programas de América TV no lo mencionaron, pero sí en otros canales o redes sociales que publicaron los testimonios de, por lo menos, cuatro denunciantes. Lo que más llamó la atención fue la inacción de las autoridades del canal al mantener al conductor acusado en el medio. Estas situaciones no solo se dan en los grandes medios o en Buenos Aires. Podemos encontrar un sinfín de relatos a lo largo del país.
Casos que grafican cómo es el acoso o abuso a las mujeres periodistas en el país
“Como periodista de policiales y judiciales escucho comentarios fuera de lugar, que un juez te comenté sobre tus pechos o cuando uno se encuentra con fuentes en lugares deshabitados a la noche y tener que pasar a hablar de los temas por los cuales uno va, a tener que hablar de si una tiene novio o marido y si se siente sola. Son situaciones bastante comunes” relata a La Antígona la periodista Mariana Romero, quien vive en la provincia de Tucumán.
“En elecciones también, personas que no eran periodistas, acosaron a otra compañera. Ahí me di cuenta que yo tendría que haber denunciado [mi caso] para que se pongan medidas de seguridad y quizás eso no le hubiera pasado”, explica la periodista tucumana y reflexiona que tenía normalizadas estas situaciones de abuso simple.
No se viven las mismas situaciones de trato laboral siendo hombre que mujer, ejerciendo o buscando ejercer el periodismo “a los 19 años cuando estaba estudiando me acerqué a una persona que conocía para contarle que quería buscar trabajo. Tuve una respuesta sugerente, se acercó y me agarró de la cintura hasta la cola. Lo saque y se fue, pero al poquito tiempo pasó la denuncia de Thelma Fardin a mí se me removió la situación y pensé si podía ser calificada como un abuso”, indica una joven periodista que prefiere mantener su nombre anónimo.
“No lo denuncié de manera pública, pero sí avise a personas que lo conocen. Si aún no lo puedo contar con nombres es porque tengo miedo de lo que pueda pasar. Éll es alguien importante”, testimonia nuestra entrevistada quien explica que esta situación tuvo que tratar en terapia y así poder comprender que era un abuso.
“Estamos en un momento en Argentina donde como sociedad es hora de que comencemos a hacernos cargo. Hay un avance gracias al feminismo y es hora que los medios estén a la altura de eso”, analiza la joven que se siente contenida por la ola de los nuevos derechos conseguidos en los últimos años por las mujeres.
Legislación argentina
En Argentina hay un avance en el pensar como sociedad y también desde el Estado con algunas acciones concretas. Una fue la ratificación en 2020 del convenio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde se reconoce que las mujeres son las más expuestas a esos comportamientos y prácticas en el mundo laboral.
Nuestra sociedad está en una revisión de temas tabú, que hace cinco años eran naturalizados y ocultados. Gracias a la valentía de mujeres y hombres, se denunciaron a figuras conocidas de los medios o del espectáculo. El movimiento denominado “Me Too”, se hizo viral desde un hashtag en las redes sociales primero norteamericanas y después a nivel mundial. Clara muestra de ello fue la gran denuncia a Harvey Weinstein en 2017 por agresión sexual y acoso.
Mujeres manifestando su rechazo al gobierno de Dina Boluarte en las protestas en Lima. Foto: Melanie Soca (Instagram:@_melaniesoca)
En un contexto crítico a nivel social y político que vive el Perú, es indispensable resaltar la importancia de tener justicia social en un gobierno convertido en dictadura.
El pasado 20 de febrero se conmemoró el Día Internacional de la Justicia Social en medio de una convulsionada crisis sociopolítica en el país y, con ello, nuevamente se reitera la importancia de preservar tanto el desarrollo como la justicia social para mantener la paz y seguridad de las naciones, así como también es indispensable un crecimiento económico de base amplia y sostenido en un contexto de desarrollo sostenible, según la Asamblea de las Naciones Unidas.
Pero, ¿qué se entiende por justicia social? De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es aquel “principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera dentro de una nación”, por lo que su propósito más importante es alcanzar un reparto equitativo de los bienes sociales para asegurar la dignidad de todas las personas. Por esta razón, conforma uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y es parte de la Agenda 2030, con la finalidad de lograr un desarrollo basado en objetivos comunes con metas integradas.
Sin embargo, estos objetivos y propósitos no se aplican en la práctica al Perú, por lo que, en consecuencia, el panorama no es nada alentador. Esto debido a que un requisito esencial para que se cumpla lo planificado en la Agenda 2030 es lograr la igualdad, es decir, cuando en un estado todos sus ciudadanos sin distinción alcanzan en la práctica la realización de sus derechos humanos (civiles, políticos, económicos, sociales y culturales), lo cual no sucede en nuestro país.
De acuerdo a una encuesta realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2021 sobre la pobreza monetaria, esta registró un 25,9% a nivel nacional, teniendo en cuenta los últimos periodos vividos por la pandemia del COVID-19 y la actual crisis social que atraviesa el país debido a la inestabilidad política que se arrastra desde el 2016.
Esto es aún más desalentador en las zonas rurales,que han sido el escenario principal de manifestaciones en contra del gobierno de Dina Boluarte, el cual se duplica y supera con creces el promedio nacional en un 39%. Asimismo, es importante precisar que, en las regiones del sur del país como Ayacucho, Huancavelica y Puno, las cifras de pobreza oscilan entre 36,7% y 40,6%, lo cual implica que en estos departamentos, los gastos de los peruanos son insuficientes para cubrir las necesidades básicas como alimentación, vestimenta, salud, educación, etc.
Cartel de protesta en una vigilia realizada en memoria de los fallecidos en las manifestaciones contra el gobierno de turno. Foto: Melanie Soca (Instagram: @_melaniesoca)
De esta manera, todos estos datos son alarmantes y demuestran el prolongado abandono del Estado a las necesidades y pedidos de las regiones durante siglos, los cuales ahora son las principales consignas de las protestas iniciadas hace 2 meses y que lamentablemente, han causado la muerte de más de 60 personas que sólo marchaban por causas justas y legítimas.
El complejo contexto político y social que se vive en Perú, nos recordó que existe un feminismo operando para refrescar la imagen del neoliberalismo, y que utiliza su poder para mediatizar dos puntos importantes de su agenda: la interseccionalidad y la paridad.
Joven levanta su cartel con frase «El estado no me cuida, me cuidan mis amigas» en la marcha por el Día Internacional de la Mujer. FOTO: Melanie Soca
“Aunque utilicemos esa identidad en términos estratégicos, mi fin no es ese. Mi fin es desbaratar lo que a mí me hizo negra, lo que a mí me hizo lesbiana o lo que a mí me hizo empobrecida, que son los sistemas de opresión". – Ochy Curiel
El complejo de la salvadora blanca
Hay un feminismo que goza de legitimidad: al que se le abre las puertas de los espacios académicos más importantes, un feminismo que te promete una carrera profesional con acceso a puestos de poder dentro de las empresas de prestigio, un feminismo al que se le permite hablar, que tiene poder mediático y publicidad millonaria para generar un clima agradable a su favor. Un feminismo que goza del privilegio de la universalidad, algo que no pasa con los otros feminismos.
Esos otros feminismos representan un peligro, son los que te llevan a vivir y a trabajar en alerta, cuidándote de no parecer muy radical, de no ser muy antisistema. Esos otrosfeminismos están representados por cuerpos a los que se les tiene miedo, y no solo por cómo lucen, sino porque son cuerpos con memoria y con ansias de justicia y reparación.
La interseccionalidad parecía generar un punto de encuentro entre todos los feminismos: la convención de que todes vivimos la violencia patriarcal de distinta manera, siendo lesbianas, mujeres negras, mujeres trans o mujeres blancas heterosexuales. Pero de ser un elemento de resistencia frente al análisis monofocal de género, terminó como recurso para construir la versión renovada de la salvadora blanca, que ahora es feminista.
Esto lo pudimos ver en Perú, con mayor claridad cuando en 2021, Pedro Castillo pasó a segunda vuelta con un proyecto conservador pero que, a la vez, representaba para miles de mujeres una esperanza. Algo que resultó inconcebible para el feminismo universal, que no entendía cómo, para esas otras mujeres, la agenda del enfoque de género no era prioridad. Lo que terminó evidenciando la interseccionalidad de un feminismo que se sigue creyendo universal, como la práctica de enunciar a las subalternas pero sin considerarlas como iguales.
Esa es la trampa de la interseccionalidad que presenta el feminismo universal: te hace creer que con nombrar a las personas y a sus distintas identidades, es suficiente. Te hace creer que lo correcto es identificar que las otrasexisten, como si esas otras necesitaran del feminismo universal para existir, con una lógica parecida a la del “descubrimiento” de América. A pesar de que esa enunciaciónno represente ningún cambio material en las vidas de las otras, y solo sirva para seguir viéndolas y hacerlas sentir, como a quienes hay que incluir, insertar o civilizar.
La Paridad como pacto colonial
Entre 2021 y 2022, el feminismo universal se unió a los medios de comunicación tradicionales e independientes, principalmente de Lima, para denunciar el machismo y la misoginia del gobierno de Castillo. Durante ese tiempo, leí reflexiones públicas que hablaban del “peor gobierno para las mujeres”, y de cómo su mandato representaba “un peligro” para nuestros derechos; a pesar de que el análisis para llegar a estas conclusiones se centraba principalmente en un tema: la paridad.
De hecho, hay un titular de 2021 del Diario El Comercio, en donde la periodista que escribe se pregunta cuánto es lo que ha retrocedido el Perú a nivel de América Latina en “presencia de mujeres”, como resultado de la juramentación del primer gabinete de gobierno de Castillo, en donde sólo había 2 mujeres.
Si hacemos un recorrido por los últimos gobiernos del país y sus gabinetes ministeriales que sí fueron paritarios, se puede identificar – salvo algunas excepciones- un perfil de mujer muy parecido: limeña y de educación privada. Considerando esto y volviendo a la pregunta que se hacía la periodista del diario El Comercio sobre el retroceso en presencia de mujeres: ¿de qué mujeres estamos hablando?
La evidencia nos indica que la agenda de las mujeres con la capacidad de llegar a los puestos de poder no necesariamente coincide con el de la población que dice representar; porque, como ya sabemos las mujeres no solo somos mujeres, también estamos empobrecidas, precarizadas o estamos desplazadas de nuestros territorios por el extractivismo. Si ésta es la coincidencia más básica de los feminismos contemporáneos (el que tenemos más identidades que la de género), ¿por qué el feminismo universal sigue sin cuestionar la paridad?, y lo que me resulta más perverso aún, ¿por qué sigue presionando para que la defendamos?
“Ante el poder, te rebelas”
“Ante el poder no te empoderas, ante el poder te rebelas”. Eso dijo María Galindo, reconocida activista feminista boliviana, en su ponencia durante el Encuentro Internacional Feminista organizado por el Ministerio de la Igualdad de España. Y, creo, que es precisamente lo que está pasando: Perú se está rebelando. Y, a pesar de la tragedia y el dolor, significa un logro poder demostrar que para rebelarse ante el poder, los otros feminismos no necesitan -ni necesitaron nunca- del feminismo universal.
“Hay muchas madres de familia con golpes en la cabeza, las han golpeado solo por pedir que no disparen a los manifestantes. Ellos (la policía) intentan hasta quitarles sus simbolismos, pero las mujeres están ahí, adelante, agitando las wiphalas”, esto me dijo Olinda Valdés, arquitecta y activista presente en las protestas, a quien entrevisté para este texto.
Mucho se habla de la crisis peruana, pero creo que es momento de cambiar esa narrativa y empezar a hablar de una revolución. ¿Cómo no hablar de una revolución cuando hay personas resistiendo por más de dos meses al desprecio, la violencia institucional y mediática, la persecución política, la estigmatización, las balas, las muertes, los insultos y el amedrentamiento?
“Entendemos que el movimiento va a tener avances y repliegues pero no estamos dispuestos a rendirnos. Así pase el tiempo que tenga que pasar, la población va a seguir resistiendo de diferentes formas en las calles y también desde el arte”, menciona Valdés.
Perú no está fuera del mapa global, aunque a veces lo parezca, y lo quepasa ahí, también ocurre en mayor o menor medida en los demás países del mundo. Corresponde que en este #8M, día que les sirve para imponer los puntos de su agenda convenientes al neoliberalismo, le recordemos también al feminismo universal de nuestros territorios que por ser universal es blanco, patriarcal y colonial.